por Lautaro Carmona (*).
Sin desconocer el rol que debieran jugar las encuestas en la medición de opinión pública, en un momento determinado, y frente a un tema concreto, hace rato que las encuestas vinculadas a empresas, y empresas vinculadas a medios de comunicación, han hecho de sus trabajos una profecía autocumplida.
La encuesta dice que mide, mide, los medios titulan y reiteran, y de esa manera, lo que la encuesta dice, amplificada por los medios, crea convicción sobre lo que dice la encuesta.
En mi opinión, la capacidad de influir sobre la opinión pública que tiene esa simbiosis entre las empresas que hacen las encuestas y los medios de comunicación, en definitiva los mismos, debe ser regulada.
Es curioso que una campaña abierta, cívica, democrática, que busca la mayor participación ciudadana en las próximas elecciones, emprendida por el Gobierno, sea calificada por la derecha, y el propio Sebastián Piñera, como una intervención del gobierno en el proceso electoral.
Tan curioso como la última encuesta de la derecha, de la CEP, que promueve intencionadamente una menor participación ciudadana, a través de la arbitraria categoría de los que votarán con seguridad, reducida al 47% del electorado, sin la menor justificación estadística que la avale.
Entonces, ahí se advierte esa complementación entre diseños políticos, encuestas y medios de comunicación, para ellos bastante virtuosa y productiva; pero desde el punto de vista democrático, una trampa que dificulta la decisión soberana sobre quién debe gobernar Chile.
El otro dato que entrega esta encuesta, puesto que algún pudor deben tener, es que habrá segunda vuelta, y proyectada mecánicamente la votación entre quienes están en contra de la derecha y su propuesta de retroceso a los avances democráticos, suma más que la de Piñera, incluyendo la de José Antonio Kast.
Luego hacen una triquiñuela en la proyección de segunda vuelta, consistente en bajar la participación ciudadana, y por esa vía, generar la sensación de distancia de Piñera sobre Alejandro Guillier.
Hay un par de cosas que no han podido tapar. Una es esa. No pueden asumir que Piñera podría ganar en primera vuelta. Los números no les dan. Y segundo, han tenido que desdibujar el apoyo a José Antonio Kast, para hacer más normal el asalto al voto de la ultraderecha, la más reaccionaria, la más pinochetista, pues ese el el discurso de Kast, y pasársela a Piñera.
Son datos a tener en cuenta, y vienen a darle la razón a la gran campaña que debemos hacer para que vaya mucha gente a participar en las elecciones, sin perjuicio de validar y valorar las convocatorias y propuestas que lleva adelante el Gobierno, que son las que han desatado estas manifestaciones tan reaccionarias de la derecha y de Piñera en particular, que ha puesto las cosas en un discurso hecho para el gran empresariado, el empresariado más rico del país, y para la derecha más dura, custionando los avances democráticos alcanzados durante el Gobierno de la Presidenta Bachelet.
(*) Diputado del Distrito N° 5, candidarto al senado por la Circunscripción de Atacama