miércoles, mayo 1, 2024
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El Poder y la Justicia

Fue al mediodía de este lunes cuando salía  de la Corte de Santiago por calle Bandera y  empezaba a caminar por Huérfanos hacia el oriente cuando comenzaron los gritos y el tumulto. Unos 15 pacos con perros detenían al pintor, un hombre mayor, que sin molestar a nadie vende todos los días sus pinturas en la calle Huérfanos al lado de un kiosko de revistas entre Bandera y Ahumada.

¿ Su delito? No tener patente municipal para ejercer el comercio. Poco importa a los uniformados  si lo que vende es cultura o papas. No sabrían distinguir entre ambas.

Golpearon al pintor, le arrastraron, cayó al suelo, se rompió la cabeza, sangraba, le siguieron arrastrando hasta el vehículo cuya patente parecía ser la 51406, no importa, igual la ocultan o cambian. Pese a su resistencia y al esfuerzo de todos los que allí estábamos por impedirlo, finalmente se lo llevaron y junto a sus pinturas le arrojaron al furgón que partió veloz mientras algunos tomaban fotos y otros con razón gritamos “pacos  c………, cafiches del estado”, preguntándole a los oficiales porqué no usan la misma violencia para atrapar a los delincuentes que en el centro de la capital hacen de las suyas,  o porqué no se atreven con los intocables narcotraficantes.

Iracundos, impotentes, nos disgregamos. Cada cual vuelve a lo suyo. Reiteración amarga del país que tenemos, abuso del poder, injusticias diarias.

Poco rato antes nos habían notificado de que el tribunal no  procesaría a Matthei ni como autor ni como cómplice en el caso Bachelet. Increíble. Para que el lector lo entienda, digamos por enémisa vez que la AFEP no lo acusa de que él personalmente haya torturado, ni siquiera que haya dado la orden. Pero que formó parte de la estructura especialmente creada para el consejo de guerra del 73 de la Fach no podrá negarlo nunca nadie.

Está en el expediente el decreto que lo nombró director de la academia de guerra en diciembre del 73 y desde esas fecha y en ese local a su cargo era que se torturaba.  Allí asesinaron al menos a 6 personas, entre ellas al general Bachelet, amigo de Matthei. Era el dueño de casa, de la casa del horror.

A su cargo estaba la seguridad del local, el personal, el transporte y la comida. Nadie entraba o salida sin su conocimiento.. Tenía pleno dominio del hecho. Fue llevado allí a ese efecto. Lo ha reconocido en la TV y lo han reiterado testigos y los recientes careos. La ley militar y la ley penal civil le obligaban a impedir esos crímenes, o, al menos, a dar cuenta de lo que sucedía.

No hizo absolutamente nada. Es co autor o, en el peor de los casos, cómplice. Pero el poder judicial no da el paso. El poder es más fuerte.

Ese mismo día, tras 9 años de proceso, el ministro Manuel Antonio Valderrama decidió cerrar el denominado caso Riggs sin procesar a ningún familiar del ex gobernante. De poco sirvieron 388 tomos de investigación y quedarán en el limbo cerca de 18 millones de dólares que forman parte del patrimonio del dictador que además de asesino era ladrón. Sólo 6 de los militares autores del fraude terminarán enjuiciados. ¿Apelará el Consejo de Defensa del Estado?

En este proceso Pinochet fue sobreseído tras su muerte y en el caso de Lucía Hiriart y sus hijos, Lucía, Verónica, Marco Antonio y Jacqueline, todos ellos claramente implicados en los ilícitos, la Corte Suprema revocó 15 de los 23 procesamientos dictados por el entonces ministro Carlos Cerda por malversación de fondos públicos.

Sólo están sujetos a juicio los generales (r) Ramón Castro, Jorge Ballerino y Sergio Moreno Saravia, y los coroneles (r) Eugenio Castillo Cádiz, Gabriel Vergara y Juan Mac-Lean. Pero los Pinochet son intocables.

Los tribunales tampoco encontraron culpable alguno en el caso de los 33 mineros atrapados en el norte.

Es la complicada trama de relaciones detrás de la fachada entre el poder y la justicia, entre el poder y la policía. Mientras ella persista no habrá justicia verdadera. Quedarán impunes los dictadores y los torturadores. Los pacos volverán a patear a ciudadanos indefensos mientras los delincuentes disfrutan a sus anchas.

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