miércoles, abril 24, 2024
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Huele a Montaje: Los Tortuosos Personajes en el Sótano del Caso Caval

Mientras el encargado de conseguirle el millonario crédito de Luksic a Caval, Sergio Bustos, fue colaborador de la Dina y Manuel Contreras, al asesor que llevó a éste a la empresa de Natalia Compagon, Victorino Arrepol, se le acusa de «autosecuestrarse» en 2009. Si se suma a esos personajes, a los dos operadores de la UDI que, según Natalia Compagnon, se llevarían el 50% de la utilidad por su intermediación, aparece nítidamente lo que cabía sospechar desde un principio: un montaje de inteligencia, en el que Caval fue escogido por el parentezco de Natalia Compagnon con la Presidenta de la República.

Los encargados de conseguir el crédito que le permitiera a Caval comprar los terrenos de Machalí resultaron no ser ciudadanos precisamente modélicos. Un reportaje de La Tercera dio con los antecedentes de Sergio Bustos, que hoy demanda a la sociedad de la nuera de la Presidenta Bachelet por sueldos impagos, y los de Victorino Arrepol, el asesor que puso a Bustos a trabajar para Caval.

Éste último, según informa el reportaje, protagonizó en 2009 un hecho que Carabineros terminó considerando un “autosecuestro”. Mientras se hospedaba en el Hotel España, en el centro de Santiago, Arrebol fue abordado por cuatro hombres que le vendaron los ojos y lo subieron a un auto. Lo obligaron a llamar a una tía y a su ex jefe, para exigirle un rescate que partió en $30.000.000, pero terminó en $4.000.000.

La policía rastreó uno de los llamados de su celular y lo habría encontrado en el Café Bombay de calle Moneda, a pocas cuadras del hotel, acompañado dos de sus supuestos secuestradores: Cristián Prieto y Nelson Serrano. La operación, por supuesto, fracasó.

Sergio Bustos, en tanto, figura en las fichas incautadas en Colonia Dignidad en 2005 con antecedentes laborales como haber trabajado “en inteligencia en Santiago, bajo el comandante Jorge Carrasco Fuenzalida, desde la mitad de febrero hasta junio de 1974”; en la Dina con Manuel Contreras; y luego de nuevo con Carrasco como jefe del “Grupo Patria”.
Bustos figura en las fichas de Colonia Dignidad como ex colaborador de los aparatos de inteligencia de la dictadura, la Dina y Manuel Contreras.

Los antecedentes del asesor de Caval permanecen en el archivo de la ONG Londres 38, que puso a disposición del público en su página web las fichas de Colonia Dignidad. Bustos niega su vínculo con los aparatos represores de la dictadura, según declaró a La Tercera:

“Lo descarto absolutamente. No conozco a Contreras. Me achacan esto porque me he convertido en un problema para esta gente”.

Sergio Bustos, contactado por Arrepol, habría luego contactado a Iván Garrido Concha, el otro asesor de Caval que hoy demanda a la firma por una supuesta deuda de 150 millones de pesos. ¿Quién es Garrido, además de amigo de Bustos? Pues un ex funcionario del Banco de Chile que trabajó como ejecutivo de cuentas de Augusto Pinochet y su esposa Lucía Hiriart.

Súmese a esta gavilla de personajes a Luis Cordero, fundador de la UDI y administrador municipal de Joaquín Lavín, en Las Condes y Santiago. Fue Vicerrector de la Universidad San Sebastián, y ha dado una enconada batalla contra la reforma a la educación. Se le atribuye la frase “la obsesión por el tamaño hirió el alma de la UDI”, en referencia a su cerrada oposición de abrir el partido a cualquier persona. 

Según las declaraciones de Natalia Compagnon en la Fiscalía, a través de su socio, Maurico Valero, fue uno de los que ofreció el «negocio» a Caval, a cambio de los cual se quedaría con el 50% de la utilidad del mismo, en conjunto con Juan Díaz, un dirigente vecinal de la UDI, que estuvo involucrado en el caso Spiniak.

Díaz fue encausado por los delitos de estafa y amenaza, que se habrían efectuado durante la investigación paralela que distintos militantes de la UDI realizaron para desvirtuar el testimonio de Gema Bueno en el caso Spiniak. La querella por obstrucción a la justicia, que presentaron el PPD y el PS, establecía que Díaz participó en la investigación paralela, que ofreció beneficios económicos que no concretó y que además habría amenazado a su sobrino Francisco Díaz -ex pololo de Gema Bueno- para influir en su declaración.

Estos nuevos antecedentes, que demuestran inequívocamente la mano negra de los poderes fácticos en el «caso» Caval, refuerzan la convicción que la jauría mediática lo sacará progresivamente de su pauta conspirativa.

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