José Luis Rodríguez (*)
Al morir en marzo de 1985 fue promovido como Secretario General del PCUS Mijail Gorbachov. Con 54 años de edad era el secretario general más joven elegido después de la segunda guerra mundial y también el primero que no había participado en la misma.
En enero de 1988 fue seleccionado «hombre del año» por la Revista Time. En 1990, le concedieron el Nobel de la Paz. En 1991, la URSS desapareció.
En enero de 1988 fue seleccionado “hombre del año” por la Revista Time. En 1990, le concedieron el Nobel de la Paz. En 1991, la URSS desapareció.
Gorbachov se había graduado como jurista y había desarrollado su carrera trabajando en diferentes estructuras del Partido, donde ocupó cargos en la dirección del mismo en la región rusa de Stavropol desde 1962 y como secretario general entre 1970 y 1978. Ingreso al Comité Central del PCUS en 1971 y en 1978 fue promovido a miembro del Secretariado del Comité Central a cargo del la agricultura, -anteriormente había obtenido el título de agrónomo en estudios por correspondencia- siendo promovido a miembro del Buró Político en 1980.
Ya bajo la dirección de Andropov, Gorbachov había venido destacándose como un cuadro en ascenso. Se trataba sin dudas de una persona inteligente, con capacidad de dirección y facilidad de comunicación rasgo, este último, que contrastaba con la personalidad de sus antecesores. No obstante, su experiencia práctica en la dirección del Estado y su formación en temas de política económica y relaciones internacionales resultarían muy limitadas para el cargo que ocuparía en 1985.
El panorama que enfrentaría el nuevo dirigente era complejo. La URSS sufría un significativo desgaste sociopolítico como resultado del estancamiento económico, el deterioro de indicadores sociales básicos y también como consecuencia de las secuelas –solo parcialmente superadas- de un sistema político que había fallado en dar una respuesta estable para trascender adecuadamente el capitalismo. Esto último se evidenciaba en la burocratización de los procesos de dirección, la falta la renovación en los dirigentes y la consecuente carencia de movilidad social, así como la falta de una cultura socialista plenamente desarrollada y la ausencia de participación efectiva de los trabajadores en la gestión democrática de la sociedad.
Precisamente en lo referido a estos últimos aspectos, llamaba la atención la pasividad de la sociedad soviética ante los problemas de la vida cotidiana, fenómeno que se manifestaría también en los últimos años de existencia de la URSS. En lo referido a la necesidad de una nueva forma de vida, el politólogo ruso Serguei Kara-Murza brindaría una interpretación interesante sobre el tema al señalar:
“…la vida del pueblo soviético con su bienestar garantizado (¡incluso si este hubiera sido grande!) se convierte en una existencia sin objetivos (…) Para una persona promedio era aburrido vivir en el socialismo soviético desarrollado. Y nuestro proyecto no propuso salida alguna a ese tedio (…) El socialismo que construyeron los bolcheviques era efectivo como proyecto para personas que habían sufrido desgracias (…) Pero el proyecto no respondía a las exigencias de una sociedad próspera que ya había sufrido y olvidado la desgracia.”
Por otro lado, estaba presente el crecimiento de una economía privada ilegal, también llamada segunda economía, que –según estimados ya mencionados anteriormente- alcanzaba un nivel equivalente al 20% del PIB en 1988. La presencia de estas ilegalidades se vinculaban a la extensión de la corrupción en el aparato estatal soviético durante el mandato de Brehznev, fenómeno que fuera inicialmente objeto de atención priorizada por Yuri Andropov en su breve período de mandato.
En el ámbito de la política económica y el sistema de dirección de la economía, la zigzagueante evolución de las reformas de los últimos 20 años no habían brindado los resultados esperados. No obstante, es preciso aclarar que –a pesar de las dificultades apuntadas- la economía soviética no se encontraba entonces en medio de una crisis irreversible y si bien es posible hablar de un estancamiento en esos años, el mismo hay que referirlo a la necesidad –no satisfecha- de consolidar un crecimiento intensivo mediante el incremento de la productividad del trabajo. A pesar de las dificultades, debe señalarse que el nivel de existencia material del ciudadano soviético promedio había aumentado notablemente entre 1965 y 1985.
Tampoco debe pasarse por alto que desde finales de la década de los años 70 la URSS se enfrentaba a una reforzada ofensiva política y militar de Occidente, encabezada por Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en Gran Bretaña.
Se buscaba –por diferentes vías- exacerbar las dificultades económicas del país mediante una política de sanciones; romper el equilibrio militar, especialmente en el teatro de operaciones europeo, a través de la instalación de nuevas armas estratégicas –particularmente el Sistema de Defensa Antimisiles- en lo que se conocería popularmente como “la guerra de las galaxias” y elevar las contradicciones internas en los países de Europa oriental, así como sus diferencias con la Unión Soviética.
Un impacto evidente de estas presiones se manifestaría en el gasto estimado de entre 3 000 y 4 000 millones de dólares anuales para sostener la presencia de tropas soviéticas en Afganistán –de donde solo se retirarían en 1989- y la transferencia de entre 1 000 y 2 000 millones anualmente para apoyar el gobierno polaco frente a la ofensiva antisocialista del Sindicato Solidaridad a partir de 1981.
Como es lógico, los temas económicos concitaron la inmediata atención de Gorbachov y su equipo. De hecho las primeras medidas adoptadas en 1985 plantearon una reconsideración de las metas de crecimiento para el quinquenio 1986-1990.
Curiosamente a solo dos meses de ocupar el cargo, el Secretario General plantearía un criterio que contrastaba con los que predominaban a partir de las reformas económicas anteriores: “Muchos de ustedes ven la solución de sus problemas acudiendo a mecanismos de mercado en lugar de a la planificación directa. Algunos de ustedes ven el mercado como el salvavidas para los problemas económicos, pero, camaradas, ustedes no deben ver al salvavidas sino el barco y el barco es el socialismo.” Pero estos criterios –así como muchos otros- cambiarían rápidamente en la visión del máximo dirigente soviético.
En la evolución de la política interna de la URSS durante los últimos años de su existencia, pueden delimitarse claramente tres etapas: 1985-87, 1988-89 y 1990-91.
Durante los dos primeros años del mandato de Gorbachov se dio continuidad a la mayoría de las líneas trazadas por su antecesor, mediante una política en la que se pretendía perfeccionar la gestión económica en los marcos del socialismo. Muchas de las ideas acerca de la necesidad de profundos cambios se había formulado ya por Gorbachov en el Pleno del CC del PCUS de diciembre de 1984 –donde ya se hablaba de la perestroika- y en el Pleno correspondiente a abril de 1985. El énfasis sería puesto en el desarrollo mediante la utilización del potencial científico técnico del país.
La presentación de un programa económico más amplio se hizo en el XXVII Congreso del PCUS en febrero de 1986, que –en síntesis- contemplaba hacer más eficiente la dirección centralizada de la economía, extender resueltamente la autonomía a las empresas, pasar a métodos económicos de dirección, utilizar para la administración las estructuras orgánicas modernas y democratizar todos los aspectos de la administración.
Un aspecto que incidiría en los resultados de la dirección de la sociedad soviética, fue la decisión inmediata de sustituir dirigentes a todos los niveles, lo que –si bien podía justificarse desde diferentes puntos de vista- en la práctica contribuiría a la inestabilidad que se observó en los procesos de dirección durante esos años.
De tal modo, en el plazo de un año se sustituyó al 50% de los miembros del Buró Político, cinco de los 14 secretarios del partido a nivel republicano, se dio baja a 50 de los 157 secretarios del partido a nivel de regiones y distritos y en total se sustituyeron unos 15 000 administradores. Simultáneamente se promovieron sucesivamente al Buró Político tres dirigentes que ejercerían una gran influencia en Gorbachov y en el devenir de la sociedad soviética en los años siguientes.
Estas personas fueron Alexandr Yakovlev, que había ocupado cargos de importancia en la esfera de la propaganda y los medios en el Comité Central, el cual también había sido embajador en Canadá durante 10 años y que devendría secretario del Comité Central y uno de los asesores políticos más importantes de Gorbachov; Eduard Shevardnadze, que había dirigido el partido en Georgia y que pasaría a ocupar el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores; y Borís Yeltsin, dirigente del partido en la ciudad de Sverdlovsk que fue designado para el importante cargo de secretario del PCUS en la ciudad de Moscú. Los tres eran conocidos –con diferentes matices- por sus posiciones críticas y reformistas de corte socialdemócrata, que derivarían hacia expresiones claramente anticomunistas y antisoviéticas a lo largo de estos años.
Durante este período inicial, se sucedieron rápidamente un conjunto de medidas de carácter socioeconómico.
En primer término y para impulsar el desarrollo, en junio de 1985 se crearon 23 nuevos complejos científicos y se modificó el plan quinquenal en octubre para priorizar la producción de equipos tecnológicos avanzados. Para tener una idea del cambio que se gestaba, debe tomarse en consideración que entonces más del 70% del potencial científico de la URSS estaba vinculado directamente al complejo militar-industrial, por lo que una transformación a corto plazo en el empleo de ese potencial era una tarea de enorme complejidad para intensificar la producción y al mismo tiempo, asegurar la defensa del país.
En una decisión de elevado impacto social, Gorbachov lanzó una campaña contra el consumo de alcohol en mayo de 1985, un problema que –efectivamente- durante muchos años había incidido negativamente en la salud y en la disciplina laboral soviética. Para ello disminuyó la producción de vodka y limitó los horarios de venta de la bebida, medidas que –sin embargo- no atacaron las complejas y profundas raíces del fenómeno en la historia del pueblo ruso, no contaron con el necesario apoyo social y a la larga resultaron inefectivas, ya que se produjo un notable incremento de la producción del aguardiente casero en alambiques clandestinos.
Igualmente en mayo de 1986 se implementó una nueva legislación para controlar los ingresos no provenientes del trabajo, en un proceso que tampoco profundizó las causas de la existencia, desarrolló la economía informal y no produjo resultados socialmente favorables. Por otro lado, en noviembre de ese año se aprobó una nueva legislación sobre el trabajo individual que contribuiría a formalizar un conjunto de actividades que se desarrollaban al margen de la ley.
Curiosamente, en esta legislación no se autorizaba el trabajo asalariado, principio que se abandonaría posteriormente. Finalmente en noviembre de 1987 se aprueba una legislación que permite la entrega en arriendo de bienes estatales, preámbulo de la privatización de bienes públicos que se abriría paso poco tiempo después.
También como ejemplo de los cambios institucionales que, con un enorme alcance se emprendieron a toda velocidad en la estructura del gobierno, a finales de 1985 se creó una especie de superministerio para gestionar la producción agroindustrial bajo la denominación de GOSAGROPROM, que flexibilizó la producción agrícola con una orientación mercantil, pero que tampoco produjo los impactos esperados y se disolvió con la misma rapidez con que se creó en abril de 1989.
En el ámbito del cambio en las relaciones de propiedad se aprobó la creación de las cooperativas no agropecuarias en octubre de 1986, que -según el criterio de varios analistas-, sirvió más para cubrir actividades ilegales que para crear una nueva forma de gestión social. De igual modo, en enero de 1987 el país se abrió nuevamente a la inversión extranjera, fenómeno que no había estado presente desde los años de la NEP y que tuvo una fría acogida en el exterior, pues a finales del año solo se habían invertido 89,3 millones de dólares bajo este concepto.
Una trasformación de enorme trascendencia en el ámbito de la propiedad estatal fue la aprobación de una nueva ley de la empresa estatal en junio de 1987 bajo los principios de la autonomía, la autogestión y el autofinanciamiento que abría un espacio mayor al mercado reduciendo el papel de la planificación y la dirección central de las empresas. En esta legislación se percibía una clara influencia de la reforma económica que sobre el tema se había desarrollado desde inicios de los años 80 en Hungría.
Finalmente, el Pleno del Comité Central de junio de 1987 aprobó lo que se denominó como Programa para la Reforma Económica Radical, que –en síntesis- sentaría las bases para transitar hacia el socialismo de mercado en la URSS.
A lo largo de este proceso puede apreciarse como durante el período que va de 1985 a 1987 se va operando una trasformación de la política económica que rompe con las premisas de las reformas económicas anteriores y comienzan a aparecer señales claras de cambios que se alejan de las premisas esenciales adoptadas para perfeccionar el socialismo.
En este punto debe señalarse que hubo dos conceptos cuyo contenido presidiría las transformaciones a emprender, pero que irían transformándose con el tiempo. El primero era la perestroika, que puede traducirse como reconstrucción o reestructuración y el segundo fue la glasnost o transparencia. En ambos casos inicialmente el alcance de los cambios a introducir se enmarcaba en los marcos del socialismo, uniéndose al reclamo de una democratización de los procesos de dirección social con ese mismo referente.
Sin embargo, ya a partir de los acuerdos del Pleno del Comité Central del PCUS de enero de 1987 se introduce un concepto de democratización con referentes liberales propios de la sociedad burguesa y se van desdibujando los márgenes socialistas de actuación de la perestroika y la glasnost como instrumentos para perfeccionar el socialismo, transformándose gradualmente en elementos para su cuestionamiento.
Simultáneamente –en el ámbito de los medios de comunicación- la exigencia de mayor transparencia en la gobernabilidad social se enfoca hacia una revisión histórica del desarrollo de la URSS y –particularmente- a una valoración crítica del fenómeno del stalinismo. En este proceso se abrieron paso enemigos declarados del socialismo y nunca se realizó un análisis ponderado de la compleja historia del país, todo lo cual condujo a una campaña que terminaría cuestionando los indiscutibles logros del socialismo en la sociedad soviética y a crear una enorme confusión en la sociedad.
Al cierre de estos dos primeros años los resultados económicos mostraron una tendencia al retroceso con un crecimiento de ingreso nacional que bajó de 2,3% en 1986 a 1,6% en 1987; la producción industrial descendió de 4,4 a 3,8% y la producción agropecuaria de 5,3% se contrae un 0,6%.
A partir de ese momento el debate oscilaría en torno a la aplicación de las reformas por un lado y a la adopción de medidas inmediatas de estabilización económica por otro.
(*) Asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM). Fue Ministro de Economía de Cuba.
Fuente: Cubadebate