Mientras fundamentalistas islámicos desprendidos del movimiento Al Qaeda, combaten para establecer un Estado Islámico en territorios de Irak y Siria, fanáticos islámicos de Al Qaeda, nacida en Afganistán, en el corazón de Asia Central, declaran la guerra contra todos los países occidentales e instalan sus enclaves en las naciones árabes desde donde organizan sus ataques terroristas. Lo propio hace el movimiento Boko Haram en Nigeria, en donde a punta de fusil quieren obligar a toda la población a educarse en el islamismo.
Es difícil entender esta guerra, mas aún cuando practicantes islamistas desde los propios territorios asiáticos, Europa y América la rechazan y declaran que el profeta Mahoma nunca ocupó ni pregonó la violencia.
La lucha entre ellos, la imposibilidad de lograr la paz en Afganistán, en donde rusos y norteamericanos fueron derrotados y en donde la lucha entre facciones islámicas continúa, permite aventurar que tras una pretendida cruzada religiosa, hay una lucha de poderes y hegemonías de la que Alá esta ausente.
Ayer el terror se instaló en Francia; hoy prosigue en Nigeria, en donde una niña de 10 años, envuelta en explosivos, estalló en un concurrido mercado en el noreste de la ciudad nigeriana de Maiduguri. Al menos 19 personas murieron como consecuencia de la explosión. Aunque el ataque no ha sido reivindicado, el procedimiento es el que habitualmente utiliza Boko Haram: niños-bomba que estallan en lugares concurridos.
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La semana pasada, Boko Haram tomó control del poblado de Baga, forzando la huida de unas 20.000 personas. Y la muerte de unos 2 mil pobladores según informó la ONG Amnistía Internacional
«Si los informes que nos llegan son ciertos, la ciudad ha sido completamente arrasada y cientos de civiles han muerto, se trataría de una sangrienta y perturbadora escalada de las masacres del grupo contra la población», ha hecho saber el investigador de la ONG Daniel Eyre.
«En estos momentos estamos intentando averiguar nuevos detalles de lo sucedido en Baga, pero de todas maneras es un ataque que vuelve a poner de manifiesto que Boko Haram debe detener este sinsentido y que el Gobierno nigeriano debe tomar medidas para proteger a una población que vive constantemente aterrorizada ante estos ataques», ha indicado Eyre.
Según un recuento realizado por el Council on Foreign Relations, Boko Haram mató en 2014 a más de 10.000 personas, y mantiene secuestradas a más de 300, en su mayoría niños y mujeres.
