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Chile: Democracia, Libertad Teórica y Pseudo Realidad

Chile ha tenido un año 2013 muy intenso políticamente. Son tres las elecciones que el país realiza este 17 de noviembre. Para la máxima magistratura, la presidencial, compiten nueve candidatos y candidatas (1). En el sistema bicameral se presentan 470 candidatos y candidatas para elegir 120 diputados y diputadas, en la elección senatorial 67 candidatos y candidatas para 20 puestos de senadores y senadoras.

Este año también se cumplieron 40 años del golpe militar del 11 de septiembre de 1973, que continúa siendo el hito gravitante en la política nacional del cual la sociedad aún no se sacude. Por el contrario, mientras más se analiza más inadecuado se encuentra el camino recorrido en el diagnóstico del país.

La Fundación Salvador Allende localizada en Santiago de Chile, lleva un registro de las diversas actividades realizadas durante 2013 para conmemorar los 40 años del golpe militar que derrocó al gobierno de Allende.

En Santiago solamente hubo más de 100 eventos entre foros, homenajes, conciertos, exhibiciones de arte, publicaciones de libros y escritos varios dando cuenta del sentir y la reflexión de lo que sucedió en el país desde ese golpe militar. La cantidad de material producido es impresionante sin contar la actividad de las regiones.

El Chile agrupado detrás de la sensibilidad más afectada por ese golpe, consagraba así un período de conmemoraciones resaltando un episodio que destruyó la vida de muchas personas y la institucionalidad democrática del país.

Al analizar a Chile y su evolución política post segunda guerra mundial desde una perspectiva internacional, se podría concluir de que en su trayectoria institucional el país no expresa una cultura democrática profunda. Hay voluntad y deseo, sin embargo no se encuentran las raíces de una democracia representativa amplia. El país siempre se manejó con castas de poder y clanes acomodados en los negocios y las estructuras del estado. Todavía hoy en este periodo de elecciones, este rasgo esencial del espíritu político del país quedó en evidencia por la encarnizada lucha y escasa solidaridad para acceder a las candidaturas.

Ese golpe de estado ocurre cuando apenas había transcurrido una década y media de democracia plena, lo que es un breve interludio frente a los 40 años de trauma post golpe que el país ha debido sobrellevar. Aunque hay un antecedente previo a la dictadura de Pinochet como dato inescapable y que revela la falta de vocación democrática.

En septiembre de 1948 se instaura la Ley de Defensa de la Democracia con el propósito específico de prohibir la actividad comunista en el país. No hubo detenidos y desaparecidos en la proporción de la última dictadura, sin embargo se destruyeron familias, se aniquilaron procesos y dirigentes políticos de izquierda.

Con la derogación de esta ley en 1958, el país iniciaba un proceso de recuperación de la democracia aunque nunca plena. Desde 1948 hasta 2013, esos 15 años de democracia desde 1958 a 1973 resaltan como un hito. Es una conclusión generalizada en el país de que el fin de la dictadura en 1988 no significó la recuperación de la democracia que se conocía hasta el período mencionado, con todas las deficiencias y carencias que podría haber tenido.

Los 17 años de dictadura se prolongaron, primero abiertamente y después más subrepticiamente en una democracia permanentemente intervenida a través de un estado de excepción utilizando un instrumento constitucional generado por la dictadura. Se le llama todavía Constitución de 1980 y a pesar de las 10 reformas constitucionales llevadas a cabo hasta la fecha, continúa siendo el elemento que más dificulta la normalización democrática del país, hecho reconocido por una amplia gama de sectores políticos y no políticos en el país.

Este proceso de controlada gradualidad que ha durado más de dos décadas, no ha permitido una verdadera reforma constitucional para dejar atrás las ataduras de la dictadura.

Es así que por este déficit de democracia, en Chile existe un gran deseo en las capas ilustradas, legítimo por cierto, por hablar de democracia y “densidad republicana”. Éste último término o frase corta que sirve de cliché, proviene de politólogos entusiasmados con el traslado de la utopía democrática de los países desarrollados o industrializados a los de menos desarrollo que aún rasgan vestiduras de ex -colonias, neo colonias, o sociedades en desarrollo de capitalismo tardío.

Nombres para describir lo que hace tres o cuatro décadas se le llamaba simplemente tercer mundo o subdesarrollo.

Sin embargo esta encomiable voluntad por la ilustración teórica, al mismo tiempo ha servido para reencauzar la pseudo realidad en la que se basan los análisis.

Durante los 25 años post dictadura, con una democracia no consolidada y aún en estado de regeneración de acuerdo a las plataformas de la mayoría de los candidatos en estas elecciones, el análisis más difundido acerca de los fenómenos políticos de las dos décadas post dictadura tienden a describir a un Chile en democracia.

Esta popularidad es una señal de alerta o al menos de ambigüedad, porque no hay duda que el rechazo de la población, según las encuestas de los últimos dos años a la institucionalidad política, también denota el grado de desconfianza hacia los análisis y diagnósticos.

¿Qué realmente pasó? ¿En qué está Chile? ¿Hacia dónde va?… Hay dudas, y la única conclusión clara es el “Nunca Más” por el golpe de estado. Por coincidencia es el título de una hermosa composición del músico argentino Gato Barbieri grabada en 1973 cuatro meses antes del golpe.

Por ahora los acontecimientos políticos que provienen de Chile resultan atrayentes. Esta vez no es por la llegada al poder de Salvador Allende, por el golpe de Estado de 1973 o el arresto de Pinochet en 1998.

Es la expectación generada por un triunfo de la candidata de la Nueva Mayoría, la Dra. Michelle Bachelet, probablemente en primera vuelta o con un margen de ventaja holgada por sobre el 40 por ciento.

Representando a una amplia coalición de centro – izquierda, la responsabilidad es inmensa porque el camino estará cargado de obstáculos. Habrá una oposición dura de los sectores más conservadores para hacer fracasar el proyecto. Chile a pesar de su natural insularidad tiene pulsos políticos que hacen reflexionar al resto de los países y así como a Allende se le dejó un poco solo internacionalmente por algunos sectores, Chile necesitará mucha ayuda en todos los frentes porque el experimento de una coalición amplia que incluya a demócrata cristianos e izquierdistas por muy deslavados que aparezcan en la actualidad, no se logra de la noche a la mañana.

1) Candidatas y candidatos

– Michelle Bachelet, con 47 % de adhesión (CEP); Socialista, representando la coalición Nueva Mayoría formada por el Partido Socialista, Partido por la Democracia, Movimiento Amplio Social, Partido Comunista, Izquierda Ciudadana, y Partido Demócrata Cristiano.
– Evelyn Matthei, con 14 % de adhesión (CEP); Unión Demócrata Independiente, representando a la Alianza, una coalición de derecha y centro-derecha formada por los partidos Unión Demócrata Independiente, Renovación Nacional, y agrupaciones de simpatizantes de la dictadura militar.
– Marco Enríquez-Ominami, 7%, (CEP) representando al Partido Progresista; Marcel Claude, 3% representando al pacto Todos a la Moneda que incluye al Partido Humanista y a la Izquierda Unida; Roxana Miranda del Partido Igualdad; Alfredo Sfeir del Partido Ecologista Verde; Ricardo Israel del Partido Regionalista de los Independientes; Franco Parisi, 10% (CEP),Independiente; Tomás Jocelyn Holt, Independiente.

Notas:
a) Porcentajes que aparecen de adhesión según encuesta de octubre del Centro de Estudios Públicos (CEP).
b) La encuesta de IPSOS de noviembre muestra un escenario diferente: Michelle Bachelet 35%; Evelyn Matthei 22%; Franco Parisi; 15% ; Marco Enríques Ominami 12 %; Marcel Claude 7%.

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