¿Cuál es la importancia de los recursos hidrobiológicos? y ¿qué se juega Chile en la pesca? Son estas las interrogantes claves que debemos responder antes de comprender la verdadera dimensión de la importancia de la pesca para Chile.
Figura 1. Dinámica temporal de los desembarques Chilenos, divididos en pesca industrial y artesanal
Chile ocupa el no depreciable octavo lugar entre los países pesqueros del mundo, con capturas anuales que superan las 3,8 millones de Toneladas y exportaciones del orden de los US$ 5.500 millones, cifras que son relevantes, esto a pesar de la sostenida baja en nuestras capturas durante las últimas décadas. En este sentido podemos señalar que, nuestros desembarques son solo el 47% del máximo histórico registrado en 1994 y se acercan a los niveles de principios de la década de 1980, previo a la expansión pesquera en Chile y el mundo (FAO 2014; Fuentes 2015, Swartz et al 2010, IFOP 2015).
Tabla 1.-Pesca de captura marina: principales países productores (FAO 2014)
También debemos destacar, que gran parte de las capturas chilenas, son reducidas a harina de pescado o aceite; en un segundo orden la captura es destinada a congelados y refrigerados que posteriormente son exportados; y finalmente solo una mínima parte es destinada al consumo humano directo en nuestro país (Fig. 2). Este fenómeno también lo vemos reflejado en cuanto a nuestro consumo nacional de pescados, donde tan solo un 7% de nuestra proteína es obtenida del pescado, muy atrás de la carne aviar, porcina u ovina; y donde nuestro consumo promedio per cápita es similar a la de países de África, muy por debajo del mínimo recomendado por la OMS, el promedio mundial o incluso el promedio latinoamericano.
Paradójico por decirlo menos, ya que como veíamos en la tabla 1, nuestro país está dentro del top ten pesquero, pero nuestra población se priva o es privada, de consumir una de las mejores proteinas del mundo, utilizandola para alimentar pollos, cerdos o salmones, entre otros. Países como Japón le han dado a los recursos hidrobiológicos el estatus de estratégicos, ya que han asociado su consumo al aumento de un par de puntos del CI en sus niños y constituye uno de los pilares de su seguridad alimentaria nipona.
Lo regresivo de nuestro sistema de explotación de peces se puede apreciar nítidamente si lo revisamos desde la perspectiva de la? Seguridad Alimentaria?. Convertimos peces en harina de pescado (Figura 7) para producir a su vez pollos y cerdos, en tasas de hasta 10:1, desperdiciando de este modo cerca del 90? % ? de la mejor proteína y ácidos grasos del planeta, para conseguir un 10% de carnes de más bajo valor nutricional, cuyo consumo es comúnmente asociado a patologías nutricionales como la obesidad, cardiopatías, diabetes, por nombrar algunas?.
Estamos socavando la base de nuestra producción de proteínas y nuestra ? Soberanía Alimentaria. Para ser aún más claros, actualmente producimos carne (aves, porcinos y bovinos, junto a salmonídeos) a partir de la harina de pescado producida a base de pescados, si se reduce el pescado, se reducirá finalmente la producción de otras carnes, a menos que compremos nuestras proteínas en el extranjero, desaprovechando de paso una de las proteínas de mayor calidad nutricional en el mundo, una población con serios problemas asociados a la mala alimentación. Escenario complejo teniendo en cuenta la creciente demanda mundial de alimentos.
La actual crisis de las pesquerías que hemos descrito, la podríamos definir a grosso modo como una crisis por reducción de las poblaciones objetivo, resultado de una alta concentración de las cuotas de captura, procesamiento de productos de bajo valor agregado, generación de puestos de trabajo precarios, un pésimo encadenamiento de producción de proteínas y el bajo consumo de pescado a nivel nacional? estas son determinantes frente a una eventual revisión de la Ley General de Pesca y Acuicultura (LGPA), donde la salida a la crisis, no está en los mismas políticas que la provocaron, sino en una política basada en un ? Enfoque Ecosistémico, el Desarrollo Sustentable de la pesca, y la Equidad Social.
Figura 2. Encadenamiento productivo del sector pesquero en Chile (Fuentes & Mascaro 2014)
Figura 3. a) Procedencia de la proteína consumida en Chile y b) Posición de Chile frente a promedios mundiales de consumo de pescados (Fuentes & Mascaro 2014)
en la figura 1, donde el volumen de desembarques ha caído en picada durante décadas, principalmente a causa del sector industrial, y cuya tendencia general no ha cambiado con la aplicación de esta Ley. Esta realidad también ha afectado las exportaciones pesqueras nacionales que también han caído sustancialmente.
Figura 4. A) Estado de las pesquerías en Chile 2012; B) estado de las pesquerías en Chile 2014 (Subpesca 2013; Subpesca 2015).
Figura 5. Dinámica de las exportaciones pesqueras de Chile durante el periodo 2012-2015 (IFOP 2015)
De las 21 pesquerías presentes en nuestro país, podemos asegurar que al menos 18 son dominados por un grupo de 9 empresas (8 chilenas y una de capitales nipones). Estamos hablando de las empresas CORPESCA, CAMANCHACA, BLUMAR, ORIZON, SAN ANTONIO, ALIMAR, DERIS, EMDEPES Y GRIMAR que cuentan con coeficientes de participación de 80% del jurel, 98% de la anchoveta, 76% de la sardina española, 72% de la sardina común, 30% de la merluza común, 99% merluza de tres aletas, 75% congrio dorado, 85% merluza austral, entre otros, y que además dominaron las exportaciones del sector. (Subpesca 2015; IFOP 2015).
En conclusión, hoy nuestras pesquerías y las políticas públicas en la materia no son capaces de asegurar nuestra alimentación, han sido económicamente poco rentables, no garantizan la sustentabilidad de nuestros stock de peces y son socialmente regresivos, al privilegiar un sector (industrial) que genera menos trabajo y monopoliza las ganancias.
(*) Director Área Medio Ambiente ICAL/
Fuente: ICAL