Si bien las encuestas han perdido, en parte su credibilidad, siguen constituyendo instrumentos de la contingencia política. Así, la última encuesta CEP no ha dejado de suscitar reacciones en todos los sectores, sea para validarla, sea para denostarla. La novedad que nos trae esta medición es que existe la posibilidad cierta de la candidatura Bachelet de obtener una mayoría absoluta en primera vuelta (47%), algo que ni sus adherentes consideraban verosímil. La otra novedad es que la candidatura de derechas, encabezada por la señora Matthei es más débil de lo que estimaban los más pesimitistas (14%).
Más allá de los pronósticos presidenciales, habría que hacer algunas consideraciones. La primera y más obvia, es que la tendencia avasalladora a favor de la ex mandataria en las presidenciales no se traslada mécanicamente a las elecciones parlamentarias.
Esto es así porque éstos últimos comicios están mediados por la legislación binominal. La segunda, apunta al hecho de que un parlamento relativamente equilibrado desdibuja la propuesta de cambios estructurales del programa Bachelet.
Otro aspecto, no menor, de la cuestión es que en la Alianza se ha producido una verdadera fractura entre los sectores más liberales, representados por Parisi (10%) y aquellos más conservadores que apoyan a Matthei.
Las distancias entre la centro-derecha y la derecha extrema se han acrecentado y la conmemoración de los cuarenta años del golpe de estado de 1973 no ha hecho sino acentuar las diferencias. Por mucho que el conservadurismo insista en una suerte de “es-Cep-ticismo”, todo indica que asistimos a uno de los momentos más débiles de la derecha.
Entre los varios elementos que podrían distirsionar la próxima elección, se advierte la casi nula incidencia de las candidaturas alternativas. En efecto, a excepción de ME-O, ninguna de ella se aproxima siquiera al 10% de las preferencias.
En estas circunstancias, la temida dispersión de votos hacia la izquierda deja de ser un factor determinante. Por último, no deja de ser interesante que la la abstención, más nulos y blancos se instala en un 16%, una estimación demasiado optimista a primera vista.
El panorama descrito por la última encuesta CEP deja en el aire varias interrogantes que se resumen en una pregunta de fondo: Acaso más allá de un holgado triunfo de Michelle Bachelet, existe la posibilidad de llevar adelante el programa de reformas que se ha propuesto al país. Una cuestión que no alcanza a responder el conjunto de datos que ofrece la encuesta.
(*) Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. ELAP. Universidad ARCIS