lunes, mayo 13, 2024
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La Política en la Pandemia

por Enrique Ceppi Lazo.

Poco a poco vamos conociendo lo que se esconde detrás de la “nueva normalidad” o “retorno seguro”, las consignas que inventaron los asesores comunicacionales de Sebastián Piñera para bautizar el período final de su gobierno.

Mientras en el mundo y en las ciudades del país se expande la nube negra del coronavirus, Piñera y Mañalich tratan cada día de pintarnos un panorama color de rosa mientras
aplican medidas sanitarias y económicas a cuenta gotas.

La llegada del virus a Chile encontró al gobierno y al sistema empresarial en su peor momento desde el retorno a la democracia. Desde la rebelión popular del 18 de Octubre se había abierto en el país un nuevo período en el cual las prioridades y la agenda política eran definidas por los movimientos sociales y el gobierno junto al sistema político hacían esfuerzos por volver a tomar la iniciativa que les había arrebatado la ciudadanía organizada en cabildos y movimientos de base.

Antes que la pandemia apareciera en Chile muchos nos preguntábamos si Sebastián Piñera podría terminar su mandato presidencial y veíamos a los políticos adaptando su lenguaje a los nuevos tiempos de discusión constitucional.

La expansión del coronavirus en el país es trágica, no solo por las vidas humanas que ha costado, sino también porque nos ha obligado a cambiar las prioridades y postergar el debate constitucional. Además, le ha dado al gobierno de Piñera la oportunidad para vestirse con un nuevo ropaje y tratar de retomar la iniciativa.

La pandemia ha sido una oportunidad para la derecha chilena. El gobierno ha hecho lo que no era capaz hace dos meses: ha declaración del estado de catástrofe, ha restringido las libertades, tiene a las fuerzas armadas en las calles y a los habitantes en cuarentena y bajo toque de queda nocturno.

Esta vez las tropas están preparadas para intervenir si Carabineros es sobrepasado por las protestas y movilizaciones. Todo lo que pedía la derecha pinochetista está en su lugar, listo para una nueva forma de autoritarismo.

La conducta de la derecha chilena ha sido escandalosa y obscena, no solo se saltan la cuarentena en helicóptero y borran los rayados callejeros en horas del toque de queda, sino que pretenden borrar el proceso constitucional instalado por el movimiento ciudadano. De hecho ya instalaron la alternativa de una “postergación” del plebiscito de entrada por razones sanitarias o económicas (cesantía).

Se avecinan encrucijadas difíciles y desafiantes

El costo que pagará el país es muy alto. La economía mundial venia mal, la recesión se asomaba antes que se apareciera el coronavirus, ahora toma dimensiones que no se habían dado en cien años. La riqueza ya estaba mal distribuida, ahora será peor.

Lo que viene será mayor que cualquier experiencia de penuria económica que hayamos vivido en esta generación. Ninguna economía se va a salvar. Y los que se llevarán la peor parte serán, por supuesto, los que tienen menos.

En nuestro país la cifra oficial de la cesantía llegará a más de 10 por ciento el mes que viene y es probable que salte sobre el 20 por ciento antes que salgamos del invierno. El gobierno hasta ahora solo ha repartido aspirinas cuando lo que se requiere son medidas económicas fuertes.

La nueva normalidad o el retorno seguro son frases vacías que no logran esconder la gravedad de la situación, la pandemia no se ha controlado y los especialistas han advertido que el virus seguirá recorriendo el planeta por oleadas hasta que se encuentre una vacuna y ésta llegue a la mayoría de la población. Eso significa al menos dieciocho meses en los cuales tendremos que convivir con el virus con una economía funcionando a medias y una gran mayoría de la población sin recursos propios de subsistencia.

Se avecinan meses en los cuales habrá grandes desafíos para el gobierno y para los movimientos sociales y políticos. Antes que el país llegue al fondo de la pandemia, antes que nos encontremos con los hospitales colapsados, antes que la mayoría de la población esté sin trabajo, habrá que tomar decisiones políticas trascendentales: seguimos con el modelo de mercado neoliberal y tratamos de salvar a los bancos, las AFP y las grandes fortunas o abrimos paso a una nueva forma de economía, centrada en las necesidades de las personas y respetuosa del medio ambiente, abierta a los emprendimientos y promotora de las iniciativas regionales y locales y protectora de la producción nacional.

La discusión que se abrió con el proceso constitucional volverá a ponerse de actualidad en la misma medida que el gobierno de Piñera muestre la incapacidad y equivocación de sus políticas para frenar la pandemia y evitar el descalabro económico.

El desafío para las fuerzas democráticas y progresistas, políticas y sociales, es articular la alternativa al modelo derechista y frenar la tentación del uso de las fuerzas armadas para sostener la nueva normalidad del gobierno Piñera.

El desafío no es solo para nuestro país, en todo el mundo habrá ajustes, nada volverá a ser como en el pasado. Puede ser peor que antes con gobiernos nacionalistas de derecha – como propone José Antonio Kast, al estilo Trump o Bolsonaro – o puede ser menos malo con gobiernos progresistas democráticos comprometidos con las necesidades de la gente común.

Por ahora los vientos del pesimismo soplan fuerte en Chile pero, así como la rebelión popular del 18 de Octubre sorprendió al mundo, pongamos un poco de optimismo y empujemos para imaginar una salida de la crisis que ponga en el centro el bienestar de todas y todos.

Fuente: Primera Piedra

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