El abogado Eduardo Contreras acusó un «silencio cómplice» de la FACh por su negativa a entregar la identidad de los pilotos que bombardearon el Palacio de La Moneda durante el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. Sin embargo, sus identidades han aflorado en virtud de investigaciones independientes y periodísticas. Conózcalas a continuación.
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Contreras, ex embajador de Chile en Uruguay, valoró que el Consejo Para la Transparencia haya solicitado a la Contraloría instruir un sumario contra el comandante en jefe, Jorge Robles, para determinar si incurrió en una «denegación infundada de acceso a la información y/o en la no entrega oportuna».
«No puede ser que a más de 40 años del derrocamiento de Salvador Allende, todavía el mando de las Fuerzas Armadas -en este caso en particular, en la Fuerza Aérea-, mantenga secreto sobre hechos que todo el país tiene derecho a conocer», agregó Contreras.
«Esto no es más que parte del silencio cómplice de quienes fueron autores del peor genocidio de nuestra historia», concluyó Contreras, querellante en la causa que lleva adelante el ministro en visita Mario Carroza.
Desde la Fuerza Aérea señalaron ayer escuetamente haber entregado «toda la información» con la que cuentan y «que ha pedido la justicia», lo que es desestimado por el abogado de derechos humanos Cristián Cruz, quien asegura que la institución no ha prestado «ninguna colaboración».
Pacto de silencio
La presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, Alicia Lira, también celebró la decisión del Consejo para la Transparencia, señalando que le «alegra mucho».
«Esto sería como un apoyo que tienen los familiares de las víctimas, las agrupaciones: que un ente del Estado pueda lograr romper el pacto de silencio», dijo Lira.
Lorena Pizarro, presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, salió a emplazar al Gobierno que se pronuncie y «tome medidas» frente al general Jorge Robles.
«El ministro de Defensa, el ministro (José Antonio) Gómez, que guarda unos silencios inexcusables respecto a las Fuerzas Armadas, debiese pedir una explicación de quién es el responsable de negar esta información», opinó Pizarro, al subrayar que lo que se observa en este caso es que «una de las instituciones armadas de Chile contraviene la legislación nacional y se niega a entregar información».
La solicitud de Transparencia generó opiniones encontradas en el Congreso.
«Me parece un poco descabellado solicitarle a la Contraloría que haga un sumario contra la Fuerza Aérea, porque tiendo a creer que la respuesta que da la Fuerza Aérea es cierta», señaló Jacqueline van Rysselberghe, miembro de la Comisión de Derechos Humanos del Senado.
Para el senador independiente Pedro Araya, miembro de la Comisión de Defensa, si bien «es cierto que ya han pasado muchos años del golpe militar, también, para tranquilidad de muchas familias de detenidos desaparecidos o de familiares de personas que estuvieron en La Moneda, quizás es importante saber quiénes fueron los pilotos».
Desde el Ministerio de Defensa y del Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior declinaron referirse a la petición de sumario que realizó Transparencia a la Contraloría.
Estos pilotos bombardearon La Moneda
Eduardo Labarca
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Aunque los mandos de la FACH y los pilotos de la época “no se acuerdan”, los nombres de quienes bombardearon La Moneda se conocen y han de quedar registrados en la Historia de Chile. El ministro Mario Carroza, que investiga la muerte del Presidente Salvador Allende, interrogó en vano al general Fernando Matthei sobre la identidad de los participantes en el bombardeo y es poco probable que los demás oficiales que pueda citar recuperen la memoria.
Sin embargo la información la conocen otros antiguos miembros de la FACH que no están juramentados ni tienen motivos para guardar el secreto. A fines de la década del 70 del siglo pasado, el autor de esta nota recorrió durante dos semanas varias ciudades de Inglaterra y Escocia para entrevistar a ex miembros de la FACH y de la Marina que habían sido detenidos, torturados y expulsados de esas instituciones por haberse opuesto al golpe militar. Al darles asilo político, el Reino Unido los había repartido en diversas localidades. Las entrevistas quedaron registradas en más de 12 horas de grabación.
Los dos oficiales y dieciocho suboficiales de la FACH entrevistados mencionaron los nombres de los pilotos de los cazabombarderos Hawker Hunter que salieron de Carriel Sur, en Concepción, con la misión de destruir las antenas de las radios que apoyaban a Allende y disparar sus cohetes contra La Moneda y la residencia presidencial de Tomás Moro. Varios de los suboficiales expulsados eran técnicos, mecánicos o armeros y participaron en la preparación de los aviones y la carga de los proyectiles. Esos hombres mantenían una relación directa con los pilotos y los despidieron en la pista cuando emprendieron el vuelo hacia Santiago.
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Oficial Líder de la operación fue el coronel Mario López Tobar (nombre de combate “Libra”), comandante del Grupo 7 y piloto del Avión 1, quien años más tarde escribió un libro sobre la jornada, pero sin dar nombres. El ataque comenzó con el bombardeo de cinco antenas, en el que participaron el propio López Tobar y otros tres aviones piloteados por “hunteristas”.
A las 11 de la mañana emprendieron vuelo desde Concepción otros cuatro cazabombarderos. La residencia de Tomás Moro fue atacada por los Hawker Hunter piloteados por el capitán Eitel Von Mühlenbrock y por el teniente Gustavo Leigh Yates, hijo del comandante en jefe de la FACH y miembro de la junta militar. Gustavo Leigh hijo equivocó el blanco y bombardeó el Hospital de la FACH, por lo cual hasta su muerte hace tres años era objeto de bromas y tallas en la institución.
Los otros dos aviones se elevaron a tres mil pies de altura y mientras volaban sobre la Estación Mapocho dispararon contra La Moneda sus cohetes antiblindajes Sura P-3, en cuatro pasadas. El primer disparo lo hizo el teniente de 24 años Ernesto Amador González Yarra (“Pekín”), famoso por su talento de piloto y certera puntería. González Yarra gozó por ello de gran prestigio en la institución hasta su muerte en 1995. Su primer disparo perforó la puerta principal de La Moneda con precisión.
El segundo avión que atacó La Moneda iba piloteado por Fernando Rojas Vender (“Rufián”), quien llegó a ser comandante en jefe de la FACH. Su primer disparo apuntó al techo del palacio presidencial. En una última pasada, los pilotos usaron cañones de 30 mm. La operación fue coordinada desde tierra por el operador aéreo, comandante Enrique Fernández Cortez (“Gato”).
Hay discrepancias en torno a la hora exacta del ataque a La Moneda. Según el coronel López Tobar, comandante de la operación, comenzó pocos minutos antes de las 11.30. El almirante Patricio Carvajal, jefe del estado mayor del golpe, sitúa el ataque entre las 11.52 y las 12.08. Según el general Gustavo Leigh, entonces comandante en jefe de la FACH, el ataque tuvo lugar “después de las 12”.
La celebración del éxito de la operación fue entusiasta, pero no unánime en la FACH. Cuando al regresar de la misión uno de los pilotos descendió de la cabina de su Hawker Hunter en la pista de Carriel Sur, fue recibido por un grupo de suboficiales que en lugar de felicitarlo lo miraron en silencio. El piloto se acercó, bajó la vista y les dijo:
–Lo siento… No fue mi culpa… no fue mi culpa… Perdonen…
Fuente: El Mostrador
Divulgan los nombres de los pilotos que bombaerdearon La Moneda en 1973
Los querellantes en el juicio que pretende aclarar las circunstancias de la muerte del presidente chileno Salvador Allende divulgaron este miércoles los nombres de los pilotos que, a su juicio, bombardearon el palacio de La Moneda durante el golpe que encabezó Augusto Pinochet en 1973.
El juez al cargo del caso, Mario Carroza, ha tratado de obtener los nombres por medios oficiales, pero tanto la Fuerza Aérea de Chile (FACH) como el Gobierno le han contestado que esa información no existe. El abogado Roberto Ávila identificó este miércoles en una rueda de prensa a los pilotos como Mario López Tobar, Fernando Rojas Vender, Enrique Montealegre Julliá, Gustavo Leigh Yates y Eitel von Müllenbrock, todos ellos oficiales de la Fuerza Aérea.
Leigh Yates era hijo del general Gustavo Leigh, jefe de la FACH y que tras el éxito del golpe integró la Junta Militar que encabezó Pinochet, y Rojas Vender llegó años después a la jefatura máxima de la aviación militar. El único que hasta ahora se ha confirmado como uno de los pilotos es López Tobar, que en los años 90 publicó un libro al respecto pero mantuvo en reserva los nombres de sus compañeros.
El juicio sobre Allende, cuyo cadáver fue exhumado en mayo pasado por orden del juez y está sometido a peritajes para aclarar la causa de su muerte, es una de las 720 querellas presentadas ante la Justicia por casos de eventuales violaciones de derechos humanos que nunca han sido investigados en los tribunales.
El abogado Ávila, que estaba acompañado por dirigentes del movimiento Socialista-Allendista, dijo que el juez Carroza aún no ha llegado a ninguna conclusión sobre los pilotos, pero afirmó que tiene «la convicción» de que se trata de las personas que ha citado basado en los antecedentes del proceso.
Comienzo de la polémica
La polémica con respecto a las identidades de los pilotos surgió hace algunas semanas cuando en un reportaje de la revista «Qué Pasa» el general retirado Fernando Matthei, que sucedió a Leigh en la jefatura de FACH, insinuó que en la institución hubo «un pacto de silencio» para mantener los nombres en secreto.
A raíz de esa información, el juez Carroza citó a Fernando Matthei, quien negó saber los nombres y sostuvo que sus palabras sobre el pacto fueron sacadas de contexto. El ministro de Defensa, Andrés Allamand, dijo al respecto que la Fuerza Aérea no tiene la lista de los pilotos que ese día tripularon los cazabombarderos Hawker Hunter que atacaron e incendiaron la sede del Gobierno chileno, donde se encontraba Salvador Allende.
Los dirigentes del movimiento Socialista-Allendista calificaron las palabras del ministro de «poco creíbles» y pidieron al Gobierno chileno que entregue a la Justicia los nombres y todos los antecedentes del bombardeo. La versión más difundida, corroborada por testigos presenciales, es que Allende se quitó la vida en su oficina de la sede presidencial, pero también han circulado otras que señalan que murió por disparos de los militares que asaltaron La Moneda o que alguno de sus colaboradores le habría disparado.
Fuente: ABC