Desde siempre los humanos han querido prevenir, evitar o, al menos, reducir los daños de los fenómenos incontrolables. Primero, de la naturaleza (ciclones, tempestades, sequías, aluviones) para, luego, incorporar las malas intenciones de los prójimos. Adelantarse al futuro es la expresión máxima del poder, sobre todo, si ello permite acciones respaldadas por los poderes terrenales propios de la guerra.
Para ello se suele recurrir a los dioses, desde el Olimpo al Tibet; desde el Palenque al Cuzco. Todo esto sirve para combatir la “mala suerte” y atraer la “buena suerte”. En todo caso, siempre hay representantes terrenales que leen los respectivos oráculos. Ciertamente, en este oficio de pitonisas y sacerdotes, algunos han terminado en la hoguera pero, en general, viven bien de estas actividades.
No obstante, también hay (los habrán?) aquellos, como el famoso Glad Consuerte de Walt Disney que, haga lo que haga, siempre las cosas le resultan favorables para sus aspiraciones. En política confiar en los gurús, pitonisos, en las constelaciones, o seguir ciertas rutinas cabalísticas, puede redituar menos que confiar en los sistemáticos, frecuentes y garrafales errores de sus adversarios, sumado a una cierta característica en el actuar de los propios, como veremos.
Nadie podría decir que el caudal electoral que Bachelet expresó en las primarias, se deba a los descomunales esfuerzos realizados en estos cuatro años por ella como candidata, o al tremendo respeto y prestigio que gozan sus partidarios que quedaron en Chile. Más aun, llegó diciendo cosas que con el tiempo han ido, sino cambiando, al menos acomodándose.
En otras circunstancias, esta actitud distante podría haber sido causa de bajas en la adhesión pero, como en el fútbol, los partidos también se ganan con autogoles.
Todos sabemos que el pinochetismo (aquellos que les cuesta decir que la dictadura fue dictadura), que es un subconjunto mayor de la derecha, se iba a derrumbar con el tiempo como pasó con el franquismo, pero que esto haya pasado justo en este momento y con la profundidad que se expresa quizás podría atribuirse a “la suerte”.
Tan profunda es la crisis de la derecha que hasta Hermógenes Pérez de Arce ha recuperado vocería…al mismo ritmo que pierde adhesión. Ya no se puede ser pinochetista a medias porque no sirve.
La flamante y tercera candidata de la UDI, demostrando que la fama por efímera que sea es muy atractiva, llamó dictadura al régimen de Pinochet en su primera entrevista como presidenciable.
La UDI ha hecho un “numerito histórico” en pocas semanas bajando, primero, a su candidato emblemático, por colusión contra los consumidores y tener platas en paraísos fiscales. Esto que era “impresentable” para ser candidato presidencial de la derecha parece que se olvidó porque la candidata hija del general de la Junta Militar, se paseó con él y ahora se le ofrece un cupo a senador.
Nadie sabe si Longueira, el candidato ideológico también bajado, que ayudó o fraguó el defenestramiento del candidato Golborne habría aceptado esto. Total, los “muertos” no hablan aunque cuidado!!…hasta Pedro Navaja, finalmente no estaba muerto.
De otra parte, hay candidatos que vuelven cuando ya se habían sentado (como esos jugadores principiantes de pool que escuchan caer una bola). Pero, ahora para Allamand el veto UDI era irreversible, lo cual puede hacerle concluir que, de todos modos, tenía la carrera perdida porque si hubiese ganado las primarias, habría tenido que correr solito.
Pero, ahora la que correrá bastante sola, más allá de las fotos, es doña Evelyn que -aarte de la improvisación y el tiempo que toma hacer creer que es candidata a presidenta- debe convencer a la población que no está “para parchar no más”.
Nadie sabe cómo ella podrá manejar a la reina de las batallas en la derecha que, ni siquiera es evitar el doblaje sino, ganarle al compañero de lista. Si Allamand fuese tan competitivo por qué no lo pusieron en una parte para evitar el doblaje? y si Golborne fuese tan competitivo por qué lo proponen donde está Allamand?
En esta lucha, con corvos y otras armas prohibidas en las guerras convencionales, solo una casualidad –la suerte no está para ellos al parecer- le permitiría a la Alianza aspirar a ganar. Más bien, como dicen analistas, incluso de derecha, se está arriesgando un resultado catastrófico. En esta comedia pública, la mayoría de los chilen@s toma palco mirando pasar arlequines por la televisión dando las más jugosas explicaciones a la crisis.
No cabe duda que es una crisis política profunda, previa y trascendental porque la depresión es previa y masiva (más temprano que tarde se sabrá lo que realmente ocurrió u ocurría en lo personal con el candidato Longueira). Que todo se haya juntado en este proceso electoral en el momento preciso para las aspiraciones de la candidata Bachelet, debemos reconocer que es una suerte adicional para ella.
“La suerte” también juega en su favor por el otro flanco. Durante cuatro años se viene incubando un movimiento social, de lejos protagonizado por los estudiantes que apuntó con un apoyo muy masivo y respaldado por encuestas nacionales, que apunta no solamente al sistema sino a sus administradores en lo que se le atribuye responsabilidades similares a la derecha y la Concertación.
No obstante, por las razones que sean (el listado de adjetivos pertinentes es largo incluyendo algunos poco elegantes) nadie de entre ellos es capaz de unir fuerzas siquiera para lo que están de acuerdo. Es fácil entender que todas esas instancias desconfíen de la Concertación, (aunque la candidata concertacionista se haya apoderado de muchas reivindicaciones del movimiento social en las últimas semanas) porque ya tuvieron tiempo de hacerlo y no lo hicieron, pero es menos comprensible que desconfíen en esa magnitud entre ellos.
Se vio patético, por ejemplo, el foro de CNN este martes 23 de julio con los candidatos presidenciales Jocelyn Holt, Miranda, Sfeir e Israel (se excusaron Enríquez Ominami, Claude y Ruz pero ni se pensó, al parecer, convocar a Bachelet y Mathei) que no fueron capaces de decir nada tan diferente entre ellos y muchas generalidades. ¿Es necesario que vayan separados?
Aun si por satisfacer el ego personal no haya manera de bajarlos como presidenciales, podrían -por elemental sentido de la POLITICA-intentar una lista parlamentaria con las 3 o 4 ponencias principales en que coinciden… Pero tampoco!!!.
Súmele que Jackson formó su partido (Revolución Democrática) y que tampoco quiere unirse con nadie y solo espera que lo apoyen en Santiago centro, y que el grupo de la Izquierda Autónoma (con el presidente de la FECH, Boric, candidato a diputado por Punta Arenas) tampoco dialoga pero, al menos no pusieron presidenciables, pero tampoco buscan listas conjuntas.
Es decir, la candidata Bachelet y la concertación tienen también la suerte que en la “oposición crítica” hay al menos 10 referentes, cada uno por su cuenta, sin contar a los movimientos sociales propiamente tal. “Así no llegan ni a la esquina” dice la gente y se les aleja.
Las “suertes” no terminan aquí. La Concertación ha incubado durante este tiempo en su interior dos visiones que son diferentes. La una muy conservadora, representada -para hacer fácil su identificación- por el equipo programático predominante en el Comando; la segunda, una visión progresista que se hace cargo de los cambios solicitados por la gente y que, perfectamente, podría coincidir con la diáspora de los críticos pero que permanece en la coalición concertacionista (en esta vuelta incluso se sumó el PC que, probablemente, se aburrió de intentar juntar críticos sin destino y prefiere, desde ahora, privilegiar la participación parlamentaria).
Si bien, en las primarias se expusieron ambas posiciones (Velasco y Gómez) la candidata ganadora se mantuvo en generalidades más parecidas a las que resume el movimiento social chileno, pero siempre dejando claro que… aún hay mucho que estudiar y precisar.
En estas circunstancias, no fue difícil luego de las primarias, dar un golpe sutil -pero no menos rotundo- al nombrar a su equipo programático.
Es decir, de una parte, se defiende reformas radicales pero se nombra en su comité asesor, justamente, a algunos paladines del conservadurismo (es decir, de quienes prefieren conservar la institucionalidad, ritmo y profundidad de los gobiernos de los últimos 25 años).
Las críticas al equipo -que llueven en las redes sociales- probablemente no le exigen dar explicaciones, justamente por la dispersión de los descontentos.
De otra parte, los “no considerados” en el comando pertenecientes a los partidos de la concertación han mantenido críticas prudentes porque, finalmente, uno de los voceros reales, el Presidente del PS O. Andrade, les dijo: “y qué si se modera el programa”.
En ciertos círculos concertacionistas se ironiza -hasta el borde del cinismo- con el Programa aludiendo a que, finalmente, para gobernar nadie mira los programas. Esto es posible porque la gente no “cobra” a los políticos que no cubren sus expectativas aunque fuese negándoles el voto.
En esta perspectiva, la postulante al segundo período presidencial personal tiene una tercera “suerte”. No necesita que sus huestes piensen parecido porque el poder se reparte fuera de las ideas, en lo cual hasta el PC entró en el juego.
Ciertamente todo lo descrito podía pasar, pero hay que reconocer que cuando todo pasa en el momento preciso y de manera simultánea, provoca la envidia de quienes esperan constelaciones favorables invocando dioses de todos los pelajes o de los supersticiosos
profundos.