En una dramática escalada del conflicto entre Irán e Israel, Estados Unidos atacó tres instalaciones militares iraníes, pero lo que hizo, en realidad, es pisotear arteramente el derecho internacional.
El presidente estadounidense Donald Trump confirmó que la operación fue “totalmente exitosa”, asegurando que “las principales instalaciones de enriquecimiento de uranio fueron completamente y totalmente destruidas”.
Los ataques incluyeron los sitios nucleares de Fordow, Natanz e Isfahán, objetivos clave del programa atómico iraní.
El ataque, ejecutado por bombarderos furtivos y municiones de alta penetración, ocurre tras una semana de hostilidades abiertas entre Israel e Irán que ya habían dejado cientos de muertos y heridos en ambos bandos.
Las reacciones internacionales no se han hecho esperar: mientras Washington y Tel Aviv celebran la operación como un “golpe histórico”, países como Rusia, China y aliados árabes de Irán condenan lo sucedido calificándolo de violación a la soberanía y un riesgo grave para la paz mundial.
El ataque artero de la primera potencia militar, apoyado en terreno por un régimen genocida, por sorpresa, con alevosía, sin riesgo ni oposición, contra una potencia de segundo orden, con un poder bélico irremisiblemente menor, no es una gloriosa gesta militar, ni una decisión valiente, ni menos, un paso hacia la paz.
Es un acto de jactanciosa cobardía, un grosero atropello al derecho internacional, un peligroso reemplazo de la diplomacia, y una agresión a un Estado soberano, que puede agudizar el sempiterno conflicto en la región más volátil del planeta.
Si el mensaje es que los conflictos se resuelven por la fuerza, entonces Estado Unidos carecerá de estatura moral para invocar el derecho internacional, cuando sea atacado con la fuerza, sea en guerra abierta, encubierta o irregular.
El truhán pelirrojo, fatuo y arrogante cree que puede volver atrás el reloj de la historia.
Pero olvida que, desde Alejando a Julio César, pasando por Gengis Khan y Tamerlán, los reyes Carlos Quinto y Victoria, y más recientemente, hasta Hitler y Napoleón, invariablemente han creído clavar la rueda de la fortuna, sin parar mientes en que, exactamente en momento de la cúspide de su efímero poder, se inició la inexorable marcha hacia el ocaso.
Resta por ver cuantas víctimas generará esta falta de respeto y atropello a la razón dos líderes claramente fuera de sus cabales, como Trump y Netanyahu.
Cronología: de la tensión latente a la guerra abierta
La confrontación entre Irán e Israel se gestaba desde hacía años, pero estalló abiertamente el 13 de junio de 2025, cuando Israel lanzó por sorpresa una serie de bombardeos masivos contra instalaciones en territorio iraní.
Aquel ataque inicial –el mayor en décadas contra Irán– tuvo como objetivo centrales nucleares y bases militares iraníes, incluyendo el reactor nuclear de Arak y otras instalaciones estratégicas en Teherán, Isfahán y Kermanshah.
Teherán respondió lanzando misiles balísticos y enjambres de drones armados contra ciudades israelíes. En los días siguientes, la guerra se intensificó con bombardeos mutuos: Irán atacó Tel Aviv y otras localidades, llegando incluso a impactar un misil en un hospital del sur de Israel, mientras Israel continuó una “ola de ataques sin precedentes” sobre territorio iraní.
El ataque: bombardeo con “bunker-busters”

El ataque estadounidense ocurrió en las primeras horas del domingo 22 de junio de 2025 (hora local iraní), aproximadamente a las 5:30 a.m., cuando el país persa despertaba bajo las sirenas antiaéreas en varias provincias.
El ataque fue ejecutado por un grupo de bombarderos furtivos B-2 Spirit de la Fuerza Aérea de EE.UU., dotados con armamento de penetración de búnker de última generación.
Según confirmó posteriormente un funcionario del Pentágono, los B-2 –desplegados desde su base en Misuri y apoyados logísticamente vía la isla de Guam– fueron elegidos por su capacidad de volar largas distancias sin ser detectados por radares, así como por poder cargar las enormes bombas antibúnker GBU-57A/B “Massive Ordnance Penetrator” de 13 a 14 toneladas.
Este tipo de munición es la única en el arsenal estadounidense capaz de perforar decenas de metros de roca y hormigón armado antes de explotar, necesaria para alcanzar instalaciones enterradas como Fordow.
Horas antes, diversos reportes ya habían avistado a estos bombarderos en ruta, indicando que estaban “cargados con su armamento completo” y listos para la misión.
No se emplearon misiles de crucero lanzados desde buques o drones en este caso; la naturaleza fortificada de los blancos exigía la potencia y precisión de un ataque aéreo directo con bombas de caída libre guiadas.
Trump detalló que tres sitios nucleares iraníes fueron bombardeados: la planta de enriquecimiento de uranio Fordow, la instalación de enriquecimiento principal en Natanz, y un complejo nuclear-militar en Isfahán.
Estos tres objetivos constituyen el núcleo del programa nuclear de Irán y habían sido identificados desde hace años por inteligencia occidental como instalaciones críticas:
Fordow, ubicada cerca de la ciudad santa de Qom, a unos 90 km de Teherán, es la planta más resguardada del programa nuclear iraní. Construida bajo la montaña de Kuh-e-Deraj a 80 metros de profundidad, estaba protegida por gruesas capas de roca y concreto, así como por baterías antiaéreas S-300 de fabricación rusa.
Alberga centrifugadoras avanzadas capaces de enriquecer uranio a alto nivel de pureza al 83.7%.
En la operación actual, Trump reveló:
«Se lanzó una carga completa de bombas sobre el sitio principal».
Esto implica que los B-2 descargaron varios MOPs secuencialmente para fracturar la montaña y detonar en la caverna subterránea. Las primeras informaciones iraníes tras el ataque confirmaron “varias explosiones” en la zona de Qom y daños en parte de la instalación de Fordow.
Natanz es la instalación nuclear más grande de Irán, ubicada en la provincia de Isfahán, centro del país. Consiste en un amplio complejo con enormes salas de centrifugadoras, parcialmente subterráneo.
Natanz ya había sufrido sabotajes y ataques encubiertos en el pasado; incluyendo explosiones atribuidas a Israel en 2020 y 2021, que dañaron sus salas de centrifugado.
La defensa antiaérea iraní en Natanz y en la cercana base aérea de Kashanm se activó al detectar “objetivos hostiles”, pero fue superada por la tecnología furtiva de los B-2.
A falta de un recuento oficial, se presume que la capacidad de enriquecimiento de Natanz ha quedado gravemente comprometida tras el impacto combinado de los ataques israelíes y estadounidenses.
En las cercanías de la ciudad de Isfahán se encuentran varias instalaciones sensibles: una planta de conversión de uranio, laboratorios de investigación nuclear y depósitos de misiles balísticos de largo alcance.
Medios iraníes y la agencia Fars confirmaron “ataques cerca de los centros nucleares de Isfahán.
Horas después del ataque, la información sobre víctimas era aún fragmentaria.
Dado que los blancos principales eran instalaciones militares/nucleares y que el ataque ocurrió de madrugada, es probable que la mayoría de los trabajadores y científicos no estuvieran en pleno turno, lo cual podría haber limitado la pérdida de vidas.
Irán reportó personal de seguridad y técnicos desaparecidos o heridos en Fordow tras el colapso parcial de galerías subterráneas, según la agencia Tasnim.
En Natanz, algunas edificaciones de la superficie quedaron en ruinas y se declaró un incendio en los edificios administrativos externos.
Por el momento Irán no ha divulgado cifras oficiales de muertos por estos bombardeos, pero se teme que varios ingenieros y guardias hayan perecido especialmente en Fordow, dada la intensidad de la detonación necesaria para destruirla.
No se reportaron bajas estadounidenses en la operación. Trump destacó que “todos los aviones se encuentran ahora fuera del espacio aéreo iraní” y “regresan sanos y salvos a casa”, felicitando a los pilotos por la misión cumplida.
Agregó con visible satisfacción:
«Ningún otro ejército en el mundo podría haber hecho esto».
Exacto. Ningún otro ejército del mundo, salvo el israelí, atacaría al derecho internacional con esa grosera irresponsabilidad y prepotencia.
La Fuerza Aérea de Irán afirmó haber lanzado misiles antiaéreos durante la incursión, pero reconoció que los aparatos enemigos lograron evadir sus radares.
Videos aficionados en redes iraníes mostraron la estela fugaz de los B-2 en retirada hacia el oeste.
Israel estuvo «en completa coordinación con EE.UU.
La inteligencia israelí proporcionó a Washington información de objetivos actualizada, logística en tiempo real y posible apoyo en tareas de distracción de las defensas iraníes.
Mientras los B-2 atacaban, la fuerza aérea israelí mantuvo vuelos de distracción en zonas opuestas de Irán para dispersar la atención de los radares.
El primer ministro Benjamín Netanyahu habló con Trump justo después del ataque y posteriormente declaró que EE.UU. “actuó con mucha fuerza” y “cambiaría la historia” con esta acción.
Esto indica que la alianza Washington-Tel Aviv operó de forma sincronizada, compartiendo tanto la motivación estratégica, la operación de falsa bandera de frenar el avance nuclear iraní, como la ejecución táctica del golpe.
Actores involucrados

El panorama de actores en este incidente abarca desde fuerzas militares directas hasta aliados, mediadores y grupos regionales que juegan roles secundarios pero importantes.
A continuación, identificamos a los principales protagonistas y su papel en el ataque y en el conflicto en general:
Estados Unidos
La acción fue ejecutada por el Comando Central de EE.UU. (CENTCOM), que supervisa las operaciones en Oriente Medio. Bajo órdenes aprobadas por el presidente Trump como Comandante en Jefe, el Pentágono dispuso la misión con aviones B-2 Spirit del 509º Escuadrón de Bombardeo con base en Whiteman (Misuri).
Estos bombarderos furtivos volaron apoyados por reabastecedores aéreos y usando rutas seguras sobre el Océano Índico, sobrevolando espacios aéreos amigos o internacionales para evitar detección.
Despegaron de EE.UU. continental y pudieron hacer escala en la base aérea de Andersen (Guam) o en Diego García, isla estratégica británico-estadounidense en el Índico, para repostar.
Junto a los pilotos, también intervinieron unidades de inteligencia y guerra electrónica que habrían bloqueado radares iraníes durante la incursión.
Dentro de EE.UU. no hubo un mandato congresional específico para esta acción; decidida por el Ejecutivo.
Esto generó críticas internas: el congresista Ro Khanna denunció que “Trump atacó Irán sin ninguna autorización del Congreso”, subrayando la polémica sobre los poderes de guerra del presidente. Pese a ello, las altas cúpulas militares estadounidenses respaldaron plenamente la operación, preparándose a su vez para posibles represalias iraníes en la región.
República Islámica de Irán
En el lado iraní, los blancos golpeados pertenecen en gran medida a la Organización de Energía Atómica de Irán (OEAI), responsable del programa nuclear civil, en estrecha colaboración con la Guardia Revolucionaria en aspectos militares.
Fordow y Natanz eran operadas por científicos nucleares de la OEAI bajo protección de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), especialmente su Fuerza Aeroespacial, encargada de las defensas antiaéreas.
Durante el ataque, los sistemas antimisiles iraníes como el S-300, de origen ruso, y otros de fabricación local, Khordad-15, Talash, fueron activados en Qom, Isfahán y Teherán.
El IRGC desplegó cazas interceptores Mig-29 y F-14 desde la base aérea de Mehrabad (Teherán) al recibir las alarmas, pero cuando llegaron a las áreas atacadas los bombarderos enemigos ya se habían retirado.
Tras el ataque, Irán puso a todas sus fuerzas armadas en estado de máxima alerta, incluyendo la armada, ante posible escalada en el Golfo.
El presidente civil Ebrahim Raisi y el alto mando militar, encabezado por el general Mohammad Bagheri (Jefe del Estado Mayor), se reunieron en un gabinete de crisis. El ayatolá Jameneí permaneció resguardado en un búnker cuyo paradero es secreto, desde donde emitió mensajes de resistencia a la nación.
Israel
Aunque Israel no participó cinéticamente en este ataque específico (no envió aviones a bombardear en este operativo puntual de EE.UU.), su rol es fundamental. Inteligencia israelí proveyó información de blanco detallada, gracias a años de espionaje sobre el terreno en Irán.
Israel coordinó en tiempo real con el Pentágono durante la incursión. Además, las Fuerzas de Defensa de Israel mantuvieron la presión militar simultánea: ese mismo día 21 de junio, decenas de cazas israelíes realizaron ataques de distracción en el suroeste de Irán.
Aliados regionales de EE.UU
Varios países de la región, aunque no involucrados directamente en el ataque, jugaron un papel de apoyo logístico o político.
Arabia Saudí y Qatar autorizaron a EE.UU. el uso de corredores aéreos sobre el Golfo.
Qatar, que alberga la base aérea de Al Udeid (sede central de CENTCOM en Oriente Medio), recibió en días previos refuerzos de aviones estadounidenses y emitió alertas de seguridad a su personal, anticipando la conflagración.
Emiratos Árabes Unidos y Baréin, que temían quedar atrapados en medio de la tormenta, mantenían sus fuerzas en vigilancia. Por su parte, Turquía, miembro de la OTAN, fronterizo con Irán, cerró su espacio aéreo al tráfico militar para evitar incidentes, aunque no está confirmado si los B-2 cruzaron por su territorio.
Aliados de Irán y grupos proxy
El llamado “Eje de la Resistencia” proiraní en Oriente Medio reaccionó con furia ante el ataque estadounidense. El movimiento libanés Hezbollah, a través de su vice-secretario general Naim Qassem, amenazó con que “actuará como crea oportuno ante la brutal agresión estadounidense-israelí”, insinuando una posible apertura de un frente en la frontera norte de Israel.
En Irak, milicias chiíes proiraníes como Kataib Hezbollah y Asaib Ahl al-Haq anunciaron que consideran las bases estadounidenses en su país como objetivos legítimos de represalia. De hecho, la milicia Kataib Sayyid al-Shuhada confirmó el mismo día la muerte de Abu Ali Jalil (exguardaespaldas de un líder de Hezbollah) en un ataque que atribuyeron a Israel en la frontera entre Irak e Irán, lo que tensó aún más la situación en Irak y Siria.
En Yemen, los hutíes declararon que reanudarán sus ataques contra las fuerzas de EE.UU. en el Mar Rojo.
Esta constelación de actores no estatales y grupos armados vinculados a Irán constituye un polvorín regional: cualquier acción de ellos en respuesta al ataque estadounidense podría abrir nuevos frentes de combate, complicando seriamente la contienda.
El ataque estadounidense es la cúspide de un entramado de actores: una acción unilateral en su ejecución, pero resultado de una coordinación estrecha con Israel y que involucra por reacción a múltiples gobiernos y grupos de la región.
Condenas, apoyos y alarma global

Aunque al cierre de este reportaje aún no se ha emitido una resolución formal, la ONU manifestó gran preocupación. El secretario general, António Guterres, está impulsando un llamado urgente a “detener las hostilidades inmediatamente”.
En el Consejo de Seguridad es previsible un estancamiento dado el antagonismo entre los miembros permanentes: Estados Unidos, Francia y Reino Unido, alineados apoyando el ataque, frente a Rusia y China, opuestosal ataque.
China, que ostenta la presidencia de turno del Consejo este mes, solicitó una sesión de emergencia para abordar lo que describió como “violaciones a la soberanía iraní que amenazan la paz internacional”.
El Director General del OIEA, Rafael Grossi, ofreció que inspectores del organismo estén listos para verificar la integridad de las instalaciones nucleares dañadas y evitar riesgos radiológicos, enfatizando su “profunda preocupación” por la vía militar.
El Kremlin condenó “enérgicamente” el ataque de Estados Unidos, calificándolo como “una acción cínica” que ocurre justo cuando Irán y EE.UU. habían empezado a explorar negociaciones sobre el programa nuclear.
El presidente Vladimir Putin declaró que la vía militar “mina meticulosamente los esfuerzos diplomáticos multilaterales” llevados a cabo recientemente para reducir tensiones.
Moscú, aliado de Teherán, ve esta intervención como un atropello que podría desestabilizar aún más la región.
Putin telefoneó al líder iraní, presidente Raisi, para expresarle la solidaridad rusa y su disposición a “ayudar a negociar un acuerdo que permita a Teherán desarrollar un programa nuclear pacífico disipando las preocupaciones de seguridad de Israel”.
Rusia y China efectuaron una declaración conjunta –tras una llamada de emergencia entre Putin y Xi Jinping– instando a un alto el fuego inmediato y condenando “con firmeza” tanto las acciones israelíes previas como la intervención de EE.UU., a las que atribuyeron la responsabilidad de la “tragedia en curso”.
La Cancillería china declaró estar “profundamente preocupada” por el “repentino aumento de tensiones” y reiteró la oposición de China a cualquier acción que viole la Carta de la ONU y la soberanía de Irán.
El portavoz del Ministerio de Exteriores, Lin Jian, enfatizó que “el aumento repentino de tensiones en la región no sirve a los intereses de nadie”.
China llamó a las grandes potencias a mantener una postura imparcial y responsable, promoviendo condiciones para un alto el fuego y retorno a negociaciones.
En el mundo árabe-islámico la respuesta fue mayoritariamente de condena hacia Israel y EE.UU.
La Liga Árabe, que reúne a 22 naciones árabes, emitió un comunicado enérgico afirmando que los ataques “representan una flagrante violación del derecho internacional” y advirtiendo que corren “el riesgo de sumir a la región en un polvorín»
El Líbano, cuyo gobierno equilibra diversas facciones, expresó “profunda preocupación” y aunque no avaló a Hezbollah abiertamente, hizo responsable a Israel y EE.UU. de la escalada.
Qatar y Omán, tradicionalmente mediadores, lamentaron la violencia y ofrecieron sus buenos oficios para facilitar conversaciones de paz.
Arabia Saudí recientemente había mejorado sus relaciones con Irán, tras un acuerdo de reconciliación mediado por China en 2023.
Los saudíes guardaron silencio en las primeras horas posteriores al ataque de EE.UU., limitándose a decir que “siguen con gran preocupación los acontecimientos”.
Emiratos Árabes adoptó un tono similar. Egipto instó a “detener la escalada militar” sin señalar culpables directamente.
Turquía, país musulmán pero miembro OTAN, se mostró muy activa: Erdogan, que había prometido ayudar en negociaciones, tras el ataque condenó la agresión a Irán en términos medidos y reactivó contactos diplomáticos con Teherán para contener daños.
Pakistán –única potencia nuclear del mundo islámico– se ofreció sorpresivamente a proveer asistencia humanitaria a Irán y convocó junto con Indonesia, el país musulmán más poblado, una reunión urgente de la Organización de Cooperación Islámica (OCI).
En el hemisferio occidental, gobiernos de izquierda como Cuba, Venezuela y Bolivia condenaron rápidamente el ataque. El presidente cubano calificó el bombardeo a las centrales nucleares iraníes como “un acto criminal e irresponsable”, expresando total solidaridad con Irán.
Venezuela también reprochó la “agresión injustificada” y pidió respeto a la soberanía iraní..
Brasil, actualmente con un gobierno progresista bajo Lula da Silva, emitió un comunicado donde “lamenta profundamente la escalada de violencia” y afirma que “el uso de la fuerza no es la solución, sino la diplomacia”.
India, que tiene lazos tanto con EE.UU. como con Irán e Israel, mostró una postura cautelosa: Nueva Delhi expresó estar “profundamente preocupada” por los acontecimientos y ofreció su apoyo a cualquier solución diplomática, recordando
El debate legal: ¿legítima defensa o violación de la soberanía?

La incursión militar de Estados Unidos en territorio iraní ha reavivado intensamente la discusión sobre su legalidad a la luz del derecho internacional. ¿Se trata de un acto de legítima defensa –individual o colectiva– justificado por la Carta de la ONU, o más bien de una violación flagrante de la soberanía iraní y del principio de no uso de la fuerza?
A continuación, desglosamos los argumentos y marcos jurídicos relevantes:
1. Marco de la Carta de la ONU
La Carta de Naciones Unidas en su Artículo 2(4), prohibe la amenaza o uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, excepto en dos circunstancias: a) autorización explícita del Consejo de Seguridad, o b) ejercicio del derecho inherente de legítima defensa (Art. 51) ante un ataque armado ocurrido.
En este caso, no existe una autorización del Consejo de Seguridad –cualquier intento de obtenerla hubiera sido vetado, y de hecho EE.UU. ni lo intentó–. Por tanto, la única posible justificación sería la legítima defensa.
Irán no había atacado a Estados Unidos. Estaba en guerra con Israel, pero éste inició las hostilidades el 13 de junio.
2. ¿Existía un ataque “inminente” que justificara acción preventiva?
Washington invocó legítima defensa anticipatoria, de la doctrina de “ataque inminente” o la más polémica de “legítima defensa preventiva”.
Trump insinuó que no podían permitir que Irán adquiera armas nucleares que amenazarían a EE.UU. y al mundo. Alega, por tanto, que el ataque se hizo para prevenir un peligro mayor.
Sin embargo, el derecho internacional no reconoce la defensa preventiva salvo que la amenaza sea inminente, grave y no haya otro medio para detenerla.
En este caso, si bien Irán venía enriqueciendo uranio, no hay evidencia de que un arma nuclear iraní fuese inminente en días o semanas como para calificar la acción de urgentísima.
Los críticos señalan que esto se asemeja más a un ataque punitivo o coercitivo para obligar a Irán a ceder, que a defensa ante un ataque en curso. Por ende, muchos expertos en derecho internacional califican la acción de ilegal al no encajar claramente en la excepción del Art. 51.
3. Violación de la soberanía y principio de no intervención
Desde la perspectiva iraní y de varios estados, el ataque de EE.UU. constituye un acto de guerra no provocado contra un Estado soberano. Irán no había atacado el territorio estadounidense ni a sus tropas.
Rusia apuntó que esta acción “minó los meticulosos esfuerzos diplomáticos” y fue perpetrada justo cuando Irán y EE.UU. negociaban indirectamente sobre el programa nuclear. Por tanto, Moscú y Beijing argumentan que se debió agotar la vía pacífica y que EE.UU. ha violado el principio fundamental de resolver disputas internacionalmente por medios pacíficos (Art. 2(3) de la Carta de la ONU).
El derecho internacional consuetudinario también establece la inviolabilidad territorial, salvo consentimiento del Estado en cuestión o legítima defensa. Irán ciertamente no consintió; al contrario, ha protestado vehementemente.
Queda la cuestión: ¿puede Israel “extender” su derecho de defensa a terceros países para que ataquen a su beligerante? Legalmente, sí puede invitar apoyo militar (como Ucrania recibe apoyo hoy contra Rusia). Pero la diferencia es que Israel comenzó la guerra.
Este matiz hace que la legitimidad percibida de la intervención de EE.UU. sea baja fuera de Occidente.
4. La cuestión del programa nuclear iraní:
Un aspecto que complejiza la discusión legal es si Irán, que insiste en que su programa nuclear es civil, violó en los últimos años varias limitaciones del acuerdo nuclear de 2015 (JCPOA) tras la retirada de EE.UU. de ese acuerdo en 2018.
Al enriquecer uranio a niveles altos y restringir el acceso del OIEA, Irán fue acusado por potencias occidentales de encaminarse hacia el arma nuclear.
Sin embargo, de cara al derecho internacional, desarrollar un programa nuclear (con fines pacíficos) no es ilegal per se –Irán es signatario del TNP– y, como destacó Putin recientemente, el informe del OIEA no proveía pruebas de un desvío militar actual.
Por tanto, bombardear instalaciones nucleares de un país que (aun con sospechas) no se ha demostrado esté fabricando un arma nuclear constituye un acto unilateral y preventivo no sancionado por ningún régimen internacional.
Algunos analistas lo comparan al bombardeo israelí de Osirak en 1981 (reactor nuclear iraquí), que fue condenado por el Consejo de Seguridad en su momento.
Ahora, con EE.UU. involucrado, tal condena es inviable por el veto, pero jurídicamente muchos lo ven de la misma manera.
Irán ha subrayado que, según el TNP, tiene derecho a desarrollar tecnología nuclear pacífica y que los ataques a sus instalaciones son “terrorismo nuclear de Estado”. Además, Teherán argumenta que los ataques violaron leyes humanitarias al liberar potencialmente material radiactivo.
Esto se conecta con el llamado Principio de Precaución Ambiental en conflictos armados, que no está muy desarrollado, pero Grossi del OIEA apuntó justamente ese peligro.
5. Responsabilidad internacional y vías legales
En cuanto a mecanismos legales para dirimir el asunto, las opciones de Irán son limitadas. Podría presentar una denuncia ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) contra EE.UU. por uso ilegal de la fuerza.
Ya en el pasado la CIJ ha juzgado casos como el de las actividades militares de EE.UU. en Nicaragua en los 80, fallando contra Washington por violar la soberanía.
Sin embargo, EE.UU. suele desafiar la jurisdicción de la Corte y no acatar sus fallos si le son adversos. Irán también podría reclamar en el Consejo de Seguridad la condena del ataque y reparaciones, pero EE.UU. vetaría tal resolución.
Otra vía es la Asamblea General de la ONU: Irán podría buscar una sesión especial de Unión pro Paz para obtener una condena simbólica del conjunto de países, aunque esas resoluciones no son vinculantes.
6. Precedentes peligrosos
Muchos países señalan que aceptar este ataque como legítimo sienta un precedente alarmante. China lo planteó: “nos oponemos al uso o amenaza de la fuerza en las relaciones internacionales”, dijo su portavoz, instando a respetar principios básicos del derecho internacional.
La preocupación es que, si un país percibe que otro desarrolla armas peligrosas, se arrogue el derecho de atacar preventivamente, erosionando la arquitectura de seguridad colectiva de la ONU.
Esto recuerda a la intervención de la coalición liderada por EE.UU. en Irak 2003 (aunque esa fue justificada falsamente en la existencia de WMD, aquí la diferencia es que Irán sí tenía enriquecimiento avanzado pero no arma lista).
Igualmente, diplomáticos europeos en privado lamentan que este episodio “ha enterrado lo que quedaba del acuerdo nuclear de 2015”, un pacto diplomático avalado por resolución de la ONU.
Legalmente, tras este ataque, Irán seguramente se considerará libre de cualquier restricción y podría incluso abandonar el Tratado de No Proliferación (TNP) como lo hizo Corea del Norte en su día, lo que sería un gran golpe al régimen global de no proliferación.
7. ¿Legítima defensa de Israel y solicitud a EE.UU.?
Para completar el cuadro, exploremos la narrativa favorable: Israel, tras sufrir (en su visión) un acto de guerra de Irán (misil que impactó en Tel Aviv causando muertos civiles, por ejemplo), pidió ayuda a su aliado bajo el concepto de legítima defensa colectiva.
EE.UU. respondió a ese llamado, argumentando estar protegiendo no solo a Israel sino a la estabilidad regional, ya que un Irán con capacidad nuclear pondría en jaque la paz.
Desde este ángulo, se apela al Art. 51: Israel notificó al Consejo de Seguridad que estaba en ejercicio de legítima defensa tras los ataques iraníes.
Por ende, se podría decir que EE.UU. co-ejerció esa defensa. No obstante, esta argumentación se complica por la cronología: Israel no era un país pasivamente atacado, sino que inició el conflicto con su bombardeo del 13 de junio. La doctrina de legítima defensa no ampara represalias a posteriori ni escaladas por terceros si el origen no fue un ataque armado inicial del lado que ahora es golpeado.
En suma, para muchos juristas, Israel y EE.UU. actuaron como agresores prevenientes más que defensores reactivos.
En conclusión, la legalidad del ataque estadounidense es altamente disputada. Salvo Washington, Tel Aviv y unos pocos aliados, la mayoría de la comunidad internacional –al menos retóricamente– lo considera incompatible con el derecho internacional vigente.
Ello no impedirá que la realidad sobre el terreno se imponga (el hecho consumado de las instalaciones destruidas), pero sí genera un déficit de legitimidad que puede traducirse en menor cooperación global con las medidas de EE.UU. (por ejemplo, para sancionar a Irán si responde).
Paradójicamente, esta acción, aunque golpea capacidades iraníes, podría fortalecer el argumento de Irán ante el mundo de que necesita defender su soberanía frente a potencias intervencionistas.
La batalla legal y propagandística recién empieza y acompañará a la actividad militar en los próximos compases del conflicto entre Irán, Israel y las potencias mundiales.
En Chile
El Presidente Gabriel Boric afirmó que el ataque de Estados Unidos a tres instalaciones nucleares en Irán, vulnera el derecho internacional.
«Estados Unidos anuncia que acaba de bombardear centrales nucleares en Irán. Atacar centrales nucleares está prohibido por el derecho internacional. Chile condena este ataque de EEUU.», escribió el Mandatario chileno en X.
«Defenderemos el respeto al derecho internacional humanitario en todas las instancias. Tener poder no autoriza a utilizarlo vulnerando las reglas que como humanidad nos hemos dado. Aunque seas Estados Unidos. Exigimos y necesitamos paz», concluyó Boric.
como es apenas natural, estas declaraciones desataron un coro de críticas en la derecha cipaya ylacaya.
A su turno, el Partido Comunista entregó la siguiente declaración:
Ante el ataque de Estados Unidos contra la República Islámica de Irán
El Partido Comunista de Chile condena de forma enérgica y categórica el ataque perpetrado por las fuerzas armadas de Estados Unidos contra instalaciones nucleares en la República Islámica de Irán, constituyendo una nueva y gravísima agresión imperialista, ejecutada al margen del derecho internacional, al servicio de los intereses geoestratégicos del complejo militar-industrial norteamericano y sus aliados en la región.
Este acto de guerra unilateral representa una violación directa a los principios de la Carta de las Naciones Unidas y a la soberanía de un Estado miembro, sienta un precedente peligrosísimo al militarizar la política internacional con total impunidad y genera un estado de alarma mundial.
Los ataques contra infraestructura civil o científica —incluso si tiene fines estratégicos— constituyen crímenes internacionales que deben ser denunciados y sancionados por la comunidad global.
Valoramos la condena expresada por el Presidente Gabriel Boric ante la agresión impulsada por Donald Trump en alianza con el régimen sionista de Benjamín Netanyahu.
La operación ejecutada contra Irán no es un hecho aislado, sino parte de una escalada belicista imperialista en Medio Oriente, cuyo objetivo estratégico es imponer un dominio total sobre los recursos energéticos de la región; asegurar la hegemonía de sus aliados reaccionarios; y neutralizar a todo país que se niegue a someterse a sus dictados.
Asimismo, reafirmamos el derecho del pueblo iraní y su gobierno a defender su soberanía, su integridad territorial, su dignidad nacional frente a cualquier agresión externa, como lo haría cualquier pueblo digno del mundo.
El silencio o la neutralidad frente a esta agresión constituyen complicidad. La pretendida imparcialidad de ciertos gobiernos y medios de comunicación es una forma de legitimación encubierta de la barbarie imperialista.
El Partido Comunista de Chile expresa su más plena solidaridad con el pueblo de Irán, con sus organizaciones populares, sus trabajadores, sus estudiantes, sus mujeres y su juventud, que hoy enfrentan no sólo las bombas del imperialismo, sino también una campaña global de desinformación y demonización.
Reafirmamos nuestro compromiso internacionalista con la paz, la unidad de los pueblos que luchan contra la opresión, la dominación y el saqueo; llamamos a las fuerzas políticas democráticas, progresistas y antiimperialistas de América Latina y el mundo a pronunciarse clara y firmemente contra esta nueva escalada de guerra.
¡No a la guerra imperialista!
¡Solidaridad con Irán, Palestina y todos los pueblos agredidos por el imperialismo!
¡Por la paz con soberanía, autodeterminación y justicia social!
Partido Comunista de Chile
Santiago de Chile, 21 de junio de 2025