El periodo de acumulación de capital , entre 1945 y 1970, fue extremadamente alto en todo el mundo y la hegemonía geopolítica de los Estados Unidos no se encontraba impugnada. La geocultura del liberalismo centrista estaba era la ideología dominante. Nunca el capitalismo parece haber funcionando tan bien. Sin embargo, esto no iba a durar mucho tiempo.
El alto nivel de acumulación de capital, que favoreció particularmente a las instituciones y al pueblo de los Estados Unidos, llegó a un punto limite porque el sistema no pudo garantizar el cuasi-monopolio de las empresas productivas.
El fin del cuasi-monopolio significó que la acumulación de capital, en todo el mundo, empezó a estancarse y los capitalistas tuvieron que buscar modos alternativos para mantener de sus beneficios.
El método fue trasladar las empresas productivas a zonas de menor coste e iniciar la transferencia especulativa del capital existente, lo que habitualmente llamamos financiarización.
En 1945, el cuasi-monopolio geopolítico de los Estados Unidos se enfrentó solo con la potencia militar de la Unión Soviética. Con el fin de asegurar su cuasi-monopolio, Estados Unidos tuvo que entrar en un acuerdo tácito, pero eficaz, con la Unión Soviética, en “Yalta.”
Este acuerdo implicó una división del poder mundial, dos tercios para Estados Unidos y un tercio para la Unión Soviética. Además, acordaron no interferir en actividad económica de cada uno.
Al mismo iniciaron la “guerra fría”, cuya función no fue derrocar al otro (al menos en un futuro previsible), sino mantener la lealtad de sus respectivos satélites. Este cuasi-monopolio también llegó a su fin debido el status quo acordado perdió legitimidad en las naciones perdedoras.
Este período permitió a los movimientos antisistémicos tradicionales, (la vieja izquierda) comunistas, socialdemócratas, y movimientos de liberación nacional – llegar al poder estatal en diversas regiones del sistema-mundo, algo que parecía altamente improbable en 1945.
Un tercio del mundo estaba regido por partidos comunistas. Un tercio gobernado por partidos socialdemócratas (o su equivalente) en la zona paneuropea (América del Norte, Europa Occidental y Australia).
En esta zona, el poder se alternó entre los partidos socialdemócratas (que abrazaron el estado de bienestar) y, los partidos conservadores que también aceptaron el estado de bienestar, tratando solo de reducir su extensión.
En el Tercer Mundo, los movimientos de liberación nacional llegaron al poder conquistando la independencia en la mayor parte de Asia, África y el Caribe, y se instalaron regímenes populares en una América Latina, ya independiente.
Dada la fuerza de los poderes dominantes, especialmente los Estados Unidos, no pareció anómalo que los movimientos antisistémicos llegaron al poder en este periodo.
De hecho, fue todo lo contrario. Ante el impacto revolucionario de los movimientos anticoloniales y antiimperialistas, los Estados Unidos hicieron concesiones con la expectativa que llegarían al poder fuerzas “moderadas” dispuestos a operar dentro de las normas aceptadas por el propio Estados Unidos.
Esta expectativa resultó ser correcta.
El punto de inflexión fue la revolución de 1968, cuya dramática corta duración- de 1966-1970- tuvo dos resultados principales. Uno de ellos fue el fin de la larga dominación del liberalismo centrista (1848-1968) como la única ideología legítima en la geocultura. En lugar de ello, tanto la ideología radical de izquierda y la ideología de la derecha conservadora recuperaron su autonomía y el liberalismo centrista se redujo a sola una de estas tres ideologías.
La segunda consecuencia fue que nuevos movimientos, en todo el mundo , declararon que la vieja izquierda ya no era en absoluto antisistema. Su llegada al poder no había cambiado nada de importancia, declararon. Veían a la vieja izquierda como parte del sistema.
Por tanto, la combatieron con el fin de crear movimientos realmente antisistémicos y tomar así el relevo.
¿Que paso después? Una asertiva derecha conservadora empezó a ganar terreno. Tanto en los Estados Unidos, con el presidente Reagan, como en el Reino Unido, con la primer ministro Thatcher, se decidió poner fin al “desarrollismo” dominante. Se instaló el advenimiento de la producción orientada a la venta en el mercado mundial.
Ambos mandatarios impulsaron la política del “no hay alternativa” (TINA). Como en forma paralela disminuían los ingresos del Estado en la mayor parte del mundo, la mayoría de los gobiernos buscaron préstamos, que sólo recibieron si aceptaban los nuevos términos del TINA.
Fueron obligados a reducir drásticamente el tamaño de sus estados y eliminar el proteccionismo, mientras que se limitan drásticamente los recursos para el Estado del bienestar y se aceptaba la supremacía del mercado. A este proceso se le llamó el Consenso de Washington, y casi todos los gobiernos cumplieron con este importante cambio de enfoque.
Los gobiernos que no cumplieron fueron aislados, y el nuevo orden se terminó de imponer con el espectacular colapso de la Unión Soviética. Después de algún tiempo , los estados que cumplieron con el TINA , han descubierto que el prometido aumento del ingreso real para la mayoría de los trabajadores no se produjo.
En su lugar, sufrían las políticas de austeridad impuestas sobre ellos. Hubo una reacción al TINA, marcada por el levantamiento zapatista de 1995, las exitosas manifestaciones en Seattle en 1999 (contra el intento de promulgar los llamados derechos de propiedad intelectual) y la creación en 2001 (en Porto Alegre) del Foro Social Mundial en oposición al Foro Económico Mundial, pilar de TINA desde larga data.
A medida que la izquierda global recuperó fuerza, las fuerzas conservadoras se reagruparon . Ahora pasaron de énfasis exclusivo en la economía de mercado, y mostraron su cara socio-cultural conservadora.
En un principio gastaron mucha energía en cuestiones tales como las manifestaciones anti-aborto o el apoyo a las conductas heterosexual excluyente. Utilizaron estos temas para ganar partidarios para una política activa. Luego se volvieron xenófobos, contra los inmigrantes, y abrazaron un proteccionismo al que los conservadores económicos se habían opuesto tenazmente .
Sin embargo, los defensores de los derechos sociales ampliados (el “multiculturalismo”) copiaron las nuevas tácticas políticas de la derecha con éxito, logrando en la última década avances significativos en temas socio-culturales.
Los derechos de las mujeres en primer lugar ,seguidos de los derechos de los homosexuales (matrimonio homosexual) y de los derechos de los pueblos “indígenas” han ganado amplías mayorías.
Así que, ¿dónde estamos?
Los conservadores económicos ganaron y luego perdieron fuerza. Sin embargo, la izquierda global parece todavía a la deriva. Esto se debe a que aún no se han mostrado dispuestos a aceptar que la lucha entre la izquierda y la derecha global mundial es una lucha de clases y que esta lucha debería hacerse explícita.
Con la crisis estructural, todavía en curso, que comenzó en la década de 1970 y que probablemente dure otros 20-40 años, el problema no es la reforma del capitalismo, pero si su sistema sucesor.
Si la izquierda global quiere ganar esta batalla decisiva, debe construir una sólida alianza de las fuerzas anti-austeridad con las fuerzas multiculturales.
Reconociendo que ambos movimientos representan aproximadamente el 80% de la población mundial es probable que la izquierda puedan finalmente vencer. Para concentrar la lucha contra el 1% también debe tratar de atraer al otro 19%.
Esto es exactamente lo que se entiende por lucha de clases.
Fuente: Socialismo 21