Se conoce como ‘sitio de Leningrado’ al bloqueo militar que los nazis establecieron sobre esta ciudad soviética durante la Segunda Guerra Mundial, una de las páginas más trágicas de la historia del país. El sitio duró en total 872 días, desde 8 de septiembre de 1941 a 27 de enero de 1944, y costó la vida a 1,2 millones de personas. La batalla por la saliente o arco de Kursk, entre el 5 de julio y el 23 de agosto de 1943, representó la contraofensiva alemana a la derrota de Stalingrado, y por tanto, la última oportunidad del III Reich. Su derrota inclinó la balanza de manera decisiva en favor del Ejército Rojo, que no detuvo su marcha sino hasta Berlín. Por su duración, la ferocidad de los combates, la cantidad de efectivos y pertrechos de combate, y el homérico heroismo de los combatientes, se considera a la Batalla por Stalingrado como el mayor hecho bélico de la historia. En conjunto, estas tres grandes batallas sellaron la derrota del nazismo.
El Sitio de Leningrado: La Ciudad que no se Rindió
Fecha: 8 de septiembre de 1941 a 27 de enero de 1944
Región: Ciudad de Leningrado (actual San Petersburgo)
Duración: 872 días
Víctimas: Más de 1,2 millones de muertos, más del 90 % por hambre
Resultado: Retirada nazi
Historia
En 1941, Hitler planeaba borrar de la faz de la tierra a Leningrado (la ciudad hoy de nuevo llamada San Petersburgo). Era la cuna de la revolución y el símbolo de la cultura rusa. Además, en aquella época ahí se encontraba la única fábrica productora de tanques pesados, coches y trenes blindados del mundo. Era la fábrica de Kirov, que tan solo en ese año produjo más de 700 tanques KV-1 y ?V-2.
La evacuación de los habitantes de la ciudad comenzó en junio de 1941, cuando Alemania atacó a la URSS y empezó la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de los ciudadanos se negaba a dejar la ciudad, esperando que supieran defenderla. No hubo ningún plan especial para la evacuación, por eso se hizo caóticamente. En el verano, evacuaron a cerca de 500.000 personas, pero posteriormente 175.000 de ellas se vieron obligadas a regresar.
A principios de septiembre, el ejército alemán se acercó a la ciudad de Leningrado. Hitler mandó a Moscú prácticamente todos los tanques y una parte de su ejército y él se quedó al mando del objetivo principal. Unos días después hizo una tentativa de asalto.
Durante los momentos más críticos, cuando el ejército alemán rodeó la ciudad y el destino de Leningrado pendía de un alfiler, Iósif Stalin ordenó al comandante Gueorgui Zhúkov organizar la defensa. Este supo en pocos días movilizar a los habitantes de la ciudad para la defensa. Los ancianos, mujeres y niños elevaron fortificaciones, produjeron armamento y tecnología en las fábricas, cosieron la ropa de los soldados. Con esfuerzos increíbles, los habitantes consiguieron defender su ciudad, la ofensiva alemana fue detenida. Hitler decició matar de hambre a los habitantes de Leningrado y destruir la ciudad con bombardeos.
«Los planes de los nazis pasaban por tomar la ciudad, eliminar completamente la población de la ciudad, destruir el territorio con inundaciones y borrar la ciudad de la faz de la Tierra. […] La ciudad no podía rendirse», comenta Mijaíl Konstantínov, doctor en ciencias históricas. Y la ciudad no se rindió.
El sitio de Leningrado
El 12 de septiembre hicieron un recuento de todas las reservas de productos alimenticios. Eran suficientes sólo para un mes y medio. La hambre verdadera comenzó en noviembre. Se hicieron frecuentes los casos de desmayos por hambre, la gente moría de agotamiento. Fue prácticamente imposible recibir reservas de productos alimenticios por aire, mientras que el hielo del lago Ládoga era demasiado fino y no resistía el paso de los coches.
Ya que con el comienzo del bloqueo la posibilidad de salir de Leningrado fue restringida, en el invierno de 1941-1942 comenzó a funcionar el así llamado «Camino de la Vida», que iba a través del lago Ládoga. En unos meses consiguieron evacuar cerca de 660.000 personas, en su mayoría eran niños debilitados por el hambre.
El invierno resultó muy frío y largo. Desde el otoño prácticamente no hubo electricidad, ni calefacción y dejó de circular el transporte. Para llegar al trabajo los ciudadanos gastaban sus últimas fuerzas para cruzar las calles cubiertas de enormes capas de nieve. Unos caían agotados, otros se congelaban sin fuerzas para levantarse y seguir.
Los meses más duros fueron enero y febrero de 1942. Tan sólo la parte de la población que trabajaba pudo recibir un poco de pan. Se hicieron más frecuentes los casos de canibalismo. La situación se mejoró un poco durante la segunda mitad de 1942. Los suministros de pan se hicieron relativamente regulares. Según los recuerdos de los participantes en aquellos sucesos trágicos, eso era una verdadera fiesta, las personas se abrazaban y lloraban de felicidad en las panaderías.
En enero de 1943 los rusos consiguieron romper el bloqueo. En aquel momento en la ciudad quedaban solo 800.000 personas, mientras que el 1 de enero de 1941 la población ascendía a tres millones de ciudadanos. La ciudad de Leningrado fue liberada por completo en un año.
El bloqueo de Leningrado duró 872 días y cobró las vidas de más de 1.2 millones de personas, más del 90 % de ellas murieron de hambre.
Recuerdos
Los cuidadanos de Leningrado describían detalladamente en sus diarios las miles de muertes. En uno de ellos se apuntó:
«Hoy, cuando pasaba por la calle, una persona caminaba por delante. Movía sus pies con muchos esfuerzos. Al adelantarle, me fijé sin querer que tenía una cara siniestramente azul. Pensé que probablemente moriría pronto. Luego de unos pasos, me volteé, paré y seguí observándole. Se estaba desvaneciendo, sus ojos se le pusieron en blanco, empezó a caer despacio a la tierra. Cuando me acerqué, ya estaba muerto. La gente se hizo tan débil por el hambre que ya no ponía resistencia a la muerte. Morían como si fueran a dormir. Las personas semivivas que les rodeaban no les hacían caso.»
Esta indiferencia fue un rasgo que caracterizó esos tiempos:
tratando de conservar sus fuerzas vitales, las personas se encerraron en sí mismos, a veces quedándose en sus propios departamentos a solas, con los cadáveres de sus familiares, sin fuerzas no sólo para enterrarles, sino hasta para cerrarles los ojos.
El filólogo ruso Dmitri Likhachov, que sobrevivió junto con su familia a los meses más pesados del sitio, escribió:
«Dejaban a los que morían: las madres, padres, mujeres, niños; dejaban de alimentar a los que ya no tenía sentido alimentar; escogían entre sus niños a quién iban a salvar; buscaban oro en los cuerpos de muertos; les arrancaban los dientes si eran de oro; les cortaban los dedos para quitarles sus anillos de boda; desvestían los cadáveres en la calle para conseguir la ropa para los vivos; cortaban los restos de la piel de los cadáveres para cocer sopa para los niños; estuvieron listos para cortar trozos de carne de sus propios cuerpos para alimentar a sus hijos; escribían diarios y notas para que después alguien supiera cómo morían millones. Si eran terribles los bombardeos y ataques de la aviación alemana, ¿a quién podían asustar? Solamente el que muere de hambre puede hacer una gran infamia o un gran sacrificio de sí mismo, sin temer a la muerte».
Fuente: RT
La Saliente de Kursk, la última oportunidad del III Reich
Fechas: Ofensiva alemana: 5 – 16 de julio de 1943; contraofensiva soviética: 12 de julio – 23 de agosto de 1943.
Lugar: región de Kursk, Unión Soviética
Resultado: Decisiva victoria soviética
Comandantes:
Alemania: Erich von Manstein, Günther von Kluge, Hermann Hoth, Walther Model, Robert Ritter von Greim.
URSS: Georgui Zhukov, Konstantin Rokossovski, Nikolai Vatutin, Aleksander Vasilevski, Iván Kónev.
Antecedentes: Las regiones de Oriol, Kursk y Bélgorod centraron la atención de los jefes militares nazis. Esta zona conformaba la parte saliente del frente soviético, de unos 150 kilómetros de largo y unos 200 de ancho que los alemanes solían llamar ‘el balcón de Kursk’, y que preocupaba mucho a los enemigos del Ejército Rojo.
Valiéndose de esta parte saliente, las tropas soviéticas podían atacar el punto donde se juntaban los ejércitos Centro y Sur y romper el frente penetrando en las regiones centrales de Ucrania. Al mismo tiempo, los estrategas de Hitler no podían evitar caer en la tentación de atacar a los destacamentos rusos del Norte y del Sur en la base del “balcón de Kursk” para sitiar y aniquilar a un numeroso grupo de tropas soviéticas que se encontraba allí. A la operación se le dio el nombre de ‘Ciudadela’.
Fuerzas en combate
Wehrmacht: 900.000 hombres; 2.928 tanques; 9.966 cañones y morteros;
Luftwaffe: 2.110 aviones
Ejército Rojo: 1.300.000 hombres + 600.000 en reserva; 3.400 tanques + 1.500 en reserva; 25.000 cañones y morteros;
La Fuerza Aérea Soviética: 2.700 aviones
En la región de la operación estaban concentradas 50 divisiones de la Wehrmacht, cerca de 3.000 tanques (la mitad de todos los que estaban en disposición de los nazis en aquel momento) y cerca de 2.000 aviones. El cuerpo de élite de tanques de las SS, incluidas las famosas divisiones ‘Reich’, ‘Grossdeutschland’, ‘Adolf Hitler’ y ‘Totenkopf’, estaba destinado a ser la principal unidad de choque de la operación. Por primera vez se planeaba usar a gran escala los nuevos tanques alemanes Tiger y los nuevos aviones de caza Focke-Wulf 190.
Alemania tuvo que emplear todas sus fuerzas en prepararse para la ofensiva de verano. Se realizó una movilización total. La industria militar estaba operando a plena capacidad.
Los agentes de la inteligencia soviética y británica consiguieron descubrir los planes de Hitler, lo que permitió llevar a cabo los trabajos preparativos a gran escala y concentrar las fuerzas. En tres meses se construyeron ocho líneas de defensa con trincheras, alambradas y campos minados.
La estrategia de ambos bandos
Al Alto Mando del Ejército Rojo le llevó un tiempo determinar la táctica a emplear en la operación militar. Finalmente, optaron por seguir el criterio de Zhúkov y Vasilevski, que insistían en que primero había que agotar las fuerzas del enemigo durante la defensa, antes de emprender la contraofensiva.
En el transcurso de la guerra hasta aquel momento, las tropas soviéticas no habían podido bloquear ni una sola vez el ataque de los tanques del enemigo apoyado por la aviación en la primera línea de la defensa. Esta vez tenían que conseguirlo para evitar la derrota y que un millón de soldados rusos se vieran cercados, lo que en aquel momento sería una catástrofe para la URSS. Ambas partes apostaron mucho por esta operación.
Desarrollo de las operaciones
Al amanecer del 5 de julio de 1942 los alemanes atacaron a las tropas soviéticas al mismo tiempo por el Sur y por el Norte. El Gran Cuartel General ruso sabía la hora exacta del inicio de la operación cinco días antes de la batalla. Por lo tanto la ofensiva de la Wehrmacht no se desarrolló de acuerdo con el plan previsto por los alemanes. Las divisiones nazis que avanzaban para ocupar las posiciones fueron atacadas por la artillería rusa y sufrieron pérdidas. Sin embargo, no se logró detener la ofensiva: los Tiger seguían haciendo brechas en las fortificaciones soviéticas. Los tanques alemanes, que tenían cañones más potentes con capacidad para alcanzar distancias más largas, rompían el blindaje de los carros de combate rusos sin sufrir daños.
La primera semana de la batalla era la prueba más dura. No se logró detener al enemigo en la primera, ni tampoco en la segunda línea de defensa. La situación era casi crítica.
De los recuerdos de M. Abdulin (‘160 páginas del diario de un soldado’):
“Nunca, ni antes ni después de esta batalla, vi tal cantidad de artillería. Los jefes de las divisiones de artillería de diferente calibre tardaban en encontrar la posición de fuego ya que tenían que tener en cuenta la posición de las divisiones vecinas y no molestarles durante el ataque. ¡Los artilleros no cabían en el campo de batalla!
El estruendo de cañones no paraba ni un solo minuto desde la mañana y hasta la noche. A causa del hollín, nosotros, la infantería, parecíamos unos fogoneros echando sin cesar carbón al fogón, en medio del humo de los tanques incendiados, las explosiones de proyectiles, el fuego de todo tipo de armas… Brillaban el blanco de los ojos y los dientes… Cada uno, cubierto de sudor, hacía su trabajo en su trinchera, en su metro cuadrado de tierra, como en un taller gigante, sin miedo ya, abandonándose a las manos del destino: me matan o no me matan. En una batalla tan feroz es imposible preservarse, y las manos hacían lo necesario casi automáticamente.
Al retroceder los nazis, volvieron a atacar nuestras posiciones con mayor fuerza, pero sin éxito. ¿Cuántas veces al día? Unos en contra de los otros. ¿Quién va a poder con quién? Chocaron dos potencias, dos fuerzas.
En el cielo también durante todo el día hay combates aéreos. Caen miles de pedazos de proyectiles y balas. Aquí mismo cada dos por tres aterrizan los pilotos nazis y los nuestros. Muchas veces hemos visto como los pilotos continúan la lucha disparándose los unos a los otros con pistolas mientras están descendiendo a tierra. Hay que ayudar pero ¿cómo? Si nuestros paracaídas tuvieran una estrella pintada o fueran todos del mismo color”.
Los alemanes lograron introducir una cuña en el frente soviético e incluso sitiar a varias unidades militares. El 8 de julio, a causa del anticipado y mal preparado intento de emprender una contraofensiva, algunas unidades de tanques perdieron hasta el 90% de los carros de combate (en total, cerca de 340 tanques), los soldados estaban agotados. El enemigo no sólo no fue detenido, sino que seguía avanzando. Sólo cuatro días después, gracias a los enormes esfuerzos de las tropas rusas, se logró mejorar la situación en esta parte del frente.
El 12 de julio, cerca de la estación ferroviaria de Prójorovka tuvo lugar la batalla que se recoge en todos los manuales de historia como la mayor batalla de tanques de la Segunda Guerra Mundial. En realidad lo que sucedió en Prójorovka no era muy diferente a los días anteriores de lucha feroz. En el transcurso de una semana ‘las batallas de Prójorovka’ tenían lugar casi a diario en el flanco sur del ‘arco de Kursk’. La importancia que más tarde le dieron a esta batalla en concreto se debe a una coincidencia de circunstancias y a una serie de falsedades históricas.
La batalla de Prójorovka se desarrollaba según el plan del combate del 8 de julio. Por lo visto, los jefes del Frente de Vorónezh no sacaron conclusiones de los acontecimientos anteriores. Esta fue la causa principal de las enormes pérdidas sufridas por las tropas soviéticas el 12 de julio.Teniendo el doble de tanques que los nazis, el Ejército Rojo no pudo obtener una victoria incondicional.
A pesar de las pérdidas suyas, también muy altas, los alemanes seguían con capacidad combativa. Las batallas cerca de Prójorovka duraron hasta el 16 de julio. Uno de los participantes de aquellos acontecimientos recuerda: “Los nazis necesitan la victoria. Están esforzándose mucho y luchan hasta el último suspiro. Ya empiezo a pensar que cada uno de los fascistas tiene una o dos vidas de reserva. Lo nuestro está claro. Estamos luchando por lo nuestro, en nuestra tierra. ¿Pero por qué los nazis están dispuestos a morir tan fácil? Están muriendo pero vuelven a atacar una y otra vez. Los quemamos, los aplastamos, los volcamos, pero regresan. El Sol se ha vuelto negro en el cielo, el humo de los tanques volcados en llamas quema los pulmones, el metal se está deformando por el fuego y por las explosiones…”.
Al final, los alemanes retrocedieron, pero no por ser derrotados claramente, sino por la imposibilidad de hacerse con el saliente ocupado por las tropas soviéticas. El Ejército Rojo estaba agotado y no pudo iniciar de manera inmediata la persecusión del enemigo.
Durante las tres semanas de batallas en el flanco sur del “arco de Kursk” las pérdidas rusas en muertos y heridos llegaron a más de 185.000 personas. Mientras tanto, el ejército alemán Sur perdió a cerca de 35.000 efectivos. En total, la parte rusa perdió a unas 178.000 personas, mientras que Alemania sufrió 57.000 bajas mortales. (según otros datos existentes, cerca de 200.000).
Contraofensiva soviética
La batalla de Kursk supuso una seria prueba para los soldados soviéticos. Según los documentos secretos revelados recientemente y las últimas investigaciones, la victoria de la URSS no fue tan brillante y evidente. Ha sido una operación militar duradera y extenuante en resultado de la cual la URSS obtuvo la supremacía estratégica. Hasta el día de hoy la valoración de aquella batalla entre los historiadores militares no es unívoca, pero Rusia salió ganadora en aquella guerra.
No se puede echar la culpa por los fracasos del Ejército Rojo sólo a los jefes militares. En el año 1943 la Wehrmacht representaba una perfecta máquina de guerra, mientras que la mayoría de los jefes militares rusos no tenía suficiente experiencia por aquel entonces. Todos, desde los soldados hasta los generales, combatían como podían, cometiendo errores que a menudo se corregían a costa de mucha sangre derramada, gracias al enorme coraje de los soldados soviéticos.
Importancia histórica
La batalla del ‘arco de Kursk’ cambió el rumbo de la guerra. Los vencidos tuvieron que reconocerlo. Más tarde el mariscal de campo Erich von Manstein, el diseñador y jefe de la ‘Operación Ciudadela’, escribió: “Esta operación ha sido el último intento de conservar nuestra iniciativa en el Este. Tras el fracaso de la misma la iniciativa definitivamente pasó a manos de la parte soviética. Por lo tanto, la ‘Operación Ciudadela’ es un punto clave y decisivo de la guerra en el frente del Este”.
Fuente: RT
¡Ni un paso atrás!”: La cruel batalla de Stalingrado
La ciudad rusa de Volgogrado celebró este 2 de febrero el 72º aniversario de la victoria soviética sobre el Ejército nazi en la batalla de Stalingrado, considerado uno de los principales acontecimientos de la historia de la Gran Guerra Patria y la Segunda Guerra Mundial.
La batalla de Stalingrado duró 200 días, del 17 de julio de 1942 hasta el 2 de febrero de 1943, y superó a todas las batallas anteriores de la Segunda Guerra Mundial por duración y por cantidad de soldados y técnica militar implicada: más de 2 millones de efectivos, 2.000 tanques, 2.000 aviones y 26.000 piezas de artillería.
Hasta el 23 de agosto, solo un cuarto de la población (445.000 personas) había abandonado Stalingrado, pues hasta el último momento los habitantes estaban seguros de que la ciudad no sería ocupada. Durante el primer mes de resistencia tenaz, la gente consiguió preparar más de 2.800 kilómetros de obras defensivas, 2.730 trincheras y 1.880 kilómetros de obstáculos antitanque, lo que permitió detener al enemigo hasta la llegada de tropas adicionales.
Esta contienda bélica superó todas las batallas anteriores por su duración y encarnizados combates, por la cantidad de participantes y los pertrechos de combate que se usaron. Se desarrolló en un territorio enorme (100 mil km²) y en diferentes etapas. Participaron en ella más de dos millones de efectivos, dos mil tanques, dos mil aviones y 26 mil piezas de artillería.
La distribución de las fuerzas
La batalla de Stalingrado se desarrolló desde el principio de una manera poco estándar. Anteriormente, sin realizar luchas frontales, los alemanes rompían las defensas a golpes de tanques y unidades motorizadas, rodeaban los flancos rusos y amenazaban con cercar las ciudades, con lo que obligaban a huir el Ejército Rojo. Al acercarse a Stalingrado, los alemanes cambiaron su táctica efectiva. De repente empezaron a manifestar una tenacidad desaforada y luchaban por cada metro de tierra.
stalingrado
En la segunda mitad de 1942 se desarrollaron otros indicadores que permitieron cambiar el curso de la guerra: en primer lugar, las fábricas rusas empezaron a trabajar a toda máquina y la producción creció impetuosamente; en segundo lugar, el movimiento guerrillero comenzó a tener un papel activo en las operaciones militares, atrayendo la atención del 10 % del ejército del Wermacht y dañando considerablemente sus comunicaciones, obstaculizando sus suministros de armas y productos alimenticios.
Si en un principio las partes beligerantes era iguales en fuerza, con el tiempo la superioridad del ejército soviético aumentó poco a poco.
La batalla de Stalingrado comenzó el 17 de julio de 1942 y se prolongó por 200 días. Se dividió en dos: la defensa, hasta el 18 de noviembre; la ofensiva, a partir del 19 de noviembre.
Para el 22 de julio los fascistas desplegaron en Stalingrado 250 mil efectivos, cerca de 740 tanques, 1.200 aviones, 7.500 piezas de artillería y lanzaminas. El ejército soviético contaba con 187 mil soldados, 360 tanques, 337 aviones, 7.900 piezas de artillería y lanzaminas. La proporción de fuerzas estaba a favor de los fascistas.
Katiusha
Para la primera mitad de julio, los combates ocurrían en el territorio entre los ríos Don y Volga. El ejército soviético tenía la misión de impedir a toda costa que el sexto ejército alemán, encabezado por el general Paulus, entrara a Stalingrado, pero quedó claro que podía sólo temporalmente detener al enemigo. La línea del frente se acercaba implacablemente a la ciudad. Stalingrado se preparaba con prisa para la defensa y se formaban milicias populares.
El 15 de julio, en la región de Stalingrado fue declarado el estado de guerra. Hasta el último momento los habitantes creían que la ciudad no sería ocupada y no la abandonaban, sino que continuaban construyendo trincheras y otras obras de fortificación. Hasta el 23 de agosto, sólo un cuarto de la población (445 mil habitantes) había dejado la ciudad. Durante un mes de resistencia tenaz, los defensores consiguieron preparar más de 2.800 kilómetros de obras defensivas, 2.730 trincheras, 1.880 kilómetros de obstáculos antitanque y llegaron fuerzas adicionales.
Los alemanes descubrieron en seguida los puntos débiles de la defensa: la falta de artillería antitanque y antiaérea y la poca experiencia militar de los ejércitos de reserva. En cambio, el sexto ejército del Wermacht, una de las mejores tropas terrestres alemanas, aguerrido en los combates y entusiasmado por las victorias recientes, se apoyaba en el poderío de la aviación de la cuarta aeronáutica. Pero ni con todo ello conseguirían cumplir su objetivo principal: rodear y destruir el ejército soviético que protegía los accesos a Stalingrado y ocupar la ciudad.
“¡Ni un paso atrás!”
El 28 de julio del 1942, en medio de los más duros combates en el frente del sur, Stalin firmó su famosa orden ?227 “Sobre la prohibición de la retirada de las posiciones ocupadas sin previa orden o medidas tomadas para su mantenimiento”, conocida también como la orden “Ni un paso atrás!”.
Este documento sirvió como medida de fuerza en un momento en que decaía la disciplina en las tropas y crecían los rumores de la decadencia del ejército soviético. En ella se apuntaba: “… Nuestros medios son ilimitados. El territorio de la Unión Soviética no es el desierto, las personas son obreros, campesinos, intelectuales, nuestros padres, madres, mujeres, hermanos, niños… Nuestro frente recibe cada vez más y más aviones, tanques, artillería, lanzaminas. ¿Qué nos falta? Nos falta el orden y la disciplina. Si queremos salvar la posición y defender a nuestra Patria, debemos establecer una disciplina férrea.”
Así, se estableció una disciplina de hierro: la retirada sin previa orden se equiparó a la traición a la Patria. Las consecuencias de tal normativa fueron unívocas y hasta ahora no han sido estudiadas, pero produjo el efecto tan necesario de movilizar al decaído ejército.
Los combates en las calles
El 23 de agosto, el ejército alemán se acercó a la ciudad de Stalingrado. Ese mismo día la ciudad fue bombardeada masivamente durante muchas horas. Según los testigos, el cielo se estab negro de tantos aviones. Más de 40 mil de personas murieron ese día y 80 mil resultaron heridas o quemadas. La mitad de la ciudad fue destruida, las llamas subían por cientos de metros en el aire y el río Volga, cubierto de petróleo, ardía.
Hacia mediados de septiembre, los combates ocurrían ya dentro de los muros de la ciudad. Si antes el frente del sur del ejército soviético dejaba que tomaran las ciudades prácticamente sin combatir, está vez les dieron una sorpresa desagradable a los soldados del Wermacht: los defensores de la ciudad luchaban casa por casa, metro a metro y en Mamáyev Kurgán, la colina desde la que se dominaba toda la ciudad, sobresalieron por su tenacidad.
Hitler mandó a Stalingrado nuevas fuerzas, los más experimentados combatientes asaltaban la ciudad, mientras en los flancos atacaban los ejércitos alemanes y rumanos más débiles.
La última tentativa de apoderarse de las posiciones del ejército soviético la emprendieron el 15 de octubre. Después el turno ofensivo sería del Ejército Rojo. Durante los cuatro meses de ataques, los alemanes tuvieron 700 mil bajas, entre muertos y heridos, perdieron más de dos mil de piezas de artillería y lanzaminas, más de mil tanques y cerca de 1.400 aviones.
La respuesta: Operación “Urano”
La ofensiva del Ejército Rojo recibió el nombre de «Urano» y comenzó el 12 de septiembre. La operación se realizaría por las tropas soviéticas en tres frentes, bajo el mando de Nikolái Vatutin, Konstantín Rokossovsky y Andréi Yeriómenko.
Durante el mes de octubre y la primera mitad de noviembre, en Stalingrado se concentraron los ejércitos frescos de reserva. La superioridad numérica estaba del lado del ejército soviético. El 19 de noviembre, comenzó la contraofensiva. Al cuarto día de combates, el Ejército Rojo consiguió con sus 330 mil soldados y oficiales romper las posiciones de los hitlerianos en los flancos y rodear el sexto y una parte del cuarto ejército de tanques. Hitler trató de abastecer por aire su rodeado ejército, pero fue repelido por la potente aviación soviética, que no permitió a los pilotos de Luftwaffe dominar en el aire.
Como resultado, los alemanes se quedaron sin suministros y fueron condenados a morir de hambre y frío, algunos de ellos se entregaron. El oficial del Wermacht G.Velts recuerda: “¡Los soldados alemanes se entregaban voluntariamente al adversario… eso era algo nuevo y tan difícil de creer que al principio no podía entenderlo! Pero los informes confirmaban este hecho. La muerte llega a nosotros en cualquier forma: es el proyectil que silba desde el instrumento de infantería, el de gran calibre que gruñe, la mina que aúlla… la ración de hambre, el tifus ávido, el frío mucho más abajo del cero … «.
Los soldados soviéticos ya saboreaban la victoria futura. El político A.D.Kolésnikov escribió en su diario el 28 de diciembre de 1943:
“Creo que para nosotros, los soldados, el año de 1943 traerá la victoria y no nos encontraremos el siguiente 1944 en las condiciones infernales que tenemos ahora … ¡Cuánto hemos sobrevivido en este tiempo! Muchos compañeros míos solamente en los últimos tres meses en Stalingrado encanecieron, eso sucedió no por una vida dulce….»
En enero de 1943, comenzó la operación para eliminar al enemigo, bloqueando la región de Stalingrado. El 2 de febrero, los que quedaba del sexto ejército del general Paulus se dieron por vencidos.
Tras ocho meses de durísimos combates casa por casa el ejército soviético logró la victoria. La derrota de los nazis en esta batalla, que fue crucial para el devenir de la guerra, cambió la distribución de fuerzas: disminuyó la influencia de Alemania en sus aliados y reforzó considerablemente la coalición antihitleriana, ya que si en junio de 1941 esta consistía de 15 países, a finales de 1943 era de 36.
Los soldados soviéticos derrotaron a cinco ejércitos cerca de Stalingrado: dos alemanes, dos rumanos y uno italiano. El ejército nazi perdió más de un cuarto de todas sus fuerzas durante esta batalla, según diferentes cálculos perecieron y resultaron heridos de 800 mil hasta 1.5 millones de soldados u oficiales fascistas. La historia de las guerras no conocía otro ejemplo de una completa eliminación de un ejército tan numeroso y equipado con novísimos pertrechos.
El triunfo de Stalingrado demostró que la potencia del Ejército Rojo había aumentado. Sin embargo la victoria tuvo un precio muy alto: el ejército soviético perdió más de 1.1 millones de soldados y oficiales.
La batalla de Stalingrado fue una etapa decisiva de la guerra. Al tomar la iniciativa estratégica, el ejército soviético la mantuvo hasta el final de la guerra. En febrero de 1943, comenzó la ofensiva en todos sus frentes, desde Leningrado hasta el Cáucaso. La derrota de sus cinco ejércitos enterró las esperanzas de los alemanes de vencer a la URSS.
En noviembre de 1943, en la conferencia de los dirigentes de las tres potencias aliadas en Teherán, el Primer Ministro de Gran Bretaña, Winston Churchill, entregó a la delegación soviética de ciudadanos de Stalingrado el don del Rey George VI, una espada en honor de la victoria sobre los invasores fascistas.
En ambas lados de la hoja de la espada fue inscrito en ruso e inglés: «A los Ciudadanos de Stalingrado, fuertes como el acero, en señal de la admiración profunda del pueblo británico».
Fuente: RT
Vea el documental preparado por Rusia Today
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