Lo Peor de Chile

¿Qué reflexión de lo sucedido en Iquique podemos sacar ? Y es que nadie puede quedar indiferente después de lo sucedido.

La escena de las marchas, las agresiones que presencian niños y mujeres y la quema de ropas y pertenencias en hoguera. Las pocas cosas de las personas migrantes ardían y eso nadie podrá olvidarlo.

Está allí y duele.

Migrante es la persona que llega a otro país de forma voluntaria y refugiado es quien lo hace porque no tiene otra alternativa, porque se ve obligado a huir. En el caso Venezuela, la definición es cada día más difusa.

Tengo experiencia en trabajo con migrantes y sé que muchas de esas familias se sienten fracturadas tras dejar su país atrás, la mayoría nunca pensó estar en esa situación.

Imagínese usted viviendo fuera de su país, por la desesperación de no poder brindar de las necesidades más básicas de sus hijos e hijas y las personas que ama. Ni hablar de los niños y niñas y las consecuencias en sus ciclos vitales.

Respecto de este tema, UNICEF ha explicado que “los cambios extremos y repentinos, la incertidumbre, el agotamiento físico, las condiciones precarias de alojamiento, las pérdidas -de hogar, rutina, escuela, seres queridos que quedaron atrás- son experiencias inquietantes y perturbadoras para cualquier ser humano, particularmente para los más jóvenes”.

Por todo eso y más la escena de canticos, fuego y rostros de odio fue un acto vergonzoso que no nos representa a todo los chilenos.

La xenofobia, la discriminación y racismo mostró lo peor de nuestra sociedad. Mostró lo peor de Chile. Ganó el odio por sobre las formas de abordar la crisis migratoria que se vive nuestro país, la región y el mundo en general.

Esta situación se agrava con un gobierno que carece de toda respuesta a una crisis que se le fue de las manos, donde el presidente no quiere asumir su responsabilidad tras la amnesia de su participación en un acto en Cúcuta en febrero del 2019. Allí se mostró como cual “salvador” invitando a la población venezolana a migrar a nuestro territorio, sin prever las consecuencias.

Chile carece de políticas públicas reales en cuestiones migratorias, sigue implementando leyes, las que se crean a puertas cerradas sin consulta a la ciudadanía, sin el dialogo con los gobiernos locales y expertos en temas migratorios, tanto de la academia y organismos internacionales.

Y lo más absurdo es creer que militarizando el norte y llevado a cabo un nefasto proyecto de expulsiones masivas se va a controlar la migración.

El gobierno es responsable de cultivar las acciones que se vivieron en el norte del país, pero se culpa a las víctimas.

Hoy solo queda el consuelo de sacar lecciones de vida de lo ocurrido.

Espero-al igual que mucha gente- que se logre escuchar a sus gobiernos locales, los mismos que están colapsados.

Además debemos recordar que es una mentira que si los migrantes cruzaron por pasos fronterizos no habilitados cometieron un delito– según consta en la ley migratoria- los extranjeros que han ingresado al país, por pasos no habilitados, tendrán un plazo de ciento ochenta días para hacer abandono del país.

Ojaló no volvamos a ver actos tan miserables que nos sitúan lejos de ser un país solidario. O el que fingimos ser.

Nuestros dichos respecto de los hechos también se han vuelto difusos.

Y con antelación a todo eso, debemos recordar que la empatía es gratis:

Imagínese otra vez usted sobreviviendo en la frontera, hostigado en presencia de su familia, despojado de sus pertenencias. Humillado.

Detrás de cada “inmigrante” hay un nombre, un rostro, una historia de vida desarraigada.

Eso nunca debemos olvidarlo.

(*) Ex religiosa. Especialista en trabajo con migrantes y refugiados.

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