viernes, julio 26, 2024
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Presidenta Bachelet Enfrenta a El Mercurio

En la siguiente entrevista, concedida a la Revista El Sábado, del diario El Mercurio, enfrenta con lucidez, paciencia, y sobre todo, mucha calma, el interrogatorio de dos periodistas de El Mercurio, que con el particular estilo sibilino que caracteriza a ese medio, intentaron llevarla a aguas procelosas, y traer aguas a su propio molino. No lo consigieron. En el balance, la Presidenta aprovechó bien la tribuna para exponer su punto de vista.

El difícil 2015 desde la mirada presidencial

Estela Cabezas Aguirre y Paula Escobar Chavarría

Michelle Bachelet posa en el silencioso y solemne comedor presidencial, pintado de verde. En el gobierno de Sebastián Piñera era blanco, lo que creó una polémica en el mundo del patrimonio.

-En las últimas lluvias se le había hecho una gotera, entonces al arreglarlo decidimos pintarlo de verde de nuevo -dice y aclara que ella hubiera querido que fuera verde musgo, pero que terminó en ese verde manzana.     

Vestida con chaqueta blanca y pantalones azules, a ratos más alerta, a ratos más relajada, la Presidenta hace un balance de lo que ha sido el 2015, que partió con la aprobación de tres proyectos de ley emblemáticos para ella, como el AUC, parte de la reforma educacional y el fin del binominal, pero que a poco andar se enfrentó a uno de los momentos más duros de su carrera política: el caso Caval.

Cuando se le pregunta sobre su balance más personal y sus aprendizajes de este año «duro», dice: «He reafirmado que soy una persona resiliente… Sobre todas las cosas tengo claro que soy una persona súper responsable, y voy a hacer siempre lo que creo que hay que hacer, lo que es bueno para el país. Y eso lo he vuelto a vivir en decisiones que he tenido que tomar, que no siempre son bien comprendidas por todo el mundo. Siempre ha estado eso en el fondo: la mejor decisión para el país. Uno ordena, prioriza y jerarquiza qué es lo que tiene que hacerse en cada momento».

-Este año le tocó tener que jerarquizar (entre) el tema de la familia y del país. ¿Ha sido duro eso?

-Siempre he priorizado, igual que antes, por el país. Todo lo demás ha quedado, más bien,  sumido a eso. Uno tiene un espacio para las amistades, pequeño, mínimo; un espacio para la familia, pequeño, mínimo y ahora, con este contexto… Entonces priorizas la responsabilidad que los chilenos pusieron en una al elegirla como Presidenta de la República.

-En una entrevista cuando era candidata, dijo que sus hijos le pasaban la cuenta por su rol político. Este año ha sido mucho más extremo para la exposición pública de su familia. ¿Le han recriminado mucho? ¿Cree que el trato que ha recibido su hijo por parte de los medios ha sido justo y proporcional a su error, o ha influido el hecho de ser su hijo?

-Yo creo que lo que hemos vivido ha sido duro para la familia, ha tenido efectos importantes. Me parece que es evidente que el ser hijo o hija (de) -y al margen de que se trate de un Presidente de la República-, da pábulo para que pueda haber un trato distinto de si es un familiar de una persona cualquiera; me refiero a una familia que no tiene responsabilidades públicas. Hay una cierta tendencia hoy en Chile de hacer juicios públicos paralelos antes de que la justicia llegue a ninguna conclusión. Y eso le pasa a todo el mundo: le pasa a mi familia, pero también le ha pasado a mucha otra gente. Del caso particular, no me voy a referir, porque aquí hay un proceso, y corresponde que la justicia determine. Nuestra actitud siempre ha sido: toda la transparencia y todo el apoyo.

Reflexiona un momento y dice: «Siempre he dicho lo mismo: es una la que toma las determinaciones públicas, y no son los hijos o hijas  de uno». Agrega que cada cierto tiempo, «ven en qué están mis otras hijas, andan siempre pendientes… Es complejo, porque la vida de la gente es su vida, y mi vida y mis decisiones de estar en política son mis decisiones, pero los han impactado a ellos».

-En ese sentido, ¿este mandato ha sido más difícil que el primero?

-En el sentido familiar ha sido difícil. Pero el primero también tuvo sus dificultades, porque uno prioriza por cuatro años su tarea pública. De alguna manera, la familia lo resiente de todas formas.

Araucanía: «Iré pronto»

-Este año la delincuencia está en el centro de las preocupaciones de las personas, los portonazos y asaltos están a la orden del día. ¿Se siente impotente? ¿No ha pensado soluciones más drásticas? Y vinculado con lo mismo, quiero preguntarle por La Araucanía, ¿por qué no ha ido?

-Primero, la violencia no está en una sola región, está en todos lados.

-Pero en particular en esa…

-Es que es una cosa distinta. Yo lo separaría, porque -si bien es cierto- en la Octava y la Novena regiones hay violencia, que parece violencia, pero que es delincuencia. Porque hay contrabando de madera, no es un tema ahí de tipo étnico, es otro tipo de temática, donde hay unas verdaderas redes de gente que hace negocio en esto, que es muy distinto de una situación más ideológica de algunos grupos. Pero yo quiero ir primero a la delincuencia, porque eso afecta de Arica a Magallanes. Es mucha más gente.

«La delincuencia no tiene una solución dramática, que uno apriete un botón y se resuelva. El problema es que requiere de una acción muy coordinada. Y en la reunión con el fiscal Abott yo le planteaba -la Fiscalía es autónoma, naturalmente, pero es también su actitud- de ir coordinando mejor las distintas acciones para ver qué está fallando, qué nos está faltando, qué tenemos que reforzar, para poder efectivamente hacernos cargo de la violencia. La delincuencia tiene cifras que son súper dramáticas: 80/20. El 80 por ciento de los delitos son hechos por un 20 por ciento (de los delincuentes), un grupito que se conoce. Claro, hay que tener la evidencia. Hemos fortalecido las capacidades investigativas de las fiscalías, de las policías, hay un fortalecimiento tecnológico. Porque a veces detienen a una persona, pero si no tienen la evidencia -y la llevan a juicio-, el juez tiene que seguir la ley, y lo libera».

«Sin embargo, aquí pasa algo bien sorprendente. Todas las cifras de victimización han mejorado. Yo creo que también la percepción tiene que ver con que este tipo de información aparece muy fuertemente, hay programas que muestran en la noche las balaceras. Está en la conciencia de las personas como un problema más allá de su experiencia personal. Y eso hace que haya una percepción de inseguridad que es aún más grande que lo que las encuestas muestran de victimización. Entonces, aquí tenemos que hacer dos cosas: primero disminuir y prevenir el delito, y además ver cómo podemos lograr que la sensación de inseguridad disminuya, porque aparentemente son dos carriles distintos. Porque si bien es cierto que hay portonazos, todos aparecen en la tele, ¿no? Son situaciones que no son fáciles de resolver. Nosotros tenemos que hacer las cosas mejor. Y cuando digo nosotros me refiero al gobierno, fiscalía, policías, justicia. Terminar con la famosa puerta giratoria. Tenemos un proyecto de ley que va a colocar mucho más duras las penas, mucho más complejas. Logramos también modificar la ley de control de armas, por ejemplo, muchas cosas que antes no tenían finalmente un resultado, una pena específica, ahora sí».

-¿Y respecto a La Araucanía?

-Con respecto a la Araucanía, yo estoy organizando… Le he pedido al Intendente anterior, al actual, que organicen actividades. Porque yo no voy a las regiones como de visita.

-¿No le han organizado nada?

-Me están organizando. Y en el pasado, yo iba a ir y pasaba alguna otra cosa que tenía que ir a otro lado. No hay una razón de otro tipo, la verdad.

-Porque en general, siempre que hay una tragedia, usted va a ver a las víctimas.

-Sí, pero una tragedia que afecta a mucha gente. Tampoco yo voy a casas particulares que les pasaron cosas tremendas… Yo no voy a cada casa.

-¿Pero va a ir allá luego?

-Sí, por supuesto. Voy a ir pronto.

-¿Quiere juntarse con la gente que ha sido víctima de violencia allá?

-Claro, pero yo quisiera juntarme con toda la gente que ha sido víctima de cualquier tipo de violencia. O sea, acá hay gente que ha sido víctima de violencia por distintos actores, no sabemos exactamente quiénes…

-Pero hay algunos que sí se sabe, por ejemplo, el matrimonio Luchsinger-Mackay.

-Por supuesto, ellos (los hijos) han sido recibidos acá en La Moneda, han estado con el ministro del Interior, tanto el ministro Burgos como Peñailillo… Y sin duda yo no tengo ninguna dificultad para estar con las personas. Pero yo creo que aquí lo que tenemos que hacer es resolver los problemas de fondo que permitan evitar que este tipo de situación siga pasando.

Bulnes: «No se sintió apoyado por su mundo»

-Cuando usted decidió ser candidata, dijo que se demoró pues quería promover liderazgos jóvenes. Luego tuvo un equipo político con renovación (Peñailillo, Elizalde, Arenas y Rincón). Pero este año los cambió a todos y se habló de la vuelta de los políticos de trayectoria. ¿Qué les faltó a los más jóvenes?

-Una como Presidenta siempre evalúa en qué momento requiere cambiar a una persona, porque o no responde ya al momento, o se buscan otros requisitos, o porque en algunos casos las personas no tienen el perfil que uno suponía que tenían… Una como Presidenta tiene que tomar decisiones. Y, en este sentido, las decisiones no tenían que ver con las edades, porque llegó gente relativamente joven, como el ministro Díaz, que es de la misma edad de algunos que se fueron. Y algunos que se fueron eran mayores… Aquí no hubo el cambio de la joven guardia por la vieja guardia.

-Incluso llamó a colaborar recientemente a un estandarte de la Concertación antigua, como José Miguel Insulza.

-En ese caso particular, hay una situación completamente distinta. Felipe Bulnes decidió renunciar. Yo hice todos los esfuerzos posibles para que no se fuera -dice enfática.

-¿No logró convencerlo?

-No, porque él llegó a la convicción, y lo dijo explícitamente: no se sintió apoyado por su mundo.

-No por usted…

-No, pero la carta lo deja claro. Y él lo dijo públicamente. Porque nosotros le dimos toda la confianza a Felipe; de hecho, en ningún momento yo decidí cambiarlo. Esto fue una decisión de él, yo traté de convencerlo de que no lo hiciera, pero él tenía ya una convicción muy profunda y yo respeté eso, naturalmente.

Afirma que le sorprende la «mala memoria» de algunas personas sobre este tema. «La gente quería que hiciéramos presentación entre las objeciones preliminares, sabiendo que el resultado no estaba garantizado. Y siempre dijimos: aquí puede haber varios escenarios. Entonces, ¿estamos todos disponibles para ir a eso? «Estamos todos disponibles». ¿Incluso si pudiera ser un escenario no adecuado? «Incluso». ¡Y después critican! Entonces, a uno le sorprende, francamente. Porque todas estas cosas las hablé abiertamente con los partidos, con parlamentarios, con todos. Y les dije: los escenarios son estos, quiero escuchar su opinión. Yo te diría que el 90 y tanto por ciento estaba porque pasáramos por la objeción preliminar. Y yo compartí ese criterio, pero sabía también…

-Que había un riesgo…

-Pero el riesgo es riesgo político. De que fuera utilizado. Porque la verdad sea dicha, finalmente -y más allá de que el ideal hubiera sido que hubieran acogido la objeción y ahí hubiera terminado todo-, lo que resultó es mucho mejor de lo que suponíamos. Porque acotó la demanda, en el sentido de que la Corte dijo: aquí no corresponde decir que haya cesión de soberanía. Y eso es un tremendo paso adelante. Entonces, sugirieron a José Miguel Insulza: él es abogado, tiene experiencia internacional. Una de las críticas que había de esta misma gente era decir (que) esto no es un tema jurídico, sino político.

Eyzaguirre:  «Dio una opinión personal»

-Usted ha dicho que no gobierna para las encuestas, en las que hoy marca muy bajo. ¿Cuáles son, entonces, los indicadores que valida para saber cómo lo está haciendo?

-Cuando digo que no gobierno por las encuestas, no quiere decir que no las lea, conozca o interprete. Pero también tengo una encuesta en la calle. La gente me dice «a mí nunca me han llamado, nunca me han encuestado». No estoy diciendo que las encuestas sean falsas, sino que también uno tiene un trabajo en terreno que le da otra dimensión. Uno tiene que leer las encuestas, pero no son ellas las que tienen que definir ciertas indicaciones.

-¿Cómo se explica que usted haya ganado con una cantidad altísima de votos, y que la gente ahora tenga tantas reservas y críticas a las reformas, con una baja adhesión a estas? ¿No entendieron el programa o la manera cómo se han implementado no ha sido aceptada?

-Creo que ha costado instalar más claramente las reformas con sus conceptos. Y que ha sido difícil desinstalar algunas argumentaciones que ha colocado gente que está en contra.

-¿O sea, el rechazo es porque esas personas han tenido éxito en términos comunicacionales?

-Han tenido éxito, y ha sido muy difícil para nosotros, por diversas razones… Por ejemplo, hay gente que no ha pagado nunca impuestos y cree que con la reforma tributaria va a tener que pagar. Y no es así.

Dice que más allá de que hay que mejorarla, «porque al final la negociación del Parlamento se complejizó», un informe del Banco Mundial demuestra que aquella reforma impacta a menos del 1 por ciento más rico de Chile. «Entonces, mi lectura es: no hemos sido capaces de instalar suficientemente bien los beneficios».

-Pero analizando el año, ¿no cree que el apuro, el hacer tantas reformas en muy poco tiempo, puede haber hecho que la gente tuviera legítimas dudas y críticas? Se ha criticado la desprolijidad.

-Pero no es cierto que haya improvisación, porque nunca, jamás en la vida, un proyecto ha sido perfecto y siempre se mejora en el Parlamento. Ese es el rol del Parlamento: recoger los proyectos de ley, mirarlos, cruzarlos con su propia experiencia y su propia vivencia representando a su circunscripción y su distrito, y tratar de mejorarlos. Esa es la historia de los proyectos de ley… De hecho, no creo que haya habido improvisación. Para ser franca, más bien creo que esa es una argumentación política para debilitar al gobierno.

-Las críticas también vinieron de miembros de su propia coalición. Incluso el ministro de Hacienda habló de forzar la máquina porque no se podían procesar tantos proyectos al mismo tiempo.

-Efectivamente, en Chile todo proyecto importante tiene que pasar por Constitución y por Hacienda. Y hay una comisión de Constitución, y hay una comisión de Hacienda por cada Cámara. Entonces hay una cantidad de proyectos esperando. Pero la pregunta cuál es: ¿no hacemos nada? ¿O tres cosas y nada más porque esas las sacamos seguros? No.

-Puede hacerse cargo paulatinamente…

-Sí, pero es que son áreas distintas. Usted no puede decir: hago la reforma tributaria para apoyar la reforma educacional, pero no hago la agenda contra la corrupción. Todo tiene que pasar por la comisión de Constitución.

-Durante este año hubo un momento importante en que decidió ponerle freno a algunas de las reformas.

-Nosotros usamos una frase que a unos les gustó y a otros les cargó: realismo sin renuncia, que significaba que estábamos en una situación económica mucho más compleja de lo que se pensó antes de llegar al gobierno, e incluso el primer año de gobierno. Entonces, fue decir: hagámonos cargo, la situación actual no es la misma que cuando nos planteamos el programa. Entonces, cómo hacemos una agenda que no pierda los valores, principios, objetivos buscados, pero que tenga la gradualidad que nos permite el estado de la economía y el estado de la política en nuestro país.

-En ese mismo período el ministro Nicolás Eyzaguirre hizo un mea culpa respecto de cómo se había llevado a cabo el programa. ¿Usted compartió ese mea culpa?

-El ministro Eyzaguirre dio una opinión personal.

-Que fue valorada por varios sectores.

-Sí, fue valorada, pero yo no necesariamente comparto el conjunto. Siempre me hago autocríticas, y siempre estoy mirando si lo que hemos hecho es lo adecuado o no, si lo pudiéramos haber hecho mejor… Está bien hacerse las autocríticas cada vez que corresponda. Pero hay algunas que yo puedo compartir y otras que no. De lo que él dijo, algunas partes las comparto.

-¿Cuáles?

-No me acuerdo las palabras exactas que usó él… Yo creo que la tarea nuestra es que tenemos que hacer las autocríticas, pero más importante que eso es hacer las modificaciones que se requieran. Porque hacer un anuncio de autocrítica y después no hacer nada al respecto no le serviría a la gente. Lo que nosotros hemos estado haciendo como gobierno, es permanentemente (ir) evaluando si lo que estamos haciendo está bien o no, si surtió el efecto o no. Pero no solo con las encuestas, también con la gente.

Crecimiento e incertidumbre

-¿Usted sigue creyendo que las reformas, o la velocidad de las reformas, no afectaron en la baja del crecimiento económico y que este solo se debe a la crisis externa?

-Siempre he dicho que todo cambio puede generar incertidumbre. Y que las incertidumbres pueden generar el tomar decisiones, como por ejemplo, posponer inversiones. Siempre he dicho que eso es así.

-Entonces, ¿el modo en qué se llevaron a cabo las reformas afectó al crecimiento?

-Cuando usted tiene a todo el mundo -y en la APEC tiene a los presidentes de Rusia, Estados Unidos, Japón, China- hablando de cómo el crecimiento les ha afectado, echarle la culpa a lo doméstico francamente me parece un poquito desproporcionado. Cuando tenemos toda la región de América Latina con un crecimiento mínimo, y nosotros con crecimientos mayores que eso, entonces claramente me parece que ahí hay una distorsión de los elementos domésticos.

«Hay países que están en recesión y Chile no lo está. Quisiéramos que la economía creciera más rápidamente, sí: quisiéramos. Por eso estamos haciendo un conjunto de otras cosas que los empresarios nos han señalado que dificultan sus decisiones de inversión, como el costo de la energía, la judicialización de algunos procesos, la excesiva burocracia de trámites y mecanismos…».

La Presidenta anunció en Enade que el próximo año será el de la productividad y formó hace unos meses una comisión de expertos en la materia, que elaboran una propuesta. Agrega que también al interior del Gobierno, con el área económica, están trabajando planes para dinamizar la economía. «No desconozco -y nunca lo he hecho- de que el factor de incertidumbre es un factor importante, pero llegar a decir que es ‘la’ causa creo que es un despropósito y una distorsión. Porque si fuera Chile el único país, pero estamos en un contexto regional y mundial donde todos los países están creciendo a menor velocidad».

-Justamente, ha sido un año en que los empresarios le han reclamado mucho por la incertidumbre. ¿Como le gustaría que fuera la relación y qué está haciendo para construir esas mutuas confianzas?

-Todas estas cosas las hemos conversado en muchas oportunidades. No me malentienda: en el plano personal, no hay una relación inadecuada. Cada vez que tengo una reunión con ellos, cuando invitamos delegaciones al extranjero, o cuando podemos (asistir) a alguna de las cenas de las distintas ramas, hay una relación de respeto, seriedad, de trabajo, y donde se conversan y se dicen las cosas como corresponde. Naturalmente hay personas que son más elocuentes que otras, y tienen estilos distintos, pero insisto: me junto con ellos, tenemos encuentros, buscamos espacios para escucharnos. Como también con las organizaciones de trabajadores, porque la economía no son solo los empresarios, también son los trabajadores.

«Uno tiene muy pocos amigos»

Ya se acerca la hora de almuerzo y ofrecen agua mineral y té en el Salón Azul de La Moneda. El ambiente es luminoso, más aún por el colorido que irradia el clásico óleo de Matta. Su jefa de prensa, Haydée Rojas, observa desde uno de los sillones cercanos. La Presidenta sigue pasando revista al año y rescata varios aspectos positivos de 2015, más allá de que ha sido «un año complejo, difícil y duro en el país».

«Ha habido avances en áreas importantes, para que la gente pueda vivir mejor. Desde la aprobación de la Ley de Inclusión, que va a permitir que a partir del próximo año más de doscientos mil niños puedan ir al colegio sin tener que copagar o estar endeudados, y que no se segregue. También tenemos leyes que han permitido que terminemos con el binominal, y que los chilenos en el exterior puedan votar.

Y agrega más: «El término gradual del 5 por ciento de salud para los adultos mayores, o (que) las personas que no quieran vivir en matrimonio, sean heterosexuales o no, van a tener la posibilidad  de un acuerdo para vivir en pareja. Un conjunto de avances para hacer un Chile más inclusivo, más moderno».

-¿Y lo malo, desde su perspectiva?

-Lo malo o lo más complejo para mí siempre tiene que ver con lo que les pasa a las personas. En ese sentido, la cantidad enorme de desastres naturales de todo tipo que hemos tenido, y que han afectado a miles de personas.

 -Pero más allá de los desastres naturales, a modo de autocrítica, ¿qué considera que fueron errores de su gobierno, o cosas que le hubiera gustado que se hicieran de otra manera?

-Una de las cosas buenas es que frente a los problemas que nos ha tocado enfrentar, en vez de tratar de ocultarlos bajo la alfombra, hemos asumido que existen, y hemos desarrollado una agenda muy potente -que va a empezar a mostrar sus frutos prontamente- de transparencia, contra la corrupción y por cierto contra los conflictos de interés.

«Chile es un país donde a la gente las cosas le importan, y existe mayor transparencia. Por eso, (frente) al tipo de situaciones que han salido a la luz durante este año, en muchos otros países me dicen: ‘Pero qué impresionante. Primero ustedes no las tapan y segundo, las enfrentan’. Eso habla bien de nuestro país, y también habla bien de que el Gobierno, y el Parlamento, nos hacemos cargo de esto. Y tomamos decisiones para ir mejorando nuestro sistema democrático, que como toda democracia no es perfecta».

Sobre aquello que se pudo haber realizado de mejor manera, sostiene que quizá «se podría haber hecho un trabajo prelegislativo más importante, para que los parlamentarios tuvieran más información y pudieran por tanto discutir. Nosotros hemos tratado siempre de hacer todo a través del diálogo, pero hay siempre quejas de que no ha habido suficiente. La pregunta que uno se hace cuando hay ese cuestionamiento, es: ¿no hubo diálogo, o hay gente que entiende el diálogo solo si uno hace lo que ellos quieren? (…) Muchas veces, a pesar de que uno escuche, se da cuenta de que en función del programa de gobierno -y no es porque sea una Biblia, sino porque uno asume que es un compromiso con la ciudadanía-, es que tiene que llevarlo adelante y lo ajusta a las realidades».

-¿La soledad del poder la ha vivido más fuertemente en este segundo mandato? ¿Hoy tiene más o menos amigos que cuando llegó a La Moneda?

-La soledad del poder es siempre importante. Y toca tomar distintas determinaciones, algunas son más complejas, otras más fáciles. Pero finalmente uno es responsable… Si tengo más amigos o menos, creo que parecido, porque para mí los amigos -los amigos de verdad- son personas que son capaces de decirle a uno lo que piensan, no tratando de caer simpático, pero a la vez de acoger, de acompañar, de apoyar.

-¿Los cuenta con los dedos de una mano?

-Un poquito más diría yo… -se ríe-. Los amigos de verdad son poquitos en la vida.

-¿Y con baja popularidad se pierden muchos amigos?

-No, pero esto yo lo aprendí hace muchos años. Yo tenía un ministro que me decía: «¿Este es su último mejor amigo?». Pero no por mi lado, sino que cuando uno está bien, hay miles de amigos… Pero tampoco estoy diciendo nada nuevo. Cuando uno está con mayor aprobación hay más entusiasmo por estar en la foto con uno que (cuando no). Pero el cariño de la gente a mí me impresiona. Sigue siendo súper bueno, por lo menos donde me toca estar.

«Más allá de que existe chaqueteo y todo lo que sabemos, que no es nuevo…».

-¿Deslealtades, como dijo Estela Ortiz en una entrevista este año en «Sábado»?

-Lo que pasa es que todo depende de lo que entienda uno por lealtad. Para mí es decir las cosas de frente en el lugar y en la manera como corresponda. No decir que está todo regio. Pero por supuesto que en el mundo de la política hay códigos, formas de hacer las cosas; algunas me gustan y otras no. Por eso me han calificado como una política poco tradicional o incluso -para alguna gente- como «no política», porque para ellos político es aquello que no les gusta. Yo siempre cuento una anécdota que me pasó cuando salí de La Moneda el año 2010. Iba rumbo al Congreso y había un montón de gente afuera, muy cariñosa, y había unas señoras que lloraban porque yo me iba. Y me dijeron: «Mijita, no se meta nunca en política». Para ellas yo era la Presidenta, no era política.

Fuente: Revista Sábado, El Mercurio
http://impresa.elmercurio.com/Pages/NewsDetail.aspx?dt=2015-12-12&dtB=12-12-2015%200:00:00&PaginaId=4&SupplementId=1&bodyid=0

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