Tras el fallo del Tribunal Constitucional, que declaró inconstitucional la titularidad sindical a partir del requerimiento de la derecha, la sensación de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) es de “impotencia activa”, según su presidenta, Bárbara Figueroa, quién además críticó la falta de señales a los trabajadores en el Mensaje Presidencial del 21 de mayo.
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“Se requiere más movilización, más unidad, cambiar la Constitución”, asegura, lo que se grafica en el llamado a paro nacional del 31 de mayo.
En entrevista, la dirigenta abordó el escenario abierto en que se mantiene la reforma laboral; cuestionó las escasas menciones a los trabajadores en la reciente cuenta pública de la Presidenta Michelle Bachelet; respondió a las críticas que ha enfrentado al mando de la multisindical; y convocó a una masiva movilización el martes.
Ya transcurridas algunas semanas, ¿qué análisis hace del requerimiento y posterior fallo del TC que rechazó la titularidad sindical y parte de la extensión de beneficios?
El requerimiento era algo que siempre tuvimos a la vista, y señalamos que había que considerarlo, no para efectos de moderación del proyecto, sino porque entendíamos que iba generar tensión en el Parlamento, ya que en este debate hay una contraparte muy nítida: el mundo sindical y el empresarial. Y una reforma como esta, más allá de su alcance moderado, en el fondo era una discusión sobre la legitimidad de que el actor sindical tuviera un poder equilibrado en las relaciones laborales.
En ese marco era lógico que la oposición generase reservas constitucionales, porque efectivamente lo que hizo la Constitución fue consolidar el Plan Laboral de José Piñera, que establecía una mirada sobre el rol del sindicalismo muy disminuida y despectiva, pero que partía de un diagnóstico que compartimos: se evidenciaba que puede ser un gran instrumento que no sólo garantice reivindicaciones sectoriales, sino a la hora de disputar transformaciones sociales.
Nuestra lectura era que ante el riesgo de objeción de materias claves, el Gobierno tenía que avanzar en la mayor aspiración posible, con diálogo, pero sin renunciar a lo comprometido en el programa. Y lamentablemente creo que cuando se produce el cambio de ministros en Hacienda y Trabajo, hay un giro, con una estrategia abierta a concesiones.
Ello se reflejó en materias como los quórum, el descuelgue, para buscar que la derecha se congraciase con el proyecto y no fuera a la ofensiva en el Tribunal, cuestión que no se logró, y uno lo que ve hoy es que el esfuerzo de moderación del proyecto fue una estrategia que fracasó.
El fallo del TC se amparó en una lectura muy literal del artículo 19 de la Constitución. Es una lectura ideológica, dura en cómo concibe el papel del sindicalismo, y muy irresponsable. Como ejemplo, en cuanto al derecho a negociación de los sindicatos interempresa, los propios litigantes reconocieron una interpretación equivocada, sin embargo cinco magistrados del TC apoyaron ese punto.
¿Con qué sensación quedó la CUT?
La sensación no es derrota, porque esto aún no se cierra. Si tuviera que caracterizarla, es una suerte de impotencia activa, no es esa frustración derrotista que inmoviliza. Es una impotencia que da cuenta de que se requiere más movilización, más unidad, cambiar la Constitución.
¿Y qué le pareció el posterior veto y anuncio de ley corta por parte del Gobierno?
Creo que no hay que descartar ningún camino ni alternativa. Nosotros hemos dicho que, aunque es difícil por el alto quórum parlamentario, el mejor camino para reponer la titularidad es una reforma constitucional al artículo 19 o una ley interpretativa. Si ello no es viable, el veto toma toda la prioridad. Ahora, ¿era necesario el veto antes de conocer los fundamentos del fallo? Yo creo que fue totalmente acertado e incluso fue un veto limitado. Pero lo cierto es que si no se hubiera ejercido esa acción por parte de la Presidenta, hoy día tendríamos un problema de corte mayor. Lo valioso del veto fue que se actuó de manera oportuna, en el momento preciso.
¿Cómo ve la salida a esta situación en que se ha visto entrampada la reforma laboral?
Nosotros no hacemos dobles lecturas, en caso de que no pueda mediar el camino de constitucional, el veto debe ser aprobado. Incluso, con el nivel de dispersión que ha mostrado la Nueva Mayoría en esta materia, se podría decir que ha llegado la hora de votarlo, para dar una señal clara a la derecha de que se está por relaciones laborales equilibradas.
¿Qué opinión le merece la ausencia de anuncios concretos sobre la reforma y de menciones a los trabajadores en la cuenta pública de la Presidenta Bachelet?
El análisis crítico del Mensaje Presidencial es la ausencia de referencias a temas del mundo del trabajo y los trabajadores. Ello no sólo circunscrito a la reforma laboral, pero es preocupante la omisión que se hizo respecto del rol de los trabajadores en las reformas. No se relevó al actor sindical en lo relativo a la productividad, que es tan sensible para el mundo del trabajo. Sin embargo se habló del diálogo social como gran herramienta, y eso no es otra cosa que el tripartismo, el reconocer el rol del Estado, del empresariado y de los trabajadores.
Eso puede tener implicancias complejas, porque por ejemplo cuando se hace el llamado a recuperar las confianzas, pareciera ser que se hacen guiños y se dan señales para un sólo sector, el empresariado.
En términos más gruesos uno podría decir que este discurso del 21 de mayo refleja de manera clara la disputa que se vive en el país, pero que no es ajena respecto al propio bloque de Gobierno, respecto de quienes apuestan por retornar al discurso de los 90, retrotraernos a la política del crecimiento como gran bandera de lucha, omitiendo en ello el para qué del crecimiento, evitando el problema de la desigualdad; versus quienes apuestan por un debate donde crecimiento, modelo de desarrollo, productividad, tienen un sentido, que tiene que ver con un crecimiento que impacte en políticas sociales y mejores condiciones laborales.
El fallecimiento de un trabajador municipal en las protestas en Valparaíso causó un fuerte impacto, ¿cómo se explica ese hecho?
La muerte de Eduardo Lara en estas circunstancias, en el marco de una movilización, es tremendamente dolorosa para el movimiento sindical. La primera sensación es de rabia e impotencia, y de solidaridad y afecto con su familia; y también de hacernos parte de las acciones legales. Esto requiere justicia plena, pero también una investigación rigurosa, para tener elementos que nos permitan saber cómo sucedieron estos hechos.
Además esto debe llevar al movimiento social a reflexionar, no sobre la movilización social, sino respecto a nuestras prácticas, al clima que se ha generado, donde los hechos de violencia no son aislados, cada vez son más sofisticados. Debemos leer esto como parte de un fenómeno complejo que se está gestando, donde algunos incluso apelan a la figura del desgobierno a partir de estos hechos, y creo que de eso no nos podemos sentir desafectados. Esto tiene que ser un llamado de atención, para descifrar qué está pasando con la violencia.
Algunos critican que la CUT supuestamente tendría excesiva disposición a negociar con el Gobierno, y plantean que debiera asumir una posición más radical.
Hay que distinguir. Efectivamente hay sectores que tienen una crítica legítima sobre el tema del excesivo diálogo, como tú dices. Creo que uno tiene que ser capaz de recoger eso, y de hecho en el debate en nuestro último Congreso concluimos que es necesario un estado de movilización permanente de la CUT para fortalecer la capacidad de dialogo y de negociación. Es algo que hemos recogido y que marca esta etapa. Sin embargo, soy una defensora de la estrategia sindical construida hasta ahora, creo que ha sido un justo equilibrio. Cuando tuvimos riesgos de que las reformas no se presentaran, fuimos a la carga con movilización; cuando se podían diluir, nos movilizamos; cuando hubo cambio de Gabinete, fuimos los primeros en movilizarnos. Y cuando entramos en esta etapa más fina no hemos dejado de actuar.
Eso lo distingo de sectores que tienen una crítica más política, respecto del rol de la CUT. Algunos sostienen esa crítica en base a una suerte de traición de clase de la Central, pero que en realidad no responde sino a un elemento ideológico. Lo que se critica es que la CUT tenga posición política, y yo creo que ahí lo sano es sincerar posiciones. Cuando alguien dice que el problema principal de la Central es que sus dirigentes tienen militancia, lo que se entiende es que concuerda con el modelo de José Piñera, que apuntaba a que los dirigentes sindicales no tuvieran postura política.
Cuando se dice que el problema es que la presidenta de la CUT sea del Partido Comunista, ya que está en una coalición de Gobierno, lo que se quiere es que no haya dirigentes de organizaciones de partidos de la Nueva Mayoría. Hoy ese discurso resulta facilista, porque tiene como escenario el descrédito de la política en el país. Es simple pero muy peligroso, porque a partir de un crédito fácil puedes estar enquistando un movimiento sindical no sólo apolítico, sino que no incida en los cambios en el país. Prefiero que me critiquen por intentar hacer cambios que el aplauso fácil de no haber hecho nada.
Por último hay sectores que tras de sí tienen un anticomunismo puro y duro, donde su problema es que haya un comunista conduciendo una organización. De eso no escapan líderes políticos, parlamentarios lamentablemente, y tampoco algunos grupos en el movimiento sindical. Hay sectores que dedican todo su esfuerzo a organizaciones paralelas para quitarles conducción a los comunistas. Y ahí estamos ante un germen muy complicado, que se puede ver en lo que pasó en el Colegio de Profesores, donde al final del día el debate dejó de ser la Carrera Docente y pasó a centrarse en Jaime Gajardo.
¿Cómo visualiza las elecciones presidenciales de la CUT en agosto próximo?
Será una elección con las características propias de una Central que se ha reposicionado en el debate público. Cuando la CUT recupera su rol y se transforma en un sujeto potente a nivel de incidencia, se convierte en un objetivo más apetitoso, entonces naturalmente va haber mayor disputa. Eso lo saludo, porque da cuenta de que hemos avanzado. Espero que el debate eleccionario permita dos cosas; primero, que no inmovilicemos a la CUT, creo que los tiempos políticos no nos permiten detener la incidencia; y lo segundo es que lo hagamos con mucho respeto y transparencia, en el proceso y en el debate, ya que algunos han tratado de desvirtuar e incluso mentir respecto de las posiciones de la CUT sólo para sacar ganancias pequeñas.
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¿Cuáles son los principales motivos del paro nacional realizado el 31 de mayo?
La única motivación no es el tema de la reforma laboral. El paro lo convocamos principalmente para relevar que hay actores del mundo social y sindical que si queremos que los cambios sigan avanzando, y que las mayorías sociales quieren cambios, no la suerte de contención o restricción que algunos quieren imponer en el debate. Por supuesto somos independientes, ya que la Central y sus políticas trascienden cualquier Gobierno, pero ello no quiere decir que somos indiferentes a los cambios, estamos a favor de ellos. Los temas concretos son el rechazo al fallo del TC y el llamado al Ejecutivo a que reponga la titularidad; una nueva Constitución, ya que es tal su necesidad que nuestra propia organización depende de que la cambiemos; el fortalecimiento de la salud pública; el debate previsional, cuando se ha anunciado la reactivación de la idea de la AFP estatal planteamos que las medidas necesarias no pasan sólo por aumentar la competencia en el mercado, sino por un profundo cambio del sistema actual; mejores condiciones laborales para los trabajadores del Estado; y también materias como la productividad, que obviamente nos importa, pero creemos debe dialogar con la superación de la desigualdad, con el empleo decente y salarios justos.
Fuente: El Siglo