En los próximos días la Corte Suprema de Justicia de Chile decidirá sobre un fallo reciente de la Corte de Apelaciones, en el cual me condenan a la pena de cadena perpetua por un crimen que no cometí. Es el resultado de un juicio que violó todos los principios del debido proceso, aplicándoseme leyes hechas en dictadura, las que fueron derogadas en el año 2002, por considerarlas violatorias a los derechos de las personas y contrarias al espíritu de una democracia sana y verdadera.
Hace cuarenta y dos años fui hecho prisionero, encarcelado y torturado por oponerme al golpe cívico militar de 1973, como miles de chilenos y chilenas fuimos victimas de una tiranía que controlaba todos los poderes del Estado. En ese entonces hubo jueces que hicieron la vista gorda ante la crueldad de la represión de Pinochet, arrogándose la facultad de condenar sin pruebas, fallando en conciencia, haciendo uso de su poder sin contrapeso alguno.
Hoy en democracia hombres nefastos construyeron y han conducido este proceso judicial en mi contra, sin el mas mínimo interés de obtener verdad ni justicia, su objetivo es la venganza, como lo han demostrado en los hechos, solo les interesa meter a alguien en la cárcel, sea este culpable o inocente.
En su afán oscuro fueron a Brasil a buscar la participacion de un ex militante del FPMR, quien cumple condena por delito de secuestro, un espíritu borroso que se acoge a la delación compensada y declara de manera interesada y calumniosa, mi supuesta participación en el asesinato del líder de la UDI e ideólogo de la dictadura, 20 años después de sucedidos estos hechos.
Intrigas novelescas como las creadas por el ex torturador y agente de la CNI Jorge Barraza acompañan este sucio proceder, ofreciendo un folletín en el cual sin tapujos ni pudores afirma que una tercera persona le contó a el, que yo era parte de la Dirección Nacional del FPMR al momento de la muerte de Guzmán. Una tercera persona que nunca ha sido interrogada ni ha declarado en este proceso. Ese es el testigo principal de este proceso, sumado a delincuentes vinculados a la inteligencia del ejército.
Los veintisiete tomos (27) acumulados en este juicio absurdo son páginas con declaraciones de actores interesados, sus argumentos intentan respaldar la intriga, sin aportar una sola prueba en mi contra. Contribuye a esto la fragilidad y cobardía de quienes siendo conocedores de las falsedades de la acusación de la cual soy víctima, callaron para no comprometer sus intereses, abandonando todo ese caudal ético y moral que acompañó por largos años la lucha revolucionaria de la cual fuimos parte.
Pero el mal no vence las esperanzas, hemos llegado a un punto en el cual por primera vez en cinco años aspiramos a ser escuchados, convencidos de que no es posible que en democracia, por la cual luche, se me condene con las mismas herramientas que uso la dictadura para condenar, en consejos de guerra, a quienes nos opusimos al terrorismo de estado. No es posible aceptar que en democracia se apliquen leyes que están derogadas para fundamentar una condena que es una bofetada a toda verdad y a la justicia.
Denuncio que soy víctima de la sed de venganza de quienes declarándose partidarios de la democracia y la justicia, continúan prisioneros de su propio odio, no les interesa alcanzar la verdad y hacer justicia. La UDI, herederos y defensores de la dictadura cívico militar están dañando profundamente la misión y prestigio de la Justicia, intentando comprometerla en la revancha por la muerte de su líder e ideólogo.
El retorno a la democracia fue posible por el esfuerzo y el sacrificio de millones de chilenos y chilenas, y de quienes entregaron sus vidas en el largo y difícil camino recorrido para derrocar a la dictadura cívico militar. Quienes participamos en este gran proceso libertario, luchamos para que los ciudadanos rescataran e hicieran uso en plenitud de todos sus derechos, eliminados y coartados por medio de la violencia por casi dos décadas.
El abuso del poder dictatorial nos privó a los chilenos y chilenas del acceso a la justicia y eso significó que miles de compatriotas fueran encarcelados, torturados y asesinados, por ello es inconcebible que hoy en democracia, se me prive de acceder a un juicio justo y a un debido proceso. Que me condenen aplicándoseme leyes derogadas en la legislación penal chilena.
Que usen a testigos interesados, entre ellos delincuentes, vinculados al ejército y un ex torturador de la Academia de Guerra Aérea, lugar donde yo fui torturado salvajemente y que hoy es acusado de asesinar a luchadores anti dictatoriales. Que no se me respete mi derecho a la presunción de inocencia y que de manera arbitraria me hubiesen encarcelado (por tres meses) sin prueba alguna, manteniéndoseme hasta hoy por cinco años, en libertad bajo fianza, con firma mensual y sin derecho a salir del país.
El proceso al cual he sido sometido es vacío, no hay un mínimo de veracidad, no hay una sola prueba que demuestre mi participacion en el asesinato de Guzmán. Por el contrario lo que queda al final de este camino tortuoso es la obra nefasta que la UDI construyó con apoyo de seres descompuestos y con maquinaciones descabelladas e inmorales.
Están cometiendo un crimen social, aquellos que intentan condenarme con el fin de vengarse no de buscar justicia y aquellos que callaron sabiendo de mi inocencia, ellos han trastocado los valores de respeto en que se fundamenta la dignidad del hombre. Valores que van más allá de los avatares de la historia y de la vida, sin los cuales el hombre queda devaluado en su dignidad más íntima, como se devalúa la moneda carente de respaldo.
Que las personas honradas no se hagan cómplices de este crimen social, que el corazón de los hombres y mujeres honradas se llenen de indignación ante esta injusticia.
¡Mi amor a la verdad es inseparable de la defensa de mi dignidad y de mis convicciones como un convencido luchador social ¡
Enrique Villanueva M