Los resultados de la segunda vuelta de las elecciones de gobernadores regionales realizadas el 13 de junio, ratificaron ampliamente la derrota de la derecha en la casi totalidad de las 13 regiones en disputa, excepto la Araucanía, definiciones que se agregan a las del 15 y 16 de mayo en la V Región, en Aysén y en Magallanes.
Para Unidad Constituyente, los resultados de gobernadores son mejores que el desastre de la mayoría de sus integrantes en la elección de convencionales, alcaldes y concejales. Tenían más candidatos en disputa, y además el PC y el Frente Amplio apoyaron públicamente a sus candidatos tras el objetivo de ganarle a la derecha, como lo manifestaron públicamente sus abanderados presidenciales en varias regiones.
En la RM, la derecha se volcó a apoyar a Claudio Orrego, posibilitando su triunfo con un 52,71% versus un 47,29% de Karina Oliva, a pesar que ésta ganó en 32 comunas y Orrego solo en 20. Apoyo derechista dado a cambio del frente común en la batalla constituyente, como queda en evidencia en la cerrada defensa de los predicamentos del acuerdo del 15-N por todas las facciones del partido del orden.
Que Orrego es gobernador por los votos de Chile Vamos lo muestra la votación del Distrito 11 (La Reina, Las Condes, Lo Barnechea, Peñalolén y Vitacura), y particularmente la de la comuna de Las Condes, donde en la primera vuelta Orrego obtuvo 34.433 votos, y en la segunda vuelta alcanzó 102.855 votos, estableciendo con Oliva una diferencia de 89.666 votos, los mismos que posibilitaron su ventaja en la región, que alcanzó a 80.796 votos, datos todos del análisis hecho por EMOL.
En esas comunas la participación electoral osciló entre el 40% y 50%, mientras en las comunas populares fue entre 15% y 19% (a nivel nacional solo votó el 19,6% del padrón electoral, menos de la mitad que el 15 y 16 de mayo), lo cual acusa la incapacidad de la izquierda para convocar a traducir la movilización popular en participación electoral. Sin dejar de considerar la cuarentena para la RM sospechosamente decretada el día anterior a las elecciones.
Ilustra la estrepitosa derrota derechista el titular de EMOL “Los resultados en clave presidencial: duro escenario de Chile Vamos, impulso a Provoste y avance del FA-PC”, a la vez que trasunta el temor ante la posibilidad que la derecha no logre remontar su crisis y sus divisiones internas, y se vean obligados –como en la segunda vuelta de la RM- a apoyar a la DC, específicamente a Yasna Provoste, cuyo nombre dijo Carmen Frei, presidenta de la DC, que iban a considerar.
De ser así se estaría repitiendo el escenario de las elecciones presidenciales de 1964, con una derecha absolutamente debilitada y una izquierda en ascenso, lo cual la llevó a dejar en la estacada a su candidato Julio Durán, y entregar su apoyo al candidato presidencial de la DC Eduardo Frei Montalva. El campanazo de alerta lo había dado en marzo de ese año el “naranjazo”: el inesperado triunfo de Oscar Naranjo, candidato socialista en una elección complementaria de diputado en Curicó.
Según Max Colodro, las cifras son decisivas para la carrera presidencial, y abren una tremenda oportunidad a la DC y Provoste, pues la situación de la derecha es tan crítica que hay un sector grande en su interior que está optando por un candidato DC para impedir el triunfo de la izquierda, como lo confirman los resultados de Santiago Oriente. Asimismo, tanto Colodro como Mauricio Morales coinciden en que el resultado es un importante avance de la izquierda.
Entre los diversos hechos que evidencian la crisis de Chile Vamos está el argumentado apoyo entregado por el diputado de RN y presidente de la Cámara, Diego Paulsen, a Sebastián Sichel, y la declaración de apoyo al mismo candidato de unos 60 alcaldes y concejales, gestionada con la ayuda del diputado de RN Tomás Fuentes. Entre los dichos de Paulsen para explicar su apoyo a Sichel, declaró que la única conclusión que podemos sacar como sector es que “nos arrollaron en las últimas elecciones”, y que urge renovar el proyecto y los liderazgos de la derecha. Similar desafección con su candidato presidencial ha ocurrido en el seno de la UDI.
En todos estos hechos está presente como componente fundamental del nuevo cuadro político, el crecimiento de la votación del PC a casi el doble. El mayor peso e incidencia del PC determina nuevos énfasis en las alianzas y en las relaciones con los aliados, le confiere más fuerza a los contenidos antineoliberales y a la alianza con el mundo social y sus demandas, y determina con más fuerza la conducta de adversarios y enemigos.
Así lo reconoce Guido Girardi, quien afirma que “el PC es quien mejor ha logrado capitalizar la rabia, canaliza el sentimiento de frustración e irritación”, y agrega que la Concertación terminó rompiendo su vínculo con el mundo social, con los sindicatos, el mundo obrero y popular, se burocratizó y abandonó las luchas. Los más autocomplacientes tomaron la hegemonía de la conducción gubernamental, y una parte adscribió a un capitalismo más compasivo.
La candidatura presidencial de Jadue
Faltando un mes para las primarias presidenciales del 18 de julio, se ha iniciado la campaña legal de las candidaturas de Daniel Jadue y Gabriel Boric, la primera en Concepción y la segunda en Magallanes. La candidatura presidencial del alcalde de Recoleta continúa creciendo en influencia social y política organizada, al 15 de junio se habían constituido más de 506 comandos en todo el país, que organizan de mil modestas maneras la propaganda y las actividades de la campaña. Su programa, recién dado a conocer, está suscitando amplio respaldo, y será una poderosa herramienta para hacer frente a la desinformación y la campaña del terror de la derecha y de la ex Concertación. En la presentación del programa estuvieron presentes representantes del partido Igualdad, Izquierda Libertaria, Acción Humanista, y sectores socialistas.
El pasado 10 de junio se conoció una carta de los ex presidentes del PS Germán Correa, Gonzalo Martner y Jorge Arrate, titulada “A ochenta y nueve años de la República Socialista de 1932: una respuesta”, que analiza críticamente los planteamientos hechos por otros tres ex presidentes del PS, que aún militan en sus filas: Osvaldo Andrade, Camilo Escalona y Ricardo Núñez.
La carta, que reivindica la historia de lucha conjunta con el Partido Comunista, que condujo a Allende a la victoria y que llevó adelante un proyecto socialista de trascendencia universal, afirma que el Partido Socialista atraviesa hoy por uno de sus momentos más difíciles por haberse comprometido con el modelo neoliberal y con una alianza centrista que lo desperfila y aparta de su trayectoria histórica. Señala que su dirigencia lo deriva hacia posiciones “socialdemócratas”, ajenas a su historia e identidad, insistiendo en mantener su alianza con las fuerzas centristas, que en su momento fue necesaria por el contexto histórico determinado por la dictadura, pero que ha sido superada por la historia.
Hoy, cuando la movilización social ha abierto paso a la posibilidad cierta de cambiar esa camisa de fuerza constitucional y de abrir paso a un nuevo proyecto democrático popular para Chile, es vital la unidad de la izquierda. Eso significa procurar un amplio entendimiento con todas sus expresiones orgánicas actuales, incluyendo desde luego al Partido Comunista.
En la reciente carta de tres ex presidentes del PS -Andrade, Escalona y Núñez-, su única preocupación es la defensa malentendida de una dignidad partidaria que estaría siendo vulnerada por juicios emitidos por dirigentes del PC respecto al papel de la alianza de centroizquierda de la que el PS es parte. Pero mucho más que las opiniones de dirigentes del PC, son las críticas de nuestro propio pueblo las que más impactan nuestra conciencia, porque enrostran al PS debilidades e inconsecuencias que lo han llevado a su lamentable condición actual, que sus dirigencias en ejercicio no son capaces de enfrentar.
En medio del debate sobre el reglamento de funcionamiento de la Convención tras el pronunciamiento de 34 convencionales que instaron a no subordinarse al acuerdo del 15-N y a hacer efectiva la soberanía popular, Jadue ha recordado que “algunos dijeron, cuando se firmó el acuerdo del 15-N, que estábamos firmando por una Asamblea Constituyente, que era lo mismo la Convención Constitucional que la Asamblea Constituyente … lo que nos tienen que contar los que firmaron es si ellos pensaban que son el poder originario y que son los soberanos o que la Convención Constitucional era soberana”. Podremos evaluar –cuando lleguemos al gobierno y con el nuevo Congreso que haya- hacer también los cambios al acuerdo a través de la vía institucional si es que no se logran poner de acuerdo. Lo que no podemos hacer es poner en riesgo el proceso constitucional para que este fracase y siga la Constitución de Pinochet, que es lo que a muchos de los firmantes del 15-N les encantaría.
Los acuerdos firmados en el Congreso se pueden modificar con acuerdos firmados en el Congreso. El Congreso hoy es una de las instituciones que tiene menos prestigio y legitimidad, yo pediría que nadie tratara de apropiarse de un proceso que partió con el pueblo, que el pueblo lo impuso y se lo arrancó al Congreso y al gobierno, y no tratemos de que esto fracase restándole legitimidad porque tiene toda la legitimidad y los que están ahí tienen derecho a discutir todo lo que quieran discutir.
Todo ello en medio de una gran ofensiva mediática y de rodeo a los convencionales para intentar pautearlos, insistiendo una y otra vez que es necesario dialogar y llegar a acuerdos, lo cual en otras palabras es un llamado a llegar a acuerdos con la derecha. Un ejemplo claro de ello fue la invitación de los rectores de la Universidad de Chile y la Universidad Católica a los convencionales a un encuentro para presentar los aprendizajes y hallazgos de la iniciativa de Conversaciones Ciudadanas Tenemos que hablar de Chile.
Tres Tercios, Cuatro Cuartos y Cambio Estructural
Después del 13 de junio, es indudable que el país regresó, al menos, a la histórica configuración electoral de tres tercios, que predominó durante la mayor parte del siglo XX.
En rigor, cuatro cuartos, si se considera la emergencia de una izquierda social reunida en torno a la simbología de la revuelta iniciada el 18 de octubre de 2019, que ha anunciado intenciones de competir en las próximas elecciones parlamentarias en listas independientes, sin partido instrumental que las agrupe, y sin descartar ni confirmar candidato a la primera vuelta presidencial.
En un análisis preliminar de ese cuadro, se pueden prefigurar las siguientes tendencias, para la segunda parte del súper ciclo electoral de 2021, el 21 de noviembre y 19 de diciembre (en caso de segunda vuelta presidencial), con elecciones presidenciales, parlamentarias y de consejeros regionales.
1.- Debido a la existencia de la segunda vuelta se puede prever que los cuatro sectores descritos, llevaran candidatos a primera vuelta presidencial, con afán de medirse, y muy probablemente listas parlamentarias y de CORES, con una configuración similar a las elecciones del 15 y 16 de mayo.
2.- Las principales incógnitas en la elección parlamentaria, radican en a) si continúa el declive electoral de la derecha y b) si las listas independientes mantienen su rendimiento, o lo mejoran, en caso de aprobarse una moción presentada por diputados del PC y el FA, que permite que los independientes formen pactos entre ellos, o ir en pacto electoral con otros partidos políticos, y formar subpactos, entre ellos o con partidos políticos, mismo sistema que utiliza la elección de concejales.
3.- Con los datos actuales –necesariamente provisorios, dado que no consideran el trabajo de campaña- se puede esperar, entre los escenarios probables, una segunda vuelta entre el candidato de la izquierda y la candidata de la concertación. A su vez, al interior de ella, parece avanzar la candidatura de la presidenta del Senado, Yasna Provoste, de la DC, sobre la representante de la socialdemocracia, Paula Narváez, del PS. Tanto por el pobre desempeño de ésta última en las encuestas, y que, objetivamente, no da el ancho, como por la sutil maniobra de su rival, iniciada con la oferta de mínimos comunes, que le permite cosechar réditos de diverso tipo, incluyendo cobertura en el sistema mediático y la consiguiente subida en las encuestas, señal inequívoca de que el partido del orden asumió, no sin razón, que es la única carta que le puede disputar la mano a Jadue, en la segunda vuelta presidencial.
4.- En ese contexto, la derecha y la concertación pueden repetir un frente común contra la izquierda; como lo hicieron con Frei Montalva, en 1964; la Confederación Democrática, en 1972, contra Allende, y el pacto de gobernabilidad de 1989 a la fecha, que dio origen al partido del orden y la república neoliberal. De hecho, la derecha votó en bloque por Orrego, mientras que el senador Francisco Chahuán, de RN, llamó a la unidad de la derecha con la concertación para «evitar el tsunami rojo de extrema izquierda».
Dirigentes de Chile Vamos, como Macaya de la UDI, temen que se repita lo de la RM: una segunda vuelta sin la derecha. Otros, como Juan Manuel Ossandon, señalan sin tapujos que “Provoste puede ser una buena presidenta”. La derecha se defenderá de muchas maneras, transformando sus partidos, implementando provocaciones, intensificando la campaña del terror, redoblando la manipulación mediática.
Al hablar de la Confederación Democrática, CODE, hablamos de la coalición Partido Nacional-PDC que, según las evidencias consignadas en documentos desclasificados de la CIA y en el Informe Church del Senado de Estados Unidos, desarrollaron una conspiración sediciosa para derrocar al gobierno de Salvador Allende, orquestada y dirigida por el gobierno de Estados Unidos. En mayo de 1973 la derecha democratacristiana había reemplazado a la directiva progresista de la DC que se entendió con la UP en muchas de las medidas del gobierno popular, y la Cámara de Diputados, dirigida por la DC, aprobó una declaración el 22 de agosto de 1973, que llamó a los comandantes en jefe de las FF.AA. a desconocer la autoridad del Presidente de la República.
En este marco son plenamente legítimos los dichos de Daniel Jadue de que todo Chile espera que todos los partidos y las FF.AA. se comprometan a que nunca más se pongan a disposición de un gobierno extranjero para derrocar a su propio gobierno porque eso es traición a la patria. Como señaló Guillermo Teillier, si lo han hecho otros, por que no lo puede hacer Jadue, refiriéndose al Estatuto de Garantías que la DC exigió a la Unidad Popular para votar por Allende en el Congreso Pleno.
En un espacio de tres tercios, dos de ellos en pacto tácito o explícito, con los antecedentes y condicionamientos, históricos y de clase del Chile profundo, clasista, machista y conservador, es evidente que tienen la mejor posibilidad.
Sin embargo, hay que considerar el proceso que se está viviendo al interior del PS, en que crece un sector que reivindica la historia e identidad allendista y de izquierda del partido, en los términos planteados por la carta de Correa, Arrate y Martner. Y en el esquema de cuatro cuartos, la confluencia entre la izquierda histórica, o política o heredera de Allende, o como se le quiera llamar, y la izquierda social, territorial y multifacética, puede acortar la diferencia.
Una campaña que la exprese, en el contexto de la agonía del modelo, puede encargarse del resto, en el sentido de elevar la participación electoral proveniente del universo de la abstención. Este encadenamiento de supuestos conduce a que, por segunda vez en la historia del país, un programa de cambio no solo de autoridades, sino de modelo de desarrollo, es votado por la ciudadanía.
5.- Si esa confluencia ocurre, sería la vía más corta, expedita, y de menor costo, para emprender un modelo de desarrollo distinto, como en su momento lo fue la entrañable propuesta de Salvador Allende.
6. – Por múltiples razones, puede, también, no suceder. Entre ellas, inmadurez, incompatibilidad programática, disonancias cognitivas, desconfianzas seculares, personalismos, tribalidades culturales, incomprensión de la oportunidad histórica y un largo etcétera.
7.- Si esas razones prevalecen, y el bloque hegemónico logra un sexto período de gobierno desde 1990, tampoco modificará sustancialmente la tendencia; evidentemente al costo de otros cuatro años no ya de más, sino de menos de lo mismo. El modelo de desarrollo se agotó. No fue ni será capaz de distribuir lo que promete. Si llega a La Moneda, la representante del statu quo, dejará las cosas más o menos donde mismo, apostando a la restauración natural de la tasa de ganancia, y la recuperación de los mercados. En consecuencia, no tocará la estructura tributaria, ni re-nacionalizará el cobre, el litio y los recursos nacionales, ni desmantelará el sistema privado de pensiones, ni financiará derechos sociales con tributación progresiva, y otro largo etcétera.
8.- Por tanto, lo principal no radica solo en la elección del 19 de diciembre de 2021, sino en el avance, en la conciencia colectiva, de la necesidad de un modelo alternativo, construido por un abigarrado, diverso y multifacético movimiento político y social, que haga posible lo necesario. Cuanto antes lo logre, menor será el sufrimiento social. Con los datos de hoy, claramente se puede otro Chile, a condición de la unidad política y social de las fuerzas que se proponen ese objetivo.
Los resultados electorales conseguidos en mayo y junio deben interpretarse como un hito para seguir avanzando, primero en julio y después en noviembre. Lo que se haga ahora va a determinar lo que pase en julio y noviembre. En primer lugar, para elevar la participación electoral. Muchos no fueron a votar debido a las restricciones de la pandemia y al temor a contagiarse, y la abstención creció en la segunda vuelta de gobernadores. No hay duda que cuantos más chilenos voten, más grande será el respaldo de la izquierda, lo que podría verse ayudado por la ley de voto obligatorio, que ya fue aprobada por 107 votos en la Cámara de Diputados.
Está además el desafío de acompañar con cabildos y movilización popular las deliberaciones de la Convención, y al mismo tiempo, de seguir exigiendo al gobierno una solución digna para las apremiantes demandas de los chilenos, enfrentados al aumento de los contagios de Covid-19 debido a la ausencia de medidas eficaces del gobierno ante la demanda de ayudas adecuadas.
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