Los últimos acontecimientos en la Alianza nos señalan dos cosas: la primera, que la derecha se prepara para no ganar. La segunda, que su máxima es evitar que la Nueva Mayoría obtenga un triunfo aplastante con el cual se puedan impulsar los cambios anhelados por la ciudadanía. La lucha electoral de la Alianza, en lo presidencial y en lo parlamentario, es para que todo siga igual.
Ése es su objetivo político para los próximos cuatro años. Es cierto que tiene dificultades para implementar su estrategia, lo que no significa que adolezca de claridad: detener los cambios que Chile necesita y las tácticas para lograr esto son diversas.
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Para la UDI, no cambiar nada. Pretenden que su candidata presidencial evite que Michelle Bachelet gane en primera vuelta. De conseguirlo, intentaran obtener más del 40% de la votación en segunda. La UDI está convencida que lo logra.
También está convencida que en primera vuelta, si la Alianza logrará un porcentaje mínimo del 35% en las parlamentarias, bastaría para que el parlamento se constituya en el principal muro contra los cambios.
Por otra parte, a la UDI le ilumina constantemente su fe en que, aunque exista una ciudadanía colectiva y empoderada, el terror sobre el individuo seguirá determinando conductas. Para ello siguen contando con los artífices del miedo: empleadores, policías y cárceles.
La segunda táctica es la de Renovación Nacional, la que consiste en cambiar algo para que todo siga igual. Este partido estima que hay que dar la impresión de cambio, pero que éste sea sólo apariencia. Siempre fue ese su leitmotiv.
Aquella patrulla juvenil que se decía ser la nueva derecha, se enquistó al estilo de la vieja. En lo institucional los inspira el miedo al recambio y al cambio. Siempre han conspirado para catalizar de mejor manera las eventuales transformaciones que se avecinan para que lo nuevo se haga parte de lo viejo.
Esta táctica tiene simpatizantes en el propio conglomerado de oposición. Algunos de sus integrantes siguen disuadidos por la idea del consenso político. Lo que se oculta detrás de aquella actitud refractaria, es en verdad miedo a los cambios que se anuncian ya que los cambios que Chile requiere, pueden poner en eventual peligro sus intereses económicos generados en los últimos veinticuatro años.
Las dos tácticas tienen como objetivo, impedir que el país exprese sus anhelos de democracia e igualdad mediante una asamblea constituyente, una nueva constitución y una reforma tributaria justa y equitativa.
Entonces, las actuales propuestas de modificación al sistema binominal son la mejor demostración de cómo se despliegan las tácticas de la derecha y como se suman a ella componentes del antiguo conglomerado concertacionista. Remisos de esta nueva coalición llamada Nueva Mayoría.
La estrategia de la derecha, que tiene por objetivo detener los cambios, es también manifestación de clase que se puede expresar en una tabla de doble entrada.
Mientras la UDI pretende explotar la mano de obra justo hasta el momento anterior al grito de rebelión, Renovación Nacional estima que seguir estirando el elástico hasta casi romperlo, puede inevitablemente llevar hasta el extremo en que no haya forma de evitar la ruptura.
Renovación Nacional estima que su aliada está jugando con fuego, con el fuego del descontento social, pero no tiene el respaldo de los grupos económicos que siguen apostando a la sobreexplotación y el terror como forma de contención social.
Otro flagrante descaro de nuestra burguesía criolla.
(*) Diputado por el Distrito de Tarapacá