Sumando opciones de los conglomerados mayoritarios hay a lo menos una decena de aspirantes a La Moneda. Pese a eso, son escasos los mensajes programáticos y de propuestas para la venidera administración presidencial.
Ni siquiera el verano y las vacaciones detuvieron cierto torbellino de una carrera adelantada por el sillón principal de La Moneda. Faltan unos 20 meses para que el país entre de lleno a la elección presidencial, pero desde ya hay sectores interesados en instalar y promover nombres; algunos lo vienen haciendo desde el 2015.
Contrasta el entusiasmo mediático, las polémicas contingentes y las ambigüedades nada ingenuas en la disputada adelantada, con la escasa exposición de los actores políticos respecto a cuál sería el contenido programático de quienes hoy aparecen como posibles candidatas o candidatos.
Como si, de nueva cuenta, lo trascendente fuese el nombre del aspirante y no la aspiración del programa.
Desde partidos de la Nueva Mayoría se habla de a lo menos ocho nombres para la carrera grande. Desde la derecha el número ronda entre cuatro y cinco. Descontando algunas auto-nominaciones que con aplicar el sentido común quedan excluidas. A ello habría que agregar las posibles pretensiones de partidos y movimientos fuera de los dos conglomerados mayoritarios, que podría poner en la disputa presidencial a unos 3 o cuatro aspirantes más.
En las últimas semanas se produjo una abierta polémica en las filas del Partido Socialista, donde dan por hecho tener tres postulantes a La Moneda (Ricardo Lagos, Isabel Allende y José Miguel Insulza) y surgieron debates e inquietudes en la Democracia Cristiana donde, al menos, se menciona a Ignacio Walker y Francisco Huenchumilla como opciones a considerar, asimismo en un contexto de diferencias internas en esa colectividad. Otros nombres salieron en su momento desde otras colectividades del oficialismo.
En la derecha ya está desatada la batalla entre Sebastián Piñera, Manuel José Ossandón y Andrés Allamand, los tres de Renovación Nacional, mientras que en la Unión Demócrata Independiente, sin precisar nombres, se insiste en que deberán tener al menos un aspirante a correr la presidencial.
Así las cosas, a través de los medios de prensa pero también con la realización de puestas en escenas, conferencias académico-políticas, filtraciones de reuniones de apoyo o análisis, artículos futuristas, aplausómetros en congresos y eventos partidarios, posicionamientos en torno de la coyuntura, viajes a regiones y al extranjero, apariciones en las páginas de farándula o “sociales”, vocerías intermitentes pero continuas, varios de los personajes mencionados van tomando posiciones. Algunos generando grados de incertidumbre y confusión al hacer campaña tácita pero expresando que no son aspirantes a nada…Lo que cierra el paso a potenciar otras opciones.
Contenidos de la candidaturas
El asunto es que en medio de todo eso, prácticamente no hay mensajes programáticos, compromisos con políticas públicas y sociales futuras, explicitaciones de si se continuará con el proceso de reformas y en concreto se habla muy poco, por ejemplo, de cuándo, con quiénes y cómo se elaborará el programa del futuro gobierno.
Frente a eso, desde varios centros de pensamiento de la Nueva Mayoría ya se instó a comenzar el análisis de lo que podría ser los contenidos de un programa, y en la derecha varios personeros llamaron a avanzar en elaborar propuestas y no sólo dedicarse a atacar a la NM y a la Presidenta Michelle Bachelet.
Aunque hay algunos puntos claros. Por ejemplo, Piñera, Allamand y la UDI ya avisaron que si llegan a La Moneda, van a iniciar un proceso de desmantelamiento de las reformas educacional, tributaria, laboral y otras logradas durante la administración bacheletista.
Y algunos puntos difusos y contradictorios, como cuando el senador democristiano, Patricio Walker, declaró que “no soy partidario de estar en la misma coalición con el PC” y enfatizó, al hablar de la NM, que “no hemos creado una coalición…”
En el oficialismo hay algunas miradas ya expuestas sobre estos temas, como cuando el presidente del Partido Comunista, Guillermo Teillier, declaró que “no es tiempo de estar en esto de las candidaturas presidenciales, hay que concentrarse en cumplir con el programa y avanzar en las reformas”, recalcando que “ya habrá tiempo de nombres, pero la verdad es que lo más importante será el programa para otro periodo presidencial de la Nueva Mayoría, para proyectarnos y seguir cumpliendo con las transformaciones”.
En este marco, Jaime Quintana, presidente del Partido por la Democracia, dijo que el tema de la carrera presidencial está “muy lejos”, pero que, en todo caso, “me costaría pensar en un liderazgo que esté por achicar la Nueva Mayoría”.
Dentro del oficialismo se hace hincapié en seguir avanzando en las reformas en educación y asumir desafíos en cuanto al deficitario servicio de salud y el deficiente sistema privado de previsión social. También es claro que la NM seguiría impulsando todo el proceso de construcción e implantación de una nueva Constitución.
El alcance del proceso que ha vivido el país y la población en los últimos dos años, la intensidad de los dos años que vienen, parece indicar que más que nunca antes en estas décadas, el programa adquiere una relevancia determinante porque hay un pueblo más consciente, más exigente, más deliberante, más demandante, más crítico.
Es cierto que hay nombres que gravitan y no es lo mismo tener un mal candidato a tener un buen candidato. Pero en un país con el nivel de abstencionismo que se tiene y se prevé, con la profundidad de la inequidad y la abundante demanda social, y con el reto de superar el deterioro notable de la confianza en la política y los partidos, parece que el desafío no puede sujetarse al rostro del o la candidata, sino a las letras y precisiones del programa.
Como sea, lo que se viene no tiene que ver puramente con nombres de candidatos, sino esencialmente con contenidos de programa.
Fuente: El Siglo