Plaza Dignidad: La Delirante Defensa de un Símbolo Derrotado

Por segundo viernes consecutivo, un demencial operativo policial intentó impedir la protesta en Plaza Dignidad, y por segunda vez, no lo consiguió.

Así como Cristián Barra perpetró el desatino de expresar en público lo que el gobierno piensa en privado, ese papel lo hizo el Intendente de Santiago, Felipe Guevara, en entrevista a radio Cooperativa.

Desde luego, defendió la estrategia de copamiento de los dos últimos viernes, y afirmó que fue definida por la propia institución policial, no por el Gobierno. Aseveró que la estrategia se denomina «técnicas de formación de encuentro», y que fue bien evaluada por el mando policial, por lo que se repetirá cada semana:

«La estrategia es una definición que es de Carabineros, no la define el Ministerio del Interior. Ellos tienen que resguardar el orden público y para eso han ido utilizando distintas estrategias. Efectivamente, dadas las características de estos grupos, que están actuando de manera agresiva, corresponde esta estrategia».

Agregó:

«Cada viernes estamos frente a varios grupos de 50 o 60 personas que están en distintos lugares -uno en el Parque Bustamante, otro en el Parque Forestal, otro en la Alameda, hacia el Hotel Crown Plaza, y otro que normalmente se pone en el sector de Bellavista- y ante esa acción de cuatro o cinco grupos, separados todos, la estrategia que a Carabineros le ha aparecido adecuada es la que utilizaron el viernes pasado y es la que están utilizando hoy día».

«Si hoy hubiera diez mil personas en la Plaza Italia, por cierto que la estrategia que están utilizando lo más probable es que no sería la más adecuada. Entonces, ellos van adecuando la estrategia que van a utilizar, según la información que tienen y según lo que esperan enfrentar o lo que tienen al frente», explicó.

¿Eso significa que diez mil personas exigen cien mil carabineros?

Ridículo.

Luego, reinventó las matemáticas:

«El hecho de que haya más o menos carabineros en la Plaza Baquedano no significa que haya más o menos carabineros en comunas como Recoleta o Lo Barnechea. Carabineros tiene distintas unidades y los carabineros que están en este minuto en la Plaza Baquedano son de Control de Orden Público, con una formación especial y, por lo tanto, saben interactuar con el carro lanza aguas o el carro lanza gases y, por lo tanto, no son los carabineros que dirigen el tránsito o los que están en el Plan Cuadrante en las comisarías territoriales».

A reglón seguido, enumeró los tres objetivos del mando policial:

«Primero, mantener a las personas que se manifiestan con mucha agresividad separadas y no en un grupo de 200 personas, funcionó. En segundo lugar, los arrestos: a esta hora hay ocho detenidos y son recién las siete de la tarde. Es decir, desde el punto de vista de los detenidos, otro objetivo, la estrategia funciona. El tercer punto, respecto de que estas personas no se aglomeren en el óvalo de la Plaza Baquedano, también funcionó».

Respecto a la evaluación del gobierno, señaló:

«A la luz de los resultados, uno podría decir que sí les ha funcionado esta estrategia».

Por eso estamos como estamos

A confesión de partes, relevo de pruebas.

Lo primero que se desprende de las declaraciones del Intendente, es la doble renuncia del gobierno: al ejercicio de la política, y al control de Carabineros.

Intoxicados por sus mentiras, repetidas como un mantra por el sistema mediático que controlan, los funcionarios del gobierno redujeron la protesta social a un problema de violencia, terrorismo y delincuencia, y se desentendieron del problema, endosándole el control del orden público a Carabineros.

Por eso estamos como estamos, y ocurre lo que sucede.

Esto significa que el gobierno rechazó las demandas que motivan las protestas y se atrincheró detrás de Carabineros, para lo que le queda del período, al precio de abandonar su responsabilidad en la garantía de los derechos constitucionales, y evadir los graves y mayoritarios cuestionamientos a Carabineros, por impunes y masivas violaciones de los derechos humanos.

Aparte de traslucir el demencial concepto de orden público del alto mando policial, la imagen de un muro de mil policías para resguardar el pedestal vacío, del monumento a un general del histórico partido del orden. expulsado por la expresión radicalizada de la protesta social, vale por cien mil palabras para explicar al extranjero y a las generaciones futuras, lo que representa(ó) la patética guerra de Piñera contra el enemigo poderoso e implacable.

En el mundo bizarro del gobierno de Piñera, donde el poder civil oficia de vocero del poder policial, el intendente metropolitano desafía la razón para justificar lo que no tiene fundamento.

Insostenible es el descubrimiento guevariano de la neutralidad matemática de la suma y la resta; donde mil policías defendiendo una derrota, no tienen correlato en la dramática eclosión delictual, atribuible a la desastrosa política social del gobierno en tiempos de la pandemia.

Es una operación de suma cero: la modificación de las proporciones no altera la cantidad.

Si mil policías custodian el muro de Plaza Dignidad, alternamente muchos delincuentes saltarán al ruedo, espoleados por la insensibilidad extrema de los propietarios de Chile.

Empero, la filípica de Felipe, acerca de los tres tópicos del mando policial es la que mejor revela las insalvables contradicciones del pensamiento estratégico del gobierno y la elite neoliberal.

Si se despliegan mil policías para reprimir a doscientos manifestantes, ¿de qué democracia o derechos constitucionales estamos hablando?.

Mirado de otro ángulo: ¿a qué costo de eficiencia?

Enseguida, Guevara reconoce con candidez, que el segundo objetivo consiste en practicar detenciones, sin parar mientes en que se trata de una flagrante violación de derechos constitucionales, teóricamente garantizados.

Respecto del tercer punto, relativo al rictus clasista, conservador y machista, del multitudinario resguardo policial a un monumento ausente, solo se puede decir que expresa la opinión del gobierno, el empresariado, los partidos de derecha; la academia, religiones variada índole, opinólogos de diversos pelajes, el sistema mediático y la embajada de Washington, entre otros.

Entre paréntesis, la muralla reptiliana de los mil policías no alcanzó para anular la combatividad de los sectores populares, que a pesar de todas las condiciones en contra, no dejan de manifestarse en Plaza Dignidad.

La conclusión que fluye de estos antecedentes es obvia: Piñera declaró una guerra que no puede ganar, en defensa de la propiedad.

La profusa evidencia de la dictadura policial del sistema neoliberal, tan adecuadamente representado por su desastroso segundo gobierno, rema en favor de una gran alianza política y social dispuesta a romper con él.

Mil efectivos policiales no impidieron la protesta, y cien mil no evitarán el desplome del sistema.

Ahora, mañana, o pasado mañana. Pero no mucho más.

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