Cada año, a fines de septiembre, los gobiernos envían al Congreso la máxima expresión de su poder ejecutivo: el proyecto de Ley de Presupuestos que define el gasto público, y los ingresos fiscales con los que se financia. ¿De dónde provienen los recursos que el gobierno emplea cada año? Buena pregunta.
El Presupuesto 2014 aún no está disponible en el sitio web del Ministerio de Hacienda, pero la presentación que hiciera Felipe Larraín, y el mensaje de Piñera al Congreso, dan algunas pistas.
Según estos linces, el PIB de Chile debiese alcanzar en el ejercicio 2014 los US$ 303 mil millones.
El Presupuesto del Estado alcanza los US$ 64.500 millones, o sea en torno al 21% del PIB.
A título comparativo, la media de los países de la OCDE se establecía, en el año 2010, en torno a un 33% y la media de la Unión Europea en torno a un 38%. La crisis iniciada en el año 2007 vino a modificar sensiblemente la parte del PIB colectada por los Estados para financiar los presupuestos públicos. Generalmente al alza.
En el año 2012 el fisco francés colectó un 44,15% del PIB, una de las tasas más altas entre los países de la OCDE, y la previsión para el año 2014 es de un 46,50%. En Bélgica, Suecia y Dinamarca esa tasa es aún más alta. Para situarse en la media de la OCDE, los Presupuestos del Estado de Chile debiesen alcanzar los US$ 100 mil millones.
Como puede verse la diferencia es respetable: unos US$ 35.500 millones que bastarían para financiar la Educación pública, laica y gratuita, prestaciones de Salud universal y de calidad, transportes públicos dignos, y algunos servicios más. Las cuentas no cuadran.
¿Quién le aporta al Presupuesto del Estado que financia el gasto y la inversión públicas?
En el Presupuesto 2013, primero que nada el IVA, que representa algo más del 40% del total con US$ 22.624 millones. Luego, el endeudamiento público, con más de US$ 4 mil millones, o sea un 10,55% del Presupuesto.
Viene a continuación el impuesto de 2ª categoría que pagan los salarios y las pensiones de la clase media, con poco menos de US$ 4 mil millones, o sea el 7% del Presupuesto.
Le sigue la venta de activos financieros del Estado, con unos US$ 3.270 millones y un 5,8% del Presupuesto. Los impuestos aplicables al tabaco y a los combustibles, sumados, aportan otros US$ 4 mil millones y en torno al 7% del total del Presupuesto.
El total de lo que precede representa más del 70% del Presupuesto anual. Súmale el aporte de CODELCO y otros menudos impuestos que paga el personal, y llegas a la conclusión siguiente: 17 millones de ciudadanos pagamos casi el 85% del Presupuesto del Estado.
El aporte empresarial es apenas un 15,50%. Comparativamente con la media de la OCDE, cada año el lucro se queda con US$ 35.500 millones que debiesen remunerar, directa o indirectamente, el trabajo y los servicios públicos.
Como quiera que sea, el Presupuesto 2014 le consagrará US$ 12.981 millones a la educación, o sea un pijotero 4,2% del PIB. Curiosamente, la OCDE afirma que Chile le consagra más del 7% de su PIB a la educación, o sea más que Finlandia, país reputado por disponer de la mejor educación del planeta y que gasta menos del 6% de su propio PIB.
¿Dónde está el error?
Por una parte, la diferencia la pagan las familias. Por la otra, buena parte de esos recursos van al lucro. Corolario: una educación cara y mediocre.
Lo mismo ocurre con la Salud. El Presupuesto le consagra US$ 9.981 millones, o sea un pinche 3,3% del PIB, allí donde los EEUU le consagran un 16% dejando 50 millones de ciudadanos sin cobertura médica, y Francia un 11% de su PIB asegurando una cobertura universal. Una vez más, las familias chilenas bancan la diferencia, a partir de salarios de mediocres a miserables.
¿Quién dijo Reforma Tributaria? Una de verdad, una que recupere de la riqueza creada con el esfuerzo de todos, US$ 35.500 millones al año. ¡Por lo menos!
¿Estamos o no estamos en la OCDE?
Fuente: Polítika N° 59