Manuel Garí
Nadie que no sea un iniciado en el laberinto interno de la élite de Podemos puede comprender las claves del “debate-no debate” que se está produciendo de forma pública y cansina entre los llamados errejonistas y los denominados pablistas. Incomprensible cuando el momento es óptimo para consolidar a la formación morada como segunda en intención de voto y primera en la oposición con opción futura a formar gobierno.
El capital de confianza acumulado por Podemos puede evaporarse si en Vista Alegre II la organización no sale con un proyecto político claro para impedir que haya un cierre de la crisis del régimen del 78 -que no crisis del Estado-, particularmente de su arco de bóveda: el bipartidismo, y que se abra un duro y difícil proceso de cambio constitucional. La confianza de las clases subalternas y de la juventud en la nueva organización puede verse defraudada si no se combaten y frenan las políticas de austeridad impuestas por la Unión Europea que impregnan los presupuestos antisociales y las reformas de la legislación laboral pensadas contra los derechos de las y los trabajadores. De ahí la irresponsabilidad cainita.
El 15 M interpeló al régimen del 78 y denunció la corrupción, pero sobre todo exigió responsabilidades a quien hasta entonces simbólicamente representaba en el campo popular las aspiraciones más profundas: el partido socialista. Este entró en una crisis profunda de fondo, de proyecto. Las aspiraciones encontraron para muchos su expresión en Podemos. Lo único que explica que pese al espectáculo del culebrón que están ofreciendo quienes deberían estar dando soluciones, la intención de voto a Podemos no decaiga -según el CIS- son dos cuestiones. Podemos nació como necesidad de un amplio sector de la sociedad después de las luchas de la mareas, y no –como se ha rescrito de forma bobalicona y engreída- por el diseño de gabinete en un despacho de politólogos de la universidad; pero además, Podemos aguanta porque el PSOE no sale de su postración (de momento).
En estos días hemos leído/oído una serie de explicaciones de la crisis interna de Podemos en clave de conspiración entre camarillas. Se habla más de lealtades personales que de lealtades al proyecto y a las gentes de abajo. Alguno de los escritos llega a ser patético en términos de amor despechado. Otros justifican, pese a la importante formación filosófica de los autores, las muy equivocadas opciones políticas de Vista Alegre I tanto en sus términos políticos: ilusiones en ganar el gobierno al margen de las relaciones de fuerza entre las clases sociales, como en términos organizativos: máquina de guerra electoral jerarquizada que impide la participación y deliberación de la militancia de forma cotidiana. Y, para justificar lo que se dice, se muestran “viejas” fotos fundacionales en las que bastantes de quienes estaban no están. Pero… cometen una falta a la verdad. Son las fotos de una fracción -Claro que podemos (CQP)- que desde la dirección unificada de los hoy en riña dirigieron la organización. Esa foto es tardía, la foto real de la fundación de Podemos es la del Teatro del Barrio tomada bastante antes. Esa foto es la que mejor representa el futuro de Podemos donde no sobra nadie.
Podemos tiene en su Asamblea dos retos que no son tan simples como quién se queda con la corona. Por un lado, salir con un plan de trabajo y unas propuestas programáticas que permitan aparecer como opción fiable para formar un gobierno del cambio que, más pronto que tarde, tendrá que enfrentarse a la oligarquía europea y española y optar entre los de arriba y las gentes de abajo. Por otro, configurarse como un partido-movimiento democrático y capaz de alimentar y alimentarse de las energías de la sociedad, de las organizaciones sociales, de las aspiraciones y luchas de las y los subalternos. Podemos debe abrir brechas populares en las instituciones, pugnar por mejorar las condiciones de vida de la mayoría, pero no creer que pisar moqueta por si solo resuelve a favor del pueblo la correlación de fuerzas entre las clases. Para ello es necesario que Podemos, Unidos Podemos, las confluencias en Galicia y Cataluña, el nuevo municipalismo alternativo que configuran en conjunto un nuevo sujeto político, además de usar bien los escaños impulsen la autoorganización popular. El pueblo, los pueblos, ni se crean ni se destruyen, solo se transforman. Se transforman si aumenta su grado de conciencia, organización y empoderamiento, si se forjan nuevas alianzas, identidades y comunidades.
En la pugna entre Capuletos y Montescos, entre güelfos y gibelinos: ni unos ni otros. Yo opto por otra saga de ancestros que aparece y reaparece en el curso de la historia y adopta formas distintas, la de Espartaco. Esa y no otra es la razón de fondo por la que apoyo los documentos y la candidatura para Vista Alegre II de Podemos en Movimiento, por responsable, democrática, no sectaria y al margen de conspiraciones; ofreciendo soluciones, no relatos. Hoy lo principal es hacer frente a la “Gran coalición” PP-PSOE-Cs. Lo demás, como sabiamente dice el Eclesiastés, vanitas vanitatis.
(*) Economista, miembro de Podemos y militante de Anticapitalistas, pertenece al Consejo Asesor de VIENTO SUR.
Fuente: Público