Médicos, Fiscales, Policías y Militares: El que Esté Libre de Culpas, Lance la Primera Botella

El gobierno suele desentenderse de su responsabilidad en el desastroso manejo de la pandemia , adjudicándosela a la «irresponsabilidad» de la gente.

Ni eso le está resultando, puesto un fiscal, dos médicos y una técnica en enfermería; tres oficiales, uno de ellos de grado teniente coronel, y dos suboficiales de Carabineros y 14 clases y soldados del Ejército, fueron detenidos mientras participaban en carretes clandestinos.

En efecto, si profesionales de la salud y del aparato del Estado para hacer cumplir la ley son sorprendidos en flagrancia, como se dice ahora, en abierta violación de disposiciones sanitarias en tiempo de pandemia, qué se le puede pedir a tantos chilenos empobrecidos, que se ganan el sustento en desigual, exasperante y extenuante combate callejero, pesado y largo como condena.

No es el caso, ciertamente, de los personajes anteriormente citados.

Médicos curados en salud

Es el reflejo de la triple crisis por la que atraviesa el país: política, institucional y ética, donde nadie entiende mucho, y muchos descreen la seudo realidad modelada por los medios de comunicación masiva.

Por charreteras, habría que empezar por el fiscal; pero lo de los médicos es más grave, porque siéndolo, no pueden ignorar la delgada cornisa que nos separa la catástrofe, por la masividad de conductas de relajo como las que protagonizaron.

Dos médicos y una técnico en Enfermería del hospital Gustavo Fricke, de Viña del Mar, quedaron con firma quincenal y arraigo nacional, luego de ser formalizados en el Tribunal de Garantía de Valparaíso por infracción al artículo 318 del Código Penal, que supone peligro para la salud pública, al participar en una fiesta clandestina, en una casa del cerro Placeres, el pasado 1 de abril.

También fueron detenidas otras seis personas, entre ellas, tres ingenieros comerciales, un psicólogo y una licenciada en Derecho, imputados como coautores,

El fiscal Cristián Andrade adujo como agravantes el haberse convocado a una actividad prohibida, en momentos en que el país y la comuna pasan por una delicada situación sanitaría debido al pico de contagios, y la formación universitaria de los imputados, que debería hacerlos más receptivos a las instrucciones de la autoridad competente, por lo que pidió arresto domiciliario nocturno.

El juez Miguel Sáez tuvo la amabilidad de decretar firma quincenal y arraigo nacional, y la delicadeza de resguardar sus identidades.

Como es apenas natural, la dirección del establecimiento hospitalario emitió el consabido comunicado donde lamenta los hechos y anuncia el consabido sumario administrativo.

El declive del fiscal

El fiscal Pedro Pinochet, asignado a la investigación de delitos sexuales en la Fiscalía Metropolitana Sur no tuvo el beneficio del anonimato, pero en cambio, no quedó con medida cautelar alguna.

Pinochet fue detenido junto a otras nueve personas, entre ellas, una mujer, en un departamento en calle Portugal de la capital.

La fiesta duró hasta las 16:30 del domingo pasado, cuando personal de Carabineros, alertado por una denuncia por la línea 133, irrumpió en el departamento y trasladó a sus ocupantes a a la Primera Comisaría de Santiago, a disposición del Ministerio Público, por infracción del artículo 138 del Código Penal, que dispone:

«El que pusiere en peligro la salud pública por infracción de las reglas higiénicas o de salubridad, debidamente publicadas por la autoridad, en tiempo de catástrofe, epidemia o contagio, será penado con presidio menor en su grado mínimo a medio o multa de seis a doscientas unidades tributarias mensuales».

Agrega:

«Será circunstancia agravante de este delito cometerlo mediante la convocatoria a espectáculos, celebraciones o festividades prohibidas por la autoridad sanitaria en tiempo de catástrofe, pandemia o contagio».

Más claro, echarle agua: no les saldrá ni por curados.

Pinochet quedó en libertad, sin medidas cautelares, pero la Fiscalía Metropolitana Sur anunció un sumario administrativo en su contra, mientras que la investigación penal quedó radicada en la Fiscalía Centro Norte.

Tras conocerse la noticia, el presidente de la Asociación de Fiscales, Claudio Uribe, dijo que si el acto se comprueba, se investigará y se le dará el mismo tratamiento que a cualquier otra persona.

Era que no.

El día de furia del coronel

Tan bochornosa e incoherente como la del fiscal fue la de tres oficiales de Carabineros, que pasaban una velada prohibida en una casa de la comuna de Providencia. Peor aún, uno de ellos era el teniente coronel de Carabineros Paulo Zenteno, subdirector de la Escuela de Formación.

Con esos instructores, se explica la aberrante conducta policial en el control del orden público.

Los otros dos policías son el teniente Juan Manuel Canales y el subteniente Javier Arregui. En la reunión, verificada el sábado por la noche, participaron un civil, Ignacio Navarrete y la pareja del teniente coronel.

Para empeorar las cosas, Zenteno le tiró el rango encima al oficial de ronda, con rango de capitán, cuando realizó el procedimiento:

«La cagaste, weón; no sabís con quién te estai metiendo».

Al cabo, sólo quedaron imputados Zenteno y Navarrete por infracción al Artículo 318 del Código Penal, este último en calidad de reincidente. Zenteno quedó con arraigo nacional y prohibición de acercarse al oficial de ronda que encabezó el procedimiento.

Tal vez no le muestren la roja directa, pero la anotación en la hoja de vida de Zenteno, seguro no le permitirá pasar la próxima ronda de calificación. Queda la incógnita acerca de lo que le ocurrirá al capitán que condujo el operativo.

¿Será premiado por cumplir con su deber, y en consecuencia, ascendido; o por el contrario, recibirá una destinación remota, por haber desafiado la cadena de mando?

Consultado por este caso en un punto de prensa, el ministro del Interior, Rodrigo Delgado, rápido como sheriff del oeste, desenfundó la manida frase cliché: «todo va a ser, obviamente, investigado como responde».

Con esa certeza, la ciudadanía puede seguir guardando estricta cuarentena con tranquilidad, pues la institucionalidad funciona.

El corte del hilo por lo delgado

Distinta suerte corrieron dos suboficiales de Carabineros, que sacaron a pasear a dos mujeres en un furgón policial, según se observa en un video viralizado en redes sociales

Al comienzo del registro una de las mujeres canta: «Nos vienes a buscar a domicilio, a domicilio». La otra acota: «Si no me ponen reggaeton, me bajo», tras lo cual se escucha música y se advierte incluso el uso de la baliza. «Son los mejores amigos que tengo…», confiesa luego, una de las mujeres.

La institución informó que los funcionarios se mantendrán suspendidos hasta el fin del sumario, y «una vez que se establezcan las responsabilidades, se determina la situación en la que definitivamente quedan».

En tanto, la Contraloría dijo que solicitó un informe a Carabineros para aclarar el presunto «uso indebido» del vehículo fiscal.

La misma suerte corrieron 14 soldados, que fueron dados de baja por participar en una fiesta clandestina, en Angol.

El jolgorio, celebrado durante la noche del lunes 30 de marzo en la ciudad de Angol, en la Región de La Araucanía, fue desbaratado por personal policial, que encontró a los uniformados consumiendo alcohol y escuchando música, junto a ocho civiles, quienes también fueron detenidos.

El coronel Manuel Provis, comandante del Regimiento Húsares de Angol, precisó que 13 de los uniformados corresponden a soldados de tropa profesional y un clase, sorprendidos por Carabineros cuando ‘se encontraban participando en una reunión social no autorizada, incumpliendo con lo dispuesto por la autoridad sanitaria para la comuna».

Añadió que por haber incurrido en graves faltas, según lo establecido en el reglamento de disciplina para las Fuerzas Armadas, ‘hemos resuelto separarlos de inmediato de sus funciones’.

Castigo ejemplar y merecido, se dirá. Eso está muy bien, pero no podía faltar la desigualdad, uno de los sellos consulares del modelo. Los profesionales, cuanto más, serán sancionados por infracciones administrativas. Los tres oficiales de Carabineros serán sumariados, pero permanecen en filas.

En cambio, en el escalafón inferior, los dos suboficiales de Carabineros, y los trece soldados profesionales y el clase del Regimiento Caballería 3 Húsares de Angol, perdieron la pega, y encima serán sumariados.

Acrisolada igualdad ante la ley en la república neoliberal.

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