viernes, julio 26, 2024
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Piñera y su Título de Harvard: Maestro de Pacotilla, Doctorado en el Engaño

Hasta el 25 de diciembre de 2005, Piñera era, según su página web,  Profesor de Economía de la Universidad de Harvard, doctorado con «honores máximos». Como es habitual en el caso del candidato de la derecha, que anda diciendo que todavía no es candidato, se trataba de una mentira, descubierta por el académico de esa universidad, Roberto Castillo. Publicado que fue el engaño, el pretendido profesor borró la referencia de su currículo, y la reemplazó por la vaga fòrmula «hizo clases».

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En condiciones normales, semejante timador a escala superlativa, no podría aspirar a la primera magistradura de la Nación. Pero aparentemente Chile no es un país normal, puesto que el autor de ese fraude, entre muchos, marca en las encuestas cerca del 30 por ciento en la intención de voto; claro, eso sí, en las encuestas de sus agentes en el campo de la ciencia probabilística.   

Esta es la historia completa del falso título de Piñera.

Luego de que el 11 de diciembre de 2005, ninguno de los cuatro candidatos que disputaban la Presidencia obtuviera una mayoría absoluta, se dio paso a la segunda vuelta, que enfrentaría a Michelle Bachelet, quien finalmente fue electa con un 53,50%  de los votos, y Sebastián Piñera.

En medio de la intensa lucha en busca de los sufragios necesarios para alcanzar la primera magistratura, “La Nación», diario cerrado por Piñera durante su mandato, publicó el 25 de diciembre una entrevista titulada “The Professor”, realizada al académico chileno de la Universidad de Harvard, Roberto Castillo, quién descubrió que Piñera nunca había sido profesor de Economía de esa prestigiosa casa de estudios, sino que apenas “ayudante”.  

Descubierto el engaño, el presidenciable borró del currículum que había sido Profesor de Economía en Harvard y puso una frase vaga: «hizo clases».  

La entrevista publicada por La Nación fue, sin embargo, recortada. Esta es la versión íntegra,  cedida por el periodista que la realizó.  
 
– Sr. Castillo ¿qué le motivó a indagar en la veracidad de los antecedentes académicos del candidato Sebastián Piñera? ¿Pensaba usted en consecuencias graves en caso de comprobar que hubiera un falseamiento o deformación de aquellos datos, que, al fin y al cabo, estaban circunscritos a un ámbito curricular?

–  Varias cosas me parecieron raras a primera vista, tal vez porque en el trabajo académico uno desarrolla un buen ojo para leer currículums y detectar datos que no cuadran. Lo que más me extrañó fue que se atribuyera el cargo de “Profesor de Economía” en Harvard entre 1976 y 1988, porque Piñera es conocido por sus éxitos empresariales, pero no por sus contribuciones académicas. Ser Profesor de Economía en Harvard no es cualquier cosa. Es un cargo respetadísimo, muy poca gente logra un puesto académico como ése. Estaba muy consciente de que tenía que ser acucioso, y por eso consulté en partes diferentes: el departamento de Economía mismo, la Oficina de Registros (Registrar’s Office) y también me contacté con la gente de comunicaciones de la Facultad de Artes y Ciencias de la Escuela de Gobierno J.F. Kennedy y también de la Escuela de Negocios de Harvard.

– Según usted ha planteado en un reciente artículo sobre este tema, el “agrandar” los curriculums implica una búsqueda de querer hacer gala de más galardones de los que se posee. Pero ¿no se trata de una costumbre extendida y generalizada que, por tanto, no genera mayores consecuencias sobre todo si se considera, por ejemplo, su uso en una búsqueda de empleo?

– Hay que distinguir. Una cosa es abultar los currículums, es decir poner detalles insignificantes para ocupar páginas y otra cosa es la práctica de inventar cosas que no son ciertas. La primera no es aconsejable, porque se nota inmediatamente cuando alguien pone detalles innecesarios para llenar espacio. La segunda es una falta grave a la ética, y no me sorprendería que fuera ilegal, porque se trata de un engaño a un posible empleador, un socio comercial, un colega, o en este caso, a los ciudadanos que buscan elegir al próximo Presidente de Chile. No creo que en Harvard hayan estado muy contentos con estas tretas respecto a alguien que se hace pasar por profesor, porque ellos cuidan mucho su prestigio.

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UNA ESPECIE DE PUDOR

– En el curriculum del candidato Piñera ¿advirtió algunos aspectos puntuales que le causaron extrañeza?

– Sí. Vi que en su currículum decía que se doctorado con “honores máximos”. Como ex alumno de postgrado de Harvard, yo sabía que en mi universidad esa figura no existe para los Ph.D. Solamente existe como nota en los exámenes doctorales, pero eso no queda registrado oficialmente y normalmente nadie lo menciona. Simplemente no se hace, porque una especie de pudor que se aprende ahí lo impide. De partida, eso me llamó la atención. Además, la respuesta que dio hace poco Piñera a través de su hija Magdalena fue penosa: dijo que poner lo de «honores máximos» fue una manera de indicar que se sacó “puras A”. Es como si yo pusiera en mi CV que el Vaticano me declaró oficialmente“Santo” y -cuando me pillan en la mentira- indico que es una forma de decir que soy“super buena gente”.

– ¿Influyó su experiencia como ayudante de la Universidad de Harvard para conjeturar que Piñera estaba deslizando datos erróneos?

– Por supuesto. Mi experiencia en Harvard me hizo darme cuenta del nivel que tiene que tener alguien para ser nombrado Profesor. Imagínate estar en clases con el premio Nobel de Literatura, Seamus Heaney, y de pronto asoma la cabeza Carlos Fuentes para decir ocupará la sala a la hora siguiente. O encontrarse en un ascensor con James D. Watson, descubridor de la estructura del ADN.

– ¿A partir de qué momento específico decidió indagar la certeza de los antecedentes curriculares de Piñera en Harvard? ¿Puede referirse al método que empleó?

– No recuerdo bien el momento, pero creo que fue cuando vi la franja política con una voz en off que decía algo así como “¿Y saben qué? En Harvard también fue el mejor alumno”. Al principio me pareció cómica aquella absoluta falta de modestia y exageración, pero pronto dejé de encontrarla divertida cuando advertí de que ese tipo de propaganda desenfrenada le estaba funcionando a Piñera para proyectar una imagen de omnipotencia intelectual. Al día siguiente me comuniqué por teléfono y e-mail con Harvard.

– ¿Qué informaciones recibió de Harvard?

– Primero, confirmé con el Departamento de Economía que ellos no conferían “honores máximos” a nivel de doctorado. Les pregunté si había un premio para el mejor alumno o algo parecido: me dijeron que no tenían nada así. Luego, llamé a la Oficina de Registros y consulté sobre los “honores máximos” a nivel de facultad. Me confirmaron lo que ya sabía: no hay honores especiales para los doctorados, y cualquiera que escriba algo similar en su CV.,  está poniendo información falsa.

– Sin embargo, su indagación fue más allá y se encaminó a determinar la veracidad del cargo de “Profesor de Economía” que el candidato sostenía haber ejercido entre 1976 y 1988 en Harvard. ¿Acaso no lo le resultaba coherente que un hombre tan diestro en los negocios como Piñera pudiese impartir tal cátedra? ¿Por qué volvió a desconfiar?

– Al contrario, me resultaba muy incoherente, porque la exigencia académica de alguien que es Profesor de Economía en Harvard es muy alta y no deja tiempo para nada más. Insisto que se trata de un cargo académico de alto octanaje y de dedicación exclusiva. Realmente, fue esta disonancia la que más me llamó la atención.

“HABÍA UN REGISTRO DE JOSÉ PIÑERA”

– Al investigar más sobre este punto ¿a qué resultado llegó?

– Cuando recibí el resultado de la búsqueda en los archivos de Harvard, la verdad es que me sorprendí mucho, porque me dijeron que no había evidencia alguna de que Piñera hubiera enseñado en Harvard. Me dijeron que no descartaban que hubiera sido“Teaching Fellow”o ayudante, pero que no habían encontrado ningún documento. Por otra parte, me dijeron que sí había un registro de José Piñera, su hermano y quien fuera ministro del Trabajo de Pinochet, como ayudante, pero no de Sebastián Piñera.

– Entonces, ¿Piñera solo ejerció como “profesor ayudante”?

– El término correcto no es “profesor ayudante”, sino “ayudante” a secas, o “alumno ayudante”,  si se quiere. Y la verdad es que la gente de Harvard me dijo que no había evidencia de eso, aunque no descartaron que hubiera archivos dispersos. Cuando salió a la luz mi primer cuestionamiento sobre las credenciales académicas de Piñera en un artículo que escribí para un medio chileno, en la página web del candidato publicaron una copia de su nombramiento como ayudante, la que parece genuina. No obstante, al mismo tiempo, borraron la parte del currículum que decía que había sido Profesor de Economía en Harvard y pusieron una frase vaga: «hizo clases».

– ¿Qué diferencia a un“alumno ayudante” de un profesor en la Universidad de Harvard? Se lo pregunto porque en Chile es perfectamente viable que un ayudante “reemplace” al profesor titular, por ejemplo, si éste no puede asistir a dictar una clase… ¿Existen en Harvard otros grados intermedios?

– No hay grados intermedios porque no existe una secuencia que vaya directamente de ayudante a profesor. Los ayudantes son, en general, estudiantes de post-grado que cumplen funciones de apoyo. Para ilustrarlo, puedo comentar que fui ayudante del novelista mexicano Carlos Fuentes en Harvard. A mí jamás se me habría encomendado la tarea de reemplazar a Fuentes si faltaba a una de sus clases magistrales. Tampoco lo habría hecho la ayudante jefe, que era otra chilena. El curso estaba dividido en secciones y los ayudantes explicábamos, analizábamos, y discutíamos los temas con los alumnos que nos tocaban. Le hacíamos sugerencias y preguntas a Fuentes en nuestras reuniones con él, diseñábamos los exámenes y evaluábamos. Jamás se nos habría ocurrido poner en el currículum que fuimos Profesores de Literatura en Harvard. Es el equivalente de lo que hizo Piñera. Y no es algo menor.

“¿USTED ES EL QUE SE HIZO PASAR  POR PROFESOR DE HARVARD?”

– La  candidatura de Piñera se sostiene, entre otros argumentos, en su capacidad para generar riqueza y llevar a buen puerto proyectos económicos. Según ha recalcado en más de una oportunidad, él proviene de una“familia de clase media” que salió adelante gracias al esfuerzo y el trabajo duro. Descubrimientos como una adulteración curricular ¿desvirtúan tal afirmación?

– La desvirtúan y de manera esencial, pues se trata de una falta de respeto al mérito, que es el medio de movilidad social en el cual la clase media -y no sólo la clase media- pone sus esperanzas. Si alguien del medio social al que pertenece Piñera, hijo de un embajador, emparentado con la aristocracia terrateniente, educado en un colegio de élite como el “Verbo Divino”, de verdad cree que pertenece a la“clase media, entonces se advierte un problema conceptual serio, el que se añade a la falta de respeto por la meritocracia.

– De acuerdo con sus indagaciones, Piñera registró un dato inexacto a su curriculum, lo que podría ser una inexactitud o un acto adrede. De ser este último el caso ¿implicaría que si resulta electo Presidente podría incurrir en otras acciones de este orden?

– No creo que estas “inexactitudes” -como usted las llama de manera tan gentil-, sean nuevas. Piñera debe haber estado haciendo este tipo de cosas durante años; quizás cuántos beneficios habrán derivado de ellas, y seguramente se han vuelto parte de lo que él ve como realidad. Tal vez, él  está convencido de que “hacer clases” es más o menos lo mismo que ser “profesor titular” de Harvard. Ello demuestra un grado alarmante de arrogancia, pero lo más inquietante son dos cosas: en primer lugar, denota un carácter peligrosamente temerario al pensar que nadie lo iba a pillar, y en segundo lugar, que Piñera parece no darse cuenta de cómo estas manipulaciones dañan su credibilidad. Si resultara elegido Presidente, esa credibilidad pasaría a ser la credibilidad de todo Chile. El carácter de un Presidente es el retrato que el mundo se hace de un país. Sería una pesadilla que a Piñera le dijeran, aunque fuera en broma: ¿usted es el que se hizo pasar por profesor de Harvard? Fuera de Chile ya se le conoce como “el Berlusconi chileno” y eso no le hace bien a nadie.

– Diversos estudios dejan de manifiesto que, a un nivel ya global, el votante actual puede sr seducido en alta medida por el carisma y discurso de un candidato, más allá de su preparación intelectual o capacidad de generar soluciones reales a problemas específicos. ¿Porqué Piñera debería escapar de esta norma si, al fin y al cabo, lo que busca es, precisamente, votos?

– El problema de Piñera es que tanto su carisma como su discurso se basan en el concepto machacón del ganador, ser “el mejor de todos” y en una supuesta meritocracia transversal (“gobernar con los mejores”). La distorsión de sus credenciales y la manera en que ha enfrentado el tema indican que no practica lo que predica. Piñera es un hombre inteligente, tiene muchos méritos admirables, pero no le basta con eso, e igual que en su eslogan, “quiere más”, y más, y más. Todo ello indica un concepto del bien público como una serie de adquisiciones y conquistas, basado en un modelo empresarial depredador.

Del autor de la entrevista:
@Framirez1976

Entrevista original

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