viernes, noviembre 22, 2024
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Bárbara Figueroa: ‘Estamos en el Inicio de un Nuevo Tiempo’

La vetusta casona que ocupa la CUT en plena Alameda cumplirá 100 años este 2013, cuenta Bárbara Figueroa. Y la enorme araucaria que domina los que deben haber sido hermosos jardines de la otrora mansión aristocrática, seguramente tiene muchos más. En ese espacio, cargado de años e historias, transcurren la mayor parte de los días de esta profesora de filosofía y egresada de sicología de 34 años, separada, madre de un hijo (Joaquín) de 6 años. Ella asumió en agosto del 2012 la presidencia de la multisindical, convirtiéndose en la primera mujer que accede a este cargo en la historia de la Central y de organizaciones equivalentes de América Latina.

A ratos tenue, a ratos intenso, Santiago se deja escuchar a través de la ventana de su oficina. Tras un escritorio imponente y añoso, Bárbara revisa redes sociales y contesta a twitter antes de embarcarse en la entrevista.

Comentamos la estadística de la Dirección del Trabajo que sitúa en 14,6% la tasa de sindicalización en Chile, una de las más bajas entre países integrantes de la OCDE. Bárbara señala que asume la cifra oficial, aunque estima necesario revisar los criterios que definen esta cifra, que promedia la proporción de afiliados a sindicatos entre el total de personas empleadas en un período determinado.

– ¿Hay distorsión en las cifras de empleo y sindicalización?

«No es nítida la cifra total de sindicalización real –dice en tono conciliador-. Hemos sido críticos al señalar que, cuando el gobierno habla de desempleo, sus cifras son atractivas, pero olvidan decir, por ejemplo, que de acuerdo a los últimos datos de la Encuesta Laboral (ENCLA) de la Dirección del Trabajo, hay un 54,7% de personas activas que debiendo buscar empleo por primera vez, no lo hacen. ¿Por qué? Probablemente porque la oferta laboral no es atractiva para ellos. Tenemos una buena cifra de desempleo a costa –entre otras cosas- de que ha bajado la gente que busca trabajo. Esto expresa bajas expectativas de encontrar un empleo de calidad. Distorsión que se evidenciará en caso que cambie el gobierno, porque una mejora en las expectativas hará que esas personas salgan a buscar trabajo, lo cual incrementará la cifra de desempleo. El gobierno ha construido un espejismo de pleno empleo, basado sólo en el dato duro y final de una medición, pero no se hace cargo de otros antecedentes que la encuesta también refleja».

– ¿Qué ocurre hoy con las personas que no buscan empleo?

«Estamos convencidos que atender el tema laboral excede las demandas reivindicativas propias del sindicalismo, tales como mejores sueldos o mayor estabilidad. El debate sobre la brecha salarial o el tipo de empleo que en Chile se está creando, se vincula directamente a la desigualdad del país. Conversamos el punto con obispos y sacerdotes y ellos nos señalan que muchos jóvenes les dicen: “¿Ud. quiere que vaya a ganar $210.000 en una jornada extenuante, sin contratos, sin seguridad, sin proyección, cuando mi alternativa es un fajo de billetes diario producto del tráfico de drogas?” Fenómenos como estos expresan la desigualdad del país. La encuesta CASEN muestra que el 80% de los pobres son asalariados. Es decir, tener empleo en Chile hoy no es sinónimo de avanzar en una mejor calidad de vida, ni menos salir de la pobreza».

Trabajo precario y libertad sindical

– ¿Qué opina del concepto de trabajo precario?

«Pese a recientes cifras auspiciosas en materia de contrataciones y pago de seguros de cesantía, en Chile no superaremos la lógica del trabajo precario mientras persistan prácticas como la subcontratación o la posibilidad de abusos a través de la evasión de pago efectivo de los montos que descuentan los empleadores a sus trabajadores para la seguridad social. Sin que esto sea considerado delito y, por tanto, susceptible de pena aflictiva. Constatada esta evasión, los autores son apenas sancionados con multas. Cada persona debe tener un empleo digno, de acuerdo a los parámetros que establece la OIT para empleo decente, es decir: trabajo remunerado con justicia, que permite proyecciones para la vida y plena libertad sindical».

– ¿Qué opina del concepto de libertad sindical, entendida como la posibilidad del trabajador de optar entre diversos sindicatos dentro de una misma empresa?

«Soy muy crítica de esa mirada. La OIT establece que libertad sindical es la posibilidad del trabajador de organizarse y participar de organizaciones con poder real para representar sus intereses ante la empresa. Y vinculo esto a la idea de sindicalización automática, hoy en debate. Es un debate falso, en tanto el problema en Chile no es sólo de afiliación, sino de la falta de poder negociador derivado, entre otras cosas, de la atomización del poder de representación en múltiples sindicatos dentro de una empresa. A esto hay que sumar el hecho de que cada proceso de negociación colectiva parte de cero, haciendo tabla rasa de los logros precedentes. Por otra parte, el empleador tiene la potestad de trasladar los beneficios obtenidos por el sindicato a los trabajadores no sindicalizados. También puede constituir grupos negociadores con iguales atribuciones que el sindicato, salvo el hecho de que al término del proceso negociador unos firman contratos colectivos y los otros, un convenio. La organización de los trabajadores no tiene poder hoy en Chile y eso no lo resolverá la sindicalización automática. La asimetría entre empleador y trabajador está prevista en nuestra legislación y en ella creemos necesario concentrar esfuerzos.
El único recurso de los trabajadores, que es el derecho a huelga, en nuestro país no está garantizado, porque existe la posibilidad de reemplazo.”

– ¿Qué opina de los reemplazos sindicales?

«Es parte de los puntos garantizados y resguardados en el Plan laboral, ideado por José Piñera que luego se graficaron en el Código del Trabajo».

– Código que no ha sido modificado de modo relevante desde tiempos de Pinochet…

«Ha tenido modificaciones menores. Si no tienes derecho a huelga, por ejemplo, ¿Qué sentido tiene participar de la organización sindical y negociar? Si no puedo equiparar potestades con mi empleador y él tiene, de partida, la posibilidad de dar o quitar trabajo e infinitas garantías para ejercer presión sobre el trabajador. El único recurso de los trabajadores, que es el derecho a huelga, en nuestro país no está garantizado, porque existe la posibilidad de reemplazo. Somos muchas las organizaciones que hemos dado la pelea por aplicar el Convenio 87 de la OIT en materias de libertad sindical».

Nuevo proyecto de país

– ¿Qué responsabilidad atribuye a los gobiernos de la Concertación en la mantención de un Código Laboral ideado para restringir los derechos de los trabajadores? ¿Fue la falta de quórum suficientes lo que impidió su modificación?

«Gran parte de estos cambios requieren quórum simple y se contó con él en distintos momentos. Creo que no se comprendió la necesidad de estas reformas como ancla estructural para superar el problema de la desigualdad en Chile. Hay sectores que durante muchos años creyeron que podía construirse un modelo neoliberal con corte humano que finalmente regulara, por la vía del alto crecimiento, la posibilidad del “chorreo”. Y lo que estos casi 30 años han demostrado es que, mientras Chile crece, la desigualdad aumenta».

– ¿Reduce la inequidad el sistema de bonos y otros subsidios aplicados en el contexto de las denominadas políticas de focalización del gasto?

«Esas políticas buscan compensar y contener a los sectores más vulnerables. Desde la perspectiva de los trabajadores, la desigualdad se expresa nítidamente a través de la brecha salarial. Para que un país consolide la democracia y avance en justicia social, requiere un sindicalismo fuerte. ¿Dónde puedes atacar el problema de la desigualdad en su expresión más cotidiana?: A través de un sindicalismo fortalecido y empoderado. La negociación colectiva es el instrumento por excelencia para superar las desigualdades, junto con la educación».

Movimientos, partidos y sindicalismo

– ¿Las cifras obtenidas en las elecciones parlamentarias permitirían a un eventual gobierno de Michelle Bachelet realizar los cambios prometidos en el ámbito laboral?

«Sí, porque entiendo al proyecto de la Nueva Mayoría como algo más que una suma de partidos o alianza electoral a la cual se integra el PC. Estamos frente a un proyecto de país distinto, nacido cuando ya hay certeza de que a través de la política del chorreo la desigualdad no se superó».

– ¿Cambiar la Constitución es sustantivo o accesorio para el mundo sindical?

«Es sustantivo. Para que Chile avance hacia ser un país con democracia plena es necesario construir una nueva Constitución, así como modificar el actual sistema electoral, concebido para sobre representar a un sector ideológicamente muy definido».

Compromisos y expectativas

– ¿Qué pasaría desde la CUT si la fidelidad de la Nueva Mayoría a sus compromisos electorales fuera insuficiente en relación a las expectativas creadas, como ya ocurrió con la Concertación?

«Creo que hoy se empieza a configurar un escenario país muy distinto a lo que vivimos en los últimos 15 o 20 años»…

– ¿Por qué?

«Porque hay actores políticos y sociales diferentes. Tenemos un movimiento social y sindical que empiezan a incidir fuertemente”.

–  En el ámbito sindical las cifras indican que, pese a que la tasa de sindicalización no ha subido significativamente, se han multiplicado los conflictos aborales entre 2010 y 2012¿Existe la posibilidad de que los movimientos sociales reemplacen a un sindicalismo débil?

«No diría que el movimiento social opaca o desplaza al movimiento sindical. Mi lectura es que ambos se complementan. No me podría sentir afectada por el protagonismo del movimiento estudiantil Al contrario, ese movimiento abrió grandes puertas».

– En los ’80 el movimiento sindical ocupaba el segundo lugar en credibilidad ante la opinión pública después de la iglesia católica. Hoy no ocupa ese lugar.

«No lo ocupa pero eso no lo podemos atribuir al despliegue de otros movimientos. Es parte de nuestros temas de análisis. Esos análisis se reflejan en la forma en que hemos podido darle carácter más nacional a nuestras demandas, sacándolas de lo puramente reivindicativo».

– Algunos dicen que los partidos han actuado cooptando y despotenciando al movimiento sindical.

«Creo que algunos leen la gobernabilidad en los marcos más clásicos, en los cuales mientras más aminorado esté el movimiento social o el movimiento sindical, se asegura mayor estabilidad. Esas miradas son cada vez más minoritarias».

– ¿Qué rol atribuyes a los partidos políticos en el movimiento sindical?

«Creo que no tienen un rol definido o propio, porque el movimiento sindical es, por esencia, diverso y transversal, por lo tanto no pudiera uno suponer que representa una única mirada o sector. Un ejemplo concreto: la demanda por terminar con las AFP es transversal desde dirigentes de derecha a comunistas. Lo que da fuerza al sindicalismo es la transversalidad de las demandas, la capacidad de ser fiel reflejo de lo que la inmensa mayoría de los trabajadores esperan o necesitan».

¿Qué rol le corresponde al PC en este nuevo período?

«Un rol complementario. Ni un partido puede reemplazar el rol del movimiento sindical ni éste puede pretender reemplazar el rol de los partidos. ¿Qué espero de mi partido? Espero que mi partido incida, bregue, sea insistente en la necesidad de que los compromisos programáticos del nuevo gobierno se cumplan y las reformas laborales se lleven a cabo. Pero no asumiendo la voz de la CUT, sino por la convicción propia de un partido de clase. Y la CUT, en ese marco, ¿Qué tendrá que hacer? Ser un actor incidente desde su propia fuerza para que el gobierno asuma estas demandas. y, por cierto, un actor activo y movilizado si estas demandas no se asumen con la suficiente claridad. Y no hago al decir esto un juicio a priori sobre la voluntad del eventual gobierno de Bachelet de asumir sus compromisos. Me hago cargo más bien de que hay sectores de derecha que han dicho, con todas sus letras, que no quieren reforma laboral. Y yo no pretendo quedarme sentada esperando que ellos se convenzan de que hay que hacerlas. Tendremos que actuar con fuerza como movimiento sindical para empujar estas reformas».

– Parece evidente que nos aproximamos a un período conflictivo…

«Hemos estado en un escenario de tensa quietud. Transitas por las calles y pareciera que nada ocurre. Pero hay mucho aconteciendo por debajo. Hay mucho hastío, mucho cansancio, mucha esperanza de que esta vez los cambios ocurran…»

– ¿Hay rabia?

«Ciertamente si hay hastío y desazón también hay rabia, No necesariamente es la piedra angular pero es una expresión del agotamiento producto de la forma en que se ha ido llevando no sólo la política militante, sino las políticas públicas en Chile. Se ha ido configurando un escenario de efervescencia social que no debería mirarse con temor o aprehensión. Debe entenderse como un fenómeno propio del cierre de la transición que, tras décadas, culmina al fin. Estamos en el inicio de un nuevo ciclo político, que marcará nuestros próximos 20 o 30 años. Las señales son claras. Por una parte un movimiento social que se hace escuchar. Por otra parte el mundo de izquierda que recupera espacio político, y no me refiero sólo a la Nueva Mayoría: se expresó de diversas formas en la elección presidencial. Finalmente, la debacle de la derecha en estas elecciones, que los obligará a replantearse.

Estamos en el inicio de un nuevo tiempo y veo razones para avanzar con optimismo hacia él».

Fuente: Sindical

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