Abril es el mes límite en donde el alcalde debe dar la cuenta pública de la gestión municipal del año, por esto, es clásico ver en la última semana de este mes la mayor cantidad de eventos de esta índole en las diferentes comunas.
La ley exige que la cuenta pública debe ser presentada al Concejo Comunal, al COSOC y al Consejo de Seguridad Publica, además plantea que esta debe considerar el balance del año correspondiente, la marcha general de la municipalidad, entre otros elementos especificados en la Ley orgánica constitucional de municipalidades.
La cuenta pública, en su espíritu, debiese cumplir con tres roles claves, ser un instrumento de fiscalización, de participación y de evaluación de la gestión municipal. Para los tres casos, la cuenta pública es aún una instancia débil.
En primer término, como herramienta de fiscalización, la cuenta pública adolece de criterios homogéneos en su elaboración y comunicación, pues aunque determine los contenidos mínimos, no se establece el cómo se deben entregar estos contenidos, lo que convierta a la cuenta en un compendio de información real, pero sesgada e intencionada por la misma autoridad municipal, quien, en su generalidad, solo muestra avances y triunfos de su gestión, dejando “la cuenta” como un simple nombre a un evento de propaganda.
En cuanto a la participación de la comunidad, esta se limita a su representación en el COSOC y a la invitación de algunas organizaciones a la sesión de concejo correspondiente a la cuenta pública. Para cubrir esta falencia algunas municipalidades generan instancias de cuenta pública más abiertas y masivas, pero esto queda a criterio de la alcaldía de turno.
Si bien es un instrumento de comunicación entre la institucionalidad y la ciudadanía, es aún muy incipiente, pues queda en la primera etapa de la participación ciudadana, la información. La retroalimentación de la cuenta pública se limita a muy pocos espacios y actores muy determinados, evidenciando el carácter vertical y unidireccional de este instrumento.
Finalmente, como instrumento de evaluación y de proyección de la gestión municipal, se evidencia que los criterios que existen para las cuentas públicas no permiten realizar una comparación de la gestión municipal en diversas áreas entre las comunas y entre distintos años en la misma comuna, pues, aunque se pretenda ser objetivo en la declaratoria de la cuenta, estas marcan los énfasis que la misma gestión quiere realzar tanto en las áreas de gestión como en los objetivos municipales.
En la práctica, las cuentas públicas son un acto de propaganda de la gestión municipal más que una instancia de participación o de transparencia real.
Y aunque la cuenta pública sea un instrumento que declara una intención de las municipalidades en mejorar su gestión, al igual que otras normas, está quedando como una exigencia técnica de la ley y perdiendo su espíritu centrado en la comunicación con la ciudadanía, la trasparencia de la gestión y el mejoramiento de la misma.
Hoy el desafío esta puesto en el cómo los municipios y su administración logran salir del mínimo exigido por la ley, e innovan en la forma y el fondo en que las cuentas publicas contribuyen realmente a la participación ciudadana, la gestión municipal y la transparencia interna.
(*) Área de Desarrollo Social y Participación. ICAL
Fuente: ICAL
http://www.ical.cl/2017/04/falencias-en-las-cuentas-publicas-municipales/