Mandatarios occidentales de varios países del mundo se han dado cita para despedir al recientemente fallecido rey de Arabia Saudita, destacando sus logros durante el ejercicio de su poder.Tal actitud ha sido ácidamente cuestionada y criticada en las redes sociales por la abundancia de elogios que le han dirigido al extinto monarca. El presidente estadounidense Barack Obama decidió acortar una estancia en India, adonde llegará hoy para viajar a Arabia Saudita el martes.
Desde el presidente francés François Hollande hasta el premier británico David Cameron, el venezolano Nicolás Maduro y el rey de España, Felipe V, concurrieron a Riad para despedir al monarca.
Las redes sociales han recibido miles de comentarios, como el del periodista Glenn Greenwald, que cree que la única razón por la cual Occidente no baila sobre la tumba del rey Abdalá es porque Arabia Saudita es un sólido aliado occidental en una región rica en petróleo.
on el ‘hashtag’ #JeSuisAbdullah,iInternautas de distintos puntos del orbe han iniciado una campaña en línea para llamar la atención hacia la hipocresía de Occidente, que exalta a un monarca cuyo régimen se asocia a un sinnúmero de abusos contra los derechos humanos, al belicismo y a la corrupción.
Quienes participan están expresando en las redes con ironía su desprecio por las condolencias que los dirigentes occidentales han transmitido con motivo de la muerte de Abdalá ben Abdelaziz.
Ceremonia en Riad
Las ceremonias fúnebres se extendieron por varias horas en Riad. Según analistas, nadie parece estar dispuesto a ausentarse de la solemne despedida al anciano rey de Arabia Saudita, un país enclavado en una de las zonas más explosivas del planeta, con Yemen al sur, e Irak y Siria en el norte.
Un país, financista de movimentos terroristas como herramienta para combatir a sus enemigos y un reino que se mueve bajo la rígida y pesada vara de la ley islámica; el mayor exportador de petróleo del mundo y un incómodo pero a veces conveniente aliado de EE.UU. en Oriente Medio, en una relación que hoy está en sus niveles más bajos.
Aún así, desde el presidente francés François Hollande hasta el premier británico David Cameron, el venezolano Nicolás Maduro y el rey de España, Felipe V, concurrieron a Riad para despedir al monarca.
Obama, para quien el fallecido rey era un aliado «sincero y valiente», y su esposa Michelle viajarán a Riad para dar el pésame «en nombre del pueblo estadounidense» al nuevo monarca saudita, Salman.
Hasta el príncipe Carlos de Inglaterra está entre los líderes que acuden desde el sábado a la capital saudita.
La visita del ministro iraní de Relaciones Exteriores, Mohammad Javad Zarif, es poco común, tratándose del representante de la República islámica shiíta frente al gran rival regional sunnita.
Su sucesor, su medio hermano Salman, hereda un reino con muchos asuntos espinosos que resolver.
Unas horas después de la entronización de Salman, cientos de saudíes acudieron a jurar «obediencia y fidelidad» a su nuevo soberano y al príncipe heredero Muqrin en un palacio real de Riad, tal como exige la tradición.
En su primer discurso, Salman, de 79 años y con problemas de salud, declaró que no habrá cambios en la política de este reino ultraconservador sunnita del Golfo y peso pesado de Oriente Medio.
«Permaneceremos, con la fuerza de Dios, en la senda recta que este Estado ha seguido desde su creación por el rey Abdelaziz Ben Saud y sus hijos después», afirmó el nuevo monarca.
Tras las palabras del nuevo soberano sobre la continuidad en la política del principal productor de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), los precios del crudo cayeron el viernes hasta un nivel inédito desde hace casi seis años en Nueva York.
Arabia defiende con firmeza el mantenimiento de la producción de la OPEP a su nivel actual, aun a riesgo de que se aceleren esta caída de precios del crudo (-50% desde junio). El monarca fallecido, que oficialmente reinó una década pero manejó las riendas del poder durante diez años más tras el ataque cerebral de su hermanastro Fahd en 1995, ejerció una gran influencia en la política regional.
Sin embargo, defraudó a los reformistas, sobre todo en materia de libertad de expresión y de derechos de las mujeres, que siguen -por ejemplo- sin poder conducir vehículos.
Arabia Saudita, un país fundado en 1932 en la región donde nació el islam en 622, alberga los dos principales lugares santos musulmanes, La Meca y Medina.