En la siguiente entrevista, el eminente lingüista y agudo comentarista internacional, Noam Chomsky, aduce que el neoliberalismo es un mito para los ricos y poderosos, que diseñan muchas maneras de protegerse de las fuerzas del mercado, pero no para los pobres y débiles, que son objeto de sus estragos. Originalmente, la entrevista apareció el domingo 8 de diciembre en el diario griego Avgi, firmada por CJ Polychroniou y Anastasia Giamali. La siguiente versión es una traducción realizada por la revista digital española Sin Permiso.
– La ideología neoliberal sostiene que el gobierno es un problema, no existe la sociedad y los individuos son responsables de su propio destino. Sin embargo las grandes empresas y los ricos dependen, como siempre, de la intervención del Estado para mantener su control sobre la economía y para disfrutar de una parte más grande del pastel económico. ¿Es el neoliberalismo un mito, una construcción ideológica?
Noam Chomsky : El término neoliberal es un poco engañoso. Las doctrinas no son ni nuevas ni liberales. Como usted dice, las grandes empresas y los ricos se basan en gran medida en lo que el economista Dean Baker llama «el estado-niñera conservador». Eso es especialmente cierto en las instituciones financieras. Un estudio reciente del FMI atribuye los beneficios de los grandes bancos casi en su totalidad a la política de seguro implícito del gobierno (“demasiado grandes para quebrar»), no sólo los rescates ampliamente publicitados, también el acceso a crédito barato, las calificaciones favorables debido a la garantía del Estado y mucho más. Lo mismo es cierto de la economía productiva. La revolución TIC, su fuerza motriz ahora, se basó en gran medida en I+D estatal. Ese patrón se remonta a comienzos de la industrialización inglesa.
Sin embargo, ni el «neoliberalismo», ni sus versiones anteriores como «liberalismo», han sido mitos, ciertamente no para sus víctimas. El historiador económico Paul Bairoch es uno de los muchos que han demostrado que «el liberalismo económico obligatorio del Tercer Mundo en el siglo XIX es un elemento importante para explicar el retraso en su industrialización», de hecho para explicar su «desindustrialización», una historia que continúa hasta el presente bajo diferentes formas.
En resumen, las doctrinas son, en un grado sustancial, un «mito» para los ricos y poderosos, que diseñan muchas maneras de protegerse de las fuerzas del mercado, pero no para los pobres y débiles, que son objeto de sus estragos.
– ¿Qué explica la supremacía del imperio centrado en el mercado y las finanzas depredadoras en una era que ha experimentado la crisis más destructiva del capitalismo desde la Gran Depresión?
La explicación básica es la de siempre: Todo está funcionando bastante bien para los ricos y poderosos. En los EE.UU., por ejemplo, hay decenas de millones de desempleados, millones más han abandonado desesperados la población activa, y los ingresos, así como las condiciones de vida se han estancado o han disminuido en gran medida.
Pero los grandes bancos, que eran responsables de la última crisis, son más grandes y más ricos que nunca, los beneficios empresariales están rompiendo los registros, la riqueza más allá de los sueños de la avaricia se acumula en poder de los que cuentan, el trabajo se ve seriamente debilitado por la represión sindical y la «creciente inseguridad del trabajador”, para usar el término que Alan Greenspan utilizó para explicar el gran éxito que logró la economía, cuando aún era «San Alan», tal vez el más grande economista desde Adam Smith, antes del colapso de la estructura que había administrado, junto con sus fundamentos intelectuales. Así que ¿de qué hay que quejarse?
El crecimiento del capital financiero está relacionado con la disminución de la tasa de ganancia en la industria y las nuevas oportunidades para la distribución de la producción de forma más amplia a lugares donde el trabajo es explotado con mayor facilidad y las restricciones sobre el capital son más débiles -mientras que los beneficios se distribuyen a los lugares con más bajos impuestos (“globalización»).
El proceso ha sido alentado por los avances tecnológicos que facilitan el crecimiento de un «sector financiero fuera de control», que «se está comiendo la economía de mercado moderna [es decir, la economía productiva] desde el interior, igual que la larva de la avispa de la araña se come el huésped en el que se ha establecido», para usar la frase evocadora de Martin Wolf, del Financial Times, probablemente el corresponsal financiero más respetado en el mundo de habla inglesa.
Aparte de eso, como se ha señalado, la «regla centrada en el mercado» impone una dura disciplina a la mayoría, pero los pocos que cuentan se protegen de ella de manera eficaz.
– ¿Qué opina de la discusión sobre el dominio de una élite transnacional y el fin del Estado-nación, sobre todo porque sus defensores afirman que este Nuevo Orden Mundial ya está sobre nosotros?
Hay algo cierto en ella, pero no hay que exagerar. Las multinacionales siguen confiando en el Estado de origen para la protección, económica y militar, y de forma sustancial también para la innovación. Las instituciones internacionales siguen estando en gran medida bajo el control de los estados más poderosos, y en general el orden mundial centrado en el Estado permanece razonablemente estable.
– Europa se está moviendo cada vez más hacia el final del “contrato social». ¿Es esto sorprendente para usted?
En una entrevista al The Wall Street Journal, Mario Draghi, dijo que «el contrato social tradicional del Continente» -tal vez su mayor contribución a la civilización contemporánea- «está obsoleto» y debe ser desmantelado. Y él es uno de los burócratas internacionales que está haciendo más para proteger los restos.
A los negocios siempre les ha desagradado el contrato social. Recordemos la euforia en la prensa de negocios, cuando la caída del «comunismo» ofreció una nueva fuerza de trabajo -educado, entrenado, saludable y hasta rubia y de ojos azules- que podría ser utilizado para socavar el «estilo de vida lujoso» de los trabajadores occidentales.
No es el resultado de fuerzas inexorables, económicas o de otro tipo, sino un diseño de políticas basadas en los intereses de los diseñadores, que es más probable que sean los banqueros y directores generales que los conserjes que limpian sus oficinas.
– Uno de los mayores problemas en muchas partes del mundo capitalista avanzado hoy en día es la carga de la deuda, pública y privada. En los países periféricos de la zona euro en particular, la deuda está teniendo efectos sociales catastróficos de tipo «el pueblo siempre paga», como usted ha argumentado enfáticamente en el pasado. Para el beneficio de los activistas de hoy en día, ¿podría explicar en qué sentido la deuda es «una construcción social e ideológica?».
Hay muchas razones. Una fue capturada también por una frase de la directora ejecutiva del FMI, Karen Lissakers, quien describió la institución como «guardián de la comunidad del crédito». En una economía capitalista, si me prestas dinero y no te puedo pagar, es tu problema: no se puede exigir que los vecinos paguen la deuda. Pero ya que los ricos y poderosos se protegen a sí mismos de la disciplina de mercado, los asuntos funcionan de forma diferente cuando un gran banco presta dinero a prestatarios de riesgo, a un alto interés y beneficio, y en algún momento, no pueden pagar.
Entonces, el «guardián de la comunidad del crédito» cabalga al rescate, lo que garantiza que se pague la deuda, con la responsabilidad transferida al público en general vía programas de ajuste estructural, austeridad y similares. Cuando a los ricos no les gusta pagar esas deudas, pueden declararlas «odiosas» y, por lo tanto, no válidas y atribuirlas a los débiles por medios desleales. Una enorme cantidad de deuda es «odiosa» en este sentido, pero pocos pueden apelar a las instituciones poderosas para rescatarlos de los rigores del capitalismo.
Hay un montón de dispositivos adicionales. JP Morgan Chase acaba de ser multado con 13 mil millones de dólares (la mitad de ellos, deducibles de impuestos) por lo que debe considerarse como una conducta criminal en fraudes hipotecarios, de los cuales las víctimas habituales sufren bajo desesperadas cargas de deuda.
El inspector general del programa de rescate del gobierno EE.UU., Neil Barofsky, sostuvo que se había llegado oficialmente a un pacto legislativo: los bancos que eran los culpables debían ser rescatados, y sus víctimas, las personas que pierden sus hogares, iban a recibir algo de protección y un apoyo limitado. Como él mismo explica, sólo la primera parte de la negociación se cumplió, y el plan se convirtió en un «regalo para los ejecutivos de Wall Street», para sorpresa de nadie que entienda el «capitalismo realmente existente».
La lista es interminable.
– En el transcurso de la crisis, los griegos han sido retratados en todo el mundo como evasores de impuestos perezosos y corruptos a los que solo les gusta manifestarse. Este punto de vista se ha convertido en corriente principal. ¿Cuáles son los mecanismos utilizados para persuadir a la opinión pública? ¿Pueden ser contrarestados?
Esos retratos son presentados por aquellos con la riqueza y el poder para dibujar el discurso dominante. La distorsión y el engaño pueden contrarrestarse solo si se socava su poder y se crean órganos de poder popular, como en todos los demás casos de opresión y dominación.
– ¿Cuál es su punto de vista acerca de lo que está ocurriendo en Grecia, en particular con respecto a las demandas constantes de la «troika» y el deseo inquebrantable de Alemania para promover la causa de la austeridad?
Parece que el objetivo final de las demandas alemanas a Atenas, bajo la idea de la gestión de la crisis de la deuda, es la captura de todo lo que de valor queda en Grecia. Algunas personas en Alemania parecen tener la intención de imponer condiciones de esclavitud económica virtual en los griegos.
– Es bastante probable que el próximo gobierno en Grecia sea un gobierno de la Coalición de la Izquierda Radical. ¿Cuál debe ser su enfoque hacia los acreedores de la Unión Europea y Grecia? ¿Debe ser un gobierno de izquierda tranquilizador hacia los sectores más productivos de la clase capitalista, o debe adoptar los componentes básicos de una ideología obrerista populista tradicional?
Estas son preguntas difíciles. Sería fácil para mí esbozar lo que me gustaría que pasara, pero teniendo en cuenta la realidad existente, cualquier curso de acción tiene riesgos y costos. Incluso si yo estuviera en condiciones de evaluar adecuadamente –y no lo estoy- la situación, sería irresponsable instar a una política, sin un análisis serio.
– El apetito del capitalismo por la destrucción nunca estuvo en duda, pero en sus escritos recientes presta cada vez más atención a la destrucción del medio ambiente. ¿Cree realmente que la civilización humana está en juego?
Creo que la supervivencia humana decente está en juego. Las primeras víctimas son, como siempre, los más débiles y los más vulnerables. Todo eso ha sido evidente incluso en la cumbre mundial sobre el cambio climático que acaba de concluir en Varsovia, con poco resultado. Y hay muchas razones para esperar que esto continúe.
Un historiador futuro -si lo hay- observaría el espectáculo actual con asombro. En la iniciativa de tratar de evitar la probable catástrofe están las llamadas «sociedades primitivas»: las Primeras Naciones en Canadá, los pueblos indígenas de América del Sur y así sucesivamente en todo el mundo.
Vemos la lucha por la recuperación del medio ambiente y la protección que se celebra hoy en Grecia, donde los residentes de Skouries en Calcídica mantienen una heroica resistencia contra los fines de rapiña de Eldorado Gold y las fuerzas policiales que han sido movilizados por el Estado griego en apoyo de la empresa multinacional.
Aquellos que lideran la carrera hacia el precipicio son las sociedades más ricas y poderosas, con ventajas incomparables, como los EE.UU. y Canadá. Justo lo contrario de lo que la racionalidad predeciría – aparte de la loca racionalidad de la «democracia capitalista realmente existente».
– Los EE.UU. sigue siendo el imperio mundial y, operan bajo el «principio de la mafia», lo que significa que el padrino no tolera «un desafío exitoso”. ¿Está el imperio estadounidense en declive, y, en caso afirmativo, significa eso una mayor amenaza para la paz y la seguridad mundial?
La hegemonía global de EE.UU. alcanzó un máximo histórico sin precedentes en 1945, y ha estado disminuyendo constantemente desde entonces, aunque todavía sigue siendo muy grande y aunque el poder está cada vez más diversificado, no existe un único competidor a la vista.
El principio tradicional de la mafia se invoca constantemente, pero la capacidad para ponerlo en práctica es más restringida. La amenaza a la paz y la seguridad es muy real. Por poner sólo un ejemplo, la campaña de aviones no tripulados del presidente Obama es, con mucho, la más vasta y destructiva operación terrorista en curso.
Los EE.UU. y su cliente israelí violan el derecho internacional con total impunidad, por ejemplo, por medio de amenazas de atacar a Irán (“todas las opciones están abiertas») en violación de los principios fundamentales de la Carta de la ONU. El más reciente Nuclear Posture Review de EE.UU. (2010), es más agresivo en el tono que sus predecesores, una advertencia que no debe ser ignorada. La concentración de poder generalmente plantea peligros, en este ámbito también.
– En cuanto al conflicto entre Israel y Palestina, usted ha dicho siempre que el debate sobre uno o dos estados es irrelevante.
El debate sobre uno o dos estados es irrelevante porque un Estado no es una opción. Es peor que irrelevante: es una distracción de la realidad.
Las opciones reales son o bien (1) dos estados o (2) una continuación de lo que Israel está haciendo ahora con el apoyo de EE.UU.: mantener Gaza bajo asedio, separada de Cisjordania, y ocupando sistemáticamente lo que se encuentra de valor en Cisjordania, integrándola más estrechamente con Israel, ocupando las áreas con no muchos palestinos, y expulsando ??a los que hay.
Dada la opción (2), no hay razón por la que Israel o los EE.UU. deben estar de acuerdo con la propuesta de un solo Estado, que tampoco tiene apoyo internacional. A menos que se reconozca la realidad de la evolución de la situación, hablar de un estado (derechos civiles / lucha contra el apartheid, «problema demográfico», etc ), es sólo una distracción, dando implícitamente el apoyo a la opción (2). Esa es la lógica esencial de la situación, nos guste o no.
– Usted ha dicho que los intelectuales de élite son los que mas le fastidian. ¿Esto es porque usted une la política y la moral?
Los intelectuales de la élite, por definición, tienen una gran cantidad de privilegios. Y ello les brinda más opciones, pero también les confiere más responsabilidad. Los más privilegiados se encuentran en una mejor posición para obtener información y actuar de maneras que afectarán las decisiones de la política.
Es verdad que yo creo que la gente debe vivir de acuerdo con sus responsabilidades morales elementales, posición que no debería necesitar ninguna defensa. Y las responsabilidades de una persona en una sociedad más libre y abierta son, evidentemente, mayores que la de los que pueden pagar un cierto precio por su honestidad e integridad. Si los comisarios en la Rusia soviética acordaron subordinarse al poder del Estado, por lo menos podrían alegar el miedo como atenuante. Sus contrapartes en las sociedades más libres y abiertas pueden declarar sólo su cobardía.
– El documental animado de Michel Gondry “¿Es el hombre alto feliz?” (Is the Man Who Is Tall Happy?) acaba de ser estrenado en cines en la ciudad de Nueva York y otras ciudades importantes de los EE.UU., después de haber recibido críticas muy favorables. ¿Ha visto la película? ¿le gustó?
Lo vi. Gondry es realmente un gran artista. La película está hecha con delicadeza y hábilmente y se las arregla para capturar algunas ideas importantes (a menudo no siempre entendidas) de una manera muy simple y clara, y con toques personales que me parecen muy sensibles y reflexivos.
(*) Profesor emérito del Departamento de Lingüística y Filosofía del MIT. Universalmente reconocido como renovador de la lingüística contemporánea, es el autor vivo más citado, el intelectual público más destacado de nuestro tiempo y una figura política emblemática de la resistencia antiimperialista mundial.
Fuente: Sin Permiso