viernes, julio 26, 2024
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La Nueva Normalidad de Piñera

por Enrique Ceppi Lazo.

El gobierno chileno, después de siete semanas desde que se conoció el primer caso de Covid-19 y de aplicar una política flexible de contención de los contagios, nos dice, a través de Sebastián Piñera, que tenemos que conformarnos y adaptarnos a una larga convivencia con la enfermedad.

El presidente nos ha dicho que “tendremos que acostumbrarnos a una nueva normalidad”, es decir, tendremos que aceptar que el Coronavirus permanecerá largo tiempo en el país recorriendo los hogares chilenos y llevándose a los más frágiles, débiles o enfermos.

Desde un comienzo habíamos advertido en estas columnas que la política de este gobierno tenía una finalidad económica y no sanitaria. Nunca ha querido el gobierno de Piñera detener la pandemia y salvar vidas. Su objetivo principal es salvar la economía empresarial del país antes que detener la expansión de la pandemia.

No otro es objetivo de mantener abiertas las fronteras del país para la llegada de viajeros, hacer cuarentenas solamente focalizadas en barrios o comunas, no testear masivamente a la población.

La llegada de Covid-19 a Chile fue utilizada por Sebastián Piñera como una oportunidad para darle algún sentido a su gobierno y justificar su estadía en La Moneda. La rebelión popular que estalló el 18 de octubre había dejado al gobierno de Piñera sin programa ni política, obligado a improvisar respuestas defensivas, dando manotazos cual un ahogado en el mar, tratando de darle algún sentido a los dos años que le quedaban a la cabeza del poder ejecutivo.

El virus podía detenerse en pocas semanas, tal como lo hicieron en China o en Corea del Sur o como en Nueva Zelanda, pero Sebastián Piñera y Jaime Mañalich prefirieron el camino largo, mantener al país a media marcha donde los únicos que se salvan son los millonarios, los que tienen aviones y helicópteros para saltarse los controles sanitarios.

Desde enero, cuando China informó de la pandemia, se sabía lo que iba a ocurrir pero en Chile no hicieron nada para preparar el sistema de salud. Recién en marzo, cuando el virus se repartía por el país, dieron orden de compra de ventiladores mecánicos. No digamos nada respecto a las mascarillas: en China son obligatorias desde el primer día, en Chile aún no se ponen de acuerdo sobre su uso.

El día 3 de marzo se identificó el primer caso de Covid-19, un médico pediatra que regresaba de su viaje de novios del sudeste asiático. En ese momento ya existía la alarma mundial y se conocía la estrategia de China para detener la pandemia: cuarentena total y cierre de las fronteras.

En Chile el gobierno optó por otra estrategia, una que da tiempo a los empresarios y a Sebastián Piñera para mantenerse en La Moneda.

La normalidad a la cual nos quieren someter Piñera y Mañalich es la amenaza continua y prolongada de contagio con el virus. El toque de queda y el estado de excepción constitucional, la limitación de las libertades y los militares haciendo el trabajo de policías, la “normalidad” que Chile vivió durante largos años de Augusto Pinochet, esa es la “nueva normalidad” de Sebastián Piñera.

La “nueva normalidad” va a durar lo que duraron los “tiempos mejores”. La “normalidad” se va a terminar cuando se ocupen todas las camas clínicas de cuidados intensivos y los pocos ventiladores mecánicos, cuando los equipos humanos de la salud no den abasto y los enfermos agonicen en sus casas.

Eso va a ocurrir antes que termine el próximo invierno y entonces no habrá toque de queda ni cuarentena que detenga al virus. Tampoco habrá gobierno ni parlamento ni políticos que le den una respuesta ni una solución a los millones de chilenos sin trabajo, sin ingresos, sin alimentos, sin medicamentos y sin paciencia.

La “nueva normalidad” debería llamarse la “permanente improvisación” de un gobierno sin brújula ni responsabilidad. Entre la soberbia del presidente y del ministro de salud, los chilenos no tenemos otro recurso que el autocuidado, el respaldo y la ayuda familiar, la solidaridad con los vecinos y la comunidad, los recursos propios y la eventualidad de recibir el virus.

Hablar de “normalidad” cuando el mundo entero ha entrado en una crisis sanitaria y económica inédita y desconocida es la mayor y patética demostración que Sebastián Piñera Echeñique es el peor presidente que ha tenido Chile en su historia.

Fuente: Primera Piedra

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