El 11 de septiembre del 2013 se cumplen 40 años del Golpe Militar en Chile. En la Historia estos años son escasos. Los tiempos habitualmente se miden en cifras bastante mayores; sin embargo, estamos ante una conmemoración que rebasa los límites de un país y que se extiende a muchos otros que se sienten interpretados por la gesta chilena.
Varios son los factores que explican esta situación. Algunos los enumeraremos. El pueblo chileno había logrado en 1970 concretar una vieja aspiración. Tener una referencia política, La Unidad Popular, que comprendía a los Partidos políticos con mayor militancia obrera. El Socialista y el comunista.
La coalición además estaba integrada por los sectores más avanzados y progresistas del catolicismo político y de los sectores laicos, de la pequeña burguesía profesional e intelectual. Todos se habían comprometido en trabajar por el cumplimiento de un programa gestado colectivamente en múltiples reuniones de trabajo. Ese programa de carácter revolucionario, intentaba cambiar las bases económico-sociales de Chile, y para eso había que herir intereses nacionales e internacionales.
Durante los mil días de gobierno de la Unidad Popular se avanzó considerablemente en la Reforma Agraria, la tierra no puede estar sin producir, es para los que la trabajan; se nacionalizó la banca y el comercio exterior; se estatizaron las empresas privadas más importantes del país, que monopolizaban el agua, la luz y electricidad, el gas,etc.; se nacionalizó la gran minería del Cobre en poder de empresas Norteamericanas; se aumentó el salario a los más pobres; hubo escuelas para todos y Universidad para los trabajadores; se realizó una intensa tarea de crear hábitos de lecturas, poniendo los libros a precios tolerables para la mayoría de la población; se puso en práctica las primeras 40 medidas que favorecían la economía y la vida de aquellas familias desfavorecidas en sus ingresos; se creó el ministerio de la familia para favorecer este núcleo social.
Incluso el Cardenal Silva Henríquez manifestó que el Socialismo tiene cosas más positivas que el Capitalismo.
Pero, lo fundamental es que los chilenos pasamos a ser ciudadanos, personas que podíamos opinar, a favor o en contra de cualquier medida gubernamental.
Todos estos cambios se planteaban y se realizaban, con tolerancia, en la más amplia libertad de expresión, con respeto a todas las opiniones religiosas y/ políticas. Se le llamó Camino al Socialismo en Democracia y Libertad. «A la chilena», «Socialismo con sabor a empanadas y vino tinto».
Para dirigir este proceso el pueblo había elegido a un hombre, de 62 años, socialista, con mentalidad unitaria, honesto, formado en la política de los acuerdos y los diálogos, y que desde 1937 ocupaba un sillón en el Parlamento, primero como diputado y luego Senador de la República. Médico de profesión, había hecho de su vida, una empresa al servicio de los pobres y desprotegidos.
Salvador Allende asumió la tarea con la capacidad y esfuerzo que requería. Sobre todo, con la fi rme decisión de cumplir el programa que el pueblo le había entregado. Ningún poder fáctico nacional o extranjero le haría cambiar. Como en las tragedias griegas, los «malos» preparaban el fracaso del proyecto y la derrota defi nitiva del líder y sus partidarios.
El Gobierno y las transnacionales de Estados Unidos, movilizaron a la CIA y todas las agencias de espionaje del aparato.
Los dólares se entregaron a raudales a Partidos Políticos, Instituciones del Estado, jueces, parlamentarios opositores, camioneros que boicotearon el transporte, élites sindicales, acaparadores de productos básicos, etc. Complementaron sus acciones con el terrorismo, que llegó al asesinato.
El Comandante en Jefe del Ejercito, René Schneider; el Edecán Naval del Presidente Allende, comandante Araya, humildes campesinos partidarios del gobierno, etc.
Progresivamente se entronizaron en las Fuerzas Armadas y la traición fi nal de Pinochet, el 11 de septiembre de 1973, derrocó el Gobierno Constitucional. Allende hizo lo que dijo: no renuncio, no me rindo y su vida que sacrifi cará ese día, la puso al servicio de su pueblo. Diecisiete años de brutal dictadura. Violaciones de todos los Derechos Humanos, en Chile y en el Extranjero.
El País dirigido por una mafia comandada por un asesino y ladrón. El futuro, que lo hacen los jóvenes, impondrán democráticamente un sistema político mejor.
(*) Médico internista y cardiólogo de la Universidad de Chile y de la Universidad Complutense de Madrid. Salió del país como exiliado en 1973. En España, donde reside, ha ejercido su profesión en la clínica Ruber de Madrid y en el hospital General de Segovia. Médico de cabecera del presidente Salvador Allende, le acompañó hasta su muerte, en el palacio de La Moneda de Santiago de Chile, el 11 de septiembre de 1973. Es autor del libro El Ultimo Día de Salvador Allende, editado en 1998 y reeditado en el 2008.
Fuente: Edición Extraordinaria de la Revista Septiembre, de España, con motivo del 40° Aniversario del Golpe de Estado de 1973, que usted puede descargar aquí.