Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, defensor de los derechos humanos y presidente del consejo honorario del Servicio Paz y Justicia América Latina (Serpaj), se reunió en Chile con organizaciones de derechos humanos y participó en foros y charlas. En el Foro Internacional sobre Desmilitarización y Cultura de la Paz, compartió con Martín Almada, abogado paraguayo, Premio Nobel alternativo de la Paz -quien descubrió los archivos secretos de la Operación Cóndor-, y con Susana Pimiento, -colombiana estadounidense-, que integra el movimiento Fellowship of Reconciliation (FOR).
Pérez Esquivel se entrevistó con Lorena Fries, directora del Instituto Nacional de Derechos Humanos (Indh), el directorio de la Corporación Tres y Cuatro Álamos, y la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP).
En la conferencia de prensa que dictó en Tres y Cuatro Álamos se refirió a que en ese lugar donde Pinochet y la DINA instalaron -entre 1974 y 1976- un centro de detención y tortura, hoy funciona un recinto bajo dependencia del Servicio Nacional de Menores (Sename):
“Una cárcel donde se mantienen encerrados menores infractores de ley”. Allí se refirió a que el Estado debe “financiar los sitios y museos de memoria, sin necesidad de estar sujetos a los cambios de gobierno”. “Tres y Cuatro Álamos debiera ser parte del presupuesto de la nación –dijo-, como en los ex campos de concentración nazis en Alemania. Pero ni siquiera ha sido restituido, y hoy es un centro de detención de menores, administrado por Sename, que es el representante legal, y Gendarmería. No sólo es absurdo, es criminal”, agregó.
-¿Qué piensa de lo que ocurre acá en esta cárcel de menores, ex campo de concentración de Pinochet? ¿Qué opina del silencio, el olvido y la indiferencia respecto de los derechos humanos?
“Me alegro de haber estado con Luisa Stagno, una luchadora y sobreviviente de todo esto. Tres y Cuatro Álamos, que fue un centro de detención y tortura de Pinochet, hoy es un centro juvenil de detención temporaria. Es absurdo, una burla a las víctimas… de antes y de hoy. Mientras hacía el recorrido por este sitio pensaba qué pasaría si hoy los álamos y estas paredes hablasen ¿Qué nos contarían de tanto dolor? ¿Qué nos dirían de que esto fue un centro de detención de la dictadura y sigue siendo un lugar de encierro?
Sigue, con distintas características, pero es una cárcel, no es la de la época de la dictadura, pero ¿qué nos contarían los álamos y estas paredes? Pienso que la memoria está presente, pero la memoria no es para quedarnos en el pasado sino que nos ilumina el presente.
Cada uno de nosotros venimos de distintas experiencias de vida, de luchas, resistencias, valores, y lo que tratamos de hacer es recuperar la dignidad humana. Esto es lo fundamental, recuperar la dignidad de la persona, pero también la de los pueblos.
Las autoridades, incluso democráticas, tratan de ocultar ese pasado, silenciarlo y que pase al olvido. Pero los pueblos que olvidan son pueblos que desaparecen. Por eso es tan importante recuperar los lugares de la memoria, del sufrimiento y el horror, que son sitios también de la resistencia y la esperanza, para que esto no pase al olvido. ‘Nada está olvidado, nadie está olvidado; ni olvido ni perdón’, dicen los muros de Tres y Cuatro Álamos.
¿Por qué ni olvido ni perdón?
Porque si esto queda en el olvido, va a quedar en la impunidad, y entonces, aquello que queda en la impunidad no ayuda a construir una sociedad democrática. Este lugar debería ser un sitio de la memoria, un museo, un centro de encuentro, de reflexión, que venga gente. Yo le hago un llamado a las autoridades para que esto sea un sitio de memoria, para que desde aquí puedan hacer caminar la palabra de lo que pasó, lo que pasa y puede pasar.
Hay que volver a plantar los álamos, recuperar la vida, la resistencia y la memoria del pueblo chileno. Eso lo estamos haciendo en Argentina y en muchos otros países. La función sociológica, sicológica y espiritual es importante, porque todo pueblo tiene que recuperar su pensamiento, su identidad, sus valores, su pertenencia, y también los dolores y las alegrías.
Me gustó mucho conocerlos porque veo que a pesar de todo no perdéis las sonrisas. Y si no las perdéis es que hay una esperanza, para construir un mundo mejor… Un compañero nos relató -a mí y a Martín Almada-, con bastante vehemencia, lo que fueron pasando aquí: ‘Aquí había una pared’. Pero esa pared nunca la derribaron sigue estando. Cuando iba mostrándonos nos decía: ‘Esto era una celda, aquí estaban los baños, los torturados aquí se tenían que reponer, y cuando se miraban al espejo no se reconocían, porque los habían castigado tanto que era difícil reconocerse’.
Aquellos que pasamos por la tortura, lo sabemos. Aquí hubo dolor, fue cárcel y encierro durante la dictadura, ¿y hoy es un lugar de encierro para jóvenes? ¿Cómo se acumula el dolor? ¿Cómo podemos volver a repensar estos lugares para que sean para la vida y no para la muerte? Creo que las autoridades debieran respetar estos lugares de la memoria, entregar todas las posibilidades, el financiamiento necesario, no solo para las generaciones de ahora sino para generaciones que nos sucederán”.
-Se cumplieron 40 años del golpe militar, y las víctimas y familiares exigen que los violadores a los derechos humanos sean encarcelados en una cárcel común, que se cierre la base estadounidense en Con Cón, que no se militaricen los territorios mapuche y no se aplique la ley Antiterrorista contra ese pueblo, que no se apruebe la ley Hinzpeter que criminaliza las manifestaciones del movimiento social…
“Parece increíble que en Chile ocurra todo esto a vista y paciencia de los organismos de derechos humanos internacionales. Chile sigue siendo un país con la bota militar… Lo del militarismo lo conocemos.
En América Latina no terminó la doctrina de la seguridad nacional. Se siguen formando a los militares en la Escuela de las Américas, y se hace lo mismo con las fuerzas de seguridad. ¿Qué tipo de democracias tenemos? Hace 40 años fue el golpe militar de Pinochet, y en toda América Latina se sucedieron los golpes militares. Nuestros gobiernos debiesen pensar cuál es el rol de las fuerzas armadas en la construcción democrática, éste es el desafío.
No veo que los dirigentes políticos asuman en sus campañas electorales, en el trabajo cotidiano, el rol de las fuerzas armadas. ¿Cuáles son las hipótesis de conflicto? Ese es el otro problema. Porque hoy las hipótesis de conflicto, el enemigo es el enemigo interno, el pueblo. Así vemos que se aplica la ley antiterrorista a los mapuches cuando están reclamando el derecho a sus territorios. Entonces se les sanciona, se sancionan las protestas sociales, como se quiere hacer con la ley Hinzpeter.
¿Qué pasa con las fuerzas armadas? No es una fuerza separada del pueblo, tiene que estar al servicio del pueblo, pero terminan siendo tropas de ocupación de sus propios pueblos, esto es lo grave. No veo que en los partidos políticos eso tenga prioridad. Las fuerzas armadas no permiten a los políticos meterse en ‘sus asuntos’. Parece que son países distintos. Cuando comenzamos a ver lo que ocurre, queremos la desmilitarización de América Latina.
Hay factores graves como la instalación de bases norteamericanas en todo el continente, el Plan Puebla-Panamá, el Plan Colombia, la Triple frontera, la base militar en las islas Malvinas, la reactivación de la IV Flota Norteamericana, y lo que pasa con las fuerzas armadas de cada país, que todavía se siguen formando en la Escuela de las Américas en la doctrina de la seguridad nacional y la represión interna.
¿Será que tenemos democracias condicionadas y restringidas? No son democracias participativas. Pensamos que estamos libres de que pueda pasar lo mismo que pasó hace 40 años, pero no estamos libres. Los hechos son claros: el golpe de Estado en Honduras, el de Paraguay, los intentos de golpe en Ecuador, Bolivia y Venezuela”.
-¿Cómo se podría avanzar en la integración de las fuerzas armadas y la sociedad civil?
“Hay varios caminos. Hay que apostar por las nuevas generaciones de las fuerzas armadas, ellos no vivieron lo que se vivió o lo que vivimos nosotros. Entonces, hay que cambiarles también el pensamiento, su concepción ideológica. Para esto es muy importante la educación, abrir los espacios y que los organismos de derechos humanos ingresen a las fuerzas armadas para enseñar, informar, hacer memoria de lo ocurrido…
Nosotros lo estamos haciendo en Argentina. Hay que cambar la mentalidad de los altos mandos tanto en el ejército, la aviación, la marina, como en las fuerzas de seguridad, si no se cambia la mentalidad, el pensamiento, es imposible que se integren a la sociedad. Las otras son decisiones políticas, de los partidos políticos, de los gobiernos, pensar y discutir sobre el rol de las fuerzas armadas en la construcción democrática.
Lo que hay que hacer es ver cómo las fuerzas armadas se integran a un proyecto de país. Hay formas de hacerlo, caminos que recorrer. No será fácil en el comienzo, pero es completamente posible. He escrito bastante sobre eso. Y también he estado dando charlas y cursos a los altos mandos de la marina en mí país, como también a las fuerzas policiales”.
-¿Cuál es su opinión sobre el uso de la ley Antiterrorista contra los mapuches?
“Es una violación a los derechos humanos y una odiosa discriminación contra un pueblo que lo único que hace es luchar por sus derechos, por recuperar sus tierras, por su cultura. Creo que esto ha sido impuesto desde Washington, desde Estados Unidos. Parece que el amo ordena a los gobiernos y prácticamente la mayoría de los países latinoamericanos aplican la ley antiterrorista por orden de Estados Unidos. Aquí se les aplica a los mapuches.
Los mapuches tienen derecho a sus territorios, tienen derecho a reclamar la identidad cultural, sus valores, su pertenencia. Lo que ocurre nos demuestra que ésta, como muchas otras democracias, es una democracia ‘condicionada’ y ‘restringida’.
Las autoridades, los jueces, las policías, los medios de comunicación no consideran a los mapuches ciudadanos o ciudadanas con plenos derechos. Se les reprime, se les esconde, se les priva de expresarse, se les encarcela y mata. Esto es una ‘democracia tutelada’, no es democracia. Tenemos que pasar de esta ‘democracia delegativa’ a una democracia participativa”.
-¿Qué otra opinión tiene sobre lo que ocurre en Chile en el ámbito de los derechos humanos?
“Creo que Chile debe fortalecer la democracia. Pero eso no es poner el voto en una urna y decir que vivimos en democracia, conformarnos, eso es falso. Votar es el ejercicio de un hacer democrático, pero no es la democracia.
Democracia significa derecho e igualdad para todos. Hoy no existe. Actualmente hay torturas, violaciones a los derechos humanos, están los problemas y violaciones a los derechos humanos en las cárceles. Todavía los familiares de las víctimas de Pinochet buscan verdad y justicia, la reparación del daño hecho aún no sucede. Entonces es un camino todavía a recorrer.
Aún no hay verdad ni justicia plena, aun falta reconstruir lo que pasó, recuperar los miles de sitios de memoria. Honrar la vida y la resistencia de quienes lucharon contra el horro… Y también el conflicto limítrofe que tiene Chile con Bolivia que reclama su salida al mar. ¿Cuándo nos vamos a integrar como pueblos hermanos? Hay que abrir las puertas y ventanas para poder integrar el continente.
No provocar guerras como en el caso entre Ecuador y Perú… ¿Entre Bolivia y Chile? Bolivia tiene que recurrir al Tribunal de la Haya para ver si se soluciona su derecho al mar, cuando esto se puede solucionar con la buena voluntad política de ambos pueblos, cooperar e integrarse como pueblos. Hay que pensar cómo podemos avanzar hacia la integración continental”.
GUANTÁNAMO Y OBAMA
-¿Cuál es su opinión sobre lo que ocurre en la base de Estados Unidos en Guantánamo?
“Obama es un esclavo del sistema, es un hombre sometido totalmente al complejo -que son los que tiene el poder real- industrial militar de los Estados Unidos. Quiso cerrar la cárcel de Guantánamo, no pudo; cerrar la de Abu Ghraib, no pudo; quiso evitar la guerra, no pudo; ahora también está el sometimiento que tiene Obama, no tiene el coraje de hablar claramente al pueblo de los estados Unidos y al mundo de toda esa situación. ¿Prometió cosas que no pudo cumplir, que no lo dejan cumplir? ¿Él es peor de Bush, qué ocurre con los asesinatos selectivos con drones?
Él es un esclavo del sistema de dominación. Se tiene que liberar. En Guantánamo la tortura que es diaria, les dan alimentación forzosa, los mantienen sin juicios en prisión, sin acusaciones formales. ¿Obama no puede hacer nada? ¿El no decide? Chile y los países de Sudamérica pueden jugar un papel fundamental en la defensa de los derechos humanos.
Guantánamo es solo una de las cárceles de Estados Unidos, hay un montón de cárceles adicionales, de cárceles secretas. Estados Unidos tiene 37 barcos prisiones y vimos hace apenas unos días como los comandos especiales secuestraron a una persona en Libia, y lo llevaron a esta cárcel, y lo están interrogando. No tiene derecho a abogados, no tiene ningún derecho, no se respeta ningún Estado de derecho.
Estados Unidos también está en una campaña de asesinatos. Una vez a la semana el presidente Obama revisa una lista y decide los asesinatos selectivos que van a hacer con sus drones, sus aviones no tripulados, sistemas de muerte a control remoto… No podemos permanecer callados frente a un sistema de ejecuciones extrajudiciales y decididas por un Imperio de la muerte; cárceles secretas, detenciones indefinidas, torturas, espionaje en todo el mundo, ya todos lo sabemos”.
REFORMA A LA CONSTITUCIÓN
-¿Qué piensa sobre el llamado a una Asamblea Constituyente en nuestro país?
“Sobre la reforma a la Constitución o el llamado a una Asamblea Constituyente, no creo que los políticos actuales tengan la voluntad de hacer una reforma y una constitución democrática…
Estoy pensando no solo en Chile, sino en Argentina, en Paraguay, y otros países. No existe voluntad política. Es una promesa incumplida. Pero hay que crear conciencia de la necesidad de cambio de las constituciones, y particularmente en Chile, para que este país deje de estar al margen de la ley. El arma más poderosa contra el opresor es la mente del oprimido. Quiero sugerir a los chilenos la necesidad de rendir homenaje a los militares constitucionalistas, que fueron víctimas también del horror y la dictadura de Pinochet. No todos los militares fueron asesinos.
Habría que recuperar esos valores morales y rendirles homenaje. Cambiar la Constitución de Pinochet es fundamental, es el inicio de un nuevo Chile. No olvidemos la base militar de Estados Unidos en Con Cón, es una amenaza para toda la región. Pensábamos que después de las dictaduras, las cosas iban a cambiar; y vemos que en algunos lugares, si bien se habla de democracia, se siguen violando los derechos humanos, se permite la instalación de bases militares extranjeras, se despoja y reprime a los pueblos originarios.
Nadie se mete en la casa de uno si no es con el consentimiento, a no ser que sean asaltantes que rompen puertas y ventanas. ¿Cómo puede ser que los gobiernos permitan bases militares extranjeras sin el consentimiento de los pueblos? Es gravísimo”.