El lobby empresarial contra la reforma laboral continúa imperturbable. En esa cuerda, utiliza su poder mediático para ventilar opiniones de supuestos expertos, que desempolvan argumentos cada cual más peregrino, si es que no derechamente canallas, con el objeto de que los ingenuos e ignorantes crean que la tal reforma equivale poco menos que al acabo de mundo y al colapso económico de este «país ejemplo». Los argumentos más majaderos, no por ello menos repetidos, son la «libertad» de afiliarse o no de cada trabajador, el impacto negativo para las pymes, y la afectación al crecimiento. Ya que les pagan para eso, y no poco, por lo menos podrían ser un poco más creativos.
En ese tren, el Instituto Libertad y Desarrollo, el «tanque de pensamiento» de la UDI, identificó diez «trampas» de la reforma laboral. La versión es de El Diario Financiero:
«Una serie de puntos críticos o derechamente «trampas» en el proyecto de reforma laboral identificó Libertad y Desarrollo (LyD). Según un informe, a lo menos 10 serían los tópicos que generan inquietud en el centro de estudios, partiendo por -lo que denuncian- sería una sindicalización obligatoria «encubierta» en el concepto de titularidad sindical que incluye el proyecto.
«Si bien el proyecto de ley no establece la afiliación obligatoria a un sindicado, en términos prácticos es equivalente a que lo haga, ya que si la sindicalización pasa a ser el único camino que se abre al trabajdor para mejorar su situación en la empresa, es evidente que el precio que tiene que pagar por la libertad de afiliación resulta en la mayoría de los casos prohibitivo», señala LyD.
Como segundo punto, plantea que la reforma impactará negativamente a las pyme, ya que no contarían con los recursos «suficientes» para plantear acuerdos satisfactorios para la dirigencia sindical, como sí lo pueden hacer las grandes empresas.
También critica que se elimine la posibilidad de «descuelgue» de la huelga en caso que las condiciones ofrecidas por la empresa sean satisfactorias; la pérdida de privacidad de la planilla de remuneraciones; el impacto negativo que tendrían los pisos y los servicios mínimos para la viabilidad de las empresas; y la posibilidad de avanzar hacia una negociación por rama, entre otros puntos.
Ante esta hemorragia de sofismas y silogismos sólo cabe preguntarse: ¿qué tienen que andar metiéndose los empresarios en las formas de organización que decidan darse los trabajadores?
En el mismo carro, El Mercurio no podía estar ausente. Así, en la edición de hoy de Economía y Negocios, cita una encuesta de ICARE, uno de los tanques de pensamiento empresarial por antonomasia, según la cual «el 80% de los empresarios cree que la reforma laboral será negativa para la productividad».
Una vez más el desatino, la ignorancia y la mala fe. La reforma laboral no está diseñada para promover la productividad, sino para introducir todavía modestos niveles de equidad en la relación capital-trabajo.
Pero veamos lo que nos dice El Mercurio:
«La percepción pesimista entre los empresarios locales sobre diversos aspectos de la economía chilena hacia el mediano plazo, continúa. Así lo revela la encuesta realizada por Icare, en el marco de su foro empresarial «¿Cómo viene el 2015?», que se realizará el próximo martes.
El sondeo -que recoge la opinión de 358 altos ejecutivos de 328 empresas distribuidas a nivel nacional- muestra que el 80% de los consultados cree que la actual propuesta de la reforma laboral será negativa para la productividad del país.
En detalle, el 53% estima que el proyecto tendrá un impacto «negativo» y el 26,2% dice que será «muy negativo». Solo el 6% augura un efecto positivo en la productividad.
En términos de expectativas, llama la atención que el 81% de los altos ejecutivos consultados cree que las perspectivas de sus compañías serán este año iguales o peores que en 2014. Los que tienen una visión más positiva son solo el 20%.
En cuanto a proyecciones de ventas, el 38% de los empresarios augura niveles menores al ejercicio anterior. El 30% apuesta por números similares en 2015.
Los planes de inversión de las empresas chilenas también estarán contenidos en 2015, según la encuesta, ya que casi la mitad de los consultados cree que serán menores. De hecho, el 23,4% de las respuestas estima que serán significativamente más bajos que el año pasado.
Apuestas
Donde hay mayor consenso es en las principales variables macroeconómicas para este año. Casi el 60% de los altos ejecutivos estima que la variación del IPC a 12 meses será entre 3,5 y 4,5%.
Las proyecciones de crecimiento para la economía se apegan al consenso del mercado: el 55% de los consultados augura que el Producto Interno Bruto (PIB) se expandirá entre 2,5 y 3% este año. El 27,7% de los altos ejecutivos cree la actividad tendrá un rendimiento menor al 2,5%.
Respecto del dólar -que durante 2015 ha experimentado una importante alza, llegando a máximos de siete años-, 78% de los empresarios apuesta por un tipo de cambio observado a diciembre entre $600 y $650. Un menor grupo, de solo 5,5%, cree que la divisa norteamericana se cotizará sobre los $650. Casi el 30% de los empresarios cree que el PIB tendrá un alza menor al 2,5%».
Conforme a las más acrisoladas tesis del modelo neoliberal, tributario del modelo neoclásico, no se encuentra la menor mención del articulista, ni de los «expertos», y menos de los empresarios, al ciclo económico, que viene a ser el barómetro de la expansión o contracción de la economía. Tampoco ninguna a la descarada apropiación de la productividad del Gran Empresariado, o a los negativos efectos macronómicos de la concentración y el monopolio.
Les resulta más cómodo, demagógico y productivo echarle la culpa a la reforma laboral.
Pero la parcialidad puede estar tranquila. Lo único que se afectará con la reforma laboral será la desmesurada tasa de ganancia del sector del Gran Empresariado, el único que ha ganado en estos últimos 42 años.