viernes, noviembre 22, 2024
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El Sufrimiento de los Católicos Chilenos

Nuestra Iglesia institucional está a mal traer. Estaba mejor durante el tiempo de la dictadura de Pinochet! Entonces era un faro para las mayorías sufrientes y razonables. Ahora ese faro parece que se estuviera apagando en Chile. Acabo de leer en la página de Radio Cooperativa que ya la gente en Chile ha perdido la confianza en los dirigentes (obispos!) de nuestra iglesia en un casi 74%! (Hay casi un ochenta por ciento que disiente con el nombramiento del obispo Barros en Osorno! Pero él sigue). Y al tiempo en que se produce el desastre del norte, con el tremendo aluvión tan mortífero, llueve también sobre mojado en la iglesia chilena.

 

Primero el escándalo referente a los curas más queridos de las comunidades cristianas (Mariano Puga, Felipe Berríos, Pepe Aldunate), luego explota la bomba del nombramiento del obispo de Osorno, que es una segunda explosión derivada de cuando hace años se nombraron obispos al margen de la opinión de la gente católica mayoritaria:

La herida de cinco obispos discípulos de Karadima, los más jóvenes![1] salidos de El Bosque del mismo P. Karadima; herida que comenzó a supurar cuando explotó el escándalo, hace dos años, salpicando retroactivamente a sus antiguos discípulos, ahora obispos, y no tanto porque puedan ser ellos responsables de las aberraciones sexuales del Padre, sino por la vinculación de su nombramiento a aquella institución de poder (El Bosque), que, precisamente por eso, hace dos años tuvo que ser intervenido por la misma Iglesia institucional.

Y ahora explotan las consecuencias de aquellos nombramientos, que marcan también las posturas  de “mediocridad” en los obispos de nuestra conferencia episcopal, tal como lo percibe la gente y se hace patente en las encuestas. Aunque son todos los obispos “buena gente” y “piadosa”, ¡pero no basta!.

Es por eso que me duele la Iglesia institucional en Chile.  Y creo que nos estamos farreando un momento especialmente notable como es la presencia del Papa Francisco. Cómo puede ser que, con ese papa tan querido en todas partes, la institución episcopal chilena esté tan desvalorizada.

¿Es que los creyentes son malos y desagradecidos? ¿O es que no hemos aprendido lo que significa que la Iglesia, antes que nada, es Pueblo de Dios, mayoritariamente laico, participante activo del triple ministerio: sacerdotal por el bautismo, real según el Reino de servicio propio de Jesús, y profético, ¡con voz! Y no sólo con “oreja” para “oír” al pastor, con riesgo de que sea conducción “pastoril” y no realmente pastoral?

Los pastores están obligados también a “escuchar la voz del pueblo de Dios que clama por otro tipo de conducción, que tome en cuenta realmente y en la práctica de su conducción la conciencia cristiana de ese Pueblo de Dios, mayoritariamente laico!!:

“A veces el Pastor tiene que ir detrás del rebaño, para evitar que alguno se quede rezagado; pero también, y fundamentalmente, porque el rebaño mismo también tiene su olfato para encontrar nuevos caminos. No quisiera abundar en más detalles sobre la persona del Obispo, sino simplemente añadir, incluyéndome en esta afirmación, que estamos un poquito retrasados en lo que a conversión pastoral se refiere…Les pido  que tomemos en serio nuestra vocación de servidores del santo Pueblo  fiel de Dios, porque en esto se ejercita y se muestra la autoridad: en la capacidad de servicio”.  

(Son palabras no mías, sino del Papa, y así termina su último discurso a los obispos de AL en su pasado viaje al Brasil).

Hasta aquí el Papa y su llamado. Y yo creo que ese llamado no se está cumpliendo en Chile por parte del estilo de cierta conducción episcopal que, en lugar de atraer al pueblo, lo ahuyenta y hace así mucho más difícil todavía la “misión ad extra” por parte de la Iglesia, porque el mundo exterior no nos ve razonables.  

Y eso es grave. Y no basta con rezar; hay que dejar que la Palabra cambie actitudes a fondo; nuestra iglesia requiere cambios profundos de timón con la audacia y creatividad a la que el Papa Francisco impulsa.

En esta Pascua de Muerte-Resurrección podríamos ojala asumir ese compromiso auténtico, comenzando por los obispos y su criterio “pastoral”, que no frene ni inhiba, sino que motive y anime al Pueblo a “hacer líos” coherentes con el estilo del  Jesús auténtico del evangelio.

Y si esa animación no se atreven a hacerla desde delante, que apoyen desde atrás para que no haya más “ovejas” que, aburridas, se descuelguen, tirando la toalla (más allá del 74 %!). Hay que parar la sangría y el desánimo en la Iglesia de Dios. Y eso únicamente puede hacerlo el Espíritu que animaba al Jesús nazareno, hasta dar la vida por ello y, permitiendo que, así, los discípulos desconcertados descubrieran que  Jesús “vivía” por el poder del Espíritu que lo animaba, y que Dios le había dado la razón en “los líos” en que se había metido y por lo que la institución sanedrínica lo había condenado a muerte como blasfemo.

Que El Cristo resucitado revitalice realmente su Iglesia,( o sea a todos nosotros, los del 26% y ¡los del  74% sobre todo!), haciendo que aparezca en forma clara que es un Pueblo de Dios y que sus pastores lo escuchan y lo sirven sin arbitrariedades ni imposiciones, sino  “razonablemente”, puesto que “Una fe no razonable, deja de ser fe, ya que nadie puede creer en algo si eso (a lo que se lo invita a creer, por la forma de conducir a la comunidad creyente) no es razonable creerlo” (Fides non cogitata, nulla est!, San Agustín ).

Con afecto y Esperanza, aunque escaseen las “expectativas” eclesiásticas,
Antonio Bentué

(*) Teólogo laico catalán radicado en Chile y profesor de Teología Fundamental en la Universidad Católica.

Fuente: Atrio

[1] El mismo libro, recién publicado por la PUC de nuestro colega y amigo Samuel Fernández, quedó marcado en su prólogo al reconocerse muy agradecido de su director espiritual a quien elogia con gran entusiasmo (¡porque en ese momento así se lo creía!). Y es la misma respuesta que hacen hoy los obispos salidos hace más de 15 años de la parroquia del Bosque de Karadima. Y ese es el problema latente en esos nombramientos, más allá de si sabían o no lo que, al mismo tiempo, estaba ocurriendo con los abusos de poder en las acciones “indecorosas” del Padre Karadima. Es por eso que tales nombramientos, mantiene en nuestra iglesia, el estigma del “poder” representado por el Bosque de KAradima en aquel tiempo” en que fueron precisamente ellos elegidos para ser obispos. Y temo que  el “estigma” seguirá supurando, aun cuando ya no existiera Karadima en Chile.

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