El gobierno norteamericano está empeñado en encarcelar a Edward Snowden, el ex técnico de una empresa subcontratista de la CIA, buscado por la justicia tras revelar un programa secreto de vigilancia electrónica y que se encuentra como pasajero en tránsito en el aeropuerto de Moscú, esperando la decisión de Ecuador a su petición de asilo. Aunque el presidente Barack Obama afirmó que no piensa enviar cazas para interceptar el avión en que viaje Snowden, amenazó con represalias económicas a cualquier país que lo ampare, lo que provocó una digna respuesta del gobierno de Rafael Correa.
Las denuncias de Edward Snowden, ex agente de la CIA, sobre el espionaje internacional masivo de Estados Unidos, incluso a sus aliados de la Unión Europea, no sólo han derivado en problemas diplomáticos a la Casa Blanca, sino que han puesto de manifiesto una vez más la política exterior prepotente y matonesca del imperialismo norteamericano.
El gobierno de Washington ha mostrado su malestar a Hong Kong y Moscú por brindar ayuda al denunciante, quien se encuentra como pasajero en tránsito en el aeropuerto de Moscú, mientras la cancillería de Quito decide su petición de asilo diplomático. La Casa Blanca ha amenazado con represalias económicas a quienes ayuden al prófugo norteamericano.
El caso tiene tintes novelescos y el enredo le gana a la ficción, por lo que acontece en vivo y en tiempo real, frente a nuestros ojos. Un solo ex agente de la CIA, de 29 años, está derrotando la “inteligencia” de los Estados Unidos, o mejor dicho, la carencia de inteligencia.
La historia de la fuga de Edward Snowden de Hong Kong, es digna de estudiar y aprender.
El domingo antepasado, en un restaurante de Hong Kong, los periodistas fueron alertados: “Prepárese para algo grande: él saldrá en cualquier momento”. En Hong Kong, eran las 12:30. En realidad, Snowden ya había despegado del aeropuerto Chek Lap Kok, en el vuelo SU 213, destino a Moscú, a las 11:00 horas, pero nadie lo sabía.
Hong Kong aún digería la primera página del South China Morning Post, que exhibía pruebas todavía más devastadoras del ciber-espionaje norteamericano contra China. A las 14:00 horas hubo la primera alerta: Snowden estaba en un avión rumbo a Moscú. Cuando la comunidad internacional comenzó a recibir noticias de Snowden, él ya estaba volando desde hacía cinco horas.
El ex agente jamás pensó pedir asilo político ni a Hong Kong ni a China. Siempre estuvo enfocado en “un tercer país”. Pero Snowden usó Hong Kong como plataforma ideal para revelarle al mundo cómo operan los intestinos del estado de vigilancia mundial montado por Estados Unidos.
Primero, Snowden hizo un bloque de revelaciones genéricas para el periódico The Guardian. En seguida, se sumergió en la clandestinidad para preparar la fuga porque sabía que Washington partiría contra él con uñas y dientes (¿y posiblemente con los fatídicos drones?).
Entonces, Snowden formuló otro conjunto de revelaciones, al diario South China Morning Post, enfocadas en Asia y China. Cuando Washington se despertó, Snowden ya había abandonado el edificio y a los dirigentes de la CIA no les quedó sino zapatear de rabia.
Frustración de la CIA
La salida de Snowden desde Hong Kong con destino a Moscú fue cronometrada meticulosamente, en una operación que involucró a Snowden y al gobierno de Hong Kong, con la mediación de WikiLeaks. La declaración del gobierno de Hong Kong fue distribuida a las 16:00 horas, cuando Snowden ya estaba viajando hacía cinco horas:
“El Sr. Edward Snowden dejó Hong Kong hoy día, por decisión personal, hacia un tercer país, por vía legal y normal, porque el gobierno no recibió información legal suficiente para considerar el pedido del gobierno de Estados Unidos, que pedía la prisión preventiva de Snowden”.
Esto quiere decir: el gobierno de la Casa Blanca supuso que simplemente podría intimidar al gobierno de Hong Kong: haz lo que ordenamos, o sal del frente… ¡y justo en el día en que los crímenes de hacking en serie de Estados Unidos contra Hong Kong y China eran titulares de los diarios!
Snowden ya estaba viajando desde hacía cinco horas rumbo a Moscú, y la prensa-empresa norteamericana aún cacareaba la narrativa oficial, repitiendo, como el consejero de seguridad nacional de Obama, que Snowden ya estaría detenido. Si Beijing tuvo o no influencia indirecta sobre la decisión del gobierno de Hong Kong, es una cuestión abierta a un mar de especulaciones.
El hecho es que la solución fue perfecta para Hong Kong, que pasaría a enfrentar la presión total de Estados Unidos para extraditarlo, pero también para Beijing, que exige furiosamente explicaciones sobre las acciones de la Agencia de Seguridad Nacional de los EEUU para espiar a las empresas chinas de telefonía, la red Asia-Pacífico de fibra óptica y hasta la Universidad Tsinghua de Beijing.
Queda la cuestión del pasaporte norteamericano de Snowden, revocado el día anterior. Dependiendo de cuándo, exactamente, Hong Kong fue oficialmente notificado, es posible que haya habido una estrecha franja de tiempo y Snowden haya conseguido presentar un pasaporte válido en la mesa de check-in de la Aeroflot en el centro de Hong Kong, a las 09:00 hrs. de la mañana del domingo, antes de los 20 minutos de tránsito hasta el aeropuerto Chek Lap Kok. También es posible que WikiLeaks haya conseguido otro tipo de arreglo legal. O el consulado ruso en Hong Kong, que permanece perfectamente callado.
La furia previsible en el Capitolio, llena de retórica contra las “naciones hostiles” combinada a la inevitable demonización del presidente da Rusia, Vladimir Putin, para no hablar del espía-jefe, el general Keith Alexander de la Agencia de Seguridad Nacional, además de las banalidades de siempre sobre “defender esta nación contra un ataque terrorista” presentando a Snowden como “un individuo que, en mi opinión, no actuó movido por un propósito noble”, todo suena como novela de espionaje barato.
Impacto contra el imperio
A la Casa Blanca no le gusta recibir un derechazo en el ojo. Para Washington, sólo queda esperar que Moscú detenga a Snowden. El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, dijo inicialmente que Rusia consideraría la posibilidad de darle asilo político a Snowden si le fuese pedido. La red Xinhua, a su vez, como era de prever, declaró: “Antes, Washington debe explicar las grabaciones”.
El gobierno de Washington, que desde hace mucho tiempo intenta pasar por la víctima inocente de los cibercriminales, aparece ahora como el más grande rufián de nuestra era.
La jugada maestra de Moscú para evitar la extradición de Snowden fue mantenerlo como pasajero en tránsito en el aeropuerto de la capital rusa. Es decir, técnicamente el ex agente no se encuentra en territorio ruso.
Ahora se juega la etapa final de la “Aventura Snowden”, después de alojarse en la cápsula-hotel que le acogió en el terminal E del aeropuerto de Sheremetyevo (the Four Seasons it ain’t), esperando embarcar una vez que Ecuador resuelva su petición de asilo.
Después de ello, al gobierno de Obama sólo le queda una acción de piratería aérea, interceptando la aeronave en que viaje Snowden o presionar y amenazar a la cancillería ecuatoriana con todo tipo de represalias, lo que ha sido rechazado fuertemente por Quito (ver recuadro).
La decisión de Hong Kong “decepcionó” al departamento de Justicia de los EEUU y, como informa Russia Today, la Casa Blanca ya está “pidiendo gentilmente que los países latino-americanos detengan a Snowden.
“En la misma línea cordial, todos los países del mundo deben “pedir gentilmente” que Washington ponga fin a su imperio mundial de bases militares.
En medio de la excitación mundial provocada por el ‘caso Snowden’, es importante que no se pierda el foco. El aspecto más crucial de la historia es que Obama es el Espía Supremo, mientras el general Keith Alexander, dirigente de la CIA, jura que el complejo de espionaje sería esencial para evitar acciones terroristas.
Ante amenazas de la Casa Blanca: Digna respuesta de Ecuador
Las amenazas norteamericanas contra Quito, por el posible asilo a Edward Snowden, evocan las palabras del héroe nicaragüense Augusto Sandino:
“Detrás de cada dólar, marcha un soldado yanqui armado hasta los dientes, amenazante como un lobo ansioso de deglutir, y ¡ay! del país que haya aceptado o pedido la ayuda de sus treinta monedas malditas”.
En respuesta a las amenazas de Estados Unidos de bloquear la renovación de preferencias arancelarias a Ecuador si otorga el asilo político a Edward Snowden, el gobierno ecuatoriano anunció que renuncia de forma «unilateral e irrevocable» a esos privilegios.
El secretario de Comunicación de Ecuador, Fernando Alvarado, en una concurrida rueda de prensa, señaló:
“La decisión del gobierno fue tomada frente a la amenaza, insolencia y prepotencia de ciertos sectores políticos, grupos mediáticos y poderes fácticos estadounidenses que han presionado para quitar las preferencias arancelarias -Atpdea, por sus siglas en inglés- a nuestro país. Ecuador no acepta presiones ni amenazas de nadie y no comercia con los principios ni los somete a intereses mercantiles por importantes que estos sean».
El secretario de Comunicación no se limitó a estas declaraciones e hizo un anunció sorprendente: «Ecuador ofrece a los Estados Unidos una ayuda económica de 23 millones de dólares anuales, monto similar al que recibíamos por las preferencias arancelarias, con el fin de brindar capacitación en materia de derechos humanos que contribuya a evitar atentados a la intimidad de las personas, torturas, ejecuciones extrajudiciales y demás actos que denigren a la humanidad».
Irónicamente, el vocero del gobierno ecuatoriano aseguró: «Expresamos el cariño, el aprecio y respeto al pueblo estadounidense, con el cual siempre mantenemos excelentes relaciones, y nos solidarizamos con ellos por el espionaje masivo que también ha recibido».
De este modo, el secretario ecuatoriano de Comunicación responde a las amenazas formuladas por ciertos funcionarios oficiales y legisladores estadounidenses sobre la posible retirada de esas preferencias, y otras represalias de tipo económico y comercial si Quito ofrece asilo político a Snowden.
El senador demócrata Robert Menéndez advirtió el miércoles pasado que la concesión de asilo al ex empleado de la CIA podría poner «gravemente en juego» la renovación de la Ley de Promoción Comercial Andina y Erradicación de la Droga (Atpdea) y también del Sistema Generalizado de Preferencias (GSP), que caducan el próximo 31 de julio.
Menéndez fue más lejos y aseguró que el gobierno de EE.UU. «no va a recompensar a países por su mal comportamiento», y llamó al presidente ecuatoriano, Rafael Correa, a que «haga lo correcto para EE.UU., y Ecuador deniegue la solicitud de asilo de Snowden».
Anteriormente, otro legislador estadounidense, el congresista demócrata Sander Levin, también había amenazado al gobierno de Quito con revocar la renovación de la Atpdea, si otorgaba asilo diplomático a Snowden.
Fuente: AsiaTimes