jueves, marzo 28, 2024
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Michelle Bachelet y la Posibilidad de las Reformas Pendientes en Chile

Para muchos me atrevo a asegurar, Chile es un país no reconciliado que no ha cerrado la etapa de la transición de dictadura a democracia. Así quedó demostrado en el debate político entre la coalición de derecha que respalda al actual gobierno y la oposición de centro y de izquierda que intenta vencer en la elección de noviembre, al desarrollarse las recientes elecciones de primarias presidenciales. La tensión llegó a un nivel de beligerancia pocas veces observado en el periodo post dictadura.

Volvieron los fantasmas del fascismo velado y la caza de brujas impidiendo una conversación más abierta acerca de las reformas políticas y sociales pendientes en un país con una democracia de baja calidad participativa producto de una Constitución que las impide.

Es curioso, la población en Chile durante más de 20 años acepta vivir en una democracia dependiente y condicionada por una elite política que se repartía los cupos y las cuotas de poder. No es que en el resto de las sociedades capitalistas en vías de desarrollo sea demasiado diferente.

El tema es que en Chile se llegó al extremo y pocos dijeron poco muy tarde. Y, lo que es peor: el sistema político y los partidos quedaron amarradas en su propia Catch 22.

Chile es quizás el modelo de país que adoptó el actual modelo socioeconómico con mayor desregulación, mayor concentración de poder político y económico en el mundo, de allí que se ubica entre los 15 países con mayor desigualdad. No es que la población chilena lo haya querido así. Fue obligada constitucionalmente a aceptar el modelo, a tener un modo de vida que ahora aparece inaceptable por las protestas sociales desde 2011.

Se piensa, y muchos chilenos así lo sostienen, que Michelle Bachelet puede liderar ese proceso del cierre de una etapa de dictadura a democracia que en Chile está pendiente.

La ex -presidenta con su ventaja holgada obtenida en las recientes primarias presidenciales del 30 de junio, de convertirse en presidenta por segunda vez abre esa posibilidad como nunca antes, porque la gente está exigiendo cambios especialmente en la concentración de riqueza y poder. Anteriormente fue presidenta en el período 2006-2009 y su plataforma programática de reformas fue acosada y diezmada por los quórums calificados de la actual Constitución que maneja la derecha y que ha sabido usar en forma inteligente para mantener el status quo.

La recién investida candidata de la Nueva Mayoría, una coalición de centro izquierda que ha costado una enormidad formar, en un proceso largo de debate no exento de contradicciones profundas, tiene el poco usual desafío de administrar una adhesión anticipada de 1 millón 500 mil electores, obtenida en esta primaria llevada a cabo el 30 de junio.

Esta votación resulta ser una “encuesta directa”. Sobre una muestra de tres millones de votantes el dato es contundente. Antes de estas primarias había doce candidatos, ahora hay ocho. Entre todos ellos hay solo una persona que tiene en concreto una adhesión de 1 millón 500 mil votos.

Este es un capital político adquirido por adelantado y no a través de una campaña política de los próximos cuatro meses. La elección es en noviembre. Al revisar los resultados desagregados, en un 30% de comunas que tienen un buen grado de representatividad socioeconómica nacional, la votación de Michelle Bachelet duplica y en algunos casos casi triplica la votación conjunta de los dos contendores de la Alianza de derecha. En comunas excepcionales de altos ingresos la Alianza en cambio corre con mucha ventaja.

Por el significativo porcentaje de participación, el resultado de estas primarias combatidas y en un punto amenazadas, debido a la incertidumbre creada por la toma de colegios por el movimiento estudiantil, es como una anticipación de la elección presidencial en noviembre. Los lugares de votación en Chile son principalmente los establecimientos educacionales.

En algunos casos la fuerza pública desalojó algunos colegios con violencia cuestión que de alguna forma empañó el periodo preparatorio de estas primarias que han sido fuertemente combatidas por los sectores más críticos del sistema político en Chile.

Esta vez la participación ciudadana se vio reforzada frente al escenario de una reciente modalidad de voto voluntario e inscripción automática con solamente una experiencia anterior -las elecciones municipales de octubre 2012 donde hubo un 57% de abstención.

Las dificultades de último minuto por las incertidumbre en algunos lugares de votación por las tomas de colegios, crearon el clima encendido de una democracia asediada y puesta en duda.

Los medios en general han contribuido al clima de escepticismo en buena parte de la población hacia el político y las instituciones de la política, fundamentalmente partidos y aparato de gobierno. Aún así, acudieron a votar más de tres millones de personas que representan 22.6 % del padrón electoral de 13.3 millones.

Los cálculos previos de analistas y dueños de encuestadoras apuntaban a 1 millón 300 mil votantes en el mejor de los escenarios. La tendencia en las opiniones marcaba que un 10% del padrón sería lo óptimo para que el ejercicio tuviera una mínima legitimidad. Varios analistas consagrados en algunos medios señalaban que las primarias eran un “tongo”.

El “tongo” le ha significado a la coalición de gobierno enfrentar un escenario complejo, apenas obtuvo el 27% del votante, en estas primarias. El candidato elegido en estas primarias por la derecha Pablo Longueira, no solamente tendrá que disputar votos con Bachelet. Hay seis candidatos más para disputarlos. El espacio de la centro-derecha se ha agotado porque con Longeira el discurso se radicalizó contra Bachelet.

Su posibilidad de expansión electoral por los resultados de las primarias, consiste en abrir espacios a las temáticas de los otros seis candidatos que también agitan el discurso anti Bachelet y anti Nueva Mayoría. En Alfredo Sfeir representando al Ecologismo, Marcel Claude desde el Humanismo, Roxana Miranda del Partido Igualdad, el economista Franco Parisi, el independiente Tomás Jocelyn-Holt y Marco Enríquez-Ominami del PRO), residen las fuentes de votantes que permitirían la continuidad de la centro- derecha en La Moneda para evitar el triunfo de Bachelet.

Para muchos de estos candidatos, la carrera presidencial recién comienza ahora, después del “tongo de las primarias”, como muchos de ellos afirmaron. Es probable que sea al revés. Que el verdadero tongo comience con una falsa oposición al oficialismo y que se forme una alianza de todos contra Bachelet y su Nueva Mayoría. A partir del resultado de esta primarias hay que estar atentos a los slogans de las próximas movilizaciones.

¿Cuál sería el título que más podría sintetizar el significado de 1 millón 500 mil votos que obtuvo Michelle Bachelet en estas inéditas primarias?

“La gente la quiere”. Así responde Magali Catalán ante la pregunta apostada en la primera línea de personas aglomeradas esperando entre cámaras, cables y cuerpos de la prensa que aparezca la vencedora de la primera elección primaria presidencial oficial de la historia electoral de Chile. “Aunque la gente también quiere cambios”, agrega.

Sencilla, generosa, unitaria, mientras agradecía a sus compañeros de contienda, José Antonio Gómez, Claudio Orrego y Andrés Velasco, que a su vez mostraron generosidad y gallardía en la derrota. Los tres comprometieron sus esfuerzos para ampliar esa Nueva Mayoría que se instituye alrededor de su candidatura. Síntomas de una nueva política, esperemos. Michelle Bachelet fue clara en la agenda futura. Puso el énfasis en la dura tarea de una elección presidencial que no está ganada y advierte que se debe trabajar mucho.

¿Es Michelle Bachelet, después de estas primarias, la depositaria (política) que mejor interpreta las demandas de cambio que una mayoría de las personas ha expresado desde las movilizaciones estudiantiles y sociales de 2011?

La gente desea ser escuchada y los resultados de estas primarias significan que se dio ese primer paso, que es muy fundacional.

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