Dentro de la corte de los milagros neoliberales, tal vez uno de los mayores es el de la previsión social. Por obra y gracia de las AFP, la bendición del progreso humano, que se traduce en una extensión de las expectativas de vida de la población, se trasforma en un maldición que se traduce en una reducción de las ya de suyo exiguas pensiones. Peor aún, la «solución» que pregonan, de elevar la cotización o extender el período laboral, o ambas, sólo significa castigar aún más a los afiliados.
La situación que se vive actualmente con las pensiones a nivel nacional es una de las más precarias, pues un número elevado de jubilados vive con cantidades que con mucho esfuerzo permite vivir dignamente. La información, entregada por la Superintendencia de Pensiones, significa que deberán modificarse las tablas con que se calculan las pensiones.
Se han organizado estudios e investigaciones, además de conspicuos grupos de trabajo, a quienes se les ha encomendado la labor de mejorar las pensiones y, al mismo tiempo, buscar una forma de mejorar, o cambiar radicalmente, el actual sistema de AFP.
Lamentablemente el país lleva muchos años viviendo de esta forma, y el imaginario general piensa que no hay otras formas de financiar las pensiones. El temor y el terror se apoderan de empresarios y trabajadores, respectivamente, cuando se habla de modificar el actual sistema. Siempre se piensa lo peor, por lo que el problema se perpetúa.
La gota que podría rebalsar el vaso
El Gobierno confirmó que las mayores expectativas de vida de la población influenciarán el monto de las pensiones. Este tema abre un debate complicado y que viene a complejizar la situación actual de las jubilaciones de la población.
Es sabido por todo Chile que la mayoría de las pensiones se reducen poco más o menos que el sueldo mínimo, y si esa cifra se ve disminuida un poco más, la situación podría volverse realmente compleja, tanto para la sociedad como para el Gobierno.
Fue ante la Comisión de Familia que la Superintendencia de Pensiones informó que las nuevas tablas de mortalidad, que regirán desde julio próximo, implicarán una reducción de 2,2% de las pensiones, para las mujeres, y de 2,1%, para los hombres.
Según se explicó, el fenómeno se debe a que se tendrá que cubrir, con los mismos fondos, un periodo mayor de sobrevida. Una vía para contrarrestar esta situación sería prolongar el tiempo de cotización.
Quien se reunió con la Comisión de Familia y Adulto Mayor de la Cámara de Diputados fue la jefa de la División de Estudios de la Superintendencia de Pensiones, Ximena Quintanilla.
Quintanilla informó que «las tablas de mortalidad se aplican para el cálculo de las pensiones por retiro programado, reservas técnicas de las compañías de seguro y el aporte adicional que deben enterar dichas compañías para el pago del seguro de invalidez y sobrevivencia».
Un comunicado y sus reacciones
«Esto, en ningún caso, significa que hay menos plata, sino que el mismo saldo acumulado por los afiliados al momento del retiro se distribuye de forma distinta considerando este mayor tiempo que hay que financiar. Aquí el dinero no se pierde, sino que se distribuye de manera distinta en el tiempo», enfatizó Quintanilla.
La representante de la Superintendencia de Pensiones indicó que esta situación va a afectar solo a los nuevos pensionados, ya que los antiguos ya tienen sus cálculos hechos, con las tablas vigentes cuando ellos solicitaron la pensión.
«Una sugerencia que podemos hacerle a la población es que cotice a la edad más temprana posible para que, de esa forma, los fondos acumulados vayan ganando rentabilidad sobre rentabilidad, lo que tiene un gran efecto en las pensiones finales. Y, por otro lado, en la medida de lo posible, postergar la edad de la jubilación para que así se beneficie de dos elementos que se complementan: se acumula por más tiempo, al postergar la edad; y en segundo término, hay que financiar menos años de pensión. Esos dos efectos combinados también tienen un efecto importante en el aumento de pensión», puntualizó.
Las declaraciones de la jefa de la División de Estudios de la Superintendencia de Pensiones, además de inaceptables y contrarias a la verdad, representan la concepción neoliberal acerca de la seguridad social.
Subir la cotización o extender el período laboral, además de insuficientes, no representan solución alguna, porque significa transferir el costo de una pésima política a los usuarios de las AFP, o más bien a los «clientes».
La única solución al drama de las bajas pensiones, es el retorno al sistema de reparto, donde el aumento de los promedios de vida de la población es irrelevante.