Sí. Ya sé que es el título de una película, que además es francesa, y cuyo nombre en ese idioma es “Le Diner des Cons”. La traducción literal, verdadera, y perdóneme la grosería, pero viene muy bien a este artículo, es “La cena de los Huevones”.
No se preocupe, no me voy a referir a la película que ni siquiera la he visto. Quiero aplicar el epíteto a ciertos políticos, abundantes no sólo en Chile, sino que en todo el mundo, que llegado momentos cruciales de la historia de su país, reaccionan tal como dice el título: como soberanos boludos (así suena más suave, verdad?).
En la historia reciente de nuestro país, entre muchos que califican para el sambenito, hay dos que merecen estar entre los “top ten”, según al anglicismo que está de moda. Nombrémoslos de inmediato para no andar con rodeos: Marco Enríquez Ominami y el ingenuote de Mario Desbordes.
Cada uno a su manera cayó en una trampa de lo más burda que se les podía preparar, pero que por su condición de “cons” no fueron capaces de ver. De la misma forma, cada uno de ellos ha pagado hasta ahora con sangre el papel de idiotas que los tiene al borde un fracaso político del cual les será difícil desprenderse.
Empecemos por el otrora promisorio líder ascendente, creador de una novedosa expectativa para una buena parte de la sociedad chilena, para un pueblo que estaba sumido en una frustración sin salida, desde que un día depositó sus esperanzas en una manga de vendedores de humo que, durante treinta años después del fin de la dictadura, usufructuaron del poder al ritmo del neoliberalismo y el acomodo personal.
Efectivamente don Marco Enríquez Ominami aparece en escena en el momento que pudiéramos calificar como el más preciso en cuanto a la búsqueda de un líder que fuera capaz de remontar las horas oscuras por las cuales transitaba la sociedad chilena.
Joven, de brillantes ideas y dueño de una retórica para muchos cautivante, asciende rápidamente en el escenario político logrando un impresionante apoyo en su primer intento por alcanzar la presidencia del país. Pero he aquí que de pronto, como esos volantines que súbitamente pierden aire e inician un descenso imparable, don Marco comienza primero un coqueteo inexplicable e innecesario con algunos oscuros personajetes de neto corte reaccionario, siendo eso el origen de la desilusión que provoca en las masas populares, para caer finalmente en las garras de la Odebrecht, una empresa del ámbito de la construcción, pero cuyo siniestro quehacer fue el de crear un departamento llamado “Sector de Relaciones Estratégicas” con el cual tapaba la más extensa operación de coimas y corrupción dirigida a prominentes dirigentes políticos en especial de América Latina.
En la maraña de corruptela cayeron presidentes en ejercicio, ex mandatarios, ministros y, sobre todo dirigentes de la política latinoamericana que ya estaban en la cúspide del poder o, como Enríquez Ominami, aparecían como posibles reemplazantes de la elite de gobernadores. Hay que decir la verdad: nadie, o casi nadie pensó jamás que don Marco, como “santo con”, terminaría cayendo también en el garlito. Conclusión, el globo de MEO se desinfló como tantos otros bajo el pinchazo de las coimas de Odebrecht.
Analizar a nuestro segundo comensal de “La Cena de los Idiotas”, don Mario Desborde, es más fácil porque todo el mundo, cual más cual menos, de acá o de acullá, le advirtió en todos los tonos al ingenuote paquito, la trampa que le tendían.
A don Mario, con perdón de los que aún añoran a Enríquez Ominami, se le podría catalogar como el Marquito de la derecha. Aunque no es el autor de la expresión, Desbordes manifiesta su firme adhesión al concepto de “derecha social”, un concepto que coquetea con la social democracia, sobre todo europea, poniendo énfasis en los valores individuales como garantía de los ideales liberales, pero entregando al Estado un papel de mayor importancia.
La idea no es nueva, incluso en nuestro país se habló alguna vez de una “derecha socialista” que quedó finalmente como una humorada de algunos trasnochados.
El problema para Desbordes fue que de inmediato se le tiraron al cuello los más tenebrosos representantes de la derecha dura, esos que defienden a morir la sartén del poder económico cuyo mango mantienen férreamente asido, y que no están para las bromitas de don Mario.
Saltaron entonces a la palestra personajes siniestros, como Chadwick y el Muerto Larraín, que comienzan a resucitar sin haber alcanzado a ser difuntos, o el Cholguán, que le acaba de asestar un certero golpe a nuestro “Con” que estamos analizando, al arrebatarle la presidencia de Renovación Nacional.
Se me olvidaba don Allamand, cuyos hilos de marioneta los mueve la Bruja. Todos ellos, con la complicidad del desprestigiado Piñera, le prepararon la trampita a Desbordes quien, con tierna inocencia, pisó el palito del ministerio que le ofrecieron, provocando una enorme desilusión entre quienes habían comenzado a apoyarlo.
Mario Desbordes, descendido al subterráneo de las encuestas y abandonado por la mayoría de su partido que una vez lo apoyó, igual que Marco Enriquez Ominani, pronto aparecerán en bailes ridículos o afanados cocinando en programas de la farándula televisiva, a la espera de que la vida les dé una segunda oportunidad.
Como nuestras esperanzas se afincan hoy en un hombre de sólidos principios, le decimos a Daniel Jadue que si alguna vez lo invitan a una cena de dudosa procedencia, no acepte bajo ningún pretexto.
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Junto con exigir la libertad de los presos/as políticos de la revuelta, y la renuncia del director del Instituto Nacional de Derechos Humanos, INDH, la bancada de constituyentes del Partido Comunista puntualizó que, de no ocurrir lo primero, propiciarán su liberación mediante una disposición transitoria de la nueva Constitución.