domingo, diciembre 22, 2024
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Cinco Sencillos Ejercicios para una Memoria de Elefante

Una buena memoria es imprescindible para los retos profesionales del siglo XXI.

A la mayoría de nosotros nos gustaría tener una mejor memoria.

¿A quién no le pasado ir a la tienda a comprar tres cosas y volver solo con dos? ¿O entrar en una habitación y al llegar no recordar para qué fuimos hasta allí?

Sería maravilloso leer algo y recordarlo después, en vez de que esa información se desvanezca rápidamente de nuestra mente.

Hay muchas técnicas comprobadas para mejorar la memoria, muchas de las cuales se han utilizado por décadas, como por ejemplo el uso de reglas mnemotécnicas.

¿Pero qué otros métodos está investigando la ciencia?

Aún hace falta más investigación para estar seguros de que los nuevos métodos funcionan, pero veamos qué técnicas podrían llegar a ser las más utilizadas en el futuro.

1. Caminar hacia atrás

Es posible que pensemos que el tiempo y el espacio son dos cosas diferentes, pero incluso en nuestra forma de hablar hay más relación entre ambos conceptos de lo que pensamos.

Nosotros, por ejemplo, hablamos de “dejar algo atrás” cuando nos referimos a un evento que queremos olvidar. En inglés se utiliza la frase verbal “look forward”, que literalmente significa mirar hacia adelante, para referirse a algo que se espera con ansias.

Investigadores de la Universidad de Roehampton, en Reino Unido, decidieron explotar este vínculo entre espacio y tiempo en nuestra mente para diseñar un método que nos permita recordar eventos más fácilmente.

Los investigadores le mostraron a un grupo de gente una lista de palabras, una serie de imágenes o un video donde se veía a una mujer a la que le robaban su cartera.

Luego se les pidió que caminaran 10 metros hacia adelante o hacia atrás en una habitación, al ritmo de un cronómetro.

Cuando pusieron a prueba su memoria sobre el video, las palabras y las imágenes, en cada uno de los ejemplos, los que caminaron hacia atrás fueron los que más recordaban.

Fue como si el caminar hacia atrás hubiese ayudado a sus mentes a ir hacia atrás en el tiempo y el resultado fue que pudieron acceder a sus recuerdos más fácilmente.

También funcionó cuando se imaginaron ir hacia atrás en vez de hacerlo físicamente.

Esta investigación de 2018 encaja con un curioso estudio hecho con ratones en 2006.

Cuando los ratones aprendieron a ubicarse en un laberinto, neuronas llamadas células de lugar reaccionaron en cada ubicación específica.

Los científicos descubrieron que cuando los ratones se detenían en el laberinto, las neuronas asociadas con cada lugar que fueron identificando en el camino se encendían en orden inverso.

Por ello, ir hacia atrás en su mente los ayudó a recordar la ruta correcta.

Ahora, una nueva investigación mostró que cuando los humanos recordamos un evento del pasado, reconstruimos la experiencia en nuestra mente en orden inverso.

Cuando vemos un objeto por primera vez notamos primero los estampados y los colores, y luego nos damos cuenta de qué es.

Cuando tratamos de recordar un objeto pasa al revés: recordamos primero el objeto y luego, con suerte, los detalles.

2. Dibujar

¿Qué tal si en vez de hacer una lista de lo que queremos comprar la dibujamos? En 2018, investigadores le dieron a un grupo de jóvenes y viejos una lista de palabras para aprender.

A la mitad se le pidió que dibujara cada una de las palabras, mientras que a la otra se le pidió que las anotaran a medida que las aprendían.

Más tarde, los pusieron a prueba para ver cuántas palabras podían recordar.

Aunque algunas eran complicadas de dibujar, como por ejemplo la palabras “isotopo”, la acción de dibujar creo una diferencia tan grande que los viejos recordaron tanto como los jóvenes. Dibujar ayudó incluso a gente con demencia.

Cuando dibujamos, nos vemos forzados a considerar las cosas en más detalle, y es este proceso más profundo el que nos ayuda a recordar.

Incluso escribir una lista ayuda un poco, y es por eso que cuando llegas al supermercado y te das cuenta de que te olvidaste la lista en casa, todavía te acuerdas de la mayoría de las cosas, mucho más que si no hubieses hecho una lista.

Dibujar es ir un paso más allá.

Y si crees que esta técnica te ayudará a ti en particular porque eres bueno dibujando, no es así: la calidad del dibujo no hizo ninguna diferencia.

3. Hacer algo de ejercicio, en el momento justo

Se sabe desde hace rato que el ejercicio aeróbico, como por ejemplo correr, puede mejorar la memoria.

El ejercicio regular tiene un efecto general leve, pero cuando quieres aprender algo en particular, lo que ayuda, al parecer, es un poco de ejercicio intenso. Esto parece ayudar al menos en el corto plazo.

Pero los investigadores creen que si lo hacemos en el momento justo, el beneficio para la memoria puede ser mayor.

La gente que hizo 35 minutos de entrenamiento a intervalos cuatro horas después de aprender una lista de imágenes emparejadas con lugares, fue más exitosa cuando trató de recordar las dos cosas, que aquellos que hicieron el entrenamiento inmediatamente.

En el futuro, investigadores tratarán de dilucidar en qué momento el ejercicio es más beneficioso, en función del tipo de cosas que estamos tratando de recordar.

4. No hacer nada

Cuando a gente que sufría amnesia como resultado de un derrame cerebral se le dio una lista de 15 palabras para recordar, y luego se le dio otra tarea para hacer, 10 minutos más tarde solo podía recordar el 14% de la lista.

En cambio, cuando después de aprender la lista se sentaron en una habitación oscura sin hacer nada por 15 minutos, lograron recordar el 49%.

Desde entonces, la misma técnica ha sido utilizada en varios estudios por la investigadora Michaela Dewar, de la Universidad Herriot Watt, en Reino Unido.

Dewar descubrió que, en las personas sanas, un descanso corto después de aprender algo, ayudaba incluso a recordarlo una semana después de haberlo aprendido.

Quizá te estés preguntando cómo sabemos que la gente que se quedó a oscuras sin hacer nada por 10 minutos no se la pasó en ese tiempo repitiendo lo que había aprendido para no olvidárselo.

Para evitar esto, Dewar usó palabras para memorizar en otro idioma —y muy difíciles de pronunciar— que no podían ser repetidas exactamente por ellos mismos.

Estos estudios muestran cuán frágiles son los recuerdos nuevos, tan frágiles que incluso una pausa breve puede marcar la diferencia entre que se queden con nosotros o desaparezcan.

5. Dormir una siesta

Si caminar hacia atrás, dibujar, hacer ejercicio o incluso hacer una pausa te parece mucho, ¿qué tal dormir una siesta?

Se cree que dormir ayuda a consolidar los recuerdos al repetir o reactivar la información que acabamos de aprender, y que el dormir no tiene por qué ocurrir por la noche.

Investigadores en Alemania descubrieron que cuando la gente debía aprender palabras en pares, podían recordar más después de dormir hasta 90 minutos, que después de mirar una película.

Sin embargo, investigaciones recientes mostraron que esta técnica funciona mejor en personas que están acostumbradas a dormir una siesta por la tarde.

Esto le hizo pensar la investigadora Elizabeth McDevitt y su equipo, de la Universidad de California Riverside, en Estados Unidos, que tal vez fuese posible entrenar a la gente a dormir siesta.

Por cuatro semanas, gente que no suele dormir por la tarde trató de dormir un vez durante el día.

Desafortunadamente, esto no ayudó a que mejorase su memoria.

Quizás necesiten entrenar por más tiempo o quizá algunos solo necesiten caminar para atrás, o dibujar, correr o, sencillamente, no hacer nada.

Fuente: Cubadebate

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