En el marco de la conmemoración de los 50 Años del Golpe Cívico Militar, el Colegio de Periodistas ha trabajado en la reparación de algunas portadas de diarios de la época, que pasaron a ser parte del inventario de la falacia y la deshonra en contra de cientos de hombres y mujeres que opusieron resistencia a la dictadura desde diferentes ámbitos de la lucha social y política.
Como una forma de reparación simbólica, hemos reconstituido este material de Prensa para dar dignidad y un reconocimiento a los afectados y sus familias y se les entregó, en una sentida ceremonia el 20 de diciembre en el Teatro Fray Camilo Henríquez.
Reproducimos a continuación el discurso pronunciado por Ana María Olivares, Presidenta del Consejo Metropolitano del Colegio de Periodistas de Chile:
Hace ya casi un año que nos reunimos con colegas del Consejo Nacional y de nuestro Consejo Metropolitano para evaluar las acciones que deberíamos realizar en la conmemoración de los 50 años del Golpe Civil y Militar.
Uno de los elementos que más nos movilizaba era la indolencia de los medios de comunicación y de los periodistas que trabajaron haciendo eco de la propaganda dictatorial, quienes nunca han pedido perdón -excepto TVN- por el daño causado con sus mentiras que sirvieron para encubrir los horrendos crímenes y cuyas letras develaron la actitud inhumana de no considerar la vida de quienes caían en las manos de los criminales de lesa humanidad que formaban parte de los sistemas represivos.
Miristas, comunistas y socialistas eran sinónimo de terroristas, extremistas y humanoides como decía el integrante de la Junta Militar -José Toribio Merino- y la prensa así lo consignaba instalando en la ciudadanía este discurso para deshumanizar a quienes eran de izquierda, a quienes defendían a sus convicciones y a su pueblo y los calificaron como enemigos de la patria.
Algo similar vemos hoy cuando autoridades señalan que los actos de robos de madera y de quema de casas, fundos, escuelas e iglesias son perpetrados por mapuches en actos terroristas de carácter ideológicos y, como ha señalado recientemente en su informe 2023 el Instituto Nacional de Derechos Humanos, los caracteriza como un acto de violación de derechos humanos por agentes no estatales, a pesar que se consigna la participación de carabineros, de empresarios madereros y de narcotraficantes en variados de esos atentados.
La gravedad de estas apreciaciones es que se comienza a validar desde las instituciones la teoría de los dos demonios, de la guerra interna y del enemigo interno, donde pueden existir violaciones a los derechos humanos desde agentes no estatales, a pesar que el marco conceptual internacional es que sólo los agentes del Estado pueden cometer violaciones a los DDHH.
Hoy a nivel internacional seguimos viendo como los medios más importantes replican sin cuestionamientos aberraciones, como las emitidas por el ministro de Defensa israelí, quien posterior al terrible ataque de Hamas, advirtió que dejarían sin agua, comida ni combustible al pueblo palestino de la franja de Gaza calificándolos como animales humanos y desatando una masacre inconmensurable que vemos a diario por las redes sociales donde todos y todas son un blanco, incluidos los y las periodistas que, según cifras confiables, señalan que ya van más de 92 de ellos asesinados.
Por todo esto, es que esta acción de reparación, de justicia, de perdón es tan necesaria en la actualidad. Nuestro compromiso con la verdad no se basa en las fuentes, se basa en la investigación, en el compromiso con los Derechos Humanos, en la verdad y, lo más importante, se basa en la humanidad.
Debido a la gravedad de los montajes, las mentiras y noticias falsas publicadas en la prensa, en radio y en televisión durante la dictadura, nos hemos dado la tarea de asumir la responsabilidad de quienes nunca quisieron hacerlo, quizás por una convicción editorial, que hasta hoy cargan con la mentira de los criminales de lesa humanidad, que sometieron al país a una dictadura que instaló la institucionalidad que hasta hoy nos rige, a sangre y fuego.
Como una excepción a ello, saludamos la decencia de Televisión Nacional que, a través de reportajes y de una disculpa pública del área de prensa, asumieron en septiembre pasado la barbaridad de su trabajo durante esos años, sin justificar ni bajar la responsabilidad de sus acciones.
En la justicia transicional, después de situaciones como las vividas en nuestro país con la cruenta tiranía, las reparaciones simbólicas son parte de la reparación integral y un importante mecanismo para que las sociedades en transición logren superar los hechos victimizantes sin olvidarlos y para que estos no se repitan; así, los simbolismos reparadores buscarán nombrar y dignificar a las víctimas, recordar la verdad y solicitar perdón asumiendo responsabilidades.
A razón de esto y con mucha humildad, como Colegio de Periodistas hemos comenzado una tarea de revisión de los titulares de prensa que han llevado tanto dolor a las víctimas y su entorno, haciendo pequeños gestos como éste, cuyo objetivo es pedirles perdón a nombre del periodismo chileno y hacer justicia a través de este acto de desagravio que sin duda es muy mínimo ante el dolor generado.
Este acto, conversado con algunas de las familias afectadas, tiene el objetivo de condenar la actuación de los periodistas y medios de comunicación que se prestaron para estos montajes y rehacer la verdad de las noticias consignadas con tanta deshumanidad, para intentar devolver la dignidad a las víctimas y hacer un llamado al periodismo a nunca más violar nuestro compromiso ético y sumarse horribles montajes.
Éste es el primero de los actos de reparación que nos comprometemos a seguir realizando con tantas y tantos que sufrieron la bajeza de los medios de comunicación y nuestros colegas, que abandonaron nuestro código de ética y se alejaron profundamente del quehacer principal de nuestra profesión.
Hoy pedimos perdón a los 119 ejecutados de la operación Colombo, sus familias y compañeres cuyo montaje comunicacional consignó sus muertes como un ajuste de cuentas con la ayuda de las dictaduras de la Operación Cóndor.
Pedimos perdón a Marta Ugarte, a su familia y compañeres, cuyo montaje comunicacional señaló que era un crimen pasional en la playa La Ballena, donde los periodistas Pablo Honorato de Las Últimas Noticias y Beatriz Undurraga de El Mercurio fueron parte de ello.
Pedimos perdón a Lumi Videla, a su familia y compañeres, donde se ejecutó un macabro plan comunicacional para intentar involucrar a los asilados en la embajada italiana en el crimen cometido por la DINA y donde El Mercurio y La Segunda publicaron además historietas de un sadismo propio de sicópatas.
Pedimos perdón a la familia Gallardo, a los compañeros Pedro Cortés, Manuel Reyes y Luis Ganga, quienes fueron víctimas de un montaje en televisión y en prensa para validar un falso enfrentamiento en Rinconada de Maipú que nunca existió y que nos llena de vergüenza y repudio.
Pedimos perdón a los presos y presas políticos, quienes fueron obligados a decir mentiras de sus arrestos y reclusiones en conferencias obligadas, en notas realizadas frente a sus verdugos, en montajes en los distintos sitios de reclusión para mostrar a la prensa chilena e internacional las “bondades” de la dictadura, quienes no cuestionaron ni validaron las denuncias a organismos internacionales que decían precisamente todo lo contrario.
Pedimos perdón a los ejecutados y ejecutadas políticas, por copiar tantos comunicados falsos de sus ejecuciones durante la dictadura, tanta infamia y tanta deshonra y ocultamiento. Pedimos perdón a los y las detenidas desaparecidas, negados en los medios de comunicación con inventos de supuestas salidas del país, de haber arrancado para irse con otras familias y tantas otras injurias y calumnias vividas.
Y pedimos perdón a la sociedad chilena que fue engañada y adoctrinada en el odio y en el miedo por los medios de comunicación afines a la dictadura, y que hoy siguen en un camino similar, solapado pero igual de peligroso.
Muchas gracias