Brais Fernández
Es difícil añadir algo nuevo sobre la Asamblea de Podemos, más conocida como Vistalegre Dos. En realidad, podría haberse llamado Operación Triunfo, porque más que un debate congresual parece que los espectadores están eligiendo al candidato que abandona la Academia.
Un espectáculo vergonzoso (para todas las partes), sazonado de un ritual permanente de disculpas y flagelos que no cuestiona las razones de fondo de la situación: incluso Miguel Urbán, seguramente la persona que más ha hecho por evitar este show, ha pedido “perdón” en público, aun sin tener motivos para hacerlo.
Todavía es prematuro narrar lo que ha sido este proceso, así que he optado por resaltar 4 cuestiones que me parecen interesantes.
I – Podemos es algo más que sus dirigentes
La última encuesta del CIS, ya “cocinada” después de la apertura de la batalla abierta en la dirección de Podemos, seguía manteniendo a Unidos Podemos como segunda fuerza en intención de voto. Sabemos que en estos tiempos las encuestas no son muy fiables. Sin embargo, la encuesta revela algo más. Al igual que al M5S de Beppe Grillo, las crisis públicas afectan relativamente poco a nivel electoral a Podemos. Por una parte, eso refleja que hay un sustrato social descontento e impugnador que mira más allá del espectáculo: un voto “populista”, en un sentido de hartazgo plebeyo, que más que apoyar incondicionalmente a sus líderes, buscan castigar a élites. Por otra parte, esta situación revienta la hipótesis de la “autonomía de lo político”: desacraliza la presunta infalibilidad papal de la dirección de Podemos (“el equipo que nos había traído hasta aquí”), y pone en primer plano la existencia de una marea profunda de descontento que, aunque desmovilizada y débil organizativamente, sigue latente en la sociedad.
II – Podemos, internamente, vive en permanente crisis
Crisis, dimisiones, fraccionalismo: la arrogancia de los que habían creído poder olvidar la historia se ha vuelto en su contra. Los círculos son agrupaciones de partido, que en muchos casos (no en todos, hay excepciones y ejemplos muy positivos que contradicen esa tendencia general) no se relacionan apenas con la sociedad. Los Consejos Ciudadanos son parlamentos de fracciones. Las iniciativas públicas son armas de propaganda de cada corriente. La cultura política “podemita” tiende a fabricar políticos (como describió magníficamente Emmanuel Rodríguez: http://www.vientosur.info/spip.php?article12188) y un lenguaje vacío, que confunde propaganda con análisis. Sinceramente, no creo que todo eso se pueda revertir, que a corto plazo vaya a haber una afluencia a los círculos que regenere Podemos. Sólo hay dos opciones: que Podemos se autodestruya en una pelea sucia y suicida que dure meses, o acordar una serie de reglas que traigan la calma, aun asumiendo periódicos estallidos de tensión. Si esto es posible, se verá el lunes. Que nadie tenga fe en los dirigentes: todo dependerá del resultado, de la relación de fuerzas, de la necesidad.
III – Podemos concentra discusiones
Una de las principales características de una democracia liberal es la autonomía de la representación. Este Vistalegre Dos ha terminado convirtiéndose en un “parlamento” en donde los “representantes” de las diferentes tendencias concentran a través de la discusión las diferentes posiciones que existen en el movimiento. No ha habido canales de participación para las escasas bases que siguen activas: toda la participación se ha dado a través de las corrientes. Sin embargo, a pesar de todas estas distorsiones, me parece que se han clarificado tres polos muy definidos.
La propuesta estratégica del errejonismo es clara: partiendo de un profundo pesimismo antropológico, lo máximo a lo que podemos aspirar es a restaurar las condiciones previas a la crisis. Para ello, es necesario ganar para la causa a las clases medias, sostenedoras del futuro, para un pacto social más favorable a los de abajo. Sin cuestionar el marco institucional, sólo su uso, el errejonismo es lo que Bernstein fue en la socialdemocracia alemana: los que en realidad reflejan lo que está haciendo Podemos, pero que en vez de criticarlo, lo convierten en estrategia. Es decir, aunque el errejonismo ha perdido poder interno, es la corriente hegemónica (que no dominante) porque sus “formas” (en el sentido de marco conceptual) marcan la dinámica del debate: todo el mundo habla de ganar cuando todo el mundo sabe que a no ser que haya una reactualización de los acontecimientos externa, Podemos no ganará las elecciones. Todo el mundo, de repente, es comunicólogo y habla de “gente”, “marcos” y “los que faltan”. Se podrá derrotar al errejonismo numéricamente; ideológicamente, que es el terreno fundamental, llevará más tiempo.
El “pablismo” ha presentado una propuesta “togliatiana”: partido de lucha para el período de oposición, partido de gestión para el período de gobierno. Hay dos cosas que llaman la atención en el “pablismo”. Por una parte, su extrema debilidad ideológica: el “pablismo” depende totalmente del carisma incuestionable de Pablo Iglesias y de su agudeza intelectual. Pocas veces se ha visto una dependencia mayor, no sólo simbólica, de una corriente que no ha sido capaz de generar un programa ni una estrategia, sino solo una serie de impulsos basados en la inspiración de su líder, que oscila entre un instinto político en ocasiones muy lúcido y una evidente incapacidad para la construcción hegemónica. Sus cuadros gobiernan en clave pre “gramsciana”, esto es, sustituyendo el consenso por la fuerza. La segunda cuestión es que el pablismo tiene una cosa que el resto de corrientes no tiene, al menos en Madrid: una base popular, entre los sectores mas precarizados de la población, tradicionalmente inaccesibles para la izquierda. Por desgracia, el pablismo no utiliza esa potencia para crear “la vanguardia dirigente” del bloque histórico, sino para golpear a sus adversarios internos.
El sector animado por Anticapitalistas (Podemos en Movimiento), ha presentado una estrategia que trata de romper con el marco podemita. No se trata de “ganar”, sino de conquistar el poder: para ello, hay que ir más allá del asalto al Estado a través de las elecciones. De lo que se trata es de generar contrapoderes, instituciones, comunidad, de construir un bloque histórico en torno a un sujeto de clase: en definitiva, de construir algo parecido a lo que fue la CNT de los años 30, eso sí, con un dispositivo electoral capaz de ser una herramienta de ganar elecciones. Ese sector asume (o asumimos) que Podemos sólo ya no basta, aunque sin Podemos no será posible.
Fijada la tarea de tener una cuña en Podemos, la incógnita y el reto es saber si conseguirá (conseguiremos) ser decisivos aportando los elementos ideológicos y materiales necesarios para el desarrollo de la hipótesis propuesta. Para ello, se enfrentará (nos enfrentaremos) a varios retos. Por una parte, resistir las presiones materiales a la podemización. Ser híbridos, estar en otras realidades, no ser una “Izquierda Socialista”, esto es, críticos de izquierda funcionales a los aparatos, no dejarse arrastrar por la política de notables. Por otro lado, ser capaces de mantener una apertura en dos sentidos: hacia el mundo Podemos, donde Anticapitalistas gana apoyos por ser un foco de racionalidad frente a los aparatos, y seguir conectados con ese “afuera” irreductible a Podemos, cada vez más alejado de él, y sin embargo, tan en relación con el mismo.
Eso no significa soportar todos los caprichos y delirios de los sectores del activismo social (un mundo en el que las vergüenzas de Podemos también existen, incluidos los egos y los pontífices, solo que a otra escala) sino ser un puente para la creación de un área radical con una pata en la esfera político-representativa y muchas en las calles, en los barrios, en las luchas y en los centros de trabajo. Difícil, sin duda. Pero pocas veces una fuerza revolucionaria se había enfrentado a tantos retos y por lo tanto, dificultades, como Anticapitalistas y Podemos en Movimiento.
IV – La vida sigue
Podemos seguir con el “drama” todo lo que queramos. Esto no acaba el lunes y la ópera bufa tendrá muchos episodios más. Que nadie lo dude. Pero mientras tanto, habrá luchas, dispositivos por construir, experiencias por hacer. Para mi, ganará Vistalegre 2 quien no se deje atrapar por el remolino de aparato. Quien sepa utilizar Podemos para lo que sirve, que es para mucho: mantener al fascismo lejos, tener una herramienta para la política electoral y representativa como no hemos tenido nunca. La ofensiva, la posibilidad de construir un poder constituyente, está ahí fuera y está por inventarse.
(*) Militante de Anticapitalistas y miembro de la redacción de VIENTO SUR
Fuente: Viento Sur