lunes, noviembre 18, 2024
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Enrique Correa: El Guatazo del Lobbysta

A semejanza de Al Capone, que pagó cárcel por impuestos, el lobbysta Enrique Correa está pasando apuros en el caso de un director de cine acusado de acoso sexual, acoso laboral y abuso, por algunas actrices del elenco.


Con el tiempo será anécdota, con pasaporte hacia el olvido.

La deuda de Correa con la izquierda no va por el lado de la farándula, si no por quemar lo que ayer adoró, traicionar a los que trataba de compañeros y servir los intereses de quienes  calificaba de enemigos de clase.

Otros de su especie, con alguna decencia, experimentan la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser.

Correa no. Impertérrito se rindió sin remordimientos al dios dinero y a las mieles del poder.

Su trayectoria se inicia como militante y luego dirigente del MAPU, incluso en clandestinidad, durante la dictadura. Se asiló en la embajada de Perú y luego viajó a la Unión Soviética y a la República Democrática Alemana.

De ahí partió a Francia, donde se incorporó a las corrientes de lo que entonces se conocía como renovación socialista, proceso originado en el el llamado Congreso de Chantilly, en 1978.

Ese proceso político fue llevado adelante por una cúpula de dirigentes históricos e intelectuales pertenecientes al Partido Socialista y otras fuerzas de izquierda como el MAPU y la IC, encabezados por Carlos Altamirano, apoyado por Aniceto Rodríguez, Raúl Ampuero, Jorge Arrate, Ricardo Núñez, Carlos Briones y Hernán Vodanovic, su único adherente fuerte dentro de Chile.

A nivel de la intelectualidad fue fundamental el rol que jugaron determinados autores como Jorge Arrate, Manuel Antonio Garretón, Eugenio Tironi y Tomás Moulián, quienes, desde  tribunas como FLACSO, Chile-América y el Instituto para el nuevo Chile, le dieron el sustento teórico a la renovación y generaron una nueva interpretación de dos conceptos fundamentales: socialismo y democracia.

El historiador Luis Corvalán Márquez, caracteriza el proceso de renovación socialista como «un cambio en la identidad del partido, debido a que rompe radicalmente con el discurso y la práctica política evidenciada por el partido desde su fundación hasta el golpe de Estado».

En su opinión, el análisis de la renovación socialista parte de dos premisas fundamentales: primero, la renovación teórica y, en segundo lugar; la reconstrucción del partido socialista, sobre la base de esas definiciones.

En el plano teórico, la renovación consistió en la ruptura con las concepciones leninistas dentro del PS, la relativización del pensamiento de Marx, el que solo validaban como «método de análisis», la negación del socialismo y el retorno a las concepciones socialdemócratas, crecientemente cooptadas por la hegemonía del mercado, en su vertiente neoliberal. Se elevó la categoría de democracia a un fin en sí mismo y como un valor político cultural de occidente.

En el plano político, la acción de zapa de los renovadores hizo saltar por los aires, por segunda vez en su historia, al viejo Partido Socialista, en 1979.

En el exterior, el nombre y el timbre se los disputaban dos de sus principales líderes; el ex Secretario General, Carlos Altamirano; por el sector renovado, y el ex Canciller de Allende, Clodomiro Almeyda, de los sectores marxistas.

En Chile, cuando se reinstaló la actividad política por la vía de la protesta, los sectores socialistas  se identificaban con el apellido de sus líderes. El sector marxista leninista se agrupó en torno a los hermanos Clodomiro y Manuel Almeyda.

Otra fracción de socialistas históricos, liderados por Víctor Mandujano, se diluyó en la intrascendencia.

Más hacia la izquierda, estaba la facción de los «Comandantes» que mantenía vigente el método de la acción armada. Sus líderes más caracterizados, Eduardo Gutiérrez y  Cecilia Suárez, por aquellos misterios socialistas, insondables a los profanos, terminaron en la renovación.

La avanzada de los renovados la iniciaron Carlos Briones, ex Ministro del Interior del Gobierno de Allende, Ricardo Núñez, apenas pudo entrar a Chile, en 1979, y el abogado Hernán Vodanovic. Luego del fin del exilio, en 1983, una de las módicas conquistas obtenidas durante la mustia primavera de Jarpa, los socialista renovados reingresaron en tropel.

Lo que singulariza a este sector, a la cuadra de la lucha contra la dictadura entre 1983 y 1988, es su política de alianzas.

En reemplazo del eje histórico con el Partido Comunista, la fracción renovada del PS se alineó con una empresa política del gran magnitud, diseñada y dirigida desde Estados Unidos, consistente en la salida pactada de la dictadura, a cambio de gobernabilidad, léase acuerdo con la derecha, y estabilidad; esto es, dejar que el mercado siga enriqueciendo impunemente al insaciable gran empresariado, en sus dos vertientes principales, monopólica y transnacional.

Es ese pacto de la transición el que explica los cuatro gobiernos de la Concertación, los dos de Piñera y el paréntesis del gobierno de Bachelet.

La actividad e influencia de Correa en ese período son imperceptibles y marginales. De hecho, no hay registros que permitan rastrearlas.

Sin embargo, fiel intérprete de los principios de la renovación socialista, se destacó internamente como un hábil negociador del pacto de la transición con los representantes del pinochetismo.

Emergió públicamente como un personaje de primera línea en 1988, ocasión en que desempeñó el cargo de Coordinador General del Comando del No que gestionó la campaña para el plebiscito, mismo año en que ingresó al Partido Socialista.

Luego de la victoria del NO, Correa integró el equipo de su partido en la negociación de las reglas del juego definitivas de la transición, consagradas en el oscuro y semi-fraudulento -si es que no fraudulento y medio- plebiscito de 1989.

Su ascenso a las alturas como operador del pacto cristalizó con su designación como Ministro Secretario General de Gobierno, en el gobierno de Aylwin, un cargo ambiguamente polifuncional; que tiene que ver tanto con la vocería, como con la conducción política del Gobierno.

Hasta aquí, la trayectoria política de Correa es común y similar a la de tantos protagonistas de la renovación socialista.

Pero pocos como él causaron tanto daño a la causa que alguna vez defendieron, incluso desde expresiones maximalistas.

A ministros y operadores de alto nivel del gobierno de Aylwin, tales como el ministro Secretario General de la Presidencia, Edgardo Boenninger; el propio Correa; el Ministro de Hacienda, Alejandro Foxley; el Canciller, Enrique Silva Cimma; y en menor medida, al Secretario de Comunicación y Cultura, Eugenio Tironi, cabe atribuir el sesgo conservador de la transición, la elevación del mercado a categoría absoluta, el abandono de cualquier iniciativa de reforma y el estatus conformista de los cuatro gobiernos de la Concertación, que en el otro extremo de la ecuación, produjeron tanta frustración, desencanto y despolitización de amplias capas de la población popular que se identificaba con la izquierda.

Pero no sólo eso.

Después de haber contribuido con el servicio de destruir cualquier expresión pluralista en el sistema de comunicación social, a pretexto del mercado, Correa y Tironi cobraron sus denarios de plata directamente al sector que ayer denostaban como inflexibles operarios de la revolución, a través de la creación de empresas de lobby, entendido como la «capacidad para presionar sobre un gobierno o una empresa, especialmente en lo relativo a las decisiones políticas y económicas».

De hecho, Correa fue expulsado del PS en 2004, por su apoyo al Consejo Minero, en su oposición al pretendido royalty de Lagos. Por alguna razón, también incomprensible, pidió reincorporación, aceptada, en 2009.

Se puede cambiar, eso no está en cuestión. Pero hay límites que superan la decencia.

Enrique Correa los supera hasta el grado de lo obsceno.

Acá van profusos antecedentes.


La mano de Enrique Correa en el poderoso mundo económico

por Héctor Cárcamo

Enrique Correa Ríos ha debido sortear un vendaval en las últimas semanas, luego del episodio con su último cliente, el director de cine Nicolás López acusado de acoso y abuso sexual. Su consultora Imaginacción quedó en el centro de la polémica luego que las dos principales cadenas de diarios, La Tercera y El Mercurio, expusieran públicamente sus operaciones.

Algo poco común en la relación del grupo Copesa y el Mercurio con Correa, quien ha tejido una frondosa relación con los medios, en conjunto con una prolífera acción a nivel de asuntos públicos, la principal área de acción e ingresos de su consultora, enfocada en la gestión de intereses o lobby.

La nube negra que ha debido enfrentar, sin embargo, aún no es claro si lo ha magullado de forma relevante, dada la relación permanente y de años que ha tenido con distintas empresas, empresarios y entidades de carácter público. Pero no solo en esas lides tiene influencia, sino que en el mundo económico el poder de Correa es reconocido, su llegada, sus redes de contactos y la extensa data de los vínculos lo han hecho, muchas veces, indispensable, o casi.

Su servicio no está concentrado en lo que le salió mal con López, la comunicación corporativa, sino en Asuntos Públicos. Allí, su presencia en las grandes empresas públicas y privadas es relevante y sabe rodearse de quienes le ayudan a construir su influencia y solucionar los conflictos que se le presentan a sus clientes.

«Asesor en las sombras» o «El Padrino» son algunos de los calificativos para su rol, uno que tiene una impronta clara: prever conflictos, buscar acuerdos, negociar. Si hay crisis, la labor es más compleja, pero sabe salir de ella.
El zar de los acuerdos

Era el 21 de marzo de 2012, en el auditorio principal de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa) y Enrique Correa Ríos desplegaba ante los grandes empresarios su mirada sobre cómo enfrentar un país distinto y convulsionado por las masivas movilizaciones estudiantiles de 2011, que instalaron discusiones ajenas al sentir de la elite, como el fin al lucro en la educación. “Si todo lo que hacemos ahora es oponernos a los cambios estos cambiarán fuera de nuestro control, si lo que hacemos es oír lo que ocurre y cooperar con los cambios, seguiremos jugando un papel en los asuntos del país, esa es la disyuntiva”, señalaba entonces añadiendo que esta idea debía aplicarse a la entonces inevitable Reforma Tributaria, que ya se cuajaba en sectores de la ex  Nueva Mayoría y que se transformaría en una polémica legislación en materia impositiva.

Adelantado a los tiempos, planteaba en ese momento la necesidad de “convertir a la reforma tributaria -alza acotada de impuestos por el terremoto de 2010- en una ocasión de acuerdo que dé estabilidad en el mediano plazo, lo que requerirá un esfuerzo mayor que el anunciado por el gobierno, sino el tema seguirá siendo materia de campaña y por ende, un asunto de incertidumbre”.

Correa hablaba en confianza. Un número importante de socios de la Sofofa ha sido o es asesorado por su empresa. De hecho, a su lado encabezaba el evento el ex presidente del Banco Central (BC), Vittorio Corbo, un hombre cercano a la derecha, pero que llegó al cargo en el gobierno de Ricardo Lagos. Su jefe de comunicaciones en el BC desde entonces fue Luis Álvarez, quien hasta 2006 justamente había sido consultor de Correa en Imaginacción y a quién a comienzos de 2017 con la llegada de Mario Marcel a la presidencia, se decidió terminar con su contrato.

“A él lo buscan porque es brillante”, afirmó un ex colaborador de Correa, quien descartó que asuntos públicos (lobby) y comunicación corporativa (medios) crucen el muro interno de Imaginacción, misma fuente que recalca que el cuestionado caso de López se debió a un error de Claudia Miralles, la gerente de comunicación corporativa.

El fuerte de Correa está en el lobby, así partió y sigue siendo así.

“Si el conflicto se niega, si su resolución demora, por la vacilación del líder o dudas de los actores, si soluciones no son inteligentes, los conflictos derivan en crisis. Los conflictos y sus soluciones permiten progresos graduales, las crisis, no son el fin, pero requieren cambios mayores y de mayor velocidad”, le decía Correa a los empresarios reunidos en el encuentro CorpAraucania, en 2014.

Sabe de acuerdos y de negociación. Lo hizo cuando asumió en la Secretaria General de Gobierno en el gobierno de Patricio Aylwin. Según recuerda el fallecido ex ministro de la Segpres de dicho gobierno, Edgardo Boeninger, en su libro «Democracia en Chile, Lecciones para la Gobernabilidad», Correa asumió el rol de intermediar con los militares en un período de alta tensión política por la presencia institucional de Pinochet, además de ser clave en dar respaldo “incondicional” a la política económica que se llevaba adelante con el titular de Hacienda, Alejandro Foxley, en momentos en que se requería el respaldo de todo el equipo político.

Correa no volvió a asumir nuevos roles en los siguientes gobiernos de la Concertación y desde 1996 partió con Imaginacción.

Nutrida lista

A fines de los ’90 tendría sus primeras apariciones como asesor en conflictos de autoridades o empresas. Sin embargo, su primera gran polémica surgió en 2003 cuando en el gobierno de Lagos se apostó por instaurar un impuesto específico a la gran minería, que generó alta tensión con una industria que en ese momento comenzaba a mostrar indicios de recuperación, tras varios años en que el precio del cobre llegó incluso a estar bajo los 60 centavos de dólar, lejos de los US$ 3 dólares a los que llegó en los siguientes años.

En ese momento, Correa asesoraba al Consejo Minero. El gerente general del gremio, Eduardo Loyola, era un buen link pues fue subsecretario del Trabajo en tiempos de Aylwin. Esa asesoría encendió los ánimos y desde el PS comenzó una fuerte presión para que el ex ministro socialista definiera en qué «lado» estaba, emplazamiento que derivó en su decisión de abandonar su partido, a diferencia de Loyola quien no solo continuó su labor, sino que más tarde asumiría la gerencia que se relacionaba con los trabajadores en Codelco en el primer gobierno de Bachelet.

La polémica también lo afectaría en un episodio aún más polémico y que tuvo en las cuerdas al gobierno de Lagos, el MOP-Gate. El proceso judicial que enfrentó Carlos Cruz, coordinador de concesiones en el gobierno de Eduardo Frei Ruiz Tagle y ministro de OOPP en el de Lagos, terminó con éste tras las rejas, siendo Correa uno de los primeros en visitarlo y quien después le tendió la mano en términos laborales para incorporarlo en Imaginacción. Hombre clave del laguismo, Cruz terminó creando una de las áreas importantes de Imaginaccion denominada Diseño de Negocios.

Algo parecido ocurrió con el ex ministro Rodrigo Peñailillo, quien dejó en 2015 su cargo de ministro del Interior y terminó autoexiliado de la política tras el escándalo que generaron sus presiones al Servicio de Impuestos Internos cuando el Ministerio Público comenzaba a indagar en detalle los pagos a Giorgio Martelli, encargado de finanzas de la campaña de Bachelet en 2013, para quien Peñailillo había realizado asesorías.

Hoy, según publicó Capital hace pocos días, el ex titular de Interior está estudiando en el extranjero y recibiría aportes de Correa para su mantención.

“Es la forma que tiene de mantener su poder”, señala una fuente que conoce cómo funciona Correa, quien acostumbra tener cuentas con clientes por largo tiempo, estableciendo vinculaciones más allá de la mera asesoría.

Así lo entienden, por ejemplo, para el caso de SQM, donde Imaginacción fue asesor de Julio Ponce. En 2016, el ministerio publico le pidió a Imaginaccion responder por pagos hechos por SQM a la firma, los que superarían los 900 millones de pesos ente 2008 y 2015. Aunque según la empresa la información fue clarificada, las dudas quedan instaladas sobre los vínculos que mantiene Correa con la minera y con Ponce Lerou.

Según el registro de lobby, la agencia de Correa es de las más asiduas en pedir reuniones con autoridades. Justamente, Imaginacción fue la que más promovió regular la actividad y cuando la ley fue aprobada, Correa dijo que lo peor que podría pasar era que no se legislara. Pero la norma ha generado polémica pues el registro tiene numerosas vías para evadirla.

En esa lista figuran desde el Consorcio Salud Oriente, que remodela el Hospital Salvador, para cuyo cliente la agencia pidió numerosas visitas a distintas autoridades en el gobierno anterior, al igual como con otros clientes, como la industria alimenticia, a la que asesoró a propósito de la disputa por la Ley de Etiquetado, que hasta hoy genera polémica con ese sector.

O la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios (ADI) con la cual han coordinado reuniones con registro de lobby con autoridades sectoriales y municipios. Vicente Domínguez, director ejecutivo del gremio asegura que Imaginacción solo les ayuda a gestionar las reuniones, que luego son parte del registro, más no para “operar”, que les entregan clipping de noticias diario, presentaciones semestrales del propio Correa a los socios en sus asambleas y labores más de comunicación estratégica que lobby.

Pero Correa hace lobby y tiene éxito. Así ocurrió con Financoop, la cooperativa que en agosto de 2017 quedó paralizada luego que el Ministerio de Economía pidiera su liquidación judicial, tras una engorrosa disputa con la administración de la firma, que conducen personeros ligados a la ex Concertación, en especial a la DC. Con Imaginacción como asesor, el caso comenzó a atenuarse y el gobierno entró en silencio, sin parlamentarios que presionaran a la cooperativa y con una comisión investigadora que sólo se enfocó en los problemas de fiscalización del gobierno.

En enero de 2017 y tras gestiones de uno de sus consejeros, el DC Carlos Mladinic, y de Imaginacción el caso se cerró con un acuerdo con Financoop. La firma reconoció formalmente una pérdida cercana a 10 mil millones de pesos, aunque ya protegida por el acuerdo judicial que se aprobó en mayo, dejando a más de 2 mil ahorrantes con 45 mil millones de pesos en depósitos en el corralito de la cooperativa y con la sola esperanzada de recuperar parte de ese dinero en 5 a 10 años plazo.

Hasta hoy no hay multas ni sanciones a la cooperativa por el caso y de hecho la Subsecretaria de Economía, a cargo de la división que veía las cooperativas, figuró como candidata a la mesa del PPD recientemente.

Polémica también fue su asesoría al millonario brasileño, Eike Batista, que hoy está condenado por corrupción en Brasil y que en el gobierno de Piñera no pudo con la presión de las comunidades locales en el norte del país cuando quiso instalar una mega central a carbón, Castilla, que finalmente no prosperó por una operación del propio Piñera. O en TVN, cuando Mauro Valdés asumió la conducción en el primer gobierno de Piñera; la estación estatal terminó designando a Alberto Luengo, ex ejecutivo de Chilevisión y de Imaginacción, como Director de Prensa. Luengo ha vuelto a Imaginacción después de su salida de TVN.

Correa suele ser exitoso. Aunque no siempre. Cuando controlaba CorpBanca, Álvaro Saieh entró en una crisis de liquidez producto de los rumores por la triangulación de créditos a SMU. Pese al impacto que tuvo, la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (Sbif) ni siquiera realizó investigación, aunque silenciosamente tres meses después emitió una circular para regular con mayor precisión los créditos a entidades relacionadas. Pero a fines de enero de 2014 se conocería el acuerdo para traspasar el control de CorpBanca al Banco Itaú, lo cual fue el costo que debió pagar Saieh por sus enredos financieros.

Fuente: El Mostrador

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Entrevista a Juan Pablo Cárdenas: La Concertación exterminó la prensa independiente

Enrique Correa y Edgardo Boeninger: creadores del adn conservador de la Concertación.

El director de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, Premio Nacional de Periodismo 2005, ex director de la revista Análisis revela aspectos inéditos de la política de los gobiernos de la Concertación hacia los medios opositores a la dictadura de Augusto Pinochet y afirma que existe un pacto implícito con el duopolio de El Mercurio y La Tercera.

¿Qué factores llevaron a la desaparición de la revista Análisis y del conjunto de los medios escritos vinculados a la Concertación durante el proceso de transición?

– Se ha dicho con mucha insistencia que fue el mercado el que mató a estas publicaciones; y a pesar de que cada caso tiene sus diferencias, yo puedo dar cuenta de que el fin de Análisis no se debió al mercado sino que a una decisión política que se tomó durante el gobierno de Patricio Aylwin, concretamente en el Ministerio del Interior. En ese tiempo el gobierno inició el proceso de apoderarse de Análisis, que culminó con el engaño a varios de los directores de la revista, a quienes se le compraron sus acciones y eso le dio la posibilidad al subsecretario del Interior, Belisario Velasco, de nombrar nuevas autoridades en la revista, las que luego determinaron su cierre. Eso está debidamente acreditado por los registros de transacciones notariales que se hicieron con las personas que vendieron sus acciones; proceso que se hizo en el entendido que los nuevos accionistas iban a consolidar la revista y no a cerrarla.

– ¿Quiénes fueron esos nuevos accionistas?

– Luis Risopatrón, quien ofició como presidente del nuevo directorio; y el propio Belisario Velasco, quien adquirió más acciones dentro de las que ya tenía como miembro de la sociedad. Debo añadir que la operación fue ilegal, ya que una de las cláusulas que tenía el directorio de Análisis era que cualquier persona que quisiera retirarse y vender sus acciones debía ofrecerlas al conjunto de los accionistas antes que a terceros, cosa que no se hizo. Además, todo indica que la operación se efectuó con gastos reservados del gobierno, puesto que necesitó de fondos para comprar acciones; indemnizar a todos los periodistas por su despido; y cancelar el conjunto de compromisos económicos que la revista tenía pendiente a la hora de su cierre. Es muy raro que gente del gobierno, con recursos propios, compren publicaciones para al poco tiempo decidir su clausura, solventando esos gastos.

– ¿Cuánto duró esta nueva etapa?

-Yo calculo que pasaron unos siete u ocho meses desde mi salida y la clausura.

– ¿A qué se debió su salida?

– Simplemente porque cambió la mayoría del directorio. Incluso, en un acto desesperado, yo les ofrecí a los nuevos miembros del directorio -que asumieron por las acciones que adquirieron- que se retiraran, pagándoles lo que habían invertido; dejándonos a los periodistas como únicos propietarios de la publicación. Pero no quisieron. Luego me propusieron la extraña fórmula de que siguiera como director un año, poniendo mi nombre; pero que me fuera al país europeo que quisiera, manteniéndome el sueldo. Por cierto no la acepté. Entonces me ofrecieron una indemnización por años de servicio. A mí me correspondían doce meses, pero como había una ley que ponía un tope de ocho, exigí que me pagaran sólo esta cantidad. Luego, con una parte del equipo de la revista formamos otro medio que también tuvo muchas dificultades.

– ¿Su convicción es, entonces, que hubo una operación desde La Moneda?

– Sí, en el caso de Análisis hubo una operación política desde La Moneda. Conozco a los principales responsables. En la oficina de Belisario Velasco se hizo una reunión en que se convocó a Fernando Castillo Velasco, Patricio Hurtado y Oscar Saavedra para adquirir sus acciones a cambio de dos millones de pesos que se les dio a cada uno. Obviamente, en el entendido que se reforzaría la revista. En la operación también estuvo involucrado Carlos Bascuñán, yerno de Patricio Aylwin. Ellos fueron los operadores, pero cuando uno conversa con los directores de otros medios se da cuenta de que no fueron los únicos. En el caso de Página Abierta, por ejemplo, el operador fue Enrique Correa que compró las acciones. Yo siempre he planteado que hubo una política de los gobiernos de la Concertación de exterminio a los medios de comunicación contrarios a la dictadura.

– Por tanto, el cierre de Análisis no fue producto del mercado…

– Claro que no, porque la revista estaba además en una muy buena situación. Por supuesto que habíamos empezado a tener dificultades, pero al término del gobierno de Pinochet estábamos en azul, como dicen los contadores. Después comenzamos a acumular algunas deudas con la esperanza de que íbamos a tener publicidad estatal, que se nos negó desde el comienzo; y con la expectativa de que íbamos a tener publicidad de empresas como una forma de apoyar a las revistas, lo que tampoco se concretó. Por esto fuimos acumulando un déficit, pero que no era preocupante.

– ¿Por qué razón cree usted que no recibieron ese avisaje?

– Pinochet había dejado comprometidos tres años de publicidad estatal con El Mercurio y La Tercera, y había dispuesto los futuros recursos de la administración de Aylwin para publicidad. Pero el gobierno podría haber desconocido esos acuerdos. Finalmente, se respetaron esos convenios con lo que a mi juicio se estableció también, desde entonces, una alianza estratégica entre esos medios-principalmente El Mercurio- y los gobiernos de la Concertación. Alianza que se extiende hasta el día del hoy: oposición discreta a cambio de publicidad estatal e impunidad.

– ¿Cómo fue el caso de las platas holandesas?

– Nosotros hicimos muchas gestiones para mantener viva a la revista. La más emblemática fue una que no emprendimos nosotros sino el propio gobierno de Holanda, a través de la ministra que vino a representar a su gobierno en el traspaso del mando. Ella se reunió con el directorio de las revistas Hoy, Apsi y Análisis, y de los diarios Fortín Mapocho y La Época, para ofrecernos una ayuda por última vez, aunque muy cuantiosa, para que estas revistas y diarios pudieran consolidarse durante la transición, que ellos preveían difícil. Se nos informó que esta ayuda iba a concretarse a través de un informe que iba a redactar un consultor enviado por el gobierno holandés para analizar la situación de cada uno de los medios. Este consultor efectivamente llegó a las dos semanas, trabajó un poquito más de un mes y se formó una convicción de las necesidades reales.

– ¿Qué concluyó respecto de Análisis?

– En lo que toca a Análisis, el mismo consultor me preguntó qué monto se necesitaba para consolidar la revista en los primeros cuatro años de la transición. Yo le di una cifra de 250 mil dólares, que estimaba para salir del atolladero en los años que venían. El me dijo, entonces, que estaba en condiciones de darnos mucho más dinero. Concretamente nos ofreció 500 mil dólares, los que acepté. A los pocos días el embajador de Holanda me llama para decirme que está en condiciones de girarnos el cheque de esta ayuda, pero me dice que debía resolver el problema que le planteaba el gobierno chileno en el sentido de sostener que cualquier ayuda a los medios de comunicación de este país sería visto como una injerencia indebida en los asuntos internos de Chile, un país democrático. El me dijo que habían acudido a los directores de las tres revistas, y con los directores de los diarios habían actuado en forma independiente. Entonces, los tres directores fuimos a hablar con Enrique Correa, en ese entonces ministro secretario general de Gobierno. El dijo que esto se trataba de un mal entendido y que se resolvía con una llamada telefónica de él mismo. Pero esa llamada nunca la realizó, nadie la realizó desde el gobierno y el embajador se aburrió de esperar hasta que nos notificó que ellos tenían interés de apoyar a los medios, pero también tenían interés de tener buenas relaciones con el gobierno.

– ¿El gobierno planteó claramente que esta era una injerencia indebida que iba a entorpecer las relaciones con Holanda?

– Así es. Eso fue lo que me dijo el embajador holandés. Y esto fue ratificado, además, en un curioso encuentro que tuve en una recepción en la embajada de Noruega, en que el embajador noruego que había ya estado en Chile y que lo volvieron a nombrar por la contribución que había hecho a la lucha democrática, públicamente me convocó ahí delante de todos los comensales del evento diplomático y le enrostra a una persona, Felipe Tomic, diciéndome: «mire, director, yo quiero decirle en presencia de toda esta gente que este señor que está aquí formó parte de una comisión que ha viajado por todos los países europeos haciéndole ver a cada uno de los países que cualquier ayuda a los medios de comunicación y a las ONG iba a ser considerado como una injerencia indebida en los asuntos internos de Chile». Parece que se trató de un mal entendido, ya que no fue Tomic quien había estado en la comisión. Sí se pudo establecer que Sergio Molina estuvo en esa comisión que viajó. Yo doy fe que esa comisión existió, y las consecuencias de sus acciones están a la vista. La razón era que al existir un gobierno democrático eran las instituciones del Estado las que debían recibir la ayuda internacional directamente.

– Ha habido declaraciones suyas sobre esto desde hace varios años. ¿Nunca hubo alguna explicación de parte de las autoridades gubernamentales responsables?

– Yo me he cansado de decirlo, de plantearlo en conferencias, de escribirlo… de hecho en la edición especial de aniversario de los treinta años de la creación de Análisis, en diciembre pasado, aparecen algunos de esos nombres. He mencionado reiteradamente a las personas que estuvieron en el operativo, como ahora, y jamás he recibido un desmentido.

– Tampoco ha habido una preocupación de los medios de prensa respecto de este tema.

– Así es, y les puedo contar una anécdota muy interesante porque creo que es el momento de hacerlo. En una oportunidad tuve una curiosa invitación al gabinete del ministro de Obras Públicas del gobierno de Aylwin, Carlos Hurtado. En su oficina, donde se hizo un almuerzo con directores de medios de comunicación, me preguntaron qué pasó con Análisis. Yo ya estaba en la revista Los Tiempos. Conté ahí mi versión a grandes rasgos. Cuando nos íbamos, el director en ese entonces de La Segunda –hoy de El Mercurio– Cristián Zegers, me dijo: «Juan Pablo, ¿tú no vas a denunciar lo que acabas de decir? ¿estarías dispuesto a concederme una entrevista para La Segunda?». Le contesté que sí y le hice ver que era mejor hacer una investigación periodística previa sobre todo esto. Para esos efectos, yo podía dar los nombres y la notaría donde se realizaron las transacciones. Y que después de la investigación le daría la entrevista. Luego, Zegers designó a una periodista que tomó contacto conmigo, y que haría lo mismo con personeros de gobierno. A los dos o tres días, Zegers me llamó y me dijo que lamentablemente no podían hacer nada ya que «esto se filtró y tú sabes las vinculaciones que tenemos con las autoridades; te felicito por tener el coraje de denunciarlo, pero con mucha vergüenza te digo que no puedo hacer nada». Los medios y el Colegio de Periodistas renunciaron a denunciar estos hechos hasta el día de hoy.

– ¿Y las relaciones entre los directores y editores de los medios que estaban desapareciendo cómo se daba? ¿Se planteaba una lucha en conjunto o por separado?

– De hecho nos coordinamos para esto y para una acción que siguió y que también la puedo revelar… En nuestra desesperación, los directores de las tres revistas –Marcelo Rozas, Marcelo Contreras y yo– nos fuimos, ante la dilación del secretario general de Gobierno que nos prometía ayuda y avisaje estatal, a conversar con el ministro de Hacienda de Aylwin, Alejandro Foxley. A él le contamos todo lo que habíamos vivido con el bloqueo de las platas del gobierno holandés. Foxley se tomaba la cabeza a dos manos y decía que no podía entender una cosa así. El decía que ellos estaban ahí, entre otras cosas, por la lucha ejemplar de los periodistas. «Los veo muy estresados, los voy a ayudar», dijo. Llamó a Pablo Piñera a su oficina, quien era su subsecretario y hoy gerente del Banco Central, y después de cuchichearse, nos pregunta el monto de la ayuda del gobierno holandés. Yo le cuento que para el caso de Análisis eran 500 mil dólares. El nos pregunta sobre qué nos parecía que a las tres revistas les diera lo mismo. El habló de crear un mecanismo con Pablo Piñera para darnos ese dinero. Luego nos dijo: «ahora váyanse, tomen un trago a mi salud y que tengan un buen fin de semana (era viernes)». El martes nos convocó intempestivamente el secretario general de Gobierno, Enrique Correa, a los tres directores con los tres gerentes, para una reunión a puertas cerradas en su oficina. Como era con los gerentes nosotros pensamos ingenuamente que era para concretar los anuncios. Para nuestra perplejidad, en cambio, nos retó muchísimo, nos amenazó con las penas del infierno y nos advirtió que así no iba a haber un peso de ayuda a ninguno de los tres medios.

– ¿Cómo justificó aquello?

-Señalando que él se consideraba muy ofendido por el hecho de que nosotros le hubiéramos planteado esto al ministro de Hacienda y no hubiésemos esperado las buenas gestiones que él estaba haciendo para resolver el problema de los medios democráticos. Se refería a una gestión que hipotéticamente estaba haciendo con el gobierno de Italia y que iba a significar una ayuda mejor a la que ofrecía el gobierno holandés. Ahí entendimos que era un completo volador de luces. Esa fue la situación.

-¿Cómo se trabajó el tema de la publicidad estatal?

– Nosotros tratamos de agotar todas las instancias. Al margen de eso tuvimos decenas de reuniones con los jefes de servicio de las empresas del Estado para requerir publicidad directamente y no pasó nada. La única ayuda que recibimos fue un aviso de la Polla Chilena de Beneficiencia, gracias a Orlando Cantuarias que estaba a cargo en ese momento.

– Entonces, sería un mito esto de que “la mejor política de comunicación es la que no existe”. Habría existido, pero para destruir a medios como Análisis.

– Es clarísimo que sí existió. Aquella famosa frase de la no existencia de una política fue de Eugenio Tironi, a quien también le reclamamos ayuda cuando estaba en el gobierno. Una cosa es lo que el proclamaba… aunque él se manifestó dispuesto a hacer algo por los medios; pero seguramente se topó con una instrucción superior, con algún impedimento, como le sucedió a Foxley.

– Por tanto, no es que no existiese una política de comunicación; sino que se habría desarrollado una destinada a exterminar los medios que, se suponía, le eran afines a la Concertación.

-Yo creo que a estas alturas no se puede dudar de ello: hubo operativos, recursos y operadores orientados claramente en esa dirección. Cada uno de los medios fue desapareciendo en diversos momentos producto de esa política. Se mantuvo más tiempo la revista Apsi, que tenía vinculaciones con el Partido Socialista y que era estaba mucho más vinculada a las colectividades que formaban parte del gobierno. Ese no era el caso de Análisis, que era completamente autónoma… Pero ni siquiera Apsi pudo sobrevivir, ya que ¡la política fue inmisericorde con cualquiera que tuviera ciertos niveles de independencia y que se veía que pudiera constituir una amenaza! Aquí la evaluación fue brillante. Yo creo que cerebros como (Edgardo) Boeninger y Correa fueron los gestores de esta política. Debieron pensar «estos medios tarde o temprano nos van a comenzar a hacer oposición y más vale convenir alguna forma de acuerdo con los medios tradicionales, que están abrumados por sus culpas y deudas, que ayudar a estos medios». Incluso, creo que con El Mercurio se estableció una relación especial que se prolonga hasta hoy.

– ¿Qué tipo de relación cree que existe entre el gobierno y El Mercurio?

-Como periodista tengo la convicción de que El Mercurio tiene la información, datos y recursos para hacer pedazos a quienes hoy están en La Moneda y que pueden haber estado involucrados en diferentes actos de corrupción. Esto explicaría por qué, de repente, asoman indicios sobre noticias de corrupciones gubernamentales en las páginas de El Mercurio las que luego desaparecen o se les quita importancia. Y porqué los gobiernos de la Concertación han ido acentuando aún más su consideración especial a dicho diario. Es decir, un pacto implícito.

– Usted sufrió también el despido de la dirección del diario electrónico Primera Línea de La Nación.

Sí, cuando asumí en 2000 la dirección del diario electrónico Primera Línea, de la empresa dueña de La Nación, fui también víctima de una política del gobierno, porque desde el primer día en que se supo que los miembros del directorio del diario me designaron, empezó sobre ellos una presión enorme para que me echaran del cargo.

-¿Desde dónde venían las presiones y qué resultado tuvieron?

– A los dos meses, cuando el diario estaba desarrollado con una gran cantidad de visitantes y absolutamente consolidado, se me insistió en que renunciara, a lo que me negué. Entonces fui expulsado por el directorio, producto exclusivamente de instrucciones superiores, ya que tanto el directorio como la gerencia quisieron mantenerme en el cargo, dilatando lo más posible mi permanencia porque veían mi expulsión como un acto de gran injusticia y hasta de torpeza, dada la inversión que se había hecho. Antes de concretarse la expulsión, el directorio incluso me instó a que yo mismo hiciera gestiones para lograr revertir la situación. Hablé para esto con el ministro secretario general de Gobierno, Claudio Huepe, quien me señaló que actuaba bajo instrucciones superiores. Le envié, entonces, una carta al presidente Lagos, señalándole que estaba en sus manos evitar que se produjera esta expulsión injusta que, independientemente que fuera yo el afectado, significaba un grave atentado a la libertad de expresión. El presidente no hizo absolutamente nada.

– ¿Eso confirmaría que se consolidó una política contraria a la libertad de expresión?

– Absolutamente. Y tampoco El Mercurio ha querido que se desarrollen medios electrónicos y ha tenido un largo litigio respecto a la publicidad estatal en medios electrónicos. Se ganó esa batalla en tribunales, pero a contrapelo de lo que quería El Mercurio.

– ¿El caso Clarín sería un elemento más de esa política?

– Claro, la oposición tenaz que ha hecho El Mercurio en contra de la devolución de los bienes de Clarín a su legítimo dueño, Víctor Pey, es un hecho. Y la acción de todos los gobiernos de la Concertación en esa dirección ha sido también muy fuerte. No hay duda que los intereses del duopolio (La Tercera – El Mercurio) se verían muy afectados si asomara una competencia. Los casos ilustrativos en esta materia ya son varios.

– Frente a todo esto ¿no ha habido reacción alguna de los dirigentes de la Concertación?

– Como periodista gasté mucha saliva con diversos políticos conversando del tema. Después de lo que aconteció en Análisis tuve una entrevista con Eduardo Frei, quien era presidente de la Democracia Cristiana, para exponerle cómo personas de su partido habían estado involucradas en esta operación. Frei me escuchó en silencio y dijo que lamentaba lo ocurrido. Después, como presidente de la República, me nombró agregado de prensa en México –un acto generoso– pero todo indica que nunca tomó en cuenta la gravedad de mi denuncia. En fin, hablé con mucha gente, incluyendo parlamentarios. Todos se encogían de hombros y decían que les parecía insólito… como hasta ahora.

– ¿Qué sabe sobre el fracaso de la instalación de diarios extranjeros en Chile?

– Por años hubo una iniciativa de la empresa francesa dueña de Le Monde de establecer un diario en Chile. Incluso entiendo que una persona estuvo instalada dos o tres años en Chile reuniéndose con autoridades de gobierno para hacer realidad aquello. Yo particularmente conozco la que hizo el diario El País, que llegó a una fórmula de acuerdo con La Nación, que fundamentalmente sería la editora. El País pondría la experiencia y el diseño; y los recursos se pondrían en conjunto con un grupo de empresarios chilenos representados por el rector de la Universidad de Chile, Luis Riveros. Fue en la oficina del rector, durante el gobierno de Lagos, en donde me enteré de que esta operación había sido muy exitosa. Para celebrar el acuerdo, me comentó que Lagos lo invitó, junto con dos representantes del diario El País a La Moneda. Durante el almuerzo, Francisco Vidal –entonces ministro secretario general de Gobierno– les señaló que el Presidente quería que se incorporara al acuerdo un representante de otros intereses. Esto irritó muchísimo a Jesús Polanco (dueño de Prisa, fallecido en 2007) y a Juan Luis Cebrián, director de El País, quien dijo que este acuerdo había costado muchísimo y que no se podían cambiar las reglas ahora, considerando que ellos siempre habían tenido la idea de crear un diario independiente, que no tuviera vínculos formales con el Gobierno, aunque ellos eran simpatizantes del proyecto de la Concertación. Allí abortó el proyecto.

– ¿Cuál es su conclusión respecto de estas iniciativas fallidas?

-.Lo que pasa, insisto, es que pesa un acuerdo implícito con El Mercurio. Los gobiernos de la Concertación nunca han estado en disposición de hacer algo que pueda romper este pacto de hecho que tienen con Agustín Edwards.

– ¿Y cómo describiría la consecuencia de estos cierres y proyectos abortados; y la existencia de una extrema concentración en la propiedad de los medios de comunicación?

-La consecuencia directa es que no ha habido, desde hace mucho tiempo, una prensa crítica que habría sido tremendamente necesaria para estimular la justicia y terminar con la impunidad; para profundizar los cambios democráticos que hasta hoy no se realizan; y, sobre todo, para frenar la corrupción.

Texto: Ximena Póo y Felipe Portales
Fecha de publicación: Miércoles 26 de marzo, 2008
Boletín Libertad de Expresión.

Fuente: Piensa Chile

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Las redes del lobby de Enrique Correa vuelven a La Moneda y al Congreso

 

El lobbysta del empresariado en su nuevo elemento.

por Boris Bezama.

El ingreso de Carlos Correa Bau a La Moneda, ex gerente de Imaginacción, una de las empresas de lobby más influyente del país, es una señal de que el equipo más estrecho de Michelle Bachelet puede seguir expuesto a los conflictos de interés. Imaginacción, empresa de Enrique Correa, mantiene en secreto a sus clientes, lo que impide saber el historial de las relaciones comerciales con que su hijo aterriza en la Secretaría de Comunicaciones. Los vínculos de esa agencia llegaron también al Congreso, pues regresó a la Cámara el diputado Jorge Insunza (PPD), quien trabajó con Correa hasta 2013.

Este martes 11, en medio de los ritos republicanos del cambio de mando, volvió a ponerse en movimiento la puerta giratoria que une el lobby y la política: funcionarios públicos se convierten en lobistas y viceversa. El ahora ex subsecretario de Gobierno, Mauricio Lob, desembarcó en Azerta, la empresa de comunicación y lobby que dirigen Cristina Bitar y Gonzalo Cordero. Transitando a contramano, Carlos Correa Bau dejó la gerencia de Imaginacción, la empresa líder del mercado del lobby y propiedad de su padre, el ex ministro Enrique Correa Ríos. Correa Bau se instalará en La Moneda como número dos de la Secretaría de Comunicaciones (Secom), que encabeza la periodista Paula Walker. El equipo será reforzado también por Bárbara Rochefort, quien dejó la gerencia de Burson Marsteller, otra empresa dedicada a las comunicaciones y el lobby que ha representado, entre otros, los intereses del controversial proyecto HidroAysén.

A diferencia de lo que ocurre en otros países, en Chile no hay regulaciones que limiten la fluidez con que se mueven los protagonistas de estas redes de influencia y poder desde el mundo privado al gobierno o al Parlamento, y viceversa. Quienes dejan el negocio del lobby para convertirse en autoridades tampoco enfrentan leyes que los obliguen a declarar las empresas privadas para las que trabajaron, en qué proyectos las representaron y ante qué autoridades lo hicieron. Todos antecedentes necesarios para fiscalizar eventuales conflictos de interés.

El fenómeno no es nuevo. Al debutar el gobierno de Sebastián Piñera, la periodista Fernanda Otero, quien es fundadora de la Agencia B2O, se transformó en una de las asesoras de mayor confianza del ex mandatario. Fernanda Otero dividió su tiempo entre un contrato a honorarios con la Presidencia por $2.315.555, y sus labores en B2O. Esto generó un bochorno público cuando Piñera llegó a inaugurar una central de Pacific Hydro y se encontró con que su asesora estaba ahí en representación de la empresa eléctrica.

La puerta giratoria se movió en sentido inverso cuando el ex jefe de la Secom y uno de los funcionarios de mayor influencia del gobierno de Michelle Bachelet, Juan Carvajal, fue reclutado por Enrique Correa como consultor asociado del área de Asuntos Públicos de Imaginacción, donde se focalizan mayormente las actividades de lobby de la empresa.

Enrique Correa empleó a varios ex funcionarios de la Concertación que quedaron fuera de los círculos de poder tras el cambio de gobierno de 2010. Además de Carvajal, Imaginacción enroló al dirigente Moisés Valenzuela (DC), quien acaba de suceder a Carlos Correa Bau como gerente de Asuntos Públicos de la empresa. También fichó a Jorge Insunza (PPD) como gerente de Comunicación Estratégica en 2011, un año y medio después de que éste perdió su reelección como diputado en el Distrito 28. Ahora Insunza ha vuelto a ocupar un escaño de la Cámara Baja, esta vez por el Distrito 9.

Tanto en el caso de Insunza como en el de Carlos Correa Bau, resultará imposible saber si impulsarán políticas públicas o normas que favorezcan a sus antiguos clientes, pues la nómina de las empresas y grupos de interés representados por Imaginacción se mantiene bajo estricta reserva. Salvo que Insulza o Correa Bau transparenten esos vínculos de forma voluntaria, no habría posibilidad de detectar eventuales conflictos de interés.

EL DOBLE ROL DE ENRIQUE CORREA

Al asumir en la Secretaría de Comunicaciones de La Moneda, Carlos Correa está siguiendo el camino inverso de su padre. Enrique Correa Ríos ingresó muy joven a la política. Aún era un adolescente cuando comenzó a militar en la Juventud Demócrata Cristiana en los tiempos de la mítica Patria Joven. Luego viró a la izquierda para participar en la fundación del Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU) y tras volver del exilio, se integró al Partido Socialista. A su regreso se transformó en uno de los artífices de la transición a la democracia y de la candidatura presidencial de Patricio Aylwin, lo que lo llevó a asumir la Secretaría General de Gobierno durante el primer gobierno de la Concertación. Además de vocero, Correa se transformó –junto a Edgardo Boeninger- en un actor clave en las relaciones cívico militares e impulsor del modelo de la “democracia de los acuerdos”, fórmula que condicionó las metas de la Concertación al entendimiento previo con la derecha.

En 1994 Correa Ríos dejó el gobierno convertido en un consejero imprescindible para los líderes de la Concertación, papel que cumple hasta hoy. En paralelo, en 1996 entró de lleno al mundo privado al fundar Correa y Correa Consultores, empresa que luego sería rebautizada como Imaginacción (vea el resumen de sus empresas de asesorías y consultorías). Su doble rol de asesor político con acceso privilegiado a La Moneda y de influyente consultor privado lo convirtió en el lobista más influyente del país, pero al mismo tiempo se transformó en uno de sus flancos débiles.

En el acápite de los objetivos que registra su sociedad Imaginacción Asuntos Públicos Correa & Correa Consultores Limitada, se lee: “Representación por cuenta propia o ajena de todo tipo de personas o empresa, nacionales o extranjeras; análisis y desarrollo de propuestas de políticas públicas en sectores económicos específicos; elaboración de propuestas para sector privado empresarial e industrial en su vínculo con el regulador; desarrollo y manejo de alternativas de solución a controversias; asesorías en autorregulación de sectores industriales y empresariales; evaluación de impacto y viabilidad de proyectos empresariales frente al regulador; exposición de propuestas técnicas ante el legislador por encargo de sus mandantes; elaboración y propuesta de soluciones a conflictos y situaciones de carácter público y privado”.

Aunque Enrique Correa fue el primero en reconocer públicamente que hacía lobby y siempre lo defendió como una actividad lícita, promoviendo desde el comienzo que se legislara para regular y transparentar los contactos con la autoridad, eso no aminoró las críticas que recibió por su doble rol de asesor político y de proyectos privados que buscaban influir en las decisiones del gobierno y el Congreso.

En 2004 se rumoreó que su empresa representaría al Consejo Minero para oponerse al royalty, lo que iba en contra de la postura del PS. Enrique Correa terminó renunciando al partido. No fue el único cuestionamiento que enfrentó en esos días: Correa asesoraba la precampaña presidencial de la ex ministra Soledad Alvear (DC), aunque el PS ya había levantado como candidata a Michelle Bachelet. Esas heridas, en todo caso, ya sanaron. En esta última campaña, Enrique Correa fue mencionado como una de los consejeros más cercanos a la candidata de la Nueva Mayoría.

CARLOS CORREA: CUBA, CAMIROAGA Y BACHELET

En los últimos años, Carlos Correa Bau ha asumido un rol más público en Imaginacción. Ingeniero civil industrial de la Universidad de Chile, con un MBA en la Universidad de Tulane (Estados Unidos), se movió entre lo público y lo privado antes de ingresar a la empresa de su padre. De acuerdo al currículo publicado en la red Linkedin, tras un breve paso por Banestado, trabajó en la Superintendencia de Servicios Sanitarios (durante el gobierno de Ricardo Lagos) y luego saltó a la contraparte, como gerente de Estudios de la Asociación Nacional de Empresas Sanitarias, donde se desempeñó durante dos años.

En 2006 volvió al sector público, esta vez como jefe de la división de Administración y Finanzas de la Subsecretaría de Transportes. Desde marzo de 2008 figura como gerente de Asuntos Públicos de Imaginacción, aunque dos personas que fueron parte de la consultora recuerdan que en algún momento se retiró para iniciar un negocio propio y luego volvió.

Una de las cosas que marcó a Carlos Correa fueron los años que pasó en Cuba, donde creció durante el exilio de su madre (Catalina Bau, ex directora de Conaf). El vínculo con su padre se estrechó al volver a Chile, pues Enrique Correa vivió su exilio en Europa. En su círculo lo definen como trabajólico, obsesivo y pragmático. En la empresa la relación entre padre e hijo se mueve en un plano estrictamente profesional e, incluso, se le exige más que al resto. De hecho, debió pasar por todas las etapas dentro de la agencia, desde consultor hasta llegar a la gerencia.

La principal fortaleza de Correa Bau -añade alguien que trabajó con él- es la implementación de un modelo de negociación que consiste en mapear los objetivos de la empresa y diseñar estrategias para conseguirlos. Tiene la capacidad de detectar muy rápido la visión de la contraparte y negociar en busca de un punto de encuentro.

Uno de los encargos más relevantes que debió asumir fue la cuenta de TVN. El director ejecutivo del canal, Mauro Valdés, necesitaba apoyo especializado para enfrentar la crisis generada por el accidente del avión de la FACh en que murieron Felipe Camiroaga y otros funcionarios del canal, en septiembre de 2011. Por la importancia del encargo, ésta había sido asignada originalmente a un subgerente de Imaginacción, pero muy luego fue el propio Correa Bau quien asumió la tarea, secundado por el ahora diputado Jorge Insunza. Según alguien que conoce a Correa, TVN significó un salto cualitativo en su carrera, pues lo sacó del mundo de las empresas para abocarse de lleno en el de las comunicaciones y el poder político.

Correa Bau aumentó su presencia pública durante la larguísima tramitación de la Ley de Lobby que buscó llenar el vacío de una regulación para esta actividad. A fines de 2008, concurrió a la Comisión de Gobierno del Senado, en representación de la empresa de su padre, cuando se discutía ese proyecto. En esa ocasión, las distintas agencias que reconocen que se dedican al lobby -Imaginacción, Burson Marsteller, ICC Crisis y Hill & Knowlton Captiva- se presentaron en bloque y pidieron que la ley considerara como lobistas no solo a las empresas que hacen este trabajo de manera remunerada, sino también a las asociaciones gremiales y sindicatos, entre otros grupos corporativos que presionan por sus intereses ante las autoridades.

En la última fase de la tramitación de la Ley de Lobby, Correa Bau fue invitado el 18 de junio pasado al programa El Informante de TVN. Ahí explicó que la labor de Imaginacción es representar los intereses de empresas ante las autoridades, una tarea en la que reconoció que han tenido clientes de todos los sectores económicos, incluyendo muchos extranjeros.

“Nos contratan para ayudarlos, para hacer representar sus intereses ante las autoridades de manera legítima. Tenemos un código de ética publicado en nuestra web que lo ponemos en los contratos (…), cuando nos juntamos con una autoridad lo primero que decimos es: señor, vengo en representación de X y por tal tema. Eso en Chile poca gente lo hace y en otras legislaciones es obligatorio”, dijo entonces.

En el mismo programa reconoció que Imaginacción mantiene bajo reserva los nombres de sus clientes. La razón, aseguró, es que los clientes piden firmar acuerdos de confidencialidad. También argumentó que algunos clientes podrían considerar que Imaginacción se aprovecha de sus nombres para hacer publicidad. Sólo si la ley así lo exigiera, dijo, estarían de acuerdo con dar a conocer la nómina de las empresas que asesoran: “En nuestra opinión, es suficiente informar a la autoridad a la que voy a ver para hacer lobby”.

Ahora que asume un importante cargo en el nuevo gobierno de Michelle Bachelet, el secretismo sobre los clientes de Imaginacción cobra un nuevo cariz. La Secom es la encargada de difundir las políticas del gobierno. Si hasta ahora Correa Bau trabajaba en una empresa que hacía justo lo contrario, promover intereses privados ante las autoridades bajo reserva, resulta importante que la opinión pública sepa hoy si puede haber un choque de intereses. ¿Hacía lobby Correa Bau para alguna AFP que bregó por que el Estado no ingresara a ese rubro? ¿O por alguna de las organizaciones gremiales que se oponen a la reforma tributaria? La pregunta corre también para su nueva compañera en la Secom, Bárbara Rochefort, quien representó los intereses de HidroAysén, proyecto que Bachelet ha rechazado.

En el caso de Imaginacción, la lista no oficial de sus clientes, de acuerdo a diversas fuentes, incluye a Lota Protein, Puerto de Antofagasta, Crystal Lagoons, Colbún y Córpora Tres Montes. Según un estudio académico preparado por el periodista Mario Álvarez para la Universidad de Chile, también habría representado a Cruz Verde, Clínicas de Chile, SMU, CorpGroup, ADT, SQM, Claro, Universidad Santo Tomás y la Asociación Chilena de Seguridad.

Imaginacción también fue contratada para diseñar la estrategia comunicacional frente a las acusaciones y el juicio por el rol de la ex Presidenta en el terremoto de 2010. Carlos Correa estuvo a cargo de esa cuenta, lo que afianzó sus lazos con el bacheletismo y lo llevó luego a trabajar directamente en el comando de campaña presidencial. Esta renovada cercanía pudo influir en su nombramiento en la Secom.

El nombramiento de Correa Bau en la Secretaría de Comunicaciones del gobierno, no pasó inadvertido para los dueños de las agencias de lobby. Uno de ellos afirmó a CIPER: “La llegada de Carlos Correa al corazón de La Moneda es una mala señal para la transparencia e implicará más trabajo para todos. Porque lo que hace Enrique Correa es tratar de mostrar poder instalando a su hijo en Palacio”.

CIPER intentó ubicar a Carlos Correa en sus oficinas de Imaginacción, donde se informó que no tenían contacto con él desde el 4 de marzo pasado, cuando dejó la empresa. También se le enviaron mensajes con personas del nuevo equipo de la Secom, pero no hubo respuesta.

EL DIPUTADO DE LA COMUNICACIÓN ESTRATÉGICA

La vida del diputado PPD Jorge Insunza Gregorio de las Heras (47) ha estado marcada por cuatro hombres: su padre y dirigente histórico del PC, Jorge Insunza Becker; el ex ministro de la dictadura, Francisco Javier Cuadra; el ex ministro de la UP, ex senador PPD y funcionario del gobierno de Piñera, Fernando Flores, y el ex ministro vocero del primer gobierno de la Concertación, Enrique Correa. De su padre heredó, asegura, la pasión por la política, y de los otros tres recibió parte de su formación profesional como consultor.

Enrique Correa lo reclutó en 2011. No fue la primera vez que Insunza se involucraba en consultorías estratégicas. Su debut fue con Francisco Javier Cuadra, cuando en 1992 ingresó a Civitas, la empresa del ex ministro de Pinochet que entonces asesoraba a importantes grupos económicos durante la transición y a quien conoció mientras estudiaba Derecho en la Universidad Diego Portales. Fue su alumno y ayudante en el curso Temas Fundamentales de la Política. En un comienzo, cuando se enteró quién sería su profesor, quiso retirarse del ramo, pues temió que podría ser reprobado, pero finalmente Insunza dice que tuvo “una experiencia de mucho aprendizaje” con Cuadra, entre 1992 y 1996 (vea la web personal de Insunza).

A partir de 1996 y junto al sociólogo y doctor en filosofía Max Colodro, creó su propia empresa: Sistema Consultores, orientada a otorgar asesorías a gobiernos, parlamentarios y empresas, a través de análisis de escenarios políticos, tendencias de opinión pública y élites, manejo de crisis y sistemas de inteligencia de mercados.

Codelco fue uno de sus clientes importantes en 1997, cuando recién comenzaba con su empresa de asesorías comunicacionales. Posteriormente, volvió a ser su cliente entre 2002 y 2004. En 1997 recibió de la cuprífera $ 25 mil dólares por sus servicios, y entre diciembre de 2002 y junio de 2004, $ 55 mil dólares.

Su relación con Codelco le significó a Insunza un duro cuestionamiento público. Al momento de ser designado presidente de una comisión investigadora de la Cámara de Diputados sobre el alza de costos de Codelco (ver informe), el diputado no informó del vínculo laboral que había tenido con la cuprífera estatal. Lo peor vino después, porque la comisión investigadora pidió a Codelco información de las asesorías y servicios profesionales prestados entre 2003 y 2007, y según diputados de la UDI, Insunza se opuso.

Luego, el diputado PPD debió hacer un mea culpa por no haber transparentado sus vínculos laborales con Codelco, materializados en informes diarios y mensuales para la División de Comunicaciones de la cuprífera estatal. Y se puso a disposición de la Comisión de Ética de la Cámara, que presidía el también PPD Enrique Accorsi. Entre sus descargos, Insunza citó la Ley Orgánica Constitucional del Congreso al señalar que las inhabilidades parlamentarias sólo se refieren a los proyectos de ley y no a las facultades fiscalizadoras. Un vacío legal que hasta ahora continúa.

“Me siento orgulloso de haber asesorado a Codelco. Asumí que era un hecho público y conocido que, antes de ser parlamentario, realizaba consultorías, tenía mi propia empresa y que entre ellas asesoraba a Codelco. Asumo que cometí un error al no explicitar ese punto y la verdad es que no se me pasó por la cabeza”, declaró a La Tercera.

Desde 1983 y hasta la fecha, el diputado PPD se ha movido sin problemas a través de una puerta giratoria que lo sitúa alternadamente entre las asesorías estratégicas vinculadas al lobby y en la política partidista. Comenzó ese largo camino en 1983 en las Juventudes Comunistas, cuando estudiaba en el Liceo Manuel de Salas. Siete años más tarde, en 1990, abandonó esas filas en medio de la deserción masiva de militantes marcada por la crisis del socialismo real y se matriculó en el PS. Sin embargo, esta colectividad tampoco le acomodó y finalmente optó por el PPD, tienda en la que logró hacerse un nombre: fue uno de sus vicepresidentes y asesoró a su entonces presidente Sergio Bitar y también al ex senador Fernando Flores, cuando aún militaba en ese partido.

Acaba de terminar Derecho en la Universidad Bolivariana y hoy pertenece al sector tercerista del PPD, que lidera René Jofré. En las elecciones de 2013, Insunza tuvo un rol gravitante en su partido al estructurar y negociar, junto a Alejandro Bahamondes y Gonzalo Navarrete, la plantilla parlamentaria.

Insunza participó en la definición de los candidatos del PPD cuando aún era empleado de una agencia dedicada al lobby. Uno de los objetivos de Imaginacción es estrechar lazos con diputados y senadores e influir en sus decisiones para beneficio de actores privados, por lo que la actuación de Insunza pudo configurar un conflicto de interés que pasó inadvertido y que revela otro vacío legal en la relación del lobby con la política. La plantilla del PPD fue cerrada el 17 de julio de 2013. Insunza reconoce que trabajó para Imaginacción hasta fines de ese mismo mes. Y dejó la empresa de Enrique Correa porque a última hora asumió como candidato en el Distrito 9, en reemplazo del cuestionado ex ministro Víctor Manuel Rebolledo.

Consultado por CIPER, Insunza desestimó un eventual conflicto de interés por su labor en Imaginacción y, en paralelo, haber negociado la plantilla parlamentaria del PPD:

-Toda negociación tiene un proceso bien complejo que tiene que ver con los candidatos disponibles, con las posibilidades que tiene cada cual, con lo que dicen las encuestas, con las probabilidades de ser electo. Es una evaluación electoral de liderazgos, de potencialidades versus la de los demás partidos. Al final, es un proceso bien institucional en el que el equipo negociador expone una mirada y una habilidad negociadora. Incluso, nuestra interlocución con los parlamentarios es mínima. La plantilla no es una negociación personal, sino colectiva. -dijo Insunza a CIPER.

Junto al candidato Luis Lemus (PS), Insunza consolidó un cómodo doblaje en la votación (obtuvieron en conjunto más del 72%) y pavimentó su regresó a la Cámara tras cuatro años de ostracismo por su derrota de 2008, cuando fue desplazado por el dirigente comunista Guillermo Teillier. En este nuevo periodo participará en las comisiones de Energía, Recursos Hídricos, Defensa y Constitución, Legislación y Justicia. El traje de diputado ahora le permitirá legislar en áreas donde algunos de sus ex clientes pudieran eventualmente tener intereses. Así lo advirtió el abogado Renato Garín, especializado en las normas chilenas sobre lobby y financiamiento de la política, en su artículo Dinero y Poder: la microfísica del modelo chileno:

“Un caso interesante es pensar qué ocurre cuando un sujeto activo de lobby, un lobbista, participa a la vez de un partido político e incluso es candidato a un cargo de representación popular. Podemos mejorar nuestro caso e imaginar que este sujeto trabaja para una empresa dedicada al lobby que no revela su lista de clientes, pues mantiene cláusulas de confidencialidad con sus representados. Este caso existe y ocurre actualmente en Chile: el señor Jorge Insunza, militante del PPD, es gerente en la empresa Imaginacción Consultores y candidato a diputado el próximo 17 de noviembre. Su empresa, propiedad de Enrique Correa, no revela su lista de clientes por lo que no sabemos a quién representa”.

Horas antes de volver a ocupar un escaño de la Cámara Baja, Jorge Insunza Gregorio de las Heras (PPD) dijo a CIPER que al retomar su rol de diputado podrá escuchar y recibir a los clientes de Enrique Correa e, incluso, tener en consideración sus opiniones, pero que siempre votará en conciencia y en función de los intereses que defiende como parlamentario.

-Usted llega a la Cámara de Diputados después de haber tenido una cartera de clientes en Imaginacción y es probable que su ex empresa llegue al Congreso nuevamente para representar esos intereses. ¿Qué hará en aquellos casos donde se le presentarán temas que afectan los intereses de esas empresas? ¿No se le plantea ahí un conflicto de interés?

Conflicto de interés no tengo ninguno en estricto sentido, porque no tengo interés en ninguna de esas empresas. Lo que sí tengo es el conocimiento y, en algunos casos, algún vínculo humano. Porque en estas relaciones de trabajo se van creando lazos de confianza y amistad. Pero para mí ese es un terreno que está súper claro: podré escucharlos, recibirlos, poner en consideraciones algunas de sus opiniones, pero primero voy a votar en conciencia y en función de los intereses que defiendo como parlamentario. Muchos de ellos conocen mi posición de izquierda y mis planteamientos más progresistas, entonces será un diálogo distinto. En estricto sentido lo que yo trabajaba en Imaginacción era la asesoría de comunicación estratégica, apuntando a la construcción de reputación y, por lo tanto, de legitimidad. Valores que debieran ir promoviéndose en la sociedad y que también debieran permear las empresas. Esa es mi experiencia como analista político y en el mundo de las asesorías. Ese mismo enfoque lo he percibido en personajes como Enrique Correa y Eugenio Tironi. Al final, si hemos ido avanzando en ese terreno, es para que las empresas vayan entendiendo que no pueden comportarse del modo oligárquico y conservador de antaño, sino que tienen que ir comprendiendo cuál es la preeminencia de valores más progresistas en la sociedad. Nunca ha habido un espacio de contradicción entre lo que yo pienso y creo, y las asesorías que he hecho.

-Respecto de las inhabilidades que se van a suscitar dentro de la Cámara de Diputados en el próximo período, ¿qué hará cuando analicen un proyecto de ley en el que tenga interés una empresa que es cliente de Imaginacción? Porque como usted sabe, las empresas a las que asesora es tema secreto debido a una cláusula de confidencialidad.

No hay cláusulas de confidencialidad respecto del nombre de la empresa que es cliente de Imaginacción, por lo menos es lo que yo conozco. Ahora, muchas de estas materias, por cierto, no son siempre del dominio público, pero son puntos en los que yo también voy a tener un especial cuidado.

-El ex gerente de Imaginacción, Carlos Correa, dijo en El Informante (TVN) que sí hay cláusula de confidencialidad en esa empresa.

Entiendo que eso ocurre solo en el área de Asuntos Públicos. En Comunicación Estratégica no teníamos esa cláusula, aunque sí había una que es la misma que se utiliza en las oficinas de abogados, pero respecto de los contenidos de las asesorías y no de los clientes.

-¿Me puede indicar entonces algunos de esos clientes que usted tuvo?

Los recuerdo a todos, pero preferiría tener cuidado y respeto por mi ex trabajo. Darlos a conocer es una decisión de ellos.

-¿Cree que Enrique Correa debiera dar a conocer la nómina de sus clientes?

En lo personal no tengo ningún problema de que haya total transparencia. Y me imagino que nadie lo tiene. El criterio que había en Imaginacción era de no hacer propaganda con los clientes. No pavonearse con los clientes. No decir: “vean todos los que están conmigo, porque así usted va a comprender lo importante que es estar con nosotros”.

-¿Sus electores pueden estar seguros de que en su labor va a prevalecer su rol de parlamentario y no de ex lobista de Imaginacción?

Por cierto, yo nunca me he puesto en cuestión esa alternativa. Para mí no hay un punto de contradicción, pues lo que he hecho tanto en el campo del análisis político como en las comunicaciones estratégicas, ha sido promover un conjunto de valores progresistas que son parte de mis convicciones.

-En 2008, siendo usted diputado, fue presidente de la Comisión Investigadora de Codelco y usted mismo entregó su caso a la Comisión de Ética de la Cámara porque, antes de ser diputado, a través de su empresa Sistema Consultores asesoró a Codelco y no informó esa labor de asesoría. Además, en dos ocasiones votó en contra de que se supiera cuáles eran los servicios por los que pagaba Codelco.

No, eso no es así y de hecho una resolución de la Comisión de Ética…

-Que no lo sancionó, pero que sí advierte que los diputados deben ser extremadamente prudentes en el ejercicio de sus facultades y expresar por anticipado los posibles conflictos de interés.

Exactamente, para mí era un hecho público que yo había sido director de Sistema Consultores y que ésta tenía una asesoría en Codelco. En muchas de las conversaciones que teníamos con los parlamentarios yo relaté aquello. Pero no es exacta esa afirmación de que yo me hubiera negado a que las empresas que asesoraban a Codelco se conocieran. Eso no es así.

-El diputado Alejandro García Huidobro (UDI), fue categórico al entregar esa información.

Eso no fue así y debo aclarar que lo que pagó Codelco a Sistema Consultores era menos que la caja chica. Lo que ocurrió es que yo me resistía a entregar información sobre Codelco porque consideraba que sus problemas de costo tenían que ver con cuestiones más estructurales de la empresa y que, obviamente, a mi juicio, ha marcado la agenda de los últimos años, pues la conclusión natural de la comisión fue que se debía ir a un cambio en el gobierno corporativo de Codelco y eso fue lo que se hizo.

-¿No habría sido mejor no haber asumido esa presidencia, pese a su argumento de que la Ley Orgánica del Congreso no establece inhabilidades para las comisiones investigadoras, sino sólo para la discusión de proyectos?

Insisto: una de las labores de las que me siento muy orgulloso en mi periodo anterior fue haber encabezado esa comisión por los resultados que tuvo. Y creo que parte de mi experiencia profesional con Codelco, es que permitió que apuntáramos a una discusión sobre sus problemas más estructurales y no la casuística menor a la que nos querían llevar los diputados de la UDI.

-¿Cuándo terminó de trabajar en Imaginacción?

Terminé mí vínculo con Imaginacción antes de asumir la campaña: el 1de agosto, o sea, terminé de trabajar el 31 de julio y, por lo tanto, hecha esa desvinculación, no hay ningún efecto desde el punto de vista de conflictos de interés o de inhabilidad. Creo que una cosa distinta es que siempre se crean vínculos, pero para mí son referenciales. A ellos los escucharé y los podré seguir escuchando como a cualquier otro, pero las decisiones que adopte en esta materia van a estar obviamente siempre hechas en conciencia y con la convicción de los intereses que yo represento como parlamentario.

-Cuando negoció la plantilla parlamentaria del PPD, ¿no consideró que podría resultar inconveniente ejercer esa facultad tomando en cuenta que la empresa para la que trabajaba, Imaginacción, se vincula con parlamentarios para hacer lobby? ¿No le daba cierta ascendencia sobre quiénes resultaron finalmente candidatos del PPD al Congreso?

La verdad, no lo consideré inconveniente, ni en el partido tampoco. El tema sólo lo conversé en su momento con algunos de sus colegas. Toda negociación tiene un proceso bien complejo que tiene que ver con los candidatos disponibles, con las posibilidades que tiene cada cual, con lo que dicen las encuestas, con las probabilidades de ser electo. Es una evaluación electoral de liderazgos, de potencialidades versus la de los demás partidos. Al final, es un proceso bien institucional en el que el equipo negociador expone una mirada y una habilidad negociadora. Incluso, nuestra interlocución con los parlamentarios es mínima. La plantilla no es una negociación personal, sino colectiva.

-¿Recibió aportes de privados para financiar su campaña a diputado?

Sí, hubo gente que me donó dinero, pero no vinculada a las empresas con las que trabajé.

Fuente: CIPER

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Enrique Correa, Carmen Gloria Quintana y la medida de lo posible

 

Por María Teresa Larraín

Carmen Gloria Quintana en entrevista con Chilevisión, manifestó que luego del retorno a la democracia, acudió al entonces Ministro Secretario General de Gobierno del Presidente Aylwin, Enrique Correa, solicitándole ayuda para investigar los hechos sucedidos en 1986 cuando fue rociada con parafina junto a Rodrigo Rojas De Negri, quien falleció por los efectos de las quemaduras.

Quintana indicó que Correa le dijo que el caso no estaba dentro de las prioridades de dicho gobierno y que solo se investigaría sobre tres casos emblemáticos.

Enrique Correa negó el que se haya entrevistado con Carmen Gloria. Juzguen los lectores quién habla con la verdad y quién, no.

Conozco a Enrique Correa desde 1971 como activo y ortodoxo militante del MAPU. Fue en el Ministerio Relaciones Exteriores, como asesor del Ministro Clodomiro Almeyda. Llegamos a ser amigos. Era un tipo sonriente, acogedor, buen dispuesto y absolutamente intransigente con respecto a la defensa del gobierno del Presidente Allende.

Ello no le impedía recibir a todos, escuchar incluso a los opositores al gobierno. Con su amplia sonrisa y achinados ojos miopes parecía estar de acuerdo con ellos y también con los otros. Amigo de sus amigos. Excelente diplomático o alcalde de la Pérgola de las Flores que “a todos dice que sí”.

Desde 1990 en adelante, Correo Ríos fue una caja de sorpresas. La sonrisa perfecta, los ojos miopes, pero el alma trastocándose en los vericuetos de una ambición sin límites. Todo lo cual fue traicionando sus valores hasta convertirse en lo que es hoy: una rata que ocupa todos los nidos de la casona presidencial y del ámbito de la dirigencia empresarial donde por el poder, se transa el alma de Chile.

No me sorprende entonces su respuesta ante el requerimiento de Carmen Gloria Quintana. Ya en el Gobierno de Aylwin se demostró lo que sería la justicia en el ámbito de los Derechos Humanos: “hacer justicia en lo posible”. O sea, no hacer justicia del todo. Si no hubiese sido por la presión internacional y de la base ciudadana que ayudó a elegir a quien nos gobernaba, todo habría sido aún más lento.

Los jueces procesaron, investigaron, dictaron órdenes de arresto y otros, más cautos, demoraron su deber judicial “en lo posible”, hasta que los causantes de los más graves crímenes llegaran a viejos en sus casas o con demencia senil. Y si se les encerraban lo hacían en centros militares donde eran tratados como huéspedes de un hotel cinco estrellas, venerados por los subalternos, con salidas dominicales y juegos de cacho todos los días, para así seguir riéndose de sus hazañas, recreando diabólicamente el ejercicio de la memoria y hablando de sus “logros” como trofeos de guerra.

No me extraña, por lo tanto, la respuesta de Correa Ríos a Carmen Gloria Quintana. Algo similar recibió el ya fallecido Obispo de Copiapó Fernando Ariztia. En su lecho de enfermo meses antes de morir, con lágrimas en los ojos, me contó que estuvo con el Presidente Aylwin pidiéndole su intervención ante la Justicia y los Militares para requerir informes con respecto a los desaparecidos y las violaciones a los Derechos Humanos. Entonces regía la Comandancia en Jefe del Ejército el autodenominado capitán general Augusto Pinochet.

En plena democracia el dictador imponía su sable. La Constitución hecha a su antojo, se lo permitía. Por lo que Aylwin poco o nada podía hacer: si movía una hoja, seguramente la democracia, recién ganada, habría terminado allí. Fue algo que Monseñor Ariztia concluyo ante la respuesta de Aylwin.

Le pidió su mediación ante Tribunales con respecto a casos que conmocionaron a la comunidad nacional como fue el de los jóvenes quemados por una patrulla militar: Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas. El ex Presidente le sonrió y le dijo “se está haciendo todo en la medida de lo posible”.

Frase que la clase política tiene hoy enquistada en su frente, aconsejada por su principal asesor de comunicación e imagen, Enrique Correa Ríos. Alumno obediente del Presidente Aylwin a quien no dejaba de criticar cuando era MAPU y ex defensor del gobierno del Presidente Allende. Admirado posteriormente por el dictador quien comentaba:

“Este joven inteligente debió ser parte de nuestro gobierno”. Cazurro y visionario, el general, acertó. Por cuanto ningún personaje ha llegado tan alto tras las sombras como el ex Mapu o socialista en los salones de las alturas.

Correa Ríos no es único en la historia de hombres que llegan al poder animando cortinajes entre las sombras. Tiene un símil en la historia: Charles Telleyrand (1754-1836), el diplomático francés que subsistió gloriosamente a la caída de Luis XVI, siguió en el poder con Napoleón y traicionando a su “patrón” después de la batalla de Waterloo (1815), en la denominado Guerra de los 100 dias, cuando el emperador es derrotado por los ejércitos británicos, holandeses y prusianos.

Talleyrand forma parte de la victoria presenciando la abdicación de quien fuera su protector. Se mantuvo en el poder hasta su muerte. Transó con amigos y enemigos. Sacerdote, Obispo, sibarita y libertino, carente de todo tipo de escrúpulos.

Si Maquiavelo hablara, diría que el diplomático de Francia y el asesor de Imaginacción han sido sus mejores alumnos, siguiendo al pie de la letra los dictados de El Príncipe.

Muy mal le ha hecho este personaje a la política, y a lo que queda de positivo de ella. Sus ansias de arribar a las estrellas políticas y codearse con los máximos empresarios de la codicia, pagándose por ello, recuerda al Infierno de Dante.

Este tipo de gente tiene un triste final: el desprecio de todos quienes algún dia le admiraron como militante de un MAPU, cuyos muchos de sus integrantes yacen en algún rincón de Chile desaparecidos, asesinados, pidiendo al cielo justicia “en la medida de lo posible”.

Con este y otros tantos, así instalados en los salones del poder, se comprende el proceso de descomposición valórica de la clase política. No queda más que confiar que quienes vengan a futuro reviertan esta vergüenza colectiva que cargan los que aún creemos en la justicia y en el amplio respeto a los derechos humanos.

Fuente: El Dínamo

Enrique Correa, Carmen Gloria Quintana y la medida de lo posible

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