sábado, mayo 18, 2024
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Dementes, Ignorantes, Mentirosos ¿o Apenas Neoliberales?

por Francisco Herreros.

Por momentos, declaraciones de ministros del actual gobierno inducen la pregunta si el país está gobernado por una caterva de dementes irresponsables, fanáticos peligrosos o mentirosos consuetudinarios; o peor, una combinación de esas características.

Es casi de no creerlo. En plena crisis desatada por los incendios forestales, fenómeno de frecuencia progresiva, en rigor efecto hundido del modelo monocultivo de plantación forestal -en Chile, pino radiata y eucaliptus- el subsecretario del interior, y ministro subrogante, Rodrigo Ubilla, no encuentra mejor explicación que atribuirla a la lucha del pueblo mapuche:

“Yo diría que algunos de los incendios que se han producido en el último tiempo están asociados al tema de la causa mapuche”.

El fundamento de la acusación se reduce a una vaga casuística: hay incendios de carácter premeditado, algunos brigadistas han sido amenazadas con armas de fuego o aviones cisterna han recibido disparos.

Como es habitual en estas acusaciones al voleo, no se suministra prueba alguna de la conjura; que por virtud de la paradoja, de ser cierta, demostraría una pavorosa impotencia del Estado:

“Cuando se le dispara a un avión que está apagando un incendio hay una intencionalidad distinta. Hay un arma de fuego que se utiliza para amedrentar a las brigadas de la empresa que estaba combatiendo el incendio, se les obliga a salir del lugar, y al avión se le produce el daño que todos conocemos. Eso tiene una intencionalidad distinta a la imprudencia de la cuadrilla de la empresa de comunicaciones…”.

Mentiras y videos

En lugar de proferir disparates, Ubilla debiera aprender que los incendios forestales en el período estival, presentan una prevalencia cíclica, siempre que se den ciertas condiciones, tales como sequía y altas temperaturas, cada vez más frecuentes en Chile, y persista la incapacidad de manejo y control de esa enorme masa boscosa.

Así sucedió en la temporada 2014-15 y en el fatídico verano de 2017, sin necesidad de ninguna causa mapuche.

A pesar de ello, o tal vez por lo mismo, Ubilla no resistió la tentación de meter un gol comunicacional:

“Este año van 45 mil hectáreas quemadas, versus 559 mil de 2017″.

Luego, se preguntó a qué se debe, y respondió:

«Yo creo que a los recursos por un lado, pero también una mayor coordinación, hoy día si sumamos los recursos privados que se están utilizando en coordinación con los recursos públicos, nos lleva a que multiplicamos nuevamente por dos”.

Lo dijo el mismo día en que el reporte oficial registraba 96 incendios forestales, de los cuales 42 estaban activos, 51 controlados y 3 extinguidos.

En el informe de la ONEMI, el número de hectáreas afectadas llega a 53 mil, entre de 2018 y el 31 de enero de 2019; lo cual permite estimar que nuevamente la cantidad de hectáreas arrasadas superará las cien mil, a julio de 2019.

La estadística anual de incendios forestales de la ONEMI muestra un comportamiento estandarizado, entre los cinco mil y ocho mil incendios anuales; entre 2003 y 2018:

En consecuencia, se trata de un problema estructural, asociado a las características del monocultivo forestal, donde ningún lugar tiene una supuesta causa mapuche.

¿Miente Ubilla?

El tema es más complejo, como se verá a continuación.

Brutal escarnio a la inmigración

No menos atrabiliaria, brutal e irresponsable fue la arremetida del ministro de Salud, Emilio Santalices, contra los inmigrantes, a propósito de la estadística de 6.948 nuevos casos de VIH en el país en 2018, un incremento del 16,2% respecto al año precedente:

“Cuando uno desagrega esta cifra puede encontrar que la mayor parte de estos pacientes son pacientes extranjero; es decir, ¿qué es lo que ha ocurrido acá? Tenemos un cambio en nuestro perfil epidemiológico en donde los pacientes, los chilenos, y creemos que en eso ha contribuido todo el trabajo que ha hecho desde que iniciamos el plan de VIH, tienen una cifra similar a lo que había ocurrido en los años anteriores no ha aumentado de manera significativa los pacientes con VIH. En cambio, sí los pacientes se han incrementado dado que han venido pacientes con VIH a Chile».

No satisfecho con ello, Santalices, que entre otros títulos de posgrado ostenta un doctorado en salud pública, rebatió con arrogancia la profusión de críticas a semejante impertinencia:

“Ahí están las cifras. Ellas hablan por sí solas. Cuando uno desagrega las cifras puede encontrar que la mayor parte de estos pacientes son extranjeros».

Al igual que a Ubilla, las estadísticas desmienten a Santalices: entre el 2010 y 2017 menos del 10% de los casos diagnosticados fueron extranjeros.

El presidente ejecutivo de Iguales, Juan Enrique Pi, replicó con acritud:

“El ministro Santelices hace una declaración muy irresponsable, porque la mayor parte de los casos, más del 60%, corresponden a chilenos; además omite que en los últimos ocho años la prevalencia del VIH en Chile ha sido casi del 100%. Entonces, hay que dejar de responsabilizar a otros, y para eso, el gobierno tiene que asumir que quién ha fallado aquí es el Estado”.

La socióloga especializada en temas de migración y académica de la Universidad de Chile, María Emilia Tijoux, afirmó que con declaraciones irresponsables, Santalices evade el tema de fondo:

«Me parece que lo del ministro de Salud es extremadamente irresponsable. Formando parte de la Red Salud Norte, donde hay muchos profesionales de la salud, tanto chilenos como extranjeros, estas cifras no pueden leerse de esa manera. Se está atribuyendo a la llegada de inmigrantes la infección del VIH, cuando en realidad se trata de de la falta de políticas de Estado».

Para peor, Santalices propuso la peregrina tesis de que el aumento en el número de casos de VIH debe también debe asociarse a la píldora del día después:

«Cuando aparece la píldora del día después ya no usan condón para evitar el embarazo. Entonces, todos estos elementos contribuyeron y esto por mucho tiempo se fue invisibilizando y hoy en día tenemos estos resultados”.

La camorra que se armó todavía no termina.

La vocera de la Coordinadora Feminista 8 de marzo, Alondra Carrillo, señaló:

«Las declaraciones del secretario de Estado son irresponsables y que éstas demuestran que no es la persona idónea para liderar la cartera. Son declaraciones a lo menos barbáricas y dan cuenta de una ignorancia muy profunda. Esto deja más clara la necesidad de levantar la huelga feminista del 8 de marzo”.

El director ejecutivo de la ONG Vivo Positivo, Manuel Jorquera, manifestó:

«Que una persona venga a ofender así a las mujeres, me parece que altamente vergonzoso. No tengo idea qué rienda tiene este ministro para hablar tanta estupidez, y me sorprende que nadie, ni ningún otro poder del Estado, lo detenga”.

Intoxicación ideólogica

Este aparentemente extraño comportamiento no está radicado en la esfera de la sicología, sino en la política, y más precisamente, en la ideología.

El ministro y el subsecretario son partidarios militantes de la teoría de que sobre el mercado no hay relaciones sociales posibles; lo cual equivale a afirmar que, en estricto rigor, el mercado es la realidad.

Luego, no se puede ir contra ella; salvo de que se trate de terroristas o subversivos.

Ellos no creen en el Estado, en tanto representante del bien común, tampoco en la organización social, y menos, en cualquier acción política que interfiera en el mercado.

En esa delirante visión sobre-ideologizada de la realidad, el Estado no es sino el mecanismo que asegura la libre concurrencia en el mercado, principalmente a través de la fuerza militar.

Las crisis no existen, y de presentarse anomalías, el Estado debe limitarse a administrar medidas que aseguren la competitividad de los mercados, única medida para reestablecer la confianza, la disciplina y la inversión.

Un Estado así, debilitado por cuatro décadas de agresión neoliberal, no está en condiciones de solucionar crisis recurrentes, o emergencias, como las elevadas tasas de incendios forestales en veranos tórridos, o el incremento en la prevalencia de VIH.

Pero eso no significa en modo alguno que los ejecutantes sectoriales del gobierno de Piñera se priven de la costumbre de sacar ventaja en la pelea corta, mediante este tipo de declaraciones altisonantes, distorsionadas y provocadoras.

Como saben que no pueden ofrecer soluciones -porque el modelo no las tiene- recurren al camino fácil de identificar culpables y lapidarlos a peñascazos.

Los judíos de 1936-1945 son los inmigrantes del hoy, especialmente si son de color.

Adicionalmente, los sátrapas cuentan con la protección del sistema mediático, el cual les garantiza que, una semana después, esas barbaridades serán olvidadas, y eventualmente reemplazadas por otras, sin que estas o aquellas les salgan siquiera por curados.

En rigor, la novedad no reside en las declaraciones de estos personajes, sino en que ocupen cargos en el gobierno, avalados por el voto ciudadano.

No están ahí por la superioridad de sus ideas, sino por la incapacidad de la oposición real, aquella que se propone el cambio social, de presentar al país una alternativa que le parezca viable.

Mientras eso no suceda, personajes execrables como Piñera, Chadwick, Ubilla y Santalices, y en general, la primera línea de la hegemonía neoliberal, seguirán disponiendo de oportunidades para proclamar sus sandeces.

No hay otras opciones en el actual arsenal político, para enfrentar la hegemonía dominante, a nivel local o global, que no sean consciencia, organización y construcción de una mayoría políticamente determinada.

La actual fragmentación de las fuerzas del cambio hace que el objetivo se perciba lejano. Pero esa no es razón suficiente para abandonar la lucha.

La historia provee numerosos ejemplos de atajos inesperados.

Las contradicciones del capitalismo ofrecen una pródiga cantera.

A la inversa, jamás los representantes políticos del 0,1% lograrán ser sostenidos por mayorías políticas conscientes, a despecho del actual vuelco electoral a la derecha, que no tardará en mostrar su inconsistencia.

El trabajo político consciente debe enfocarse en la construcción de esa mayoría.

Solo una vez que se alcance esa madurez política, habrá condiciones políticas, materiales, institucionales y culturales para pasar a la etapa histórica del post-neoliberalismo, que es casi decir, la superación del capitalismo.

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