sábado, abril 27, 2024
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La Subjetividad de la Elite: Resulta que Orpis Está Preso por Ingenuo

El Mercurio celebró los 30 días de prisión de Jaime Orpis con una entrevista de antología a su esposa, la periodista Ana Luisa Jouanne. Es útil leerla, porque permite un atisbo de la subjetividad de la elite chilena, en virtud de la cual la culpabilidad propia se endosa invariablemente a la maldad, o la incomprensión, de un mundo ancho y ajeno.

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De esa manera, Orpis no está preso por haber cometido delitos, sino por haber sido ingenuo; al punto que «dejó rastros por todas partes», o porque es una especie de chivo expiatorio. Admite que tomó malas decisiones, pero por «vocación de servicio». Concluye esta notable radiografía de la subjetividad de la derecha con el argumento de que que los únicos felices con la prisión de su marido son los narcotraficantes, y con la constatación un tanto ingenua, de que el anexo cárcel Capitán Yaber, «es mucho más cárcel de lo que Jaime y yo pensábamos».

Ana Luisa Jouanne, esposa de Jaime Orpis: «Después de que Jaime entró a la cárcel, Chile no es más justo, sino más hipócrita»

Margaret Valenzuela V.

Ayer, el senador cumplió 30 días desde que ingresó al anexo cárcel Capitán Yáber, en el marco de la investigación del caso Corpesca, y una de las principales preocupaciones de su entorno es su estado de salud. Su mujer habla de la situación, de sus penas y del pacto que selló con su marido hace quince días.  

El pasado miércoles 6 de julio, el desaforado senador Jaime Orpis -formalizado por cohecho, al recibir dineros de Corpesca y participar en la tramitación de la Ley de Pesca, además de delitos tributarios y fraude al fisco, por el desvío de asignaciones parlamentarias- tenía agendada una hora médica en el Hospital de Gendarmería. Consciente de que entre el anexo cárcel Capitán Yáber -donde quedó en prisión preventiva hace justo un mes- y el recinto asistencial hay poco más 20 metros, vio con sorpresa el fuerte operativo que se desplegó en torno suyo. Bajo estrictas medidas de seguridad -las que corresponde aplicar cuando se trata del traslado de quienes han sido definidos por los tribunales como personas cuya libertad es un peligro para la sociedad- Orpis fue conducido portando un peto amarillo que llevaba impresa la palabra «imputado», esposado de manos y pies, rodeado de gendarmes armados y arriba de un carro institucional.

Al impacto de la situación se sumó su alcance médico: durante el control, se constató que el parlamentario UDI se encontraba sufriendo una fuerte alza de presión, situación particularmente delicada, dado su estado de salud.

«Estaba en un momento de vulnerabilidad extrema»

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Previo al episodio, ya la periodista Ana Luisa Jouanne, esposa de Orpis, estaba preocupada. Los problemas médicos que acumula su marido -quien tiene instalado un marcapasos, fue sometido el año pasado a una angioplastía, sufre hipertensión y problemas vasculares, y presenta un cuadro depresivo- la han curtido y sabe advertir en pequeños detalles los síntomas de alguna crisis. Por eso, aun antes de la visita al hospital sabía que él no se encontraba bien. Claro que la confirmación de su inquietud solo la tuvo un día después, cuando fue informada de lo ocurrido y de cómo se le debió administrar un medicamento para lograr estabilizar al senador.

«Fue una situación de alto riesgo y dificulto ser capaz de vivir mayor angustia que la que pasé esos días, porque sentí que estaba en un momento de vulnerabilidad extrema», dice Jouanne, en una conversación repetidas veces interrumpida por el llanto.

«Yo antes de lo que pasó ya le había preguntado a Gendarmería cuáles eran los protocolos, si estaban las condiciones para atender emergencias con estas patologías, y esta semana fue la propia institución la que pidió -mediante un oficio enviado por el alcaide al director regional del servicio- contar con los equipos necesarios», cuenta Jouanne.

Con todo, dice, el temor no es nuevo. Lo había experimentado antes en las audiencias en que se oficializó su formalización y se discutieron las medidas cautelares. «Creí que a Jaime, en ese momento, le iba a dar un infarto. Fueron días demasiados extremos, estaba en condiciones muy malas… cualquier persona habría podido pedir una licencia médica y la habría tenido en tres segundos, pero él quería enfrentar esto y no quería argumentar nada que no fuera procesal, no quería salir por el atajo».

«Más cárcel de lo que Jaime y yo pensábamos»

La misma conducta -asegura la periodista- es la que ha mantenido el senador durante sus días en la Capitán Yáber. Incluso relata que cuando él se enteró de que si los reos rechazan la comida que les da Gendarmería, esta es botada, optó por comérsela. «Este es un lugar mucho más digno que otros, sin duda, pero es una cárcel y mucho más cárcel de lo que Jaime y yo pensábamos».

En su relato, Jouanne reitera siempre la misma pregunta:

«¿Es Jaime un peligro para la sociedad? Yo no puedo creer que el Jaime que está allí, con riesgo en su salud y protocolos de máxima seguridad es el mismo Jaime que yo conozco: un hombre bueno, que reconoció todo el tema del manejo de las platas políticas, un hombre que ha trabajado con una vocación de servicio enorme durante 30 años, con un costo familiar altísimo para nuestros hijos y para mí».

-¿Reconoce él que debió haber hecho las cosas de manera distinta?

-Sí, se arrepiente y no tiene ningún problema en hacerse responsable. Jaime colaboró con la investigación y devolvió plata, pero eso no le valió de nada, porque igual estaría donde está aunque no hubiera reconocido. Y no veo a nadie más viviendo lo que él vive. Quiero ser súper clara: yo no quisiera que nadie pase por lo que Jaime está pasando, solo quisiera que esto se sincerara. Creo que después de que Jaime entró a la cárcel Chile no es más justo, sino más hipócrita.

Y es que en su visión de lo ocurrido a Orpis, ella llega a una conclusión clara. «Había que meter a la cárcel a un político para hacer check en esto. Todos sabemos que esa es la manera en que se financiaba la política, que la ley que se intentó hacer para mejorar esto no dio el ancho. Y Jaime es una persona tan ingenua, que dejó rastro en todas partes, porque no es un pillo, es una persona que simplemente no tuvo la serenidad para ver que aquí había una manera distinta de hacer las cosas».

A diferencia de otros candidatos, agrega, Orpis siempre acarreó deudas y no tenía un jefe de campaña que recolectara los recursos. «En la última elección entró tarde a la campaña, no quería ser candidato y tenía copadas todas sus capacidades de crédito. Si la gente supiera el dramatismo de una campaña entendería mejor que a veces se toman muy malas decisiones, como las que tomó él. Mis hijos y yo le tenemos una rabia enorme a la política, porque nos significó tener fuera de la casa a Jaime, nos significó una permanente deuda, pero también me doy cuenta de que fue la manera en que él pudo realizar su enorme vocación de servicio. Jaime no es un santo ni perfecto, pero no sé cuánta gente tiene esa vocación».

«No podría mirar a sus hijos…»

Pero junto con reconocer las irregularidades cometidas en el financiamiento electoral, Ana Luisa Jouanne rechaza de plano la acusación de cohecho. «El jamás votó por algo distinto a lo que él creía y no se enriqueció», enfatiza. Y muestra indignación a propósito de algunos de los ejemplos citados por la fiscalía en las audiencias para demostrar el supuesto desvío de recursos hacia gastos personales, como el pago a una lavandería. «Fue porque un candidato no tenía cuenta corriente y pidió que le depositaran a nombre de esa tintorería de la cual era dueño, pero para la fiscalía era mejor poner ‘el senador paga la lavandería’… aquí hay mala fe, sabiendo que no hay enriquecimiento de su parte».

Por eso hace unos quince días ambos hicieron un pacto. «En el tema del cohecho él se va a defender hasta el final. Hemos acordado que yo lo voy a apoyar, porque la defensa de eso puede tener muchas consecuencias. Para él es algo irrenunciable. Jaime me dice que no podría mirar a sus hijos si no ha peleado por esto. Yo solo espero que la salud lo acompañe».

Por ahora, «nos queda mucho dolor todavía (llora). A lo único que aspiro es a recuperarlo no solo de la cárcel, sino su estado de ánimo y de salud. Si vuelve a ser el Jaime de siempre va a tener la capacidad de proyectarse y transformar esto en una experiencia más de vida. Hoy me cuesta ver eso».

Le emociona recordar que en cuatro días más, el 21 de julio, están de aniversario de matrimonio, al cumplir más de 30 a ños juntos . Dice que otra vez no habrá espacio para la celebración.
 «Si él fuera una figura política no habría estado ahí» Dice que por eso lo eligieron a él para sanear imagen:

Jouanne dice que otra habría sido la suerte de Jaime Orpis si en su carrera hubiera tenido algún liderazgo político relevante. «Quizás eso hizo que finalmente él fuera el elegido, porque a lo mejor si él fuera una figura política no habría estado ahí. Yo creo que era una persona que servía a los intereses o necesidades del momento. A las necesidades de los jueces, de dar una medida ejemplificadora; del mundo político, de poder sanear su imagen ante la opinión pública; a los intereses de los fiscales, que hoy están en una postura de protagonismo donde, sin ser experta, la objetividad no ha estado presente porque todo aquello que exculpa no se ha puesto sobre la mesa, solo lo que inculpa. Y eso no es lo que yo entiendo por justicia. Aquí ocurre algo increíble».

-¿Que cosa?

-Cuando me pregunto quién podría estar contento con Jaime en la cárcel, pienso en los narcotraficantes. Jaime ha dedicado la vida a combatir el tema, y ahora él está en la cárcel (se quiebra) y me imagino que hay una gran cantidad de narcotraficantes que están felices. Jaime intentó en 20 años levantar ese tema y ese lugar hoy está vació, y hay tanto que hacer en el tema de la droga. Esta causa ha sido nuestra batalla y vocación de vida, Dios nos puso ahí. Necesitaríamos 20 Jaimes para poner la bandera de la droga al centro de las preocupaciones de Chile.

Fuente: El Mercurio

 

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