Bajo el título “Ideas y reflexiones conjuntas entre DC y PC acerca de la democracia”, se conoció un documento elaborado por un grupo de destacados militantes de la Democracia Cristiana y otro del Partido Comunista, que aborda materias centrales para el devenir del país, y que aparece como el auspicioso comienzo de un debate de ideas y una suerte de compromiso abierto para avanzar en los grandes cambios que el país viene reclamando desde hace años. A continuación, una entrevista realizada por el semanario El Siglo a Juan Andrés Lagos, miembro de la Comisión Política del Partido Comunista y uno de los participantes en Grupo de trabajo organizado por el ex diputado DC Eugenio Ortega, lamentablemente fallecido en medio del trabajo que había propiciado.
-¿Cuál es la génesis de esta gestión conjunta en este momento histórico?
Yo creo que, desde los comunistas, es una cuestión que tiene que ver con varias cosas que están hace muchos años dando vueltas y que empieza con fuerza luego del golpe: ¿qué es lo que ocurrió ahí desde el punto de vista no sólo de la fuerza que adquirió el imperialismo para provocar lo que provocó, con una polarización extrema, sino también las alianzas que se generaron y que derivaron en eso, en una derrota del proyecto popular, que creo que es válido señalar que más que una derrota de un sector político fue una derrota para el país, para Chile, para su historia democrática, para su tradición, también para su perspectiva democrática.
Y en ese sentido lo que empezó a madurar desde el campo democrático fue la necesidad de articular un tipo de programas y de alianzas que permitieran efectivamente consolidar definitivamente la democracia. Qué tipo de democracia, representativa, participativa. De alguna u otra manera, los comunistas, la izquierda pero también la democracia cristiana en sus proyectos históricos, han ido haciendo aportaciones en esa dirección, en el interés de las ideas. La reforma agraria, siendo un elemento que empujó el campesinado, el movimiento popular, la izquierda, tuvo un dinamismo en el gobierno de Frei Montalva; la chilenización como antesala a la nacionalización del cobre… Es decir, hay elementos que están pre configurando lo que hoy día ocurre.
-Sería esto una revalorización de parte del Partido Comunista del gobierno de Frei Montalva?
Yo creo que en algunas cosas, sí, porque lo que nos enseñó la historia es que para sostener un proceso democrático y un programa de transformaciones se requieren alianzas que permitan despejar el escenario de una derecha que en Chile es muy fuerte, muy protagónica, que políticamente instaló el golpe, lo respaldó y fue protagonista en la dictadura y que ahora incluso gobierna. Es decir, estamos hablando de esa derecha, con capacidad de rearticulación y podríamos decir que si hoy día está extremadamente debilitada no está derrotada. La lucha contra la dictadura también nos enseño a demócratas cristianos y a comunistas que a pesar de nuestras diferencias, cuando generamos convergencia, generamos algo que es muy positivo para el pueblo chileno entre desobediencia civil, resistencia de distinto tipo, lucha social.
Lo que concluyó fue que logramos aislar y desestabilizar a la dictadura. Y en el caso de los comunistas, yo diría que lo más históricamente reciente es la definición de la necesidad de una revolución democrática, que es una tesis principal, que no es de ahora, es desde hace 4 ó 5 congresos del partido. Y esta revolución democrática plantea por un lado el programa, y plantea como contradicción “democracia y neoliberalismo”. Y en esa perspectiva vuelve a brotar la necesidad de alianza amplia en lo social y en lo político, y ahí aparece la necesidad de un entendimiento con la democracia cristiana y otras fuerzas. Por eso es que en 1996 Gladys le propone a la Concertación un acuerdo nacional por cambios democráticos. Yo diría que ésos son los referentes históricos, por decirlo así.
Me parece que lo que nos ha hecho cambiar a todos en buena medida y positivamente, es el protagonismo social, ciudadano, popular, que tiene varios antecedentes pero alcanza un momento muy relevante en 2011. Eso fue una expresión muy potente de que la mayoría quiere cambios y trasformaciones, que si bien es cierto valora algunas cosas de las que han cursado, está muy insatisfecha respecto de los estándares democráticos en todos los planos, económico, social, cultural, valórico.
Eso hizo reflexionar a muchos y en ese contexto yo diría que los acercamientos con la DC se profundizaron. Hay una historia contada, que para mi gusto es crucial, y es cuando se empiezan a producir estos acercamientos, incluso antes de 2011, cuando empieza la batalla contra la exclusión, que yo diría que tomó una fuerza muy grande cuando muere Gladys Marín, porque fue como una especie de vergüenza que se generó en el sentido de cómo una mujer con esa incidencia, con esa adhesión social y política no pudo estar en el parlamento.
Y yo recuerdo que no solamente con la DC, sino que eso empezó a hacer sentido en muchos sectores a partir de esa evidencia que dejó la muerte de Gladys, que obtuvo la octava mayoría nacional cuando fue candidata a senadora con casi 180.000 votos y no fue parlamentaria producto del binominal, de los cerrojos de la derecha. Y se empezaron a generar convergencias que derivaron en una situación muy interesante y que fue el pacto por omisión que se hizo con la Concertación, que derivó en la elección de 3 diputados comunistas y con el apoyo de los comunistas de otras candidaturas parlamentarias.
Yo diría que ahí se empieza a generar en otra dimensión una interacción entre DC y PC en la base, en las comunas, a diferencia de lo que quisieran El Mercurio y la derecha, que se trataría de un acercamiento espurio, electoralista. Eso es ofender a muchos demócratas cristianos y comunistas , que han ido haciendo una reflexión conjunta a partir de las diferencias, y se ha ido produciendo una interacción que hoy día ya prácticamente recorre todo Chile, a nivel de la base, de las comunas, de sectores sociales. Esto, como digo que es la parte no contada, creo que es la más fuerte y es la que está cursando en este momento.
A mí me decían varios dirigentes nacionales de la DC que a sus militantes no les resulta para nada extraño este documento, porque ellos en la base ya están haciendo un proceso de reflexión que ha tenido distintos momentos, distanciamientos, acercamientos. Pero yo diría que es una base tremendamente importante el que se sustenten diálogos republicanos, democráticos, entre los dos partidos.
-Se ha hablado de la influencia personal de Eugenio Ortega…
Antes de eso, me parece muy importante algo que es un hecho de la realidad también y que generó condiciones para que este proceso adquiriera el dinamismo que adquirió porque cuando Michelle Bachelet es presidenta la primera vez, ella “le sonríe” al PC en el sentido cívico, en el sentido político. Es decir, lo considera un partido no del margen, sino un partido absolutamente necesario para la vida democrática chilena y republicana. Bajo su gobierno se presenta un proyecto que intentó romper el binominal pero que no tuvo efecto, y yo diría que bajo el empuje de ella se generan condiciones muy interesantes para esta interacción entre dos partidos que parecían tan distantes y tan lejanos. A mí me gustaría rescatar eso.
En el caso de Eugenio Ortega, y eso también es un dato de la realidad, él fue promotor de este diálogo. El se contactó con Eduardo Contreras a propósito de la investigación judicial en torno a lo que ya está casi demostrado, que fue el asesinato del ex presidente Frei Montalva, y lo que está en curso de investigación, que es la muerte trágica de Pablo Neruda, porque hay muchos elementos en común: en la misma clínica aparecen nombres iguales, médicos…
Y se generó una relación para una colaboración desde el punto de vista de los procesos investigativos y en algún momento, producto de esta interacción, Eugenio Ortega le propone a Eduardo Contreras abrir una especie de espacio de diálogo y de taller abierto, informal, sin informar -en el buen sentido- incluso libre discutir todo lo que se pudiera discutir, y ahí se genera esto que ya va por meses.
Creo que fue muy bueno que este diálogo partiera con el tema de la democracia, porque lo ubicó exactamente en un punto de referencia en el cual demócratas cristianos y comunistas tenemos mucho que aportar con elementos comunes y también con diferencias importantes, pero que ha derivado en este documento, que para los dos partidos es un documento de referencia en su diálogo.
Entonces, Eugenio Ortega juega un papel muy notable y a mí su esposa y su hijo me comentaban que él estaba muy apasionado con esto, que incluso el día antes de morir, que fue una muerte muy abrupta, estaba obsesionado con el texto: lo miraba en su computador, lo volvía a mirar.
Me decía Carmen Frei que pasaba horas en la noche mirando el texto, que le parecía algo muy importante, que tenía que hacerse. Eugenio Ortega, creo que en la década de los 90 y parte del 2000, trabajó en el PNUD, organismo de las Naciones Unidas, y tengo la impresión que como otros investigadores y cientistas políticos, sociales, de fuerte sensibilidad ética y humanista, se percató que este modelo de acumulación neoliberal generó unas desigualdades tremendas en Chile, que no eran sólo desigualdades económica sino también políticas, culturales. Y Eugenio eso lo reflejó en muchas de las sus intervenciones en el taller.
Creo que esa experiencia le marcó en buena medida una reflexión posterior respecto a las necesidades de un nuevo paradigma democrático en Chile, no el que de alguna u otra manera tenía pensado el continuismo pinochetista, la derecha; y al que por otro lado otros sectores apostaron por la vía de la política de los consensos.
Yo creo que en la muerte de Eugenio lo que impacta en su partido y en el nuestro, es un testimonio de alguien que se manifiesta desde sus ideas y su militancia. Porque uno estaba frente a un demócrata cristiano de convicciones profundas. Estamos hablando de una persona demócrata cristiana de comienzo a fin y que desde su convicción generó este espacio.
-Este documento, ¿tendrá en la PC Y DC una repercusión de largo alcance?
Desearía que fuera así, porque la historia chilena, con su tragedia, muestra la necesidad de abrirle paso a una democracia estable con actores y sujetos democráticos comprometidos de comienzo a fin. Pasa por una derrota política, cultural, valórica, de la derecha, de la actual derecha, que está mostrando, lo que está mostrando, con un gobierno de Piñera que metió la pata en el acelerador para profundizar el neoliberalismo, que tiene la audacia ahora de desvincularse del golpe a 40 años y tratar de salir para adelante, que se está planteando una perspectiva de reelección luego del gobierno de la presidenta Bachelet.
A mí me parece fundamental ubicar este esfuerzo en ese contexto, no en otro, y ese contexto nos lleva a la necesidad de un entendimiento. Estamos hablando de la democracia cristiana, pero esto podría extenderse a todas las fuerzas democráticas, un entendimiento de naturaleza estratégica, y desde ese punto de vista me viene la idea de “compromiso histórico”, del compromiso histórico no como condición ética que le ponemos unos a otros, sino que el compromiso histórico con un destino estratégico de un país, en este caso Chile.
Ahora en el caso chileno, más allá de su antecedente en Italia –recuérdese el papel de Aldo Moro y su posterior asesinato en el que quedó demostrada la presencia de los servicios secretos del imperialismo- digo que tiene que ser una mirada de largo plazo. Primero, tenemos un acuerdo en torno a un programa, lo que es fundamental. Yo soy un convencido de que si este programa lo realizamos en conjunto, ésa es la forma de derrotar a la derecha, es el camino a la derrota del neoliberalismo en este país, porque abre una situación histórica totalmente distinta. Habrá otras condiciones: deberíamos no tener más elecciones bajo el binominal, por lo tanto los acuerdos no debieran estar amarrados a aquello.
El papel que jugaron las fuerzas políticas contra la exclusión en el acuerdo que te comento, es muy relevante: la CUT, encabezada, por Arturo Martínez; la Asociación Chilena de Municipios, encabeza por el actual diputado electo, en ese momento alcalde La Granja, Claudio Arriagada (DC)… Fue, una batalla nacional muy importante y yo diría que esto se va haciendo carne en la sociedad chilena.
Lo que tenemos claro es un acuerdo programático en torno a un gobierno, que generará un estadio sociopolítico distinto y que da más posibilidades de un proceso de profundización democrática en distintos planos. Porque estamos hablando de una nueva constitución política, ni más ni menos de trasformar el sistema educativo completo; de abrir paso, como dice el documento, a procesos participativos en el terreno de la democracia, como por ejemplo en la iniciativa ciudadana para proponer leyes.
Estamos hablando de cosas que efectivamente van a producir una trasformación y que van a ensanchar el debate también entre las fuerzas democráticas, porque yo soy de los que creen que uno de los factores que fortalecen a la democracia es el debate, la confrontación de ideas. Y no le temo a eso, al contrario lo considero una fortaleza. Pero debate en un campo democrático, no en un campo excluido o excluyente en donde fuerzas democráticas quedan fuera o donde unos les ponen la pata encima a otros.
-¿Va a seguir este tipo de trabajo de la DC con el PC, hay abiertos otros puntos?
Este es un documento absolutamente inicial. Creo que éste es un taller abierto que debería seguir. Me parece que sus integrantes están muy contentos, porque cumplieron un papel relevante, pero no tengo dudas de que van a surgir otros talleres en distintas partes del país.
El partido demócrata cristiano acaba de informar a sus bases y de entregarle este documento a todas sus estructuras, ellos lo llaman “documento de referencia”, nosotros estamos haciendo lo mismo. En el terreno de las ideas no hay nada que pueda limitar el debate democrático, ni entre partidos ni al interior de los partidos. Aquí lo único que puede hacer peligrar esto vendría de posiciones sectarias, que como en toda secta simplemente terminan en la desclasificación a priori de con quién tú estás debatiendo.
-Entonces, un documento que influirá en la relación política, parlamentaria, municipal entre ambos partidos ¿puede darle una nueva tónica a la NM?
Yo creo que sí, que le puede dar una gran fortaleza primero que nada para lo más esencial que es cumplir este programa. Yo creo que eso es fundamental: se generó una lista unitaria de la NM en el Colegio de Profesores, demócratas cristianos trabajaron y votaron por la candidatura de Daniel Jadue en Recoleta, luego por la candidatura a diputada de Karol Cariola secretaria general de las JJCC.
Alberto Undurraga lo recordaba en la Fiesta de los Abrazos: él fue alcalde con el apoyo tambien de los comunistas y se incorporaron comunistas a trabajar en su administración municipal. Lo que quiero enfrentar con esto es que alguien quiera sacar la conclusión forzada, hasta perversa, de que aquí los comunistas se están entregando, traicionaron, o los demócratas cristianos traicionaron. Este es uno de esos momentos históricos en los cuales el diálogo, el debate, te permiten hacer más sólidas las convicciones democráticas.
-¿No hubo concesiones ni de la DC ni del PC?
No hubo. Yo diría que hubo una aproximación, escucharse, sintonizarse y poner en el centro este momento histórico y aquellas cosas que nos permiten empujar y avanzar.
-De lo dicho, se desprendería que los diálogos fueron muy abiertos y, por así decirlo, sin libretos…
Yo sentí que hubo una expresión de humanismo cristiano en el caso de las opiniones, los planteamientos, que hicieron los participantes de la DC. Hacía tiempo que no me tocaba hacer interlocución con demócratas cristianos que hablaran de Maritain, por ejemplo, o de Alberto Hurtado
-Este diálogo, ¿por qué con la DC?
Porque yo creo que con la DC se han generado tantas instalaciones mediáticas, desde la derecha, de mostrar las diferencias y las puras diferencias. Por cierto, por algo lo hacen. Y de repente surgió la idea de “quitémosle esa centralidad a la derecha, hablemos sin intermediarios, por qué vamos a tener que estar siempre respondiéndole al Mercurio o a derechistas que constantemente están diciendo: mire, cómo se van a juntar, cuando la democracia cristiana y el partido comunista tienen tantas diferencias. Y si se juntan ambos son espurios, lo único que les interesa son los votos de unos y otros, pragmatismo puro”. Esa es la línea editorial de la derecha. Por algo lo hacen, hay que mirar la historia de este país. Entonces, yo diría que hubo también una convicción y una decisión política de hacer el intento.
-Esto es de largo plazo: ¿habrá momentos difíciles?
Sin duda. Yo creo que el contexto que lo hace de largo plazo es la democracia en Chile. Eso para mi gusto es crucial: democracia social también, democracia representativa, participativa, centrada en el soberano, el pueblo, como eje y centralidad de la democracia. La igualdad social, la justicia social, yo creo que tenemos mucho que recorrer.
-¿Es un valor secundario el que este tipo de contacto influya en lo que llamaríamos “el conocimiento del otro”?
Evidentemente, yo creo que en el taller se produjo eso. Fue bien interesante también porque hay una revalorización, por lo menos en el taller se dio, de la historia y la entidad de ambos partidos en la historia de Chile; una revalorización fuerte de cómo ambos partidos, incluso en posiciones antagónicas, fueron claves en la construcción democrática de esta república en una parte importante del siglo pasado. Eso es algo que, claro, en un momento de la historia no se podía verlo, se estaba construyendo pero hoy día sí se lo ve. Hay identidades culturales en ambos partidos que trascienden periodos históricos.
Fuente: Semanario El Siglo, edición N° 1699