viernes, mayo 10, 2024
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Fidel y sus Insoslayables 90 Años

Hablar de Fidel, no es fácil  pues hay tantas cosas, de tantos aspectos y temas que abordar y siempre nos vamos a quedar corto. Para nosotros, chilenos, lo más justo es que serían palabras de gratitud por todo lo que pudo hacer por el proceso revolucionario que emprendimos con el Presidente Allende en 1970.

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Un enorme agradecimiento por su apoyo incondicional, por su solidaridad, por su amistad refrendada en su histórica visita en noviembre de1971 a nuestra patria y donde conoció y compartió vivamente de punta a punta y en cada rincón del territorio con el pueblo chileno, con el obrero, con el campesino, con la mujer, con los estudiantes, con el pescador, con los dirigentes sindicales, con los maestros, mineros, tomó pisco, chicha, jugo basquetbol, navegó en nuestra costa, en fin estoy seguro que en parte salió de Chile contento y agradecido también de esos emotivos encuentros.

Tuve la suerte de verlo en la Universidad de Concepción donde compartió y respondió a las inquietudes de cada una de las organizaciones políticas y estudiantiles de dicha Universidad reconocida como la “Universidad Roja” por su intensa actividad de izquierda y donde el Movimiento de Izquierda Revolucionario tenía su principal bastión en pugna con las Juventudes Comunistas, Socialistas y otras fuerzas de izquierda.

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Es de destacar como anécdota de esa visita a Concepción una broma que hicieron unos estudiantes de ingeniería disfrazando a uno de ellos, que se parecía a Fidel. Se consiguieron un Jeep y unos Fiat 125 como los de la guardia personal de Allende y así pasearon un falso Comandante, partiendo del aeropuerto y adentrándose por las principales calles de la ciudad y la verdad que mucha gente se lo creyó, pero rápidamente fueron a esconderse al barrio universitario.

Lo volví a ver, ya en Cuba, en 1973, luego del Golpe de Estado del 11 de septiembre y la muerte de Salvador Allende, en al acto que se conmemoraba un aniversario de los CDR en la Plaza de la Revolución dedicado precisamente nuestro Compañero Presidente caído en combate.

Yo había llegado a estudiar medicina un mes antes. Posteriormente lo vimos más de una vez en los recibimientos a presidentes y dirigentes de muchos países amigos que visitaban Cuba. Esos años fueron también muestra de su gran espíritu generoso y de solidaridad al acoger unos cuantos miles de exiliados chilenos a los que se le dio todo lo necesario para vivir, trabajar, estudiar y superarse.

Ya con unos cuantos años inmerso en este pueblo cubano y su quehacer constatamos que esta solidaridad, este espíritu humano ha sido y es de carácter universal, no hay un rincón en este planeta donde no haya llegado esta solidaridad, incluido Los Estados Unidos de Norteamérica, y no solo de palabras sino de hechos y presencia. Todo esto inculcado en más de una generación de cubanos por Fidel.

Me gradué de médico en 1979 y me he especialicé en Salud Pública y podemos afirmar que  la salud en Cuba ha tenido y tiene un pilar esencial en su desarrollo y es la figura y la labor de nuestro Comandante Fidel Castro Ruz, que desde mucho antes del Triunfo de la Revolución perfiló todos estos empeños en mejorar la salud de los cubanos.

Muy temprano en su alegato “La historia me absolverá” hace su diagnostico de salud donde plantea la sombría situación:

“El 90 por ciento de los niños del campo devorados por los parásitos, miles mueren cada año por falta de recursos; crecen raquíticos, y a los 30 años no tienen un diente sano en la boca. El acceso a los hospitales del Estado sólo era posible mediante la recomendación de políticos”. “De tanta miseria sólo es posible librarse con la muerte, y a eso ayuda el Estado, a morir”.

Llegar a los 90 años no es fácil  en el caso de Fidel, porque la gran parte de esos años son de intenso bregar, de lucha, de guerra contra la dictadura de Batista, contra el imperialismo norteamericano y todos sus seguidores, contra un feroz y criminal bloqueo político, económico y financiero  que ha costado valiosas vidas y una lucha tenaz inclaudicable con sus detractores que han querido verlo muerto y que han planeado más de 600 atentados de inimaginables formas: de cigarros , de alimentos, bolígrafos y trajes envenados hasta explosivos y emboscadas fallidas. Y ahí está más vivo que nunca y como dice el refrán “al que no le gusta el caldo le dan tres tazas”.

La verdad es que uno podría decir también que ha tenido “suerte” y hay casualidades relevantes a mencionar como en el propio asalto al Cuartel Moncada de Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953, es salvado por lo menos unas tres veces, cuando lo recoge Ricardo Santana, un asaltante y chofer de un automóvil, que lo ve solo disparando en su salida al Cuartel y echa marcha atrás para recogerlo y luego está el caso del Teniente Pedro Sarria que dijo que las ideas no se matan y lo salva dos veces más de ser asesinado por los soldados batistianos cuando son apresados y llevados a la cárcel.

Independientemente de la abnegada labor de seguridad y de vigilancia revolucionaria nuestro Comandante tiene algo más, tiene aché, está tocado, resguardado, por una fuerza que viene más allá de lo material, una fuerza espiritual, moral, mística, que se siente en su presencia, irradia eso que impacta hasta que el malhechor es neutralizado, el francotirador es congelado, su enemigo emboscado es negado a disparar ( Playa de Girón 1961), es el “iluminado” el elegido por la blanca paloma (8 de enero de 1959), símbolo inequívoco de paz, de bienestar, de serenidad, que viene a posarse en su hombro delante de cientos de miles de cubanos asombrados, quizás en trance, por ese hombre que está representando un futuro mejor, una Cuba soberana, libre e independiente, solidaria y hermana de todas las causas justas de este planeta.

Eso también lo sentimos los que participamos en las incansables batallas por derrotar el ALCA, allá en el Palacio de Convenciones, en las intensas batallas de ideas por el regreso del niño Elián, por el regreso de los Cinco Héroes donde su presencia fue indispensable.

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Sentimos esa particular fuerza en momentos en que me encontraba movilizado, (junio 1979), para ir a colaborar con la Revolución Sandinista, momento en que nos visitó más de una vez para exponernos con maestría estratégica la situación de dicho proceso, momento en que nos comunicaba la muerte de tres camaradas en tales empeños, lo vimos también en Nicaragua en la celebración del primer año del triunfo sandinista, allí trajo toda su barba, no tres pelos ni un mechón  como les pidió el dictador Somoza a los mercenarios que venían a invadir Cuba en abril del 1961.

Posteriormente tuve la oportunidad más cercana de estrechar su mano con motivo de la entrega de la Orden Nacional “José Martí” a Gladys Marín en marzo del año 2004 cuando con mucho respeto le decía que era médico y el con esa preocupación que tenía en mente, me dice “qué bien, vamos a mandarte a Venezuela”, más una vez quise cobrarle la palabra, pero quedó ahí.

Mas ocurrente fue lo que le dijo al camarada que estaba al lado mío, éste se presenta diciéndole que en momentos de su visita a Nicaragua en julio de 1980, formaba parte del equipo de seguridad allí en Managua y ante esta confesión Fidel le dice, “entonces, gracias a ti estoy vivo”.

Todas estas situaciones de malquerencia con el Comandante, me hace reflexionar y recordar algunas palabras del Che en su carta de despedida a Fidel y donde dice que “la muerte es una cosa cierta cuando una revolución es verdadera, se triunfa o se muere” y pienso que en  nuestra historia y en nuestros héroes siempre ha estado este altruista conflicto, de vida y de muerte, de vivir con honor o de morir con gloria, de patria libre o morir.

Fidel siempre ha tenido presente esta idea, tal así su grito de “Patria o muerte” ante las víctimas de bombardeos en abril de 1961.

Pienso que desde el momento que nacimos ya llevamos necesariamente la muerte en nuestro destino, alguien diría que somos ya hombres muertos, pero en esta Revolución podemos elegir como morir, como enfrentar la muerte para ser dignos y recordados como hombres. Sin menosprecio  de la muerte todos ellos amaban y aman la vida y quisieran tener más vida para seguir siendo útiles

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Por todo esto y muchas cosas más que hacen insoslayable este cumpleaños,  no solo a nivel de Cuba sino a nivel internacional, nuestras más fervientes felicitaciones al Comandante Fidel Castro Ruz en sus 90 años de vida, nuestro más sincero agradecimiento por su ejemplo que motiva a seguir nuestras luchas por una sociedad más justa, por un Chile mejor, por una América Latina soberana y dueña de su destino, por la paz, nuestras armas quizás no serán los fusiles, serán las ideas, la solidaridad, la movilización social, el fortalecimiento de la conciencia de lo que somos y lo que queremos.

¡Gracias Comandante Fidel!
¡Gracias y muchas felicidades en su día!

(*) Chileno residente en Cuba
La Habana 12 de agosto del 2016.

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