Un día de diciembre de 1993, el astronauta Story Musgrave, en la foto, estaba enganchado al extremo del brazo robótico de un transbordador espacial durante una misión crucial para el futuro de la astronomía. El y sus seis compañeros, a lo largo de varios paseos espaciales, consiguieron arreglar todo lo que no funcionaba en el telescopio espacial Hubble, que era mucho, y aprovecharon también para modernizarlo. El gran telescopio, lanzado tres años antes con grandes expectativas de producir nuevos conocimientos sobre el Universo, había sido capturado en órbita y anclado a la bodega del transbordador para su reparación.
A pesar de lo difícil de la misión todo salió bien y desde entonces el Hubble se convirtió en uno de los instrumentos científicos más productivos de la historia y en un icono para todos.
Sus artísticas imágenes han hecho más por la conciencia pública de la ciencia que cualquier otro programa moderno. Su popularidad es inmensa.
“A la gente le encantan las imágenes del Hubble. Les dicen de dónde vienen, dónde se dirigen, lo relacionan todo”, dice el propio Musgrave, que es médico, ingeniero, piloto y muchas cosas más pero que, sobre todo, sigue fascinado por el espacio.
Fue el proyecto con mayor tiempo de preparación de todos los de la NASA y el más caro de sus programas científicos
La del Hubble es una historia de superación y de superlativos. Lo que en estos días se está celebrando, con actos en muchos países y con campañas a través de Internet, es que el 24 de abril de hace 25 años se lanzó el telescopio, a bordo también de un transbordador.
Fue el proyecto con mayor tiempo de preparación de todos los de la NASA y el más caro de sus programas científicos. Sin embargo, ya en junio de 1990, cuando se recibían las primeras imágenes, los científicos descubrieron con horror que estas estaban borrosas porque el espejo primario tenía un grave defecto de fabricación, una aberración esférica.
La ventaja de observar el Universo desde encima de la atmósfera terrestre, la razón de ser de un telescopio espacial, quedaba anulada.
Luego todo se pudo arreglar y el telescopio fue modernizado por astronautas cuatro veces más, algo ya imposible desde que dejó de volar el transbordador espacial. Pero en realidad el telescopio nació dos veces, en 1990 y en 1993. Estaba pensado para funcionar durante 15 años y ha sobrepasado con creces ese objetivo.
Probablemente se mantenga en funcionamiento varios años más, mientras llega en 2018 el James Webb, su sucesor aunque solo relativamente, porque sus rangos de observación son distintos.
Los hitos incontestables del Hubble a lo largo de estos 25 años son muchos, siempre en colaboración con otros telescopios, confirmando y refinando observaciones anteriores.
El astrofísico Mario Livio tiene su propia lista de éxitos y la comenta en la revista Nature.
– El trabajo del telescopio redujo la incertidumbre sobre el ritmo de expansión del Universo, la llamada constante de Hubble, y de esa forma ayudó a fijar la edad del Universo en 13.800 millones de años.
– Confirmó la aceleración en la expansión cósmica, propulsada por la misteriosa energía oscura.
– Observó pequeñas zonas del espacio hasta remontarse hacia atrás en el espacio y, por tanto, en el tiempo como nunca antes, lo que dio lugar a la espectacular serie de imágenes de Campo Profundo y Campo Ultraprofundo, una muestra del apabullante zoo galáctico.
– Encontró galaxias que ya existían 500 millones de años después de la Gran Explosión inicial, lo que hizo plantearse la evolución del Universo. Demostró que casi todas las galaxias tienen un agujero negro supermasivo en su centro.
– Estudió las atmósferas de algunos de los grandes planetas extrasolares, etcétera, etcétera. Y produjo imágenes que no se pueden olvidar, algunas justo después de la reparación.
La astrofísica Jennifer Wiseman recuerda la imagen de la Nebulosa del Aguila “donde se ven columnas de gas en las que hay estrellas recientemente formadas y otras que se están formando”.
Pasó a conocerse esta imagen popularmente como “Los pilares de la creación” y el año pasado el Hubble volvió a fotografiar la nebulosa con mayor calidad y se pudo ver la evolución de las columnas y las estrellas.
El próximo objetivo debe ser la búsqueda de signos de vida en los planetas que están fuera del Sistema Solar
Mario Livio cree que el éxito del Hubble, que incluye lo que se considera un modelo de cómo se deben gestionar los programas científicos, indica la necesidad de audacia en los proyectos espaciales. El próximo objetivo debe ser, en su opinión, la búsqueda de signos de vida en los planetas que están fuera del Sistema Solar.
Una misión que supere de los límites presupuestarios existentes y que busque las firmas biológicas, como el oxígeno y la clorofila, en la atmósfera de 50 exoplanetas seleccionados con un telescopio cuyo espejo sea cinco veces mayor que el Hubble.
Desde su lanzamiento el Hubble ha dado 130.000 vueltas a la Tierra y ha tomado más de un millón de imágenes de objetos astronómicos. Se han publicado 12.800 artículos científicos basados en sus observaciones.
La lista para conseguir tiempo de observación es larguísima y la selección muy rigurosa. Es toda una vedette de la astronomía.
El Hubble es un proyecto conjunto de Europa y de Estados Unidos, lo ha sido siempre y es uno de los mejores ejemplos de cooperación científica entre los dos continentes, aunque no se puede negar que la aportación económica estadounidense ha sido mucho mayor que la europea.
Fuente: Público