El gran escritor argentino usó la pelea entre Carlos Monzón y José “Mantequilla” Nápoles en París para narrar la historia de tema político y policial recogida en el cuento La noche de Mantequilla
En 2014 se celebró el centenario del nacimiento de Julio Cortázar, uno de los grandes autores de la narrativa del siglo XX. Destacó por la renovación de técnicas y formas de presentar el orden de los hechos y por conceder una gran importancia al humor, la música y el juego en sus escritos.
Este componente lúdico constituía una forma de riqueza de la expresión y un nuevo enfoque para dar forma a la intuición de la realidad, según explicó en clases de literatura que impartió en la Universidad de Berkeley.
Su perfil deportivo acogió aficiones que se vieron condicionadas por la responsabilidad ante el destino y la picardía en el juego para avanzar hacia otros ámbitos.
Como consecuencia del primer principio, Julio Cortázar demostró falta de interés por los deportes colectivos, al considerar que en ellos se diluía la responsabilidad de los actos individuales.
Razón por la que en diversas entrevistas mostró un menor interé por el béisbol, el rugby y el fútbol, aunque se declaró hincha de Banfield, y centró su preferencia por deportes que enfrentaban dos destinos individuales el uno contra el otro, caso del tenis y el boxeo.
Cortázar asistió como espectador de combates al estadio de Luna Park con un libro bajo el brazo y admiró las cualidades pugilísticas de los estadounidenses Sugar Ray Robinson y Cassius Clay y los argentinos Luis ángel Firpo, Nicolino Locche, Carlos Monzón, Justo Suárez y Juan Yepes.
Consideró el pugilismo como forma elevada del arte entre dos personas y acto de responsabilidad ante el destino, según escribió en El noble arte.
Mostró su predilección por la técnica, la danza del púgil y, sobre todo, por la habilidad para llegar a vencer siendo más débil. Son unas claves que aparecen ejemplificadas en Descripción de un combate o a buen entendedor, relato sobre el combate de regreso de Juan Yepes en el Luna Park en el que muestra el silencio admirativo roto por no hacer una pelea como fino estilista y recibir un duro castigo hasta caer fulminado sobre el cuadrilátero.
En segundo lugar, el relato de la estética de la derrota deportiva de Argentina ante Estados Unidos, con el recuerdo del combate de 1923 entre Luis ángel Firpo y Jack Dempsey en La vuelta al día en ochenta mundos, así como de la figura del brillante y simpático Justo Suárez en Torito.
Y en tercer lugar, el uso del deporte como elemento para ambientar otras historias de carácter dramático o alegórico. Es el caso del recuerdo de la pelea entre Carlos Monzón y José “Mantequilla” Nápoles en París para narrar la historia de tema político y policial recogida en el cuento La noche de Mantequilla.