Asoma como una burla a la gente esto de “los gestos” de personeros políticos al renunciar, pedir perdón o reconocer errores, como exclusiva respuesta a actos de ilícitos, irregularidades y malas prácticas. Una cantaleta mediática en que, para colmo, se sublima “el gesto” a una actitud casi heroica que es saludada y aplaudida por los pares de esos personeros como si así exculparan sus acciones ilegales y ausencia de ética.
En un sistema institucional maduro y una democracia sana, lo que corresponde es que los dirigentes políticos y funcionarios públicos que efectúan actividades ilícitas o son protagonistas de malas prácticas, queden sometidos, primero, al dictamen de la Justicia y, segundo, se proceda a una sanción política e institucional que de cuenta de un real asumir la responsabilidad.
Hay que imaginar si en diversos ámbitos, la gente metida en ilegalidades empieza a hacer gestos y dar disculpas, como medida suficiente para reparar el daño y evitar las sanciones penales o políticas.
Eso puede ocurrir en algún tipo de relaciones humanas, en dinámicas políticas, en el quehacer público, pero no puede constituirse en respuesta a la comisión de delitos y prácticas reñida con la ética y valores institucionales.
Lo que parece más adecuado es que “los gestos” tengan que ver con quedar a disposición de la Justicia y colaborar con las investigaciones, realizar acciones de transparencia sobre irregularidades indagadas, renunciar a fueros exclusivos, abandonar cargos públicos y de representación cuando se está ligado a casos ilícitos y anti éticos.
De lo contrario, el gesto se sumará a la burla de la que ya se sienten agraviados millones de ciudadanas y ciudadanos.
Fuente: Reporte